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Camino de Santiago
28 février 2007

Ozono

 

-Dans la rue chez moi des fois la lumière reste allumée 24 heures sur 24. Donc je vois pas vraiment ce qui peut arriver que, nous, on coupe la lumière un petit peu.

-En mi calle a veces la luz se queda encendida todo el día y toda la noche. Entonces no veo por qué tendríamos que apagar la luz por un rato.

-Pour montrer qu'on n'est pas d'accord avec ce qui se passe...

-Para mostrar que no estamos de acuerdo con lo que está ocurriendo...

-C'est pas qu'on est pas d'accord avec ce qui se passe mais ils devraient quand même montrer plus qu'on peut plus envoyer tant de trucs dans l'espace. La fusée ne passe jamais deux fois dans le même trou non plus, donc c'est eux qui font des trous dans la couche d'ozone et dans tout le bazar, c'est pas nous.

-No es que no estemos de acuerdo con lo que está ocurriendo, pero ellos deberían por lo menos mostrar más que no deberían mandar tantos asuntos al espacio. Los cohetes no pasan dos veces por el mismo hoyo, son ellos los que hacen los hoyos en la capa de ozono y por todos lados, no somos nosotros.

Tomado de Télévesdre, televisión local de Verviers, al este de Bélgica, a propósito de la iniciativa de apagar la luz cinco minutos para alertar sobre el cambio climático en enero de 2007.

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26 février 2007

¿Norteamérica invadirá Irán por el este o por el oeste?

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Si mi señora dice por el este, yo digo por el oeste. Esta y otras respuestas del hombre de la calle en Norteamérica. A Kofi Annan no hay que tomarlo muy cargado. Everybody knows that.

23 février 2007

Movimientos contradictorios

Movimientos contradictorios del Imperio británico. Por una parte, amenaza con retirar un quinto de sus tropas de Irak. Por la otra, amenaza con mandar este quinto al combate. Quién entiende a la pérfida Albión.

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Un fotógrafo belga en Valparaíso.

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Un lector de Arabia Saudí entra en este blog. ¿Qué busca? 

22 février 2007

Los niños nacen para ser felices

Los cuatro primeros lugares en materia de bienestar infantil los ocupan Holanda, Suecia, Dinamarca y Finlandia. España se sitúa en quinto lugar.                          

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Está escrito en el mosaico que cubre el pórtico de la iglesia de un colegio en la esquina de las calles Carmen y Porvenir, en Santiago, en el que se ve al Mesías recibiendo con los brazos abiertos a los niños: “Sinite parvulos venire ad me”. En ese colegio no se enseña ya latín pero todavía se entiende: Dejad que los niños vengan a mí. (Pero que vengan de a uno, agrega el chiste).

Y de lo mucho que circuló durante la Unidad Popular en materia de fraseología, este endecasílabo, atribuido a José Martí, es uno de los mayores aciertos: Los niños nacen para ser felices. El punto, claro, sigue estando en saber cómo pueden llegar a ser felices, cuál es la ecuación entre protección y libertad que les permita respirar a sus anchas para desplegar las alas cuando les crezcan.

La Unicef considera seis criterios para determinar el bienestar infantil: las condiciones materiales, la salud y la seguridad, la educación, las relaciones con la familia y con otros niños, todos los cuales se apoyan en datos estadísticos. Y por último, pero no menos importante, el bienestar subjetivo, criterio que se funda en la percepción que el niño tiene de sí mismo y del que se sabe gracias a los estudios de opinión.

En base a estos criterios, la Unicef dio a conocer la semana pasada el informe sobre el bienestar de los niños en 21 países industrializados. Como era de esperar, los cuatro primeros lugares los ocupan países del norte de Europa: Holanda y Suecia a la cabeza, seguidos por Dinamarca y Finlandia. España se sitúa en quinto lugar, por delante de Suiza y Noruega y muy por delante de Alemania y Francia. Otra sorpresa se encuentra en la cola del pelotón: Gran Bretaña se ubica última y Estados Unidos penúltimo.

Imposible no pensar, a la lectura de este informe, en los niños que se han quedado fuera, cualquiera sea su país, africano, asiático o sudamericano, niños para quienes incluso los niveles más bajos de bienestar les quedan tan por encima que parecen volantines en la estratosfera. Niños para los cuales cualquier intento de determinación de indicadores, objetivos o subjetivos, es imposible, entre otras cosas por ausencia de datos.

Por estos días se ha descubierto en las inmediaciones de un hospital, en el centro de India, un osario desbordante de huesos de niñitas, que aportan, una vez más, la prueba de que el infanticidio y el feticidio se siguen practicando a gran escala en muchos países como manera de evitar el nacimiento de niñas o para desembarazarse de ellas. A tal punto que el Gobierno indio ha decidido poner cunas en todos los distritos del país para que los padres puedan abandonar allí a sus hijas recién nacidas cuando no quieran criarlas.

Los niños abandonados, los niños esclavos, los niños vendidos, los niños prostituidos. La televisión mostraba también por estos días unas imágenes en un lejano hospital del remoto Kirguistán donde una enfermera cerraba la venta de un recién nacido y la celebraba descorchando una botella de sidra. Por qué los compradores esta vez resultaron ser policías y le amargaron la sidra a la alcahueta, la televisión, que muestra pero no explica, no lo dejaba claro. Pero sí se adivinaba, según las maneras desenvueltas de la villana, que tal operación comercial es algo común en un lugar como ése.

Los niños nacen para ser felices, nacen para vivir con sus padres y hermanos, nacen para ir a la escuela, pero demasiadas veces los tiran al osario, los venden, los arman, los drogan y los prostituyen. Aún estoy viendo a un grupo de niños a la entrada de una escuela en Angola, con la ropa muy blanca brillando bajo el sol de África y transportando cada uno una enorme piedra entre las manos. Para qué llevan esas piedras, me sorprendí preguntando. Para qué va a ser, me respondieron, para sentarse.

logocl 22 de febrero de 2007, PDF

PS: La foto está tomada en Arribada, al interior de la isla de Santiago, en Cabo Verde. Allí también, uno de los niños de la fotografía se trepó a un papayero para obsequiarme con un fruta madura según una historia que se cuenta en El zancudo. Pues eso, los niños nacen para ser felices.

