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Camino de Santiago
18 mai 2005

Sujeto, verga y complemento

La chapelle sextine, Hervé Le Tellier, ilustraciones de Xavier Gorce, Estuaire, 2004

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«Carlos amava Dora, que amava Lia, que amava Léa, que amava Paulo, que amava Juca, que amava Dora, que amava Carlos, que amava toda a quadrilha», cantaba Chico Buarque. Más complejo es el modelo de circulación amatoria propuesto por Hervé Le Tellier en La chapelle sextine. 26 personajes hacen seis veces el amor ―o su equivalente, o su sucedáneo―, o lo intentan, con otro personaje contenido en el conjunto.

En el plano geográfico, la mayoría de las historias ocurren en París y en Francia metropolitana, unas pocas en Norteamérica y el resto están dispersas por el mundo, en lugares que fueron en su día exóticos, pero ya lo son menos, como Shangai, El Cairo, Lisboa, Acapulco, el mar Egeo, las islas de Córcega y de La Réunion, un Airbus Berlín-Chicago.

Todas ellas componen este conjunto de microrelatos eróticos, un excitante ejercicio de estilo en la más pura tradición del Oulipo, ese taller de literatura potencial creado por Queneau, Calvino y Perec, al que tal vez se acercase en su momento el Cortázar de Rayuela, de 62, Modelo para armar.

La chapelle sextine consigue un resultado lleno de humor y, quién lo diría, de humanidad. A la imagen de varios personajes que mientras establecen un contacto sexual son capaces de hablar de otra cosa entre ellos o incluso con una tercera persona, el relato entero habla de otra cosa mientras habla de sexo. ¿Y de qué habla, pues? De seres humanos, de personajes que se quedan con nosotros el corto lapso de unas cuantas frases que, a menudo, no tienen desperdicio. No es necesario saber mucho de una persona, ni  de su aspecto, ni de su pasado, ni de su futuro, para interesarse por ella. Cuatro botones para muestra:

«Si mi vida sexual fuese sacada a luz, piensa Niels, el mundo se espantaría. Sospecha que todos se dicen lo mismo, pero esto no lo tranquiliza.

«Chloé se dice que si fuese hombre sería homosexual. Pero en seguida piensa que esta idea es bastante tonta.

«Desde que conozco a esta chica, piensa Xavier, mi vida es más simple y mis días más complicados.

«Tras varias multiplicaciones implicando centímetros, frecuencias y otros parámetros íntimos, Laurent calcula que, en veinte años, su pene ha recorrido 21,5 kilómetros de cuerpos femeninos.

Sobre el carácter marcadamente sensual o no de estos textos, se podría argumentar en un sentido como en otro.  A este respecto, Le Tellier cita a Boris Vian quien afirma que la lengua es un órgano sexual que se usa ocasionalmente para hablar. Algo semejante podría decirse de las manos y, en el caso de algún personaje de La chapelle sextine, de los pies e incluso de la nariz. Apunta aquí también nada menos que Aristóteles: «La verga y el corazón son dos órganos que se mueven solos». Rodeados, eso sí, agregaría Le Tellier, de sujeto y complemento.

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