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Camino de Santiago
13 février 2007

Concierto para bombos y futbolín

alejandrofinisterre

Este hombre, Alejandro Finisterre, editor y albacea de León Felipe, inventó el futbolín (taca-taca en otras latitudes) para hacer más llevadera la convalecencia de los heridos durante la guerra civil. También, por amor por una pianista, inventó el primer pasahojas de partituras movido con el pie. Y fundó la revista Ecuador 0°, 0', 0. Gallego de La Coruña, Finisterre murió este 8 de febrero de 2007 en Zamora, la tierra de su amigo León Felipe. Esta es la entrevista que dio en 2004 a Núria Navarro, de El Periódico.

¿Hijo de futbolista?
Hijo de fabricante de calzado de La Coruña.

Gente bien.
¡Huy! Mi padre quebró y éramos diez hermanos. Yo estudiaba en un colegio privado de Madrid y, al no poder pagarlo, el director me puso a corregir los deberes de los párvulos. Escribí una obra teatral --¡un culebrón terrible!-- con la fantasía de estrenarla. Trabajé de peón de albañil y luego en una imprenta. Y conocí a León Felipe, del que sería albacea.

¿Cómo se le ocurrió la idea del futbolín?
Por culpa de una bomba nazi, de las que lanzaron sobre Madrid. Quedé sepultado entre cascotes, con heridas graves. Me llevaron a Valencia y luego al hospital de la Colonia Puig de Montserrat. La mayoría de los que estaban allí eran mutilados de guerra. Yo había jugado al fútbol --incluso perdí un diente de una patada--, pero me había quedado cojo y envidiaba a los que podían jugar. También me gustaba el tenis de mesa. Así que pensé: "¿Por qué no crear el fútbol de mesa?".

Se puso manos a la obra.
Poco antes de la Navidad de 1936 compré en Barcelona unas barras, y un carpintero vasco, Francisco Javier Altuna, también refugiado, me hizo la mesa y torneó las figuritas. El líder de CNT y FAI, Joan Busquets, un anarquista de Monistrol que tenía una fábrica de gaseosas, lo vio y me animó a patentar el invento. Lo patenté a principios de 1937, igual que el primer pasahojas de partituras movido con el pie, que hice para Núria, una pianista guapísima de la que me enamoré locamente en las reuniones sabatinas de la colonia.

Pero perdió la patente del juego, ¿no es así?
Tuve que huir a Francia, cruzando a pie los Pirineos. En el macuto sólo llevaba la patente, una lata de sardinas y dos obras de teatro, Helena y Del amor y de la muerte. Llovió a cántaros durante diez días y los papeles se convirtieron en argamasa.

¡Qué lástima!
Debería rebuscar en los Archivos de Salamanca... En 1948, estando ya en París, me enteré de que un compañero del hospital, Magí Muntaner, del POUM, había patentado el futbolín en Perpiñán. Al parecer, me escribió para comunicármelo, pero la carta se perdió. Murió en el maquis. Mareé a la compañía que los fabricaba y me dieron el suficiente dinero como para ir a Ecuador, donde fundé la revista Ecuador 0°, 0', 0''.

Compuesto y sin futbolín.
En la presentación de la revista conocí al embajador de Guatemala, que me animó a fabricarlos en su país. Los hacían manos indígenas con caoba de Santa María, finísima, y les incorporábamos barras periscópicas. ¡Una maravilla!

Le marcó unos goles al Che.
Sí. Una hermana mía se hizo amiga de Hilda Gadea, entonces compañera del Che. Venía todos los días al Centro Republicano Español de Guatemala. Teníamos estilos parecidos. A mí me fue bien con el negocio del futbolín, hasta que el coronel Castillo Armas dio el golpe de Estado y me secuestraron.

¿Lo secuestraron?
Yo era amigo del embajador de la República española en Guatemala. Antes del golpe de Estado, temiendo lo peor, él me pidió que llevara la valija diplomática a México. Quedó constancia de ese favor y, cuando Castillo Armas tomó el poder, me secuestraron y me metieron en un avión hacia Madrid. Pero amenacé al piloto con estrellar el aparato, siendo el primer secuestrador aéreo de la historia. Más tarde, en México, me dediqué a editar.

Debe de ser el mejor jugador del mundo.
Lo soy si juego con mis futbolines, que combinan la suavidad del boj y el corcho aglomerado de la pelota.

¿Ha dicho corcho aglomerado?
Sí. Esas pelotas tan duras no te permiten hacer efectos. El futbolín es un juego que no fomenta el autismo como los videojuegos; sino la amistad, el compañerismo, la coordinación de movimientos entre la mano derecha y la izquierda.

Un juego completo.
Lo es. Y me ha aportado unas cuantas alegrías. En Oporto, con motivo del Euro 2004, me acaban de homenajear con una estatuilla y un concierto para bombos y futbolín.

Y en ese torbellino político-recreativo, ¿podía escribir poesía?
Yo nunca escribí poesía, sólo versos. Los escribo cuando siento la necesidad. Nada más.

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Commentaires
E
Qué acertado comentario. En realidad ahora se inventan cosas para lucrar, para destruir en lugar de crear, y en último lugar pensando en el ser humano y su felicidad.<br /> Qué tiempos aquéllos en que con un trozo de madera, un elástico o una cuerda, un niño podía crear un mundo de entretención. Los bolsillos llenos de bolitas de cristal o de "piedra" eran todo un tesoro que había que defender, pero bajo las normas del juego que todos respetaban.<br /> En el playstation sólo he visto juegos de destrucción, de aniquilación, de violencia extrema. Y algo de deportes extremos, en los que se desarrolla principalmente la musculatura del dedo pulgar.<br /> Estoy de acuerdo que hay un abismo ético, más que una distancia tecnológica, entre el futbolín y la Playstation.<br /> Me sorprendió saber que el inventor del futbolín era un español y gallego.<br /> Y pensar que en Chile y Argentina se dicen chistes de gallegos, quienes siempre quedan como tontos o "lentos", como son los chistes de Lepe en España. Más tontos resultan ser los que desconocen que los gallegos en realidad no son ni "lentos" ni tontos. Botón de muestra...
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A
Maravillosos tiempos aquellos cuando se inventaban cosas para hacer feliz a la gente. Entre el futbolín y la Playstation hay una distancia ética, no tecnológica.<br /> <br /> Por cierto, siempre estuve intrigado por el origen del "clip": dice la Wikipedia que se cree que lo inventaron en Bizancio. ¡Recórcholis!
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