21 février 2007

Quarta-feira de cinza

blackOrpheus

A Felicidade
Vinicius de Moraes, Tom Jobim

Tristeza não tem fim
Felicidade sim

A felicidade é como a pluma
Que o vento vai levando pelo ar
Voa tão leve mas tem a vida breve
Precisa que haja vento sem parar

A felicidade do pobre parece
A grande ilusão do carnaval
A gente trabalha o ano inteiro
Por um momento de sonho
Pra fazer a fantasia
De rei ou de pirata ou de jardineira
E tudo se acabar na quarta-feira

Tristeza não tem fim
Felicidade sim

A felicidade é como a gota
De orvalho numa pétala de flor
Brilha tranquila
Depois de leve oscila
E cai como uma lágrima de amor

A felicidade é uma coisa loca
Mas tão delicada também
Tem flores e amores e todas as cores
Tem ninhos de passarinhos
Tudo isso ela tem
E é por ela ser assim tão delicada
Que eu trato sempre dela muito bem

Tristeza não tem fim
Felicidade sim.

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20 février 2007

Otro libro del desasosiego

2666, Roberto Bolaño, Anagrama, 2004

2666portada

1200 páginas no descorazonan al lector que tiene entre manos 2666, última y definitiva novela de Roberto Bolaño. Al contrario, al ver que el final se acerca éste puede obligarse a desacelerar la lectura por miedo a que el libro se acabe demasiado pronto. Inútil, porque la última página del libro bien puede ser la primera. La novela que, como dice el tópico, se lee “de una sentada”, está dividida en cinco partes que pasan a detallarse:

La parte de los críticos. Los críticos han puesto 2666 por las nubes. No se puede decir que el autor haga otro tanto con los cuatro críticos que protagonizan la primera parte de la novela, un español, un francés, un italiano y una inglesa (parece chiste), expertos todos en un escritor alemán, Benno von Archimboldi, cuyos pasos siguen hasta Santa Teresa, en el norte de México. Estos críticos son pedantillos y calentones y, de cierta manera, anodinos. En lugar de cerrar la obra (qué más quisieran), los críticos la introducen, le sirven de marca-páginas.

La parte de Amalfitano. Oscar Amalfitano es un profesor de filosofía que nació en Chile y vive en Santa Teresa, tras pasar buena parte de su vida en España. Como su apellido lo indica, su abuelo era napolitano. Amalfitano tiene una hija, Rosa, nacida en España, a la que ha criado solo, porque su madre los abandonó a ambos. La imagen de Chile que se desprende de la parte de Amalfitano tampoco es brillante. Evocando a Lonko Kilapán, que publicó en 1978 O’Higgins es araucano para demostrar que los araucanos son griegos, Bolaño estima que en la prosa de Lonko Kilapán caben todas las tendencias políticas chilenas, “desde los conservadores hasta los comunistas, de los nuevos liberales hasta los viejos sobrevivientes del MIR”. A pesar de vivir desde hace mucho lejos de Chile, Amalfitano es irreductiblemente chileno (cabría explicarse sobre este punto, pero la explicación entra en media página como en otras 1200), al punto que se obstina en llamar “perritos” a los ganchos para la ropa (con la ayuda de uno de estos “perritos” cuelga un libro en el patio de su casa), y en los aeropuertos europeos debe separarse de su hija al momento de guardar la fila para presentar el pasaporte.

La parte de Fate. Oscar Fate es un periodista afroamericano (que es como hay que llamar ahora a los negros norteamericanos). Su parte se resume en aterrizar por Santa Teresa casi por error, para cubrir un match de box que no dura más de un asalto, y conocer allí a Rosa Amalfitano (otro Oscar para Rosa), y conseguir aparentemente sacarla de allí.

La parte de los crímenes. Esta es la parte medular de 2666. Para decirlo con las palabras de Amalfitano, 2666 no es un ejercicio de estilo sino un combate donde “hay sangre y heridas mortales y fetidez”. Crímenes contra mujeres se cometen en todas partes, pero la magnitud de la ola criminal que ha asolado al norte de México a partir de los años noventa se escapa de cualquier parangón. Estos crímenes esconden y revelan “el secreto del mundo” y ése parece ser la revelación que transmite 2666. Al contrario de las novelas de género, donde el asesino se encubre entre los personajes y el lector debe echar mano a su cachativa para encontrarlo, los asesinos de 2666 no están entre los personajes sino en la calle. Y quien salga a la calle a buscarlos, se encontrará no sólo con los asesinos sino, sobre todo, con las víctimas, con más y más víctimas. Con un basural repleto de víctimas. En 2666, los asesinos seguramente se potencian y se protegen unos a otros. Y Santa Teresa es “nuestra maldición y nuestro espejo, el espejo desasosegado de nuestras frustraciones y de nuestra infame interpretación de la libertad y de nuestros deseos”, como la retrató Bolaño en su última entrevista. O, como la describe Baudelaire en el epígrafe de la novela, “un oasis de horror en medio de un desierto de aburrimiento”.

La parte de Archimboldi. 2666 acompaña por el frente oriental y occidental, durante la Segunda guerra, la trayectoria de uno de sus protagonistas, el soldado alemán Hans Reiter. Y luego su transformación, a lo largo del siglo veinte, de niño campesino en Prusia a jardinero en Venecia y candidato al Nobel de literatura, recorrido al que se engarzan un sinnúmero de historias paralelas, entrantes y salientes. Esta parece ser la forma de 2666. En lugar de ser un espacio con muchas entradas y un solo centro, como el laberinto, la novela es un sinnúmero de entradas abiertas y relativamente convergentes, un laberinto de laberintos. La última historia es ésta: en un parque, Alexander fürst Puckler le cuenta a Archimboldi la suerte de uno de sus antepasados “gran viajero, hombre ilustrado, cuyas principales aficiones eran la botánica y la jardinería” y que escribió estupendos libros de viajes. “Lo que no pensó jamás fue que pasaría a la historia por darle el nombre a una combinación de helados de tres sabores”, el equivalente alemán de la cassata siciliana. Archimboldi se dispone a tomar el avión que lo llevará a Santa Teresa, hasta donde lo siguen los críticos, ciudad donde se cometen tantos y tan horrorosos crímenes de mujeres, y donde vive un profesor chileno y su hija española. Llegado a este punto, la página 1200, el lector puede cerrar el libro. También puede reabrirlo.

