Diálogo con mi jardinero
En cuanto asoma un libro cuyo título contiene la palabra jardín dan ganas de leerlo. Tonterías de uno. Así fue como asomó un librito llamado Dialogue avec mon jardinier, de Henri Clueco. Ibamos justamente a comprarlo cuando vimos el cartel que anunciaba la película.
Un pintor parisino necesita un jardinero para su casa en la provincia francesa, que ha heredado de sus padres, porque no tiene manos para hacer rebrotar el jardín de su madre. Se presenta un jardinero, y resulta ser un antiguo compañero de colegio. Obrero ferroviario jubilado, el jardinero ha tenido manos para hacer túneles y las tiene también para cultivar rosas y cebollas. Así se convierte el jardinero en el chaperón del pintor por aquel mundo provinciano que rodea esa casa. El pintor está viviendo lo que los franceses llaman le demon du midi. El jardinero no. El jardinero rebautiza al pintor Dupinceau y el pintor lo rebautiza, a su vez, Dujardin, y los diálogos entre ellos son por el estilo.
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El actor que representa al jardinero, Jean Pierre Darroussin, es lo más parecido que se ha visto en muchos años a Rodrigo Lira. Inquieta un poco ver que, de vivir hoy, Lira tendría probablemente su aspecto. Lira sabía mucho de botánica y de jardines, y el suyo era, en esta materia, un saber sacado de los libros. En cuanto asoma un libro cuyo título contiene la palabra jardín dan ganas de leerlo. Tonterías de uno.