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Camino de Santiago
30 août 2007

Crematorios del Peloponeso

Los incendios tienen de todo, menos de naturales. Con el fuego hacen su agosto cultivadores, madereros y pirómanos.

20070827

El tiempo, asunto eterno. O provisoriamente eterno. No el tiempo, el implacable, el que pasó, no el tiempo que pasa, sino el tiempo que hace. El sol y la lluvia, y la nieve de este invierno. Que nieve en Santiago, pase. Que nieve en Buenos Aires, eso ya es noticia en la sección internacional. A ver cuándo nieva en Rio de Janeiro.

Noticia por estos días es el fuego de los incendios. Que los incendios en Grecia se lleven por delante más de sesenta vidas humanas y conviertan las aldeas del Peloponeso en crematorios abiertos es una tragedia. Que sean los pirómanos los que metan fuego es para mesarse los cabellos. Los pirómanos podrían buscarse una locura más razonable. El verano pasado el calor, el viento y los pirómanos se cebaron con Galicia, en una punta de Europa, y éste lo hacen con Grecia, al otro extremo.

En cambio, que este verano sea el más lluvioso en cien años en Inglaterra no deja de ser normal. Según Julian Barnes, los ingleses no entienden qué puede tener de particular el diluvio bíblico, con sus cuarenta días y cuarenta noches de lluvia intensa. Eso es un verano normal en las islas británicas.

La culpa de tanto desbarajuste la tiene el Anticiclón de las Azores, unas altas presiones temperamentales que, cuando se instalan en América del Norte y en el Caribe se llaman Anticiclón de Bermudas, y cuando se estiran hacia la vieja Europa se llaman Anticiclón de las Azores. Es éste el que lleva o trae sol o lluvia según donde se instale. Este verano ha traído algo de sombra a Portugal y a España, lluvia persistente a Inglaterra e incendios a Sicilia, a Canarias, a Croacia, a Albania, a Bulgaria, a Turquía, y ahora a Grecia.

Ahora mismo, más de diez mil incendios abrasan Brasil, lo que es abrasar doble, porque Brasil quiere decir pau brasil, árbol de brasa, árbol que arde, especie que abundaba en sus costas cuando los portugueses llegaron a cortarlo a destajo. Arde la Mata Atlántica, que era tupida hasta hace pocos décadas y de la que subsiste hoy apenas un íngrimo seis por ciento. Por cierto, estos incendios tienen de todo, menos de naturales. Con el fuego hacen su agosto pirómanos, cultivadores y madereros. Al borde del Mediterráneo, los incendios abren la puerta a la especulación inmobiliaria. En la espesura brasilera, todas las oportunidades son buenas para acabar con la selva y meter ganado y plantar soja.

En Australia no llueve casi desde hace cinco años. Los arroyos se han secado y los ríos llevan un diez por ciento del cauce habitual. Según los expertos, regiones enteras de la isla-continente están bajo la amenaza de una caída en picada de la producción agrícola, con la consiguiente alza de los precios en el mercado mundial de los productos alimentarios de base, subida que se ve reforzada por la fiebre de los biocarburantes que arrastra a medio planeta. El gobierno australiano responde a la sequía de particular manera e insiste en su rechazo a firmar el protocolo de Kyoto.

Por mi parte, escribo desde un lugar rodeado de bosques, abrigado de los incendios por la lluvia perseverante. Por la mañana asoman un par de ardillas, animales listos y rápidos que desconocen el vértigo, ese sentimiento humano. Y que desconocen el fuego de los incendios, esa manía de pirómanos. También, si hay suerte, puede oírse el golpeteo en la madera de algún pájaro carpintero. Es la lluvia la que hace al bosque, y con él a la ardilla y al carpintero. La lluvia que llueve sobre mojado. La lluvia que lo apunta a uno y lo deja mojado como pitío. La lluvia persistente, la que atenta contra la autoestima.

Lejos de aquí, en Cabo Verde y a lo largo de todo el Sahel, el borde que separa el Sahara del corazón del Africa verde, debería por estos días comenzar a llover, abierta la corta estación de las lluvias. Pero no llueve. De hacerlo, los campesinos podrían celebrar una fiesta. Pero no da el tiempo, apenas caen las primeras gotas deben ponerse a trabajar para que la poca agua que caiga se aproveche y no se pierda.

logocl 30 de agosto de 2007 PDF

PS: Titular de algún diario sobre los incendios en Grecia: 'La llama olímpica'. El pitío es uno de los varios carpinteros que vuelan en Chile, llueva o no llueva. Curioso, hoy no llueve. (Hoy es jueves, esto es Bélgica).

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26 août 2007

Borges and me (breve relación)

Servant

Dejé, hace unas semanas, este comentario en el blog de Clonclón a propósito de Borges. Se trata de una apretada síntesis de mi brevísima relación interpersonal con Borges:

Como voy sabiendo de su apego a Borges, puedo contarle que nos dimos una vez de cara con él. Salía del cine, del brazo de Kodama, una noche de verano en Buenos Aires, en marzo de 1983. ¿Qué puede ver un ciego en una sala oscura? El Sirviente, de Pinter, filmado por Losey, cuyos diálogos apreciaría. Lo saludamos y le pedimos una entrevista, por pura deformación profesional. Nos dijo que llamáramos al día siguiente muy temprano y nos dio su teléfono, que tuvimos que memorizar. El diálogo duraría unos cuantos minutos apenas, lo suficiente para que en torno nuestro se juntara un buen número de curiosos. Al día siguiente bajé a la recepción del hotel para telefonear. Borges se puso en seguida, pero antes de que alcanzase yo a formular un saludo, cortó. No quise insistir. En julio de 1986, dos meses después de su muerte, estuvimos en Plainpalais, el cementerio donde descansa en Ginebra, rodeado por las tumbas de los notables de la ciudad. Nos costó encontrar su sepultura, a pesar de que sería la más reciente entonces. Alguien había birlado la placa con su nombre.