19 février 2007

Desde Bagdad

tresargentinos

"Hace un par de dias vi a este chico iraquí con una camiseta de Argentina en un barrio chií de Bagdad. Al dia siguiente vi al mismo chico con dos amigos, todos con camisetas de Argentina. Media hora mas tarde, dos coches-bomba explotaron a 50 metros de esta foto. No sé si él y sus amigos están vivos, espero verlos otra vez con la misma camiseta y la misma sonrisa".

Mensaje de Carlos Barría, fotógrafo de Reuters en Bagdad.

18 février 2007

El día del silabario

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Hoy día domingo
, día que fue del Señor, se ha convertido en el día del Silabario, en el día para aprender a leer y a escribir. A lo que se aprende leyendo lo que escriben Marías, Merino y Mesquita, columnistas de domingo. Leo a uno, leo a otro y, cuando voy a leer al tercero, me encuentro con esto.

17 février 2007

Medina de Chauén

chefchaouen

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Julio de 2005

16 février 2007

Cinco monos y una jirafa

No se cuenta la cantidad de propaganda que se recibe a diario en este buzón, aparte de la que el anti-spam filtra. El viagra y la reparación del miembro viril son los ítems prioritarios, a los que se suman variadas tentativas de estafa. En Spam conté una vez cómo mi tío Pepe enfrenta este cargante asunto. Este mensaje recibido hoy llama poderosamente la atención y por eso se traduce aquí (aplicándole de paso una severa corrección ortográfica, a cuenta de una manía que se arrastra como zapato ortopédico):

Bonjour,
Nous sommes un PARC ZOOLOGIQUE PRIVE en fermeture suite au manque de moyens pour faire fonctionner le Parc. Nous avons décidé alors de donner gratuitement aux personnes de Bonne Volonté et de Bonne Moralité les quelques animaux qui y vivent encore. Nous sommes d'accord que vous veniez si possible sur le terrain pour visiter les animaux et faire votre choix. C'est une action qui vise la sauvegarde des animaux en l'occurrence des espèces rares.

Nous disposons encore de:
DIX-NEUF PERROQUETS,
CINQ SINGES,
DEUX LIONCEAUX,
VINGT et UN CAMELEONS,
UNE GIRAFE,
UN ELEPHANT,
TROIS HERISSONS,
UN CROCODILE,
DEUX VIPERES.
                           
Nous cherchons donc des bonnes volontés à qui nous allons donner ces animaux pour garantir leur survie. Si vous êtes intéressé, écrivez-nous et nous allons rentrer en contact avec vous. Nous somme situés au Nord du BENIN et nous sommes disposés à tout mettre en oeuvre pour la sauvegarde de ces animaux et vous les envoyer n'importe où vous serez.
                                                                                                                                                   
Pour le Délégué,
Sylvie ADJIGNON

3

Buenos días,
Somos un JARDIN ZOOLOGICO PRIVADO que está cerrando a causa de la falta de medios para su funcionamiento. Hemos decidido entonces donar gratuitamente a las personas de Buena Voluntad y de Buenas Costumbres los pocos animales que viven todavía en el Jardín. Estamos de acuerdo con que vengan en lo posible a terreno para visitar a los animales y escoger. Esta es una acción que busca salvar a los animales puesto que se trata de especies raras.

Disponemos aún de:
DIECINUEVE LOROS
CINCO MONOS
DOS LEONCITOS
VEINTIUN CAMALEONES
UNA JIRAFA
UN ELEFANTE
TRES ERIZOS
UN COCODRILO
DOS VIBORAS.

Buscamos entonces gente de buena voluntad a quien cederle estos animales para garantizar su sobrevivencia. Si está interesado, escríbanos y nosotros entraremos en contacto con usted. Estamos situados al Norte de Benín y estamos dispuestos a hacer lo necesario para salvar a estos animales y enviarlos a cualquier lugar donde usted se encuentre.

Por el Delegado,
Sylvie  ADJIGNON                                                                        

15 février 2007

Escribo como condenado

El escritor que se verá obligado a abandonar su país bajo amenaza y será laureado en Estocolmo dentro de veinte años no aparece hoy en los diarios.                        

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Cuando los surrealistas, en 1919, metieron en un sobre la pregunta «¿Por qué escribe usted?» y la enviaron a los escritores parisinos consagrados, les estaban en buena medida arrastrando el poncho. La interrogante puede no ser gran cosa, pero les permitió recoger 75 respuestas y publicar tres números de la revista Littérature cuyo tiraje triplicaron.

Philippe Soupault atribuye la formulación de la pregunta a un parroquiano del bar donde el grupo surrealista paraba por esos años, quien miraba fijamente a los miembros de la cofradía surrealista. Éstos, hartos de la insistencia de su mirada, le aplicaron un día la variedad parisina del «¿qué mirái?». El parroquiano no dudó en responder: «Los miro porque me gustaría saber por qué escriben».

Entre las respuestas recogidas, las mejores son breves. «Escribo porque», respondió Cendrars. «Por debilidad», añadió Valéry. Y Paulhan: «Yo escribo poco. El reproche que me hacen me toca apenas».

Varias décadas más tarde, en 1986, dos periodistas del diario francés Libération, Daniel Rondeau y Jean-François Fogel, retomaron la pregunta y se la enviaron a 400 escritores de todo el mundo. También en los resultados de esta encuesta las respuestas más agudas suelen ser breves o abreviadas.

Osvaldo Soriano propone una clave: «Escribo para compartir la soledad». Y Ricardo Piglia, otra: «Escribo porque la literatura es la forma privada de la utopía”. Adolfo Bioy Casares: «Escribo porque probablemente me parezco a un barbero de Tom Jones que, cuando escuchaba una buena historia, necesitaba contarla en seguida». Su amigo Borges se va por las ramas, pero tratándose de Borges vale la pena seguirlo: «Intento intervenir lo menos posible en lo que escribo. Y como no tengo opiniones definitivas en materia, por ejemplo, de ética o de política, intento no dejar intervenir mis opiniones en lo que escribo».

Numerosos son quienes dicen escribir para saber por qué escriben. También hay los que responden que lo hacen por mimesis o por ritmo biológico. La trascendencia es otra razón citada, sea ésta existencial, como en el caso del peruano Julio Ramón Ribeyro: «Escribo para continuar existiendo una vez muerto, no más sea bajo la forma de un libro, como una voz que alguien se da el trabajo de escuchar». O trascendencia municipal, como en el brasileño Fernando Gabeira: «Tiendo a pensar que escribo para ser amado y ese deseo prosaico acabará con mi nombre en una calle o en una biblioteca pública en el pueblo donde nací».

