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Camino de Santiago
30 août 2007

Crematorios del Peloponeso

Los incendios tienen de todo, menos de naturales. Con el fuego hacen su agosto cultivadores, madereros y pirómanos.

20070827

El tiempo, asunto eterno. O provisoriamente eterno. No el tiempo, el implacable, el que pasó, no el tiempo que pasa, sino el tiempo que hace. El sol y la lluvia, y la nieve de este invierno. Que nieve en Santiago, pase. Que nieve en Buenos Aires, eso ya es noticia en la sección internacional. A ver cuándo nieva en Rio de Janeiro.

Noticia por estos días es el fuego de los incendios. Que los incendios en Grecia se lleven por delante más de sesenta vidas humanas y conviertan las aldeas del Peloponeso en crematorios abiertos es una tragedia. Que sean los pirómanos los que metan fuego es para mesarse los cabellos. Los pirómanos podrían buscarse una locura más razonable. El verano pasado el calor, el viento y los pirómanos se cebaron con Galicia, en una punta de Europa, y éste lo hacen con Grecia, al otro extremo.

En cambio, que este verano sea el más lluvioso en cien años en Inglaterra no deja de ser normal. Según Julian Barnes, los ingleses no entienden qué puede tener de particular el diluvio bíblico, con sus cuarenta días y cuarenta noches de lluvia intensa. Eso es un verano normal en las islas británicas.

La culpa de tanto desbarajuste la tiene el Anticiclón de las Azores, unas altas presiones temperamentales que, cuando se instalan en América del Norte y en el Caribe se llaman Anticiclón de Bermudas, y cuando se estiran hacia la vieja Europa se llaman Anticiclón de las Azores. Es éste el que lleva o trae sol o lluvia según donde se instale. Este verano ha traído algo de sombra a Portugal y a España, lluvia persistente a Inglaterra e incendios a Sicilia, a Canarias, a Croacia, a Albania, a Bulgaria, a Turquía, y ahora a Grecia.

Ahora mismo, más de diez mil incendios abrasan Brasil, lo que es abrasar doble, porque Brasil quiere decir pau brasil, árbol de brasa, árbol que arde, especie que abundaba en sus costas cuando los portugueses llegaron a cortarlo a destajo. Arde la Mata Atlántica, que era tupida hasta hace pocos décadas y de la que subsiste hoy apenas un íngrimo seis por ciento. Por cierto, estos incendios tienen de todo, menos de naturales. Con el fuego hacen su agosto pirómanos, cultivadores y madereros. Al borde del Mediterráneo, los incendios abren la puerta a la especulación inmobiliaria. En la espesura brasilera, todas las oportunidades son buenas para acabar con la selva y meter ganado y plantar soja.

En Australia no llueve casi desde hace cinco años. Los arroyos se han secado y los ríos llevan un diez por ciento del cauce habitual. Según los expertos, regiones enteras de la isla-continente están bajo la amenaza de una caída en picada de la producción agrícola, con la consiguiente alza de los precios en el mercado mundial de los productos alimentarios de base, subida que se ve reforzada por la fiebre de los biocarburantes que arrastra a medio planeta. El gobierno australiano responde a la sequía de particular manera e insiste en su rechazo a firmar el protocolo de Kyoto.

Por mi parte, escribo desde un lugar rodeado de bosques, abrigado de los incendios por la lluvia perseverante. Por la mañana asoman un par de ardillas, animales listos y rápidos que desconocen el vértigo, ese sentimiento humano. Y que desconocen el fuego de los incendios, esa manía de pirómanos. También, si hay suerte, puede oírse el golpeteo en la madera de algún pájaro carpintero. Es la lluvia la que hace al bosque, y con él a la ardilla y al carpintero. La lluvia que llueve sobre mojado. La lluvia que lo apunta a uno y lo deja mojado como pitío. La lluvia persistente, la que atenta contra la autoestima.

Lejos de aquí, en Cabo Verde y a lo largo de todo el Sahel, el borde que separa el Sahara del corazón del Africa verde, debería por estos días comenzar a llover, abierta la corta estación de las lluvias. Pero no llueve. De hacerlo, los campesinos podrían celebrar una fiesta. Pero no da el tiempo, apenas caen las primeras gotas deben ponerse a trabajar para que la poca agua que caiga se aproveche y no se pierda.

logocl 30 de agosto de 2007 PDF

PS: Titular de algún diario sobre los incendios en Grecia: 'La llama olímpica'. El pitío es uno de los varios carpinteros que vuelan en Chile, llueva o no llueva. Curioso, hoy no llueve. (Hoy es jueves, esto es Bélgica).

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Commentaires
E
Salut Daniel et bienvenu! En el Camino de Santiago de Chile el verano está a sólo 3 meses de distancia.<br /> Acá el desierto también avanza desde el norte. Dicen que viene por avenida Recoleta esquina de Zapadores. No me consta. Pero puede ser. Se han visto muchos peruanos ahora último también.
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D
Si sólo se pudiera repartir la lluvia en el mundo ! Acá en Belgica no tuvimos verano, mientras que a 2000 kilometros está creciendo cada vez más el desierto...
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E
Esa es otra parte del chiste. Las especies nativas andino-patagónicas, tales como los ñirres y lengas que se quemaron y que pretenden reponer haciéndolas crecer en invernaderos, pueden tardar quizás cuántos años en desarrollarse, si es que el cometido tiene éxito. Puede que a esa altura sea mejor llevarlas al museo de historia natural por ser especies extintas. <br /> Hacen falta mapuches que plantaban un pehuén sabiendo que nunca lo verían adulto, ya que tarda mil años.<br /> El bosque checo más bien parece un vo´h-que-nos-cagaste.
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J
En cuanto a las Torres del Paine, me surge una pregunta retórica: El bosque financiado por los checos, ¿seguirá siendo bosque nativo?
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J
Me entero de que 'verano' viene queriendo decir 'ver año', a ver cómo viene el año. Si es así como viene, apaga y vámonos. En Grecia llueve ahora a cántaros y a los incendios siguen las inundaciones. Llueve sobre quemado.
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