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Camino de Santiago
22 janvier 2007

Baile y susto

Tu rostro mañana 2, Baile y sueño, Javier Marías, Alfaguara, 2004

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Lo principal de los hechos relatados en Baile y sueño ocurre en una discoteca londinense, adonde han concurrido el protagonista, Jaime Deza, su jefe, Bertram Tupra, y un cliente italiano, Arturo Manoia, y la mujer de este último, Flavia. En ese lugar se encuentran con un diplomático español (que no es propiamente un español diplomático), Rafita De la Garza, al que Deza y Tupra conocieron algún tiempo antes en la casa de un profesor de Oxford. Es este profesor, Peter Wheeler, quien induce a Deza, en el primer tomo de Tu rostro mañana, Fiebre y lanza, a trabajar para Tupra. En la pista de baile, De la Garza se propasa con Flavia Manoia y Tupra, siguiendo tal vez órdenes, o aceptando una sugerencia, o accediendo a un ruego de Manoia, un potentadillo romano, acaba sacudiendo y ahogando casi a De la Garza en el retrete para minusválidos del antro londinense, para darle un susto y así « neutralizarlo ».

No sólo en la discoteca aquélla hay baile en Baile y sueño. También en dos pisos separados por una plaza londinense bailan de noche dos parejas desparejas, un bailarín impenitente (ya bailaba en Fiebre y lanza), doblemente acompañado, y un bailarín solitario.

Los hechos no son muchos, pero las consideraciones en torno a ellos son múltiples. Como los calificativos que se gana De la Garza, en tres lenguas : capullo mayúsculo, peste de gañán perfumado, patán mundano, chafarrinón, plasta, inaguantable, títere, vergonzante, saco, zafio, mastuerzo, afrentoso al ojo, idiota, mamón (cunt), tarado (moron), mammalucco totale. A juzgar por los hechos, el diplomático no desmerece.

Las consideraciones pueden ser múltiples pero nunca son gratuitas. La violencia que presencia, atónito, lleva a Deza a engarzar con dos relatos que le transmitió su padre de cuando la Guerra de España. « Quizá no se debería contar nunca nada. Quiero decir nada malo », conjetura el padre entre una y otra muestra de violencia nauseabunda por cada bando, de las que da cuenta. No es que no tuviera bando éste, ni que se hubiese cambiado de bando, fue republicano. La tortura que un grupo de falangistas infligió a un estudiante andaluz, en Ronda, resulta ser el momento más estremecedor del relato. El tiempo es la única dimensión en que pueden hablarse los vivos y los muertos, la única que tienen en común, cita Marías a Juan Benet. Y, continúa Deza, cabría preguntarse cómo hablarían entre sí los muertos de muerte violenta con los muertos que los hubieran matado. Tal vez dirán : « Déjalo convertirse en nada, y que lo que fue no haya sido ».

Ojalá nadie nunca nos pidiera nada, reza la primera frase de Baile y sueño. Porque sí se pide en él. Pide una mendiga rumana, para su hijo pequeño, a la ex mujer de Deza, Luisa, en una calle de Madrid. Pide también la joven Pérez Nuix, colega de Deza, y para hacerlo tiene que allegarse hasta el piso de éste. No sabremos cabalmente de esa petición hasta leer de Tu rostro mañana su tercera parte, que aún no estará escrita y ya esperamos.

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