Salman Rushdie, víctima de una fatua lanzada en 1989 por el ayatolá Jomeini que lo condenó a muerte a causa de sus escritos, sentiría tal vez una cierta incomodidad si se releyese: «Escribo porque me gusta estar solo en una pieza».

António Lobo Antunes: «Escribo porque no sé bailar como Fred Astaire. Off the record: para la próxima encuesta les prometo una respuesta sicoanalítica-estructuralista… y larga». Quien no esperó la próxima encuesta para formular una respuesta de esa índole fue el poeta Enrique Lihn, quien se regodea en circunloquios. Jorge Edwards, José Donoso, Poli Délano, Óscar Hahn y el citado Lihn componen la selección nacional.

A lo que iba, fui a buscar el librito que resultó de la encuesta pensando en Orhan Pamuk, el Nobel 2006, ahora obligado a exiliarse de Turquía por las amenazas contra su vida recibidas de parte de grupos nacionalistas. Qué habrá respondido entonces a la preguntita, me pregunté. No estaba y, sin embargo, por esas fechas Pamuk había publicado ya tres novelas. El escritor que se verá obligado a abandonar su país bajo amenaza y será laureado en Estocolmo dentro de veinte años no aparece hoy en los diarios. No hay quién le pregunte por qué escribe.

¿Mi respuesta favorita? Tal vez la del belga Hugo Claus: «Escribo por curiosidad. Por orgullo».

logocl 15 de febrero de 2007  PDF

PS: Para variar, hoy el blog podría llamarse Camino de Estocolmo.

13 février 2007

Concierto para bombos y futbolín

alejandrofinisterre

Este hombre, Alejandro Finisterre, editor y albacea de León Felipe, inventó el futbolín (taca-taca en otras latitudes) para hacer más llevadera la convalecencia de los heridos durante la guerra civil. También, por amor por una pianista, inventó el primer pasahojas de partituras movido con el pie. Y fundó la revista Ecuador 0°, 0', 0. Gallego de La Coruña, Finisterre murió este 8 de febrero de 2007 en Zamora, la tierra de su amigo León Felipe. Esta es la entrevista que dio en 2004 a Núria Navarro, de El Periódico.

¿Hijo de futbolista?
Hijo de fabricante de calzado de La Coruña.

Gente bien.
¡Huy! Mi padre quebró y éramos diez hermanos. Yo estudiaba en un colegio privado de Madrid y, al no poder pagarlo, el director me puso a corregir los deberes de los párvulos. Escribí una obra teatral --¡un culebrón terrible!-- con la fantasía de estrenarla. Trabajé de peón de albañil y luego en una imprenta. Y conocí a León Felipe, del que sería albacea.

¿Cómo se le ocurrió la idea del futbolín?
Por culpa de una bomba nazi, de las que lanzaron sobre Madrid. Quedé sepultado entre cascotes, con heridas graves. Me llevaron a Valencia y luego al hospital de la Colonia Puig de Montserrat. La mayoría de los que estaban allí eran mutilados de guerra. Yo había jugado al fútbol --incluso perdí un diente de una patada--, pero me había quedado cojo y envidiaba a los que podían jugar. También me gustaba el tenis de mesa. Así que pensé: "¿Por qué no crear el fútbol de mesa?".

Se puso manos a la obra.
Poco antes de la Navidad de 1936 compré en Barcelona unas barras, y un carpintero vasco, Francisco Javier Altuna, también refugiado, me hizo la mesa y torneó las figuritas. El líder de CNT y FAI, Joan Busquets, un anarquista de Monistrol que tenía una fábrica de gaseosas, lo vio y me animó a patentar el invento. Lo patenté a principios de 1937, igual que el primer pasahojas de partituras movido con el pie, que hice para Núria, una pianista guapísima de la que me enamoré locamente en las reuniones sabatinas de la colonia.

Pero perdió la patente del juego, ¿no es así?
Tuve que huir a Francia, cruzando a pie los Pirineos. En el macuto sólo llevaba la patente, una lata de sardinas y dos obras de teatro, Helena y Del amor y de la muerte. Llovió a cántaros durante diez días y los papeles se convirtieron en argamasa.

¡Qué lástima!
Debería rebuscar en los Archivos de Salamanca... En 1948, estando ya en París, me enteré de que un compañero del hospital, Magí Muntaner, del POUM, había patentado el futbolín en Perpiñán. Al parecer, me escribió para comunicármelo, pero la carta se perdió. Murió en el maquis. Mareé a la compañía que los fabricaba y me dieron el suficiente dinero como para ir a Ecuador, donde fundé la revista Ecuador 0°, 0', 0''.

Compuesto y sin futbolín.
En la presentación de la revista conocí al embajador de Guatemala, que me animó a fabricarlos en su país. Los hacían manos indígenas con caoba de Santa María, finísima, y les incorporábamos barras periscópicas. ¡Una maravilla!

Le marcó unos goles al Che.
Sí. Una hermana mía se hizo amiga de Hilda Gadea, entonces compañera del Che. Venía todos los días al Centro Republicano Español de Guatemala. Teníamos estilos parecidos. A mí me fue bien con el negocio del futbolín, hasta que el coronel Castillo Armas dio el golpe de Estado y me secuestraron.

¿Lo secuestraron?
Yo era amigo del embajador de la República española en Guatemala. Antes del golpe de Estado, temiendo lo peor, él me pidió que llevara la valija diplomática a México. Quedó constancia de ese favor y, cuando Castillo Armas tomó el poder, me secuestraron y me metieron en un avión hacia Madrid. Pero amenacé al piloto con estrellar el aparato, siendo el primer secuestrador aéreo de la historia. Más tarde, en México, me dediqué a editar.

Debe de ser el mejor jugador del mundo.
Lo soy si juego con mis futbolines, que combinan la suavidad del boj y el corcho aglomerado de la pelota.

¿Ha dicho corcho aglomerado?
Sí. Esas pelotas tan duras no te permiten hacer efectos. El futbolín es un juego que no fomenta el autismo como los videojuegos; sino la amistad, el compañerismo, la coordinación de movimientos entre la mano derecha y la izquierda.

Un juego completo.
Lo es. Y me ha aportado unas cuantas alegrías. En Oporto, con motivo del Euro 2004, me acaban de homenajear con una estatuilla y un concierto para bombos y futbolín.

