20 juillet 2006
Mirar
Esta tarde me detuve a mirar un partidillo de balonmano. Me fijé que uno de los jugadores era manco. Jugaba muy bien. Botaba la pelota con la mano disponible, la ponía dentro de la palma abierta, la apoyaba con el muñón, apuntaba a la canasta y solía acertar.
Viéndolo, me acordé de haber visto hace algún tiempo a un padre que visitaba con su hijo un museo e iba contándole las pinturas. El hijo era ciego.
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