Clonclón
    ¡Y lo cuenta así, como si tal cosa! Acaba de convertirse usted en el nick más envidiado por mí de todo el blog.

Hernández
    Yo aún diría más: Josepepe es el personaje más envidiado de toda la blogosfera.

Anónimo
    Pero si le colgó el teléfono...

Clonclón

    ¿Y qué? Yo daría lo que fuera por que Borges me hubiera colgado el teléfono.

El ocurrente
    Joder, qué ciego.

PS: Hernández parece ser un tipo macanudo.

23 août 2007

Terremoteados

No es fácil vivir sin agua ni luz y con poca comida. Y con los rateros a la vuelta de la esquina. Todo lo cual nos recuerda nuestra propia experiencia de damnificados telúricos, de tristes terremoteados.

Terremoto2

Como en todo terremoto que se precie, en el de Pisco una semana más tarde las réplicas aún no cesan. El epicentro, por su parte, se ha ido desplazando lentamente hacia otras localidades aledañas para terminar por situarse, en los diarios y en las televisiones, muy lejos del Perú, allí donde se mueve ahora la trémula actualidad. Hablamos del epicentro informativo, desde luego. En Pisco mismo, sobre el terreno, un voluntario español se quejaba unos días atrás de que no lo dejaban trabajar. Se había traído al perro socorrista, decía, y había pagado los dos pasajes, pero la inseguridad le impedía trabajar. Un paso más y pedía que prohibieran los terremotos lejos del primer mundo.

La ayuda tarda en llegar y en ser repartida. Y trae sorpresas. Unas latas de atún vienen decoradas con la cara de dos peces gordos, Chávez y Ollanta Humala, y esta leyenda: « Ante los saqueos, desesperación y caos, solidaridad con nuestros compatriotas ». ¿Quién es el oportunista donador? ¿El partido de Humala, el gobierno venezolano, la CIA?

Las primeras noches, tras una catástrofe como la de Pisco, se hace difícil dormir sabiendo que hay gente atrapada bajo los escombros. Y se hará aún más difícil dormir sintiendo las réplicas, sin saber si el sacudón siguiente será más fuerte que todos los anteriores. Tampoco es fácil vivir sin agua ni luz y con poca comida. Y con los rateros a la vuelta de la esquina. Todo lo cual nos recuerda nuestra propia experiencia de damnificados telúricos, de tristes terremoteados.

A cada cual sus grietas en el suelo y en el cielo raso. A cada generación su terremoto. La de nuestros padres se asomó al mundo con el terremoto de Chillán y se hizo adulta, de temblor en terremoto, con el maremoto de 1960. Tras éste y hasta 1985, conocimos una seguidilla de terremotos coincidente con el tembloroso estado en que se sumió la sociedad chilena por entonces y con la posterior lluvia de ceniza que representó la dictadura. Se calcula en torno a 50 mil la cifra de víctimas por terremotos en toda la historia nacional. Pero ésta es una cifra aproximativa, echada con la olla, y está muy lejos de la precisión de medida de un sismógrafo.

La serie de terremotos, explosiones volcánicas y el maremoto que afectó al sur de Chile en mayo de 1960 constituye la mayor sacudida registrada por la ciencia telúrica, habiendo alcanzado los 9.6 grados en la escala de Richter. Quien haya probado el agua salada del lago Budi o visto cómo las calles de Toltén viejo desaparecen en el océano convendrá en que se trató de un verdadero cataclismo. Murieron entonces tres mil personas, seis veces más que en el reciente terremoto pisqueño. El sur de Chile era, hace cincuenta años, mucho menos poblado de lo que es hoy la costa sur de Lima, a pesar de que aquél es un vergel y ésta un desierto.

Después de cada terremoto, la terapia colectiva consiste en contar con detalles lo que cada cual hacía en los momentos previos a la sacudida y cómo se puso a salvo. Luego la sesión continúa con el terremoto precedente y así sucesivamente hasta el año que corresponda según la edad de los comentaristas. Un protagonista de la notable película La frontera, de Ricardo Larraín, convencido de que al momento del maremoto en el mar se abre un hoyo oscuro que comunica con el centro del universo, se echa mar adentro cuando el océano se retira para lanzar su ola devastadora.

De manera casi simétrica, en pleno terremoto el cielo de Lima mostró un fogonazo de gran luminosidad. Para muchos se trató de un vulgar corte de circuito eléctrico. Pero hay quien dice que un fenómeno como ése se llama triboluminiscencia, que se trata de una liberación de iones producida por frotación durante un fuerte movimiento telúrico visible únicamente en una noche de invierno, como fue el caso la semana pasada en Perú. El fenómeno fue visto por mucha gente y hay incluso quien lo registró. La mayoría de la población, sin embargo, tenía los ojos puestos en otra parte. A esa hora la televisión limeña transmitía el programa « A vacilar ».

logocl 23 de agosto de 2007 PDF

19 août 2007

Ahora yo era

Buena pregunta la de saber cuándo comienza uno a añorar o a idealizar su infancia. Y a poner distancia con la infancia de los que ahora son niños.