Y en ese torbellino político-recreativo, ¿podía escribir poesía?
Yo nunca escribí poesía, sólo versos. Los escribo cuando siento la necesidad. Nada más.

12 février 2007

Cinco días en Dublín

Jueves
Hay que viajar lejos para encontrar un déjà vu... Y oler Dublín, y oler a papel en Dublín, en la sala larga del Trinity Collegue, o en la planta baja, donde se exhibe el libro de Kells, escrito y pintado por cuatro monjes del siglo octavo, de cuando los cuadros se encuadernaban y los libros se contemplaban. Y las arpas tañían (pero ésa es otra historia)... Y entre tanto libro, ordenado en rangos en la sala larga, rangos en los que no cabe la letra jota (ni la jota, ni la ka, ni la u, ni la uve doble usaban los romanos, pero sólo me apena la ausencia de la jota), mirando los libros y las largas escaleras para llegar hasta los altos estantes, y la hilera de bustos de los escritores, Irlanda tiene el porcentaje más alto de Premios Nobel por habitante... Descabezo un sueñecito delicioso, que dura apenas unos largos segundos y alcanzan para repasar las imágenes del centro de Dublín y descubrir cuánta gente hay bajo el sol y cuánto puede el sol en el ánimo de la gente... Como en el terreno de rugby y en el de críquet, en torno a los cuales los estudiantes irlandeses y los «erasmus» se abandonan al calor del astro escaso y hablan y ríen y repletan de latas de cerveza los basureros y de cerveza procesada los meaderos, como simpáticos primates sonrosados que son. Y allí donde va, la gente lleva invariablemente una mochila en la espalda o un bolso de mano. Los pocos que no llevan nada en las manos o en la espalda suelen estar locos (un poco más locos) y poner nerviosos a los que llevan mochila o bolso de mano.

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Viernes
Hay que viajar lejos y perseguir curiosidades para encontrar lo consabido. Entre las curiosidades, yogur de ruibarbo, nombres en gaélico, barítonos que ejercen en la calle. Poco más, mínimas variaciones en el gusto de los alimentos, en el sentido de la circulación, en el puente de O’Connell, más ancho que largo. Y en el teclado de los cibercafés, atendidos por inmigrantes venidos del lejanísimo oriente, qzerty por azerty. Otra historia entrevista, gente de hoy, como lo fue la de ayer, que tiene otro pasado y conoce o ignora sus clásicos, que tiene su vida, como otras tantas.

Sábado
Para no hablar de quien no vino, la gente es la misma en todas partes, anda acompañada o huye de sí misma, quiere trabajar, o dejar de trabajar, o cambiar de trabajo y de talla, y no lo logra y se empecina, tiene ganas de reír y de hablar de otra cosa pero no siempre lo consigue y puede que llore por eso o se haga la desentendida. Tanto como quien quiere pasar desapercibido y acaba creando algún vínculo. Y aquí en Dublín, cuánta gente joven disfrazada, en plan qué bien lo pasaremos esta noche, con gana de reír (y se empecina), ahora mismo están haciendo ruido en una discoteca oculta, con el ánimo arriba-abajo, como ascensor en desuso, hablando a gritos una lengua incomprensible aun para ellos.

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Domingo
Para no hablar de la manera como un germano y un eslavo despachan respectivamente la tarea de cerrar unas persianas venecianas. «Respectivamente» indica que no lo hacen igual y con desigualísimo resultado. No cabe abundar en los estereotipos. Y no se debería, pero la tentación es grande de asignar a cada persona un animal, tótem o fetiche, o como se llame, como hacen los scouts y como no hacen las religiones del verbo, un animal que se le parece o que es metáfora o metonimia de su ser. Así la oveja o la grulla. No se debe, retiro lo dicho. En Malahide, a las afueras de Dublín, sólo se ve el jardín botánico por los bordes, pero vale la pena de los pies y el castillo por dentro. Los visitantes parecen solitarios, sentimentales, y más aun en el parque, cubierto de familias que crían sus pequeños en su mejor momento, la tarde del domingo. Y unos mozos que entonan los cantos que infligían muchos años antes otros mozos embriagados acaban por alegrar y entristecer definitivamente el ánima, tanto como otros dos, uno francés, valón el otro, a quienes se oye hablar entre ellos en inglés «para mejorarlo». Al anochecer, los dublinenses cenan cazuela de cordero a la irlandesa (irish lamb stew), que está buenísima, y se preparan (o no) para levantarse al alba menos una: Early to bed, early to rise makes a man healthy, wealthy and wise, escribió Ben Franklin antes de encender la luz.

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Lunes, de alba menos una
Taxi a través de la ciudad desierta, estrés de aeropuerto congestionado, la fila corta o la fila larga, controles, quitarse zapatos y correas, los pasajeros formamos culebras adormecidas y hambrientas pero movedizas, dóciles pero decididas. Esperando subir al Air Lingus, sobre el muro de la sala de espera puede leerse a Shaw, aquél que, a falta de lectura, leía el directorio telefónico local y se quejaba de lo despoblada que era la localidad, cuando esperaba no un avión, sino un tren en la India. Y de Yeats, The lake Isle of Innisfree. En mi tierra llamaban a esta poesía lárica, del hogar perdido de la infancia o por ahí. Nada que ver con el estrés de aeropuerto. Y por eso mismo, ejercicio de traducción:

The lake Isle of Innisfree
I will arise and go now, and go to Innisfree
And a small cabin build there, of clay and wattles made
Nine been rows will I have there, a hive for the honey-bee
And live alone in the bee-loud glade.

And I shall have some peace there, for peace comes dropping slow
Dropping from the wells of the morning to where the cricket sings
There midnight’s all a glimmer, and noon a purple glow
And evening full of the linnet’s wings.

I will arise and go now, for always night and day
I hear lake water lapping with low sound by the shore
While I stand on the roadway, or on the pavement grey
I hear it in the deep heart’s core.

La isla del lago de Innisfree
Me levante y me ponga en marcha hacia Innisfree
Y una choza levante con juncos y arcilla
Nueve hileras de alubias tenga y un panal
Y viva solo arrullado por las abejas.

Y tenga algo de paz allí porque la paz viene gota a gota
Desde las brumas del alba hasta el canto del grillo
Donde la medianoche es tenue luz y el mediodía rubor
Y el atardecer desborda de alas de pájaro.

