Canalblog
Editer l'article Suivre ce blog Administration + Créer mon blog
Publicité
Camino de Santiago
1 février 2006

Tiene razón Roberto Merino

Tiene razón Roberto Merino cuando afirma que en el profesor Banderas, que asolaba por televisión en los largos años de la dictadura, no había asomo de curiosidad por el lenguaje, sino mera adicción a las reglas y a los reglazos. La única cuestión de orden lingüístico que cabía someterle al normalista era ésta: ¿cómo se escribe insoportable? La respuesta caía por su peso: con hache, naturalmente.

En las calles y los barrios, por el contrario, se escuchan a menudo expresiones formidables. Un muchacho, que andaría falto de fondos, me dijo un día: “Flaquito, sálvame con cien”. A una señora que quería instalarse en el asiento de la ventana en una micro le oí decir: “¿Me da ‘compermiso’?”. Otra señora, a la que pregunté por una dirección : “No tengo ni la mayor idea”. Y una madre, reprendiendo a su hijo hostigoso: “Abúúúrrete”.

En materia de lenguaje, la tribu es soberana y sus errores suelen ser sus aciertos. El habla es abundante, transmisible y biodegradable. Todo vale, el oro y el moro, la filosofía y el lunfardo. Lo que cabe evitar, y se agradece, es la cursilería. Y deplorar que en ese terreno la lista sea cada vez más larga. Los medios la difunden, la mímesis hace el resto y así andamos, usando expresiones tan lesas como “tener sexo” para referirse a la cópula. La usan indistintamente catedráticos, predicadores y farándulos. Hace algunas semanas, un animador de la tele afirmaba que en lugar de ver el debate pre-eleccionario había preferido “tener sexo”. La fórmula no sólo es cursi, sino impropia. Sexo tenemos todos, salvo los emasculados o las extirpadas. Incluso la meliflua expresión “hacer el amor” parece soportable al lado de ese “tener sexo” que suena a control urológico o ginecológico, a descarga profiláctica, a sesión de “fitness” genital.

El “Glosario chileno del amor”, de Radomiro Spotorno, propone, sin embargo, diez páginas de expresiones afines. Algunas muy graciosas, como “bailar sin música” o “echar a pelear los Beatles”. Incluso ésta, que Spotorno califica de expresión festiva muy gráfica: “Poner al indio en la canoa”. (No sé si la entiendo del todo y le pido opinión a mi tío Pepe: “No hables de indios ni de canoas -me alerta-, no te metas en berenjenales”).

La escritura, en cambio, es harina de otro costal o berenjena de otro huerto. Aquella escritura atropellada que suele emplearse en Internet, hecha de abreviaciones y onomatopeyas, me parece fallida y malencarada y sospecho que condena al desaliento, a la afasia, al alzheimer precoz. No lo hace mejor cierta prensa, con sus expresiones a medio camino entre el parte de carabineros y el informe clínico. De un cura lujurioso que manoseaba niños, un diario capitalino dice que “efectuó tocaciones”. Ni con su afán por hacer verbos de los sustantivos. En las mismas páginas se lee este titular : “Privados exigen a Gobierno rol activo en crisis de gas”. Se desprende que “privados” son los actores del sector privado, empresarios, inversionistas, personas influyentes que presionan en favor de sus intereses. La metonimia está cantada, de “actores del sector privado” se llega a decir simplemente “privados”. ¿Pero no eran los privados la oficina y el baño del gerente, o, en los restoranes, unos espacios reservados y, desde luego, misteriosos, donde se suponía que los mandamases “efectuaban tocaciones”, después de comerse su cazuelita?

El mismo diario cierra la edición con la información siguiente: “Arqueólogos de la Universidad de Tubinga hallaron un falo de piedra de unos 28 mil años de antiguedad en una cueva cerca de la localidad de Schelkingen, en el sur de Alemania”, importante hallazgo que permite concluir que los antepasados de Don Otto y del Doctor Alzheimer tuvieron sexo.

La Nación de Santiago de Chile, 1° de febrero de 2006

Publicité
Publicité
Commentaires
Camino de Santiago
Publicité
Sobre el nombre de este blog
Derniers commentaires
Publicité