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Camino de Santiago
8 février 2007

¿Será para tanto?

Un lobby creado por la petrolera Exxon Mobil ofrece miles de dólares a los científicos que nieguen la evidencia del cambio climático.                          

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¿Pudo evitarse la tragedia de Valparaíso? ¿Y la de Punta Arenas? ¿Pueden evitarse las calamidades? ¿Puede evitarse que en las próximas décadas los desiertos nos cerquen y, paradójicamente, nos ahoguen las inundaciones, tal como predice el informe del Panel Intergubernamental contra el cambio climático presentado el primero de febrero en París?

Los fatales incendios de Valparaíso y Punta Arenas y el calentamiento global son, desde luego, fenómenos de naturaleza diferente y no se trata de meterlos en el mismo saco. Conociendo, sin embargo, la respuesta que escucharon algunos vecinos cuando intentaban dar la voz de alerta por el olor a gas que cubría el casco viejo de Valparaíso, no se puede menos que asociarlos:

“¿Será para tanto?”.

Es la respuesta que escuchan sistemáticamente los “alharacos” que desde hace cuarenta años, desde los primeros informes del Club de Roma, advierten que es hora de que cerremos la válvula del gas si no queremos volar por los aires. Desde luego, entre la sicosis y la desidia hay un amplio margen de actitudes. Pero en materia de clima el informe del Panel de París es contundente y explícito y no deja espacio para ambigüedades.

La concentración de gas carbónico en la atmósfera supera con mucho lo observado desde hace 650 mil años. De igual manera con el metano. El calentamiento actual es “inequívoco”. Los glaciares ceden, el nivel de los océanos sube. La capa de hielo que recubre Siberia y el norte de Canadá se derrite y las olas de calor, las tormentas tropicales y los ciclones se intensifican.

Frente a este diagnóstico se alzan, como es costumbre, las voces de los negacionistas del cambio climático. Son cada vez menos numerosos, pero mantienen en alto la bandera negra de los petroleros. Y sacan la voz, por las buenas o por las malas. De un total de mil 600 científicos que trabajan para la administración estadounidense, más de 45% dicen haber sido víctimas de intimidaciones, durante estos seis años de Gobierno republicano, para que eviten las expresiones “calentamiento global” y “cambio climático” en sus comunicaciones. Ese es el palo.

Y la zanahoria la pone el dinero. El diario británico The Guardian denunciaba hace una semana que un lobby, el American Enterprise Institute, creado por la petrolera Exxon Mobil, cuyos límites con la administración Bush son “permeables”, ofrece miles de dólares a los científicos que nieguen la evidencia del cambio climático y denuncien los defectos que pudiera presentar el informe de París.

En Chile, el mismo día de la publicación de este informe, Las Últimas Noticias publicó un único eco, una entrevista con Tito Ureta, miembro de la Academia de Ciencias. “Esto (el cambio climático) va a pasar en cien años y usted y yo vamos a estar muertos”, explica Ureta. Además, sería inútil inquietarse porque “la Tierra se autorregula”. Los métodos de Greenpeace son, según él, “espantosos” y “muchas de las cosas que hacen es (sic) provocar el fenómeno que quieren combatir”.

Es decir que, según el académico, es la febrilidad de Greenpeace la que dispara la temperatura. También puede que tenga razón, sobre todo en materia de mortalidad. La posibilidad de que estemos muertos dentro de cien años es altísima. Y en cuanto a que la Tierra se autorregule… sin comentarios. O bien éste: quienes creían que el animismo era inconciliable con la ciencia empírica no tienen más que darse una vuelta por la cátedra de Ureta para salir de su error. Lo que expone no es otra cosa que una versión pasada por agua de las tesis del británico James Lovelock, un pionero de la ecología, quien sostiene hoy la necesidad de contar con la energía nuclear para disminuir el abuso de los combustibles fósiles.

El problema, sin embargo, está en otra parte. Y no lo resuelve una incongruente central nuclear en pleno Atacama. El mensaje de los científicos es irrefutable y no deja cabida a los negacionistas. La duda se trasladó definitivamente del campo de la ciencia al de la política. La pregunta ya no es “¿será para tanto?”, sino “qué hacemos ahora”.

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8 de febrero de 2007

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PS: Las tragedias de Valparaíso y Punta Arenas, sendos incendios en los cascos viejos de ambos puertos, con resultado de una quincena de muertos. A propósito del cambio climático, el comentario de Enrique en "El dinosaurio", en este mismo blog, es particularmente pertinente. También a propósito de clima, mientras escribo estas líneas cae en Lovaina una copiosa nevada. En el centro de Chile se soportan temperaturas de más de treinta grados.

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Commentaires
J
Mi viejo decía "tan bueno enero como febrero". Vale para los terodáctilos asados y los perros con abrigo.
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E
En Santiago se caen los terodáctilos asados, mientras allá dan diente con diente. Ninguno de los dos corresponden a "buen tiempo". Me conformo con la media.
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J
A propósito de la nieve, una caricatura de Kroll muestra a dos madamas paseando a un perro (con abrigo):<br /> -Y ahora comienza a hacer frío. En pleno mes de febrero. ¿Será normal?<br /> <br /> El mismo diario informa que hay, ahora mismo, 350 km de atascos en torno a Bruselas. Más vale sacar a pasear al perro.
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A
Creo, Antonio, que el actual “negacionismo climático”, por llamarlo de alguna forma, no es más que uno de los últimos exponentes en la larga historia de los negacionismos que en el mundo han sido. Los tenemos de toda índole, antiguos y nuevos: el negacionismo o revisionismo del holocausto judío por los nazis; del genocidio armenio por los turcos; del genocidio palestino por los judíos; de la masacre de irakíes por los americanos etc. El negacionismo climático es una cobertura ideológica que, como los otros, nace de la incomodidad histórica que significa para algunos reconocer las barbaridades que se han cometido en nombre de su raza, de su cultura, de su religión, de su modelo de desarrollo (o de todo a la vez). A fuerza de discursos, de dinero o de supuestas “contrapruebas”, estos negadores pretenden construir otra historia donde los delitos cometidos se minimicen, sean “comprendidos” o, incluso, justificados. Los negadores de nuestros días, como los de la vieja escuela, buscan la absolución de los responsables de crímenes, esta vez ecológicos, negando los efectos, el cambio climático, porque niegan que exista una causa, un modelo de desarrollo agresivo y despilfarrador. Su inmoralidad es igual o peor que su ignorancia.<br /> <br /> PD: Nieva en Lovaina y llueve en Madrid. ¿Será así siempre?
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