Me levante y me ponga en marcha noche y día
Escuche el agua chapotear suavemente en la orilla
Esté yo quieto en la carretera o sobre el asfalto gris
La escuche en lo recóndito del corazón.

abril de 2005

9 février 2007

Beirut, agosto de 2006

Guerra_Libano

El World Press Photo
premia las mejores fotografías del año. El primer premio 2006 es para esta imagen tomada en Beirut por Spencer Platt durante los bombardeos israelíes al Líbano en agosto de 2006. Esta es la galería de fotos premiadas.

9 février 2007

El Borat chileno y otras historietas

Estas imágenes me recuerdan a Josemari Aznar encontrando armas de destrucción masiva en Irak y luego... luego no le salen las disculpas.

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Dos historietas leídas en el diario chileno Las Últimas Noticias. La historia del fiscal cuentista. Un amigo del fiscal mandó un cuento al concurso Paula 2006. El fiscal se dijo: ¿por qué yo no? El jurado lo premió designándolo finalista. Alfaguara, que edita el libro con el cuento ganador y los diez finalistas, le pidió al fiscal unas líneas de presentación de su persona. El fiscal mandó un texto algo extenso. Alfaguara publicó el texto extenso en lugar del cuento. Lo que el diario no cuenta es qué publicó Alfaguara como presentación del fiscal. ¿Un cuento?

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La historia de Pamela Anderson tampoco tiene desperdicio. Un botero del lago Caburgua, en el sur de Chile, contó a los diarios que Pamela Anderson y su papá (sic) visitaron el lago y compraron un terreno para construir próximamente una casa de veraneo. El mismo les habría mostrado el lago desde su bote. El lago Caburgua es el lugar donde veranea la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, y su círculo estrecho. Bien. El barquero pasea ahora en bote a los numerosos reporteros que llegan a diario hasta Caburgua (el lugar queda algo a trasmano). No se sabe en qué divisa cobra el botero por contar la historia de Pamela Anderson y de su papá a los reporteros, ni a cuanto asciende la tarifa horaria por el paseo en bote. Quien haya visto el filme Borat sabrá que este reportero kazajo recorre Norteamérica de un océano al otro tras la huella de su amor platónico, Pamela Anderson. De manera que el próximo verano el botero tendrá mucha clientela en Caburgua. Borat en persona, y muchos colegas de Borat.

8 février 2007

¿Será para tanto?

Un lobby creado por la petrolera Exxon Mobil ofrece miles de dólares a los científicos que nieguen la evidencia del cambio climático.                          

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¿Pudo evitarse la tragedia de Valparaíso? ¿Y la de Punta Arenas? ¿Pueden evitarse las calamidades? ¿Puede evitarse que en las próximas décadas los desiertos nos cerquen y, paradójicamente, nos ahoguen las inundaciones, tal como predice el informe del Panel Intergubernamental contra el cambio climático presentado el primero de febrero en París?

Los fatales incendios de Valparaíso y Punta Arenas y el calentamiento global son, desde luego, fenómenos de naturaleza diferente y no se trata de meterlos en el mismo saco. Conociendo, sin embargo, la respuesta que escucharon algunos vecinos cuando intentaban dar la voz de alerta por el olor a gas que cubría el casco viejo de Valparaíso, no se puede menos que asociarlos:

“¿Será para tanto?”.

Es la respuesta que escuchan sistemáticamente los “alharacos” que desde hace cuarenta años, desde los primeros informes del Club de Roma, advierten que es hora de que cerremos la válvula del gas si no queremos volar por los aires. Desde luego, entre la sicosis y la desidia hay un amplio margen de actitudes. Pero en materia de clima el informe del Panel de París es contundente y explícito y no deja espacio para ambigüedades.

La concentración de gas carbónico en la atmósfera supera con mucho lo observado desde hace 650 mil años. De igual manera con el metano. El calentamiento actual es “inequívoco”. Los glaciares ceden, el nivel de los océanos sube. La capa de hielo que recubre Siberia y el norte de Canadá se derrite y las olas de calor, las tormentas tropicales y los ciclones se intensifican.

Frente a este diagnóstico se alzan, como es costumbre, las voces de los negacionistas del cambio climático. Son cada vez menos numerosos, pero mantienen en alto la bandera negra de los petroleros. Y sacan la voz, por las buenas o por las malas. De un total de mil 600 científicos que trabajan para la administración estadounidense, más de 45% dicen haber sido víctimas de intimidaciones, durante estos seis años de Gobierno republicano, para que eviten las expresiones “calentamiento global” y “cambio climático” en sus comunicaciones. Ese es el palo.

Y la zanahoria la pone el dinero. El diario británico The Guardian denunciaba hace una semana que un lobby, el American Enterprise Institute, creado por la petrolera Exxon Mobil, cuyos límites con la administración Bush son “permeables”, ofrece miles de dólares a los científicos que nieguen la evidencia del cambio climático y denuncien los defectos que pudiera presentar el informe de París.

En Chile, el mismo día de la publicación de este informe, Las Últimas Noticias publicó un único eco, una entrevista con Tito Ureta, miembro de la Academia de Ciencias. “Esto (el cambio climático) va a pasar en cien años y usted y yo vamos a estar muertos”, explica Ureta. Además, sería inútil inquietarse porque “la Tierra se autorregula”. Los métodos de Greenpeace son, según él, “espantosos” y “muchas de las cosas que hacen es (sic) provocar el fenómeno que quieren combatir”.

Es decir que, según el académico, es la febrilidad de Greenpeace la que dispara la temperatura. También puede que tenga razón, sobre todo en materia de mortalidad. La posibilidad de que estemos muertos dentro de cien años es altísima. Y en cuanto a que la Tierra se autorregule… sin comentarios. O bien éste: quienes creían que el animismo era inconciliable con la ciencia empírica no tienen más que darse una vuelta por la cátedra de Ureta para salir de su error. Lo que expone no es otra cosa que una versión pasada por agua de las tesis del británico James Lovelock, un pionero de la ecología, quien sostiene hoy la necesidad de contar con la energía nuclear para disminuir el abuso de los combustibles fósiles.

El problema, sin embargo, está en otra parte. Y no lo resuelve una incongruente central nuclear en pleno Atacama. El mensaje de los científicos es irrefutable y no deja cabida a los negacionistas. La duda se trasladó definitivamente del campo de la ciencia al de la política. La pregunta ya no es “¿será para tanto?”, sino “qué hacemos ahora”.