Me llega, vía Enrique, un power point que circulará entre gente que tendrá mis años:

De niños andábamos en autos que no tenían cinturones de seguridad ni bolsas de aire.
Cuando andábamos en bicicleta no usábamos casco. 
Tomábamos agua de la manguera y no de una botella de agua mineral.
Salíamos a jugar con la única condición de regresar antes de que oscureciera. 
No teníamos celular. Así que nadie podía ubicarnos. Impensable .
No teníamos playstations ni juegos de vídeo. Teníamos amigos.
Nos subíamos a la bicicleta o caminábamos hasta la casa de un amigo y salíamos a jugar. 
¡Ahí, afuera! ¡En el mundo cruel ¡Sin un guardián! ¿Cómo hacíamos?

Tampoco me faltan a mí razones para añorar mi propia infancia, ni la leche al pie de la vaca de mi abuela, ni la vecina que pasaba al pie de la ventana cantando Corazón de melón. Con todo, prefiero evocarla probando traducir esta canción infantil de Chico Buarque, João e Maria, cantada en el tiempo de los juegos, un tiempo que cubre presente y pasado, el tiempo del 'ahora yo era'.

Agora eu era o herói e o meu cavalo só falava inglês. A noiva do cowboy era você além das outras três. Eu enfrentava os batalhões, os alemães e seus canhões, guardava o meu bodoque e ensaiava o rock para as matinês.

Agora eu era o rei, era o bedel e era também juiz. E pela minha lei a gente era obrigada a ser feliz. E você era a princesa que eu fiz coroar, e era tão linda de se admirar que andava nua pelo meu país.

Não, não fuja não, finja que agora eu era o seu brinquedo, eu era o seu pião, o seu bicho preferido. Vem, me dê a mão, a gente agora já não tinha medo. No tempo da maldade acho que a gente nem tinha nascido.

Agora era fatal que o faz-de-conta terminasse assim. Pra lá desse quintal era uma noite que não tem mais fim. Pois você sumiu no mundo sem me avisar e agora eu era um louco a perguntar o que é que a vida vai fazer de mim ?

Chico_buarque_joao_e_maria

Ahora yo era el héroe y mi caballo sólo hablaba inglés. Tú eras la novia del vaquero, tú y las otras tres. Yo me enfrentaba a los batallones, a los alemanes y a sus cañones, guardaba mi bodoque y ensayaba un rock para la matiné.

Ahora yo era el rey, era el bedel y era también el juez. Y dictaba una ley que obligaba a la gente a ser feliz. Y tú eras la princesa que mandé coronar. Y eras tan bonita de admirar que andabas desnuda por mi país.

No, no te escapes, finje que ahora yo era tu juguete, yo era tu trompo, tu animal favorito. Ven, dame la mano, ahora no teníamos miedo. Ni siquiera habíamos nacido cuando era el tiempo de la maldad.

Ahora era fatal que el tiempo de los juegos acabase así. Más allá del patio había una noche que no termina nunca. Porque desapareciste del mundo sin avisar y ahora yo era un loco preguntando qué va ser de mí.

17 août 2007

Diálogo con mi jardinero

En cuanto asoma un libro cuyo título contiene la palabra jardín dan ganas de leerlo. Tonterías de uno. Así fue como asomó un librito llamado Dialogue avec mon jardinier, de Henri Clueco. Ibamos justamente a comprarlo cuando vimos el cartel que anunciaba la película.

Un pintor parisino necesita un jardinero para su casa en la provincia francesa, que ha heredado de sus padres, porque no tiene manos para hacer rebrotar el jardín de su madre. Se presenta un jardinero, y resulta ser un antiguo compañero de colegio. Obrero ferroviario jubilado, el jardinero ha tenido manos para hacer túneles y las tiene también para cultivar rosas y cebollas. Así se convierte el jardinero en el chaperón del pintor por aquel mundo provinciano que rodea esa casa. El pintor está viviendo lo que los franceses llaman le demon du midi. El jardinero no. El jardinero rebautiza al pintor Dupinceau y el pintor lo rebautiza, a su vez, Dujardin, y los diálogos entre ellos son por el estilo.

____________

JPD El actor que representa al jardinero, Jean Pierre Darroussin, es lo más parecido que se ha visto en muchos años a Rodrigo Lira. Inquieta un poco ver que, de vivir hoy, Lira tendría probablemente su aspecto. Lira sabía mucho de botánica y de jardines, y el suyo era, en esta materia, un saber sacado de los libros. En cuanto asoma un libro cuyo título contiene la palabra jardín dan ganas de leerlo. Tonterías de uno.

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16 août 2007

Trajes típicos

Paradojas de la mundialización, los saldos de Pinochet tienen más publicidad en el ancho mundo que en la angosta faja. Pinochet da todavía mucho paño que cortar y su familia sigue sin dar puntada sin hilo.

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Según parece
, la sastrería santiaguina que liquida los trajes de Pinochet ha dado por liquidada la mercadería. O, a falta de eso, ha dado por liquidada la liquidación. Lo cierto es que los trajes de Pinochet han desaparecido de la vitrina de la sastrería sin que la prensa haya podido dar con la identidad del comprador de los trajes. Al precio que tienen, el comprador no será el Museo del traje típico de Doñihue, ni tampoco la antigua y prestigiada tienda de disfraces La Muñequita de Ovalle o la cadena de tiendas Disfrázate conmigo.