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8 de febrero de 2007

PDF

PS: Las tragedias de Valparaíso y Punta Arenas, sendos incendios en los cascos viejos de ambos puertos, con resultado de una quincena de muertos. A propósito del cambio climático, el comentario de Enrique en "El dinosaurio", en este mismo blog, es particularmente pertinente. También a propósito de clima, mientras escribo estas líneas cae en Lovaina una copiosa nevada. En el centro de Chile se soportan temperaturas de más de treinta grados.

7 février 2007

Malos durmientes

Quién dijo “aquí viene la aurora de rosados dedos”, si acá, en este pedazo de Santiago, la luz que se cuela por el ventanal es verdosa, anterior al sol.

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Marcelo Maturana

El verano me parece ancho y ajeno, y el mundo, ya está claro, es largo y ardiente como Valparaíso, cuyos viejos edificios ahora quemados deberían reconstruirse a la pata del ladrillo, y por dentro con fuentes y flores. De la internet, fuego frío, tan sólo aprecio poder mantener una emocionada electrocharla (la otra palabra, la usual, me suena a hospital y desechos), espontánea en su génesis, con una hija que anda en Bolivia, hermano país de cuyas tierras más altas provenía, hace ciento y más años, uno de mis bisabuelos, médico que estudió en Chile y que, de vuelta en La Paz, fue envenenado con resultado de muerte en un banquete de las también altas esferas. Al menos eso dicen.

Aprecio también intercambiar disparos de bengala mediante e-pístolas con un dilecto amigo que vive en tierras bajas, en Bélgica, y al que le decía muy temprano (hora de Santiago), el domingo pasado, que sin duda estarás desayunando, o lo habrás hecho ya, mientras yo, desvelado por una noche larga y fantasmíplena, madrugo a pesar de mí mismo y tan desorientado que evito el reflejo de la imagen propia en toda superficie pulida, más que sea un plato sin migas todavía. Ya sabes, noches hay meditativas en que el esquivo sueño cede su lugar o su transcurso a autoinducidas revelaciones de mal pronóstico sobre la circunstancia presente, certezas horrendas cuyas raíces beben del pasado, y eso se hace tremendamente claro en la tiniebla de la noche, máxime si oyes a alguien que por los pasillos arrastra sus pies hacia las catacumbas de la casa, esos infiernillos que casi nunca en una película aparecen, y que más tarde quedan sonando como un eco fisiológico de la casa misma, madera, cemento, vidrio y metal. El cuerpo de uno, mientras tanto, lucha contra sí mismo en la inmóvil pataleta insomne.

En fin, quién dijo “aquí viene la aurora de rosados dedos”, si acá, en este pedazo de Santiago, la luz que se cuela por el ventanal es verdosa, anterior al sol. Oigo a unos queltehues que son tataranietos, o más, de aquellos que oí en la adolescencia segunda, cuando esta casa era nueva y un señor Allende recibía a otro que decía que alguna cosa debía hacerse “por la moral, por la moral, por la moral, por la razón, por la razón, por la razón”, mientras el que esto iba a escribir se dormía en unos pastos creo que de la Universidad Técnica de entonces, a media tarde de esa primavera del 71, sin sacarse el uniforme secundario, incapaz de comprender nada, ni grande ni pequeño, aturdido de antemano por un sopor apolítico, insensible también a los aspavientos del amor, sentimiento revelado como “esa mentira / de la que juré ser cómplice un día”, según está escrito.

Y ahora vienen estas pesadillas en que el individuo se hace el leso ante el englobamiento calórico, ensoñaciones en que percibe con los oídos el veloz envejecimiento propio y de sus seres queridos, y en que se pregunta si sus nietos, si acaso los ha de tener un día, vivo o ya muerto, verán un mundo sin animales tridimensionales u orgánicos. En esta misma página, hace poco, alguien que andaba Camino de Santiago explicaba al revés y al derecho la expresión pictórica “el sueño de la razón produce monstruos”. Ése es mi amigo de Bélgica, que en estos días alcanza la noche cuatro horas antes que nosotros. Un ciego famoso habló de la alta noche en que cosas hay que son inevitables, cosas como sinuosidades de un intelecto -el suyo- que se permitía narrar una realidad atroz o banal, en la unánime noche, en una ruina circular, pero si tú, amigo, puedes todavía ver, ya sabrás que la noche de los malos durmientes no es alta sino tan baja como los techos de un subterráneo, un cielorraso erizado de pelados cables de alto riesgo, eso sí, y baja resistencia a los impulsos del horror. Un horror como decir, por ejemplo, que la noche no está estrellada, que los esfuerzos de la persona humana por echar a andar ferrocarriles como barcos a escala humana, y cada paso un madero, parecen inútiles, y que tengo en la barba inmerecidas canas.

El dibujo es de Vanessa Brown  ©

6 février 2007

De Mequenez a Rabat

A la hora del calor, sentados en el quicio de la tienda de Hassan, en Bab Mansour, en Mequenez, vemos pasar una comitiva fúnebre con un cadáver, envuelto en su lienzo, dentro de su caja abierta. Lo portan en andas seis hombres, a quienes acompañan un centenar de otros hombres de todas las edades, a pie, cantando en honor de Alá.

Se trata de alguien que ha muerto de enfermedad o de accidente, afirma Hassan. El caracter exclusivamente masculino de la comitiva impide pensar que el cadáver pueda ser el de una mujer, por lo extraño que resulte imaginar a una mujer llevada hasta su tumba sólo por hombres. Hassan me explica la secuencia: al entierro van los hombres pero la primera visita a la tumba tras el entierro está reservada a las mujeres.

Al día siguiente, dulcísimo jugo de naranjas al desayuno. La camarera es calamitosa, chilla constantemente y estornuda sobre los platos. Tren para Rabat. Hace años, cómo me gustaba subirme al tren, a cualquier tren, donde quiera que hubiese un tren y como fuese. Ahora presiento que no está tan lejano el día que diga: de aquí no me muevo.

La risa, remedio infalible, se llamaba la sección de tiras cómicas del Reader's Digest. Es fácil reírse del prójimo, es divertido reírse con el prójimo, sobre todo si el prójimo le ríe a uno las gracias. Pero es incómodo comprobar que es el prójimo el que se ríe de uno. El botones del hotel en Mequenez no pudo reprimir un acceso de risa cuando le pregunté, hacia las ocho de la tarde, cuál era el horario de la piscina. A la entrada a los andenes, en la estación, el controlador me avisa que el primer tren va a Fez y el segundo a Rabat. Ah, le digo, el primero no me sirve y el segundo sí. Detrás mío, escucho carcajearse a un grupo mientras repiten mi frase. La risa, remedio infalible. Se me ocurre una caricatura. Dos puertas, la primera para hombres, la segunda también.

La risa es contagiosa, ya se sabe, y seguramente libidinosa. Ninguna risa como la de los personajes ingenuos de la Trilogía de la vida de PPP. En el compartimiento del tren van tres parejas: dos muchachas muy jóvenes no paran de reír. Dos mujeres adultas, ríen a veces. Una pareja mayor no ríe ni por asomo. En la segunda parte del viaje, brusca inversión de tendencia: las jovencitas se quedan serias y los mayores no paran de carcajearse.

Al borde de la trocha ferroviaria, ricinos, cardos, bolsas de plástico destripadas, natres, buganvilias.

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Rabat, la medina, al atardecer. Enfrente, Salé, su playa, su cementerio, antiguo refugio de piratas, tal como Chauén fue antes española y Volubilis romana, todo fue antiguo alguna vez, con perro, con fauno, con efebo, y acabó perdido y desintegrado o encapsulado en el Museo de arqueología, donde campa por sus reales un enorme gato negro que atrae a un loco que sabe acariciarlo, un loco que se deja ir miméticamente a adoptar las posiciones de los luchadores romanos hechos estatuillas. 'Este hombre no está normal', me dice el vigilante, 'se tapa la cara y me hace morisquetas'.

Alí, el viejo taxista, es policía jubilado. Me lleva a los Jardines exóticos de Buknadel, cerrado por reparaciones. Camino hasta el museio Bezghati, tradiciones marroquíes, puertas y ventanas, salones, fogones, imprentas, alfombras, aldabas. Vuelvo a la torre Hassan y a la magnífica columnada y al Café Moro, al anochecer. Un hombre solitario bebe zumo de manzana Pom's, impregnado de solemnidad. De regreso, es inútil preguntar por el camino a seguir. No es que los rabatíes no tengan un plano en la cabeza, es que tienen el plano de una medina.

De noche, tras la pastilla y el Gerrouane gris en la terraza de la Clef, a un costado de la estación, gordas daturas y madreselvas perfuman el corazón batiente de la urbe capital del reino, y fragantes molles, y despeinadas palmeras, y gomeros tan podados que parecen bonsáis. Las familias se han echado a la calle en esta noche de sábado. Frente a las mujeres, cubiertas o descubiertas, frente a los mozos, barbudos o peinados a lo futbolista, da por pensar que en los tiempos del rey Juba, el rey bereber cuyo busto está en el museo arqueológico, las opciones eran más variadas.

6 février 2007

El dinosaurio

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Con grandes gestos nos indica la pared del acantilado. Miramos la roca y no vemos más que roca. ¿Qué pasa?

Las huellas de dinosaurio, miren bien, son muchas.

Estamos en Almoçageme, en la costa central de Portugal. Bajamos a la playa por el acantilado. En ese momento una de nosotros, geóloga, nos hace notar las huellas sobre la roca.

Están perfectamente dibujadas, miren las garras.

¿Cómo pudieron preservarse a través del tiempo? De pronto perdemos el miedo de hacer preguntas tontas. ¿La piedra era blanda? ¿Por qué el dinosaurio trepó por ahí?

Era fango y se petrificó, manteniendo las huellas intactas, nos explica. Un cataclismo vino a modificar la posición de la formación rocosa, levantando esta pared y formando el acantilado.

Hay que decir que este prodigio está al alcance de quien quiera verlo, cerca de Lisboa y junto a una playa muy frecuentada durante el verano. Pero habríamos pasado por su lado sin verlo si no hubiese estado con nosotros alguien que sabía.

Es seguramente una obviedad, pero a la hora en que se escucha a menudo el elogio de la mirada edénica, desprovista de las adherencias de nuestra cultura desnaturalizada, el dinosaurio vino a recordarnos que para ver y comprender hay que educarse.

La foto es de Mário Furtado.

5 février 2007

Los negacionistas del cambio climático

Sin cambios inmediatos y radicales, la catástrofe climática está a la puerta. El informe de París es, en esta materia, contundente y explícito. Frente a él se alzan las voces de los negacionistas del cambio climático. Son cada vez menos numerosos, pero mantienen en alto la bandera negra. Doscientos científicos norteamericanos han hecho públicas las intimidaciones que han sufrido durante estos seis años de bushismo sólo por utilizar la expresión global warming. Ese es el palo. Y la zanahoria es el dinero. Un lobby, como el American Enterprise Institute, creado por la petrolera ExxonMobil, próxima a Bush, ofrece dinero a los científicos que decidan denunciar los defectos que pudiera contener el informe de París.

El mismo día de publicación del informe, el diario chileno Las Ultimas Noticias publica un único eco de éste, la entrevista con Tito Ureta, miembro de la Academia chilena de ciencias. "Esto (el cambio climático) va a pasar en cien años y usted y yo vamos a estar muertos", explica Ureta. Además, sería inútil inquietarse porque "la tierra se autoregula".

Los métodos de Greenpeace son, según Ureta, "espantosos" y "muchas de las cosas que hacen es (sic) provocar el fenómeno que quieren combatir". Es decir que, en buen uretismo, la espantosa febrilidad de Greenpeace contribuye a subir la temperatura planetaria y avanzar el desierto más rápido que la falta de lluvias. Sería hora de que se calmaran. Groenlandia e Indonesia lo agradecerían.

Tampoco deja de tener razón en materia de inmortalidad del cangrejo. Nuestra posibilidad de estar más que muertos dentro de cien años es elevadísima. En cuanto a que la tierra se autoregule, quienes creían que el animismo era inconciliable con la ciencia empírica, no tienen más que darse una vuelta por la cátedra del profesor Ureta para salir de su error.

Lo que expone Ureta es una versión algo ingenua de las tesis de James Lovelock, pionero de la ecología, quien sostiene hoy la necesidad de contar con la energía nuclear para disminuir el impacto del uso de combustibles fósiles.

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