Los ternos de Pinochet son caros y su venta es confidencial (se venden por debajo del abrigo) pero, ¡milagro de la cibernética!, la sastrería d’Adriany, a la que hasta anteayer conocería apenas un puñado de santiaguinos, se ha visto propulsada a los espacios siderales gracias a la premura de Augusto Pinochet hijo por liquidar el guardarropía paterno. Hoy el nombre de la sastrería d’Adriany está en la prensa turca, húngara y boliviana, sin ir más lejos. Y, paradojas de la mundialización, los saldos de Pinochet tienen más publicidad en el ancho mundo que en la angosta faja. Pinochet da todavía mucho paño que cortar y su familia sigue sin dar puntada sin hilo.

A Pinochet, explica Manuel Délano en El País, le preocupaba su apariencia personal. Para lucir de mayor estatura que otros generales, su gorra de capitán general era cinco centímetros más alta. Compraba telas en tiendas exclusivas para sus trajes, que la prensa ha estimado cercanos a los 200. Poco antes de ser detenido en 1998 en Londres, por orden del juez español Baltasar Garzón, compró telas. En sus corbatas lucía una perla.

Otros que habrán aprendido por estos días la formidable publicidad que acarrea asomarse por la Red son los compañeros y amigos de un chistoso temucano que subió a un sitio de chamuchina los teléfonos de aquéllos como si se trataran de los números de los famosos de la tele. Por cierto que esos celulares se caldearon recibiendo las llamadas de un ejército de ociosos y hostigosos. Jugar a ser famosillo, buscar la fama vicaria, puede en un principio parecer divertido pero acaba apareciendo pervertido.

Hasta hace poco, como quien dice hasta el año pasado, esas bromas tontas y pesadas se hacían en los baños públicos. Ahora se hacen en la Red. Porque, a falta de cambiar el mundo, los blogs y los foros en Internet están cambiando el aspecto de las puertas y muros de los retretes. Desde que la gente se expresa por el canal informático, muchas veces de manera anónima, ha ido disminuyendo lenta pero seguramente el número de grafitos en los baños. Lo afirma el profesor de psicología de la Universidad belga de Gante, Stefan Lievens, quien ha publicado en In't geniep - Graffitti op toiletten (A escondidas - Grafitos en los baños) el resultado de un acucioso estudio de 2 130 textos recopilados, desde 1984 hasta nuestros días, en los retretes públicos de Flandes.

Según Lievens, el 58% de esos desahogos literarios versan sobre sexo. Al resto lo agrupa en categorías diversas, como afirmación de sí mismo (8%), contestación (8%), ecología (8%), sin sentido (8%) y fútbol (1%). Estas categorías son discutibles, puesto que todo acto es afirmación de sí mismo, comenzando por el sexo, y ningún mensaje carece de sentido, al menos para el insensato que lo concibió y para aquel que intenta interpretarlo. Pero dejemos al profesor trabajar. De manera general, Lievens constata que el racismo como contenido y el inglés como idioma apuntan al alza. En cuanto al género, los baños para hombres suelen tener más lectura que los femeninos.

Para desocupar y despedirnos le pedimos al profesor que nos presente los mejores grafitos recopilados, a lo que accede encantado. Este es su podio: 1) Coito, ergo sum. 2) Aquí terminan hechos ruina Los tesoros de la cocina . 3) Vendo traje poco uso que me regaló mi papi. Tratar en la sastrería d’Adriany.

logocl 16 de agosto de 2007 PDF

PS: ¿Pinochet? Al parecer siempre estuvo obsesionado por los detalles vestimentarios. En su biografía, en la Wikipedia, se afirma que 'su matrimonio estuvo a punto de terminar por líos de faldas'. Véasele, en esta foto, de compras con una amiga. Hablando de compras, en eBay se vende por 1.99 euros el catálogo 'Folter in Geschichte und Gegenwart von Nero bis Pinochet'. Si eso no es el Burda de los verdugos, no sé qué pueda ser.

13 août 2007

Palindromía III

Un niño va por primera vez al circo y descubre que hay dos tipos de payasos: los buenos y los malos. Tampoco se le escapa que unos payasos son gesticuladores y otros son artistas de la palabra. Retruécanos, dobles y triples sentidos, palabras como malabares, como papirotazos. El niño sale de la carpa jugando con las palabras, las revuelve e invierte. Sin querer queriendo, se está iniciando en el arte anagramático y palindrómico.

Anagramar consiste en desordenar las letras y verificar el resultado. Tres anagramas de Nicanor Parra:

Pablo Neruda = Nobel para Ud
García Lorca = Gracia Loca
Violeta Parra = Ave Porta Lira.

Hay un programa que anagrama en un abrir y cerrar de ojos. Por cierto que  no basta con reordenar las letras para dar con un buen anagrama. Ya lo dijo Duchamp, el arte es intencionalidad. Como quiera que sea, sépase que Ergo he's bug es anagrama de George Bush.

Escher

Palindromar es arte mayor. Se dice que la primera frase que soltó el hombre fue un palíndromo. Fue cuando Adán se presentó a Eva: Madam, I'm Adam (en castellano: Nada, yo soy Adán), diálogo que se debe a James Joyce y su traducción a Cabrera Infante.

Julio Cortázar era un buen hacedor de palíndromos. Este, por ejemplo:

Átale, demoníaco Caín, o me delata.

Otro argentino, Juan Filloy:

Allí tápase Menem esa patilla.

(A propósito de argentinos, hay un doble anagrama vergonzante para este gentilicio, que la cortesía trasandina me impide formular aquí.)

El autor venezolano Darío Lancini ha escrito un libro de palíndromos de palindrómico título: Oír a Darío.

Muchos y buenos palíndromos son, como el mejor arte, de autor anónimo:

Dábale arroz a la zorra el abad

La ruta natural

Somos o no somos.

Mi amigo Marcelo Maturana es un temible hacedor de palíndromos. Según él, la fiebre del palíndromo es una dolencia mental, en los antípodas del arte de contar ovejas. Se trata de una ruta de ida y vuelta hecha de palabras: y la vuelta se lee igual que la ida. Sospecho que lee los libros al revés y así caza los palíndromos al vuelo. Maturana tiene centenares de ejemplares atrapados en sus redes y jaulas y los libera con parsimonia en los textos que publica bajo varios heterónimos en la prensa chilena. Copio aquí algunos de los últimos ejemplares que ha echado a volar:

Satán sala las natas

Oír ‘Aída’ a diario

Ají traga la lagartija

Oré para ti, modoso sodomita rapero.

Al lado del arte de Maturana, el mío es de escuela primaria. Esta es a día de hoy, con todo y por todo, mi contribución a la palindromía general del mundo:

La rara mar Aral

Hoy no me dé demonio.

Ya es algo comparado a lo que dio de sí el gran festinador del lenguaje que fue Augusto Monterroso, quien, según cuenta Maturana, tras muchos meses de clavar los codos en la mesa, logró apenas pergeñar un palindromito de kindergarten:

Acá caca.

10 août 2007

El Rey Leoncete

Al menos tres son las moralejas de esta simpática filmación hecha por un turista en Sudáfrica.
1) Los gatos venden su dignidad por un plato de Whiskas.
2) El lagartijo es un bicho inconstante.
3) Los ratones unidos venceremos.

Hakuna Matata.



9 août 2007

Retrato de Hitler con babero

Su primer crimen lo cometió Hitler a los pocos años en la persona de su hermano menor, mucho más listo que él, frente al cual el futuro Führer se pudría de celos.

hitlerbaby

Todo Wagner
, desde luego, pero también Beethoven y Tchaikovsky, interpretados por el violinista polaco de origen judío Bronislaw Huberman. Estas y otras perlas sonoras contenía la colección de discos de Adolfo Hitler que encontró un oficial ruso en el bunker del Fürher, junto a su cadáver.

En pleno auge del nazismo y la persecución de los judíos, mientras Hitler repasaba en sus vinilos los grandes momentos de la música sinfónica, muchos judíos alemanes, impotentes frente a las vejaciones que sufrían, ponían fin a sus días tomando una dosis letal mientras escuchaban también a sus músicos preferidos. Entre 1941 y 1943, la tasa de suicidios entre los judíos alemanes fue de 1 500 por 100 000 (cien veces superior a la media mundial). Paul Celan, sobreviviente del nazismo (y posterior suicida), evoca en Fuga de muerte cómo los nazis obligaban a tocar y bailar a los judíos en los campos de concentración mientras sus familiares se iban convirtiendo en humo.

Coincidencia o no, por estas fechas en que se desvela el contenido de la colección musical de Hitler, ha muerto Raúl Hilberg, que fue quien encontró en el local del partido nazi en Munich, en los días finales de la Segunda guerra, las sesenta cajas de la biblioteca personal del Führer. ¿Qué contenían esas cajas? Libros sobre Federico II de Prusia, sobre arquitectura y unos cuantos libros sobre historia judía. Fue Hilberg quien escribió años más tarde, apoyándose en un titánico trabajo documental, La destrucción de los judíos en Europa. El genocidio judío, según Hilberg, es el resultado de una estructura compleja, imposible de explicar únicamente a través de la voluntad de un puñado de criminales. Hitler se limitaba a abrir la luz verde del exterminio, lo que no es poco en una administración de burócratas banales.

Sobre la obra de Hilberg se apoyó Hannah Arendt para formular su tesis sobre la banalidad del mal. Porque el mal, como mostró Arendt, tras seguir el proceso a Eichmann en Israel, no es fruto del diablo. El mal es redomadamente banal. Ni siquiera puede decirse que sea el fruto de la ignorancia. Jonathan Litell, que ganó el premio Goncourt en 2006 con su novela Los Benévolos, cuenta cómo los jerarcas nazis discurrían sobre el imperativo categórico kantiano, o la noción de ser y tiempo en Heidegger, mientras disponían la masacre.

Norman Mailer, en cambio, en su reciente y también monumental Castillo en el bosque, rastrea la infancia del líder nazi para sacar a relucir cómo y por qué el diablo metió en esa cuna la cola. Hijo del incesto y del disimulo, su primer crimen lo cometió Hitler a los pocos años en la persona de su hermano menor, mucho más listo que él, frente al cual el futuro Führer se pudría de celos. Aprovechando que tenía la tos convulsiva, Hitler niño se fue a babosear al lado de su hermano para contagiarlo y mandarlo precozmente a la fosa. Todo parece premonitoriamente siniestro en esa infancia aciaga. Mailer describe la tierra natal de Hitler como aquélla por donde cada campesino debía empujar su carreta por todas las variedades posibles del barro, del magma espeso, como la lava, a las riadas de lodo, pasando por los aluviones de ripio, el fango, la pecina, los pedruscos y los terrones de marga ordinaria.

En retórica, la ley de Godwin, ahora al uso en los foros de Internet, indica que mientras más dura una discusión, mayor es la probabilidad de que salgan a relucir Hitler y el nazismo. En nuestro intranet nacional, la ley se verifica con la alusión a Pinochet y a la dictadura. Y no consuela saber que los atormentadores locales no oían a Mahler, ni leían a Goethe, ni se dejaban influir por ninguno de esos señores extranjeros. No es su aspereza mental la que explica sus estragos, o no sólo. No los mejoraron las improvisadas clases de filosofía que recibieron de Jaime Guzmán y de José Miguel Ibáñez en el Diego Portales. El mal, ya está dicho, es banal y proliferante. Cualquier pailón es capaz de abrir el gas e ir a la esquina a comprar fósforos. Cualquier Caín, cualquier Abel.

logocl 9 de agosto de 2007

PS: El mal es banal y tiene algo de diabólico pero es, sobre todo, ridículo. Véase, en el PDF, la foto del padre de Hitler.

8 août 2007

Desahogos literarios

Geniep Enhorabuena, los blogs están cambiando al mundo. Desde que la gente se expresa por este canal ha ido disminuyendo lenta pero seguramente el número de grafittis en los baños públicos. Lo afirma el profesor de sicología de la Universidad de Gante, Stefan Lievens, quien ha publicado en In't geniep - Graffitti op toiletten (A escondidas - Graffitti en los baños) el resultado de un acucioso estudio de 2 130 textos recopilados, desde 1984 hasta nuestros días, en los retretes públicos de Flandes. Según Lievens, el 58% de estos desahogos literarios versan sobre sexo. Al resto lo agrupa en categorías diversas, como afirmación de sí mismo (8%), contestación (8%), sin sentido (8%), ecología (8%) y, last but not least, fútbol (1%). De manera general, Lievens constata que el racismo como contenido y el inglés como idioma apuntan al alza. En cuanto al género, los baños para hombres suelen tener más lectura que los femeninos.

Aquí terminan hechos ruina
Los tesoros de la cocina.

Coito, ergo sum.

6 août 2007

Y ese niño podría venir con nosotros

Lectura a tres voces de Mañana en la batalla piensa en mí

Ma_ana

Visitante asiduo como soy del blog de Clonclón, me enteré de que éste había leído recientemente Mañana en la batalla piensa en mí, la muy leída y premiada novela de Javier Marías. Como casualmente yo mismo había comenzado a releerla, se me ocurrió formular cada día un comentario sobre la novela en el blog de Clonclón, comentarios a los que éste fue puntualmente respondiendo. Circe, otra lectora del blog y de la novela, se sumó a este intercambio.

Josepepe: Estoy releyendo, como Circe y usted, según entiendo, Mañana en la batalla piensa en mí, de Javier Marías. Más que sobre sujetadores, que también, me parece que la novela trata de la paternidad.

Clonclón: Pudiera ser, siempre que se refiera usted al Padre Tiempo de negra espalda que, como la Revolución, devora a sus hijos.

Circe: No creo que el tema sea la paternidad. ¿Sobre las vueltas inesperadas que da la vida, quizás? No sé. Esa novela es como el Dragón Khan.

Clonclón: Pudiera ser sobre las vueltas que da la vida... ¿No aparece varias veces un tiovivo envuelto en niebla del que sólo se ven las cabezas fantasmales de los falsos caballos? ¿No hay unos aviones de mentira colgados sobre la cama inconsciente del niño Eugenio, cuyo mundo ha cambiado sin que él lo sepa? Su hipótesis es de lo más plausible.

Josepepe: Las páginas que Mañana en la batalla piensa en mí dedica al gremio de los negros de negros, de los escritores fantasmas de escritores fantasmas, provistos de prosa campanuda y proveedores de arengas espumantes por encargo, dan que pensar que tal vez otra de las cualidades de los blogs sea la de ser una reserva para este incomprendido sindicato. Con todo, la novela se deja leer muy bien.

Clonclón: Qué me va a contar a mí de negros de negros, si yo fui el creador del clon de un clon. Pero tiene usted toda la razón al decir que  Mañana en la batalla piensa en mí se deja leer muy bien, que no es poco en estos tiempos.

Josepepe: El protagonista de Mañana en la batalla piensa en mí va a Palacio a recibir el encargo de redactar un discurso. Javier Marías pone en boca del Rey una reflexión sobre el destino y la Corona. ¿Le parecen verosímiles esas palabras?

Clonclón: La verdad es que me pareció completamente inverosímil la meditación del Rey, pero no creo que Javier Marías buscara ninguna verosimilitud, así que no puede considerarse un fallo: todos los diálogos que aparecen en la obra se presentan sin disimulo como recreados por el autor. De algún modo, podría decirse que el narrador les escribe los discursos a todos sus personajes, no sólo al Rey.

JosepepeAl contarse, el mundo depende de sus relatores, escribe Javier Marías. No sé si se trata de un reflejo de narrador, de la misma manera como para un carpintero todos son problemas de clavos.

Clonclón
: Pensé lo mismo que usted al leerlo, pero no con tanta sencillez ni tanta gracia. Yo recordé a aquellos filósofos que se dedican a meditar acerca del ideal de hombre para acabar concluyendo, mire usted que suerte, que el ideal de hombre es el filósofo.

Josepepe: En la mitad de Mañana en la batalla piensa en mí nos espera el previsible encuentro con la prostituta. Estábamos avisados y, sin embargo, sostenida por algo de suspense y sobre todo por la escritura, la situación retiene la atención. Un pequeño plus: también vale, para lectores distantes, como paseo por la Castellana.

Clonclón: A ver si es usted capaz de averiguar a qué viene lo de la prostituta. Imagino que será un contrapunto a la trama principal (a la trama, vaya) o algo así de fino, pero la impresión primera, e imborrable, es que esa historia fue metida con calzador y podría ser eliminada sin mayores problemas. También Mañana en la batalla piensa en mí tiene su curioso impertinente.

Josepepe: Me sigue pareciendo que Mañana en la batalla piensa en mí trata de la paternidad.

Clonclón: No acabo de ver claro que esa idea esté presente en la novela, o al menos no con tanta relevancia. ¿Lo dice por el caso del niño Eugenio?

Josepepe: Por cierto. La historia es como una perinola o, como dijo usted mismo, un tiovivo entre la niebla o aun unos aviones de mentira que giran en torno a un niño que duerme.

Clonclón: Es que hay algo de sonámbulo, de nebuloso, en toda la novela. La escena de la puta, que yo sigo sin ver muy bien a qué viene, tiene algo de esto: hay un aire de sueño, o quizá de pesadilla, en ese no saber con certeza si aquella mujer que lleva en el coche es la misma con la que convivió varios meses hace no tanto tiempo.

Josepepe: Qué curioso que lo diga. Me pareció tan inverosímil como supuesto y, sin embargo, eso no me impidió dejarme llevar tras la resolución del falso enigma. ¿Cómo puede dudarse si se trata o no de la mujer con la que se ha vivido hasta hace poco? ¿Porque se ha convertido en otra, en una puta?

Circe: Toda la fabulación sobre la puta y la ex es lo que más me ha aburrido de la novela. Estoy bastante harta de esta fantasía tan extendida consistente en una supuesta equiparación de la mujer legítima con la prostituta. Me molesta que el tratamiento de los personajes femeninos sea inevitablemente tan superficial en muchos autores.

Clonclón: Me da cierta vergüenza reconocerlo, pero no me había dado cuenta de esto que usted dice. En efecto, todo ese capítulo no es más que la típica y tópica fantasía masculina de ver a la legítima como a una prostituta. La única diferencia es que, mientras que la mayoría de los hombres la realizan comprándole unos ligueros a su esposa, Javier Marías prefirió escribir una historieta un poco aburrida que no venía demasiado a cuento. Para mi gusto lo único interesante es esa incapacidad del protagonista para confirmar si es o no su antigua novia esa mujer que se sienta a su lado. A primera vista parece inverosímil, y recuerda un poco a esas comedias del XVII en las que había creer que una mujer disfrazada de hombre daba el pego en cualquier circunstancia, pero si uno lo piensa bien puede llegar a ocurrir: a mí, que soy bastante despistado para caras y nombres, me ha pasado algo parecido con gente no tan cercana como una novia, pero tampoco muy lejana. Quizá hubiera sido mejor que Javier Marías hubiera escrito un relato independiente con esa historia, en lugar de incrustarlo de mala manera en su novela.

Josepepe: Me parece que Circe y usted han dado en el clavo con la historieta de la prostituta. Por otra parte, contando todo a través del narrador, Javier Marías condena a éste a ser un sempiterno husmeador, un espía de su propia causa (a riesgo de resultar un poco cargante). También, imagino que ha de haber más de una relación entre esas películas que el protagonista ve en la televisión y la forma de la novela. Como no he visto esas películas ni conozco el cine al que es aficionado Javier Marías, el de Welles y Wilder, no me atrevo a suponer mucho más, pero sí me atrevo a preguntarle a usted cómo ve a este narrador que parece estar constantemente dentro de una película que él mismo ve a intervalos en la televisión (siempre muy tarde por la noche).

Clonclón: Me temo que no puedo ayudarle en esto: soy muy poco cinéfilo. Mientras leía la novela trataba de recordar algo de Campanadas a medianoche, que había visto hacía años, pero en vano. Sólo puedo sospechar, como usted, que Javier Marías alude a su propia narración, incompleta y fragmentaria (el relato intercalado de la ex novia-prostituta), con esas películas entrevistas a altas horas de la noche que el narrador se promete ver completas algún día. El porqué de esas películas precisamente, sin embargo, es también un secreto para mí. Por cierto, suscribo con entusiasmo su primer párrafo: "Contando todo a través del narrador, Javier Marías condena a éste a ser un sempiterno husmeador, un espía de su propia causa (a riesgo de resultar un poco cargante)".

Josepepe: Javier Marías nos dice que toda muerte puede ser vivida como representación o como espectáculo del que se da noticia, o bien como encantamiento. La novela va de una a la otra, lo que puede explicar a la vez su calidad y su éxito masivo. En cuanto al asunto de los connovios o conyacentes, tal vez quepa recordar que Lévi-Strauss ve la circulación de las mujeres como un sistema de comunicación entre hombres.

Clonclón: Completamente de acuerdo con lo primero: la teatralidad de la muerte, su carácter espectacular, es lo que hace tan eficaces los primeros capítulos. En cuanto a lo segundo, gracias por la referencia de Levi-Strauss, de la que no tenía noticia. Me gustó esa parte filológica de los coyacentes. Al leerlo, recordé que Borges decía que él no sentía hostilidad, sino simpatía, hacia los hombres que estaban enamorados de la misma mujer que él. De algún modo, aquel amor compartido era un vínculo (en términos borgianos, que curiosamente no utilizó para explicarlo: si el amor es el mismo, los dos hombres serían el mismo hombre). La idea es idéntica, si sustituimos amor por sexo, sólo cambia la sensación que produce: de repulsión, a Javier Marías, y de adhesión, a Borges.

Josepepe: No sé si el curioso impertinente, al que se referió usted antes, será el protagonista de la novela. Pero lo que definitivamente no sé es cuál es el otro curioso impertinente.

Clonclón: El curioso impertinente, la novela ejemplar que Cervantes intercaló en El Quijote sin que viniera muy a cuento, fue mi manera de referirme al relato de la posible ex novia prostituida, pero ahora que lo dice el apelativo le viene bien al narrador de la novela, incapaz de resistirse a la tentación de husmear en la vida de la mujer que murió a su lado.

Josepepe: No lo recordaba y me fui de cabeza a leerlo. Y sí que viene a cuento. La cabezonería de algunos hombres por poner a prueba la virtud de la mujer parece tener mucho de obsesión por conocer a los eventuales connovios.

Clonclón: No deja usted de sorprenderme: es verdad que hay un cierto aire de familia entre el marido receloso de Cervantes y el ex novio de Javier Marías. Se me ocurre a mí ahora que Julián Marías, el padre del novelista, ofreció una explicación de El curioso impertinente que a mí es la que más me convence: al introducir una ficción por completo ajena a El Quijote, una ficción del todo impertinente, Cervantes consigue el milagro de que tomemos por realidad a los no menos ficticios Don Quijote y Sancho.

Josepepe : Si, como afirma Javier Marías, por el hecho de existir y de ser leída y releída una novela existe, así ha quedado Mañana en la batalla piensa en mí existiendo aun después de cerrada. Así es como, habiendo aceptado saber de sus protagonistas, ahora ya los recordamos y los recordaremos todavía no sé por cuánto tiempo más. Tras un paréntesis muy cómico (que el diálogo final entre los casi connovios sea tenso y desagradable aumenta retrospectivamente la ligereza y comicidad de la situación anterior, en el hipódromo, con las chicas ensombreradas y el Almirante Almira, de predestinado nombre), la novela se cierra con otra muerte, ridícula e improbable como la muerte que la abre, y nos quedamos con una muerte de entrada y otra de salida, en circunstancias que, como casi todo el mundo hoy, no sabemos muy bien qué hacer con los muertos. Y a lo que iba al inicio, tal vez la novela ilustra (lo hace al menos para mí) de qué embarazosa manera la gente se convierte hoy por hoy en padre y madre. La posibilidad de que el niño Eugenio acabe siendo el hijo del protagonista está insinuada desde el inicio de la novela y sugerida abiertamente al final de ésta: “Y ese niño podría venir con nosotros”. Yo he releído el libro buscando esa confirmación pero he encontrado mucho más, gracias a haber podido comentarlo aquí con Circe y usted.

Clonclón: Todos los lectores conocen la pena que produce terminar ciertos libros. Lo que no es tan frecuente es lo que ahora me ocurre a mí: me da pena que haya terminado usted el libro. Me gustaban estos intercambios diarios, y los echaré de menos. No creo haberle sacado jamás tanto partido a una novela como el que le he sacado a Mañana en la batalla piensa en mí y se lo debo enteramente a usted y a Circe. Como regalo final, no está nada mal la frase que rescata ("Y ese niño podría venir con nosotros"), que me hace ver -¡al fin!- que tenía usted razón al señalar como decisivo el tema de la paternidad. Es usted un magnífico lector, Josepepe. Muchas gracias por compartir su lectura conmigo.

4 août 2007

Mister Minit

El bastón resbalaba en las superficies embaldosadas. Le hacía falta una punta de goma. En Mister Minit no había, pero el dependiente dijo que podía improvisar una. Cortó un trozo de caucho, lo pulió al esmeril, lo pegó, lo clavó. Se pasó sus buenos cinco minutos en la empresa, durante los cuales se fue formando una fila de clientes. A la hora de pagar, dijo que no se debía nada. El mundo será una mierda, ya lo sé, pero no siempre.

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Lo que tarda en llegar una noche de verano como la de hoy y lo poco que dura.

4 août 2007

Nanas

Aparecieron refuerzos: un reisling de Mosela y un borgoña, que pusieron a salvo provisoriamente el bordelés pero no el rioja. La conversación paseó por el jardín y por la vieja Europa embotellada hasta encallar, como suele, en las costas de América. Lula y Chávez, con escalas en Kirchner y Morales. Por fortuna un roncillo guatemalteco nos trajo de regreso a la realidad real.
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El discurso
(la nana, la canción de cuna) habla de qué. De los Objetivos del milenio para el desarrollo. De la condonación de la deuda del tercer mundo. De la proyección internacional de la francofonía.

3 août 2007

Tristán está triste

¿Por qué está triste Tristán? Porque lo dejó su mujer. Su mujer es, según él, perfecta: inteligente, bonita, sabe cocinar, cuenta buenos chistes, es multiorgásmica y se hace ella misma la ropa. Con todo, tal vez tenga un defectillo, y es que es traidora, pero Tristán parece dispuesto a perdonárselo. Tristán está triste, al punto de darse contra los postes, contra los muros, incluso contra el duro suelo de Santiago de Chile. Lo dice el epígrafe: Los tiempos son duros pero modernos. Su madre no puede consolarlo, ciega como es, enceguecida como está por su Pepe Cortisona. ¿Podrá consolarlo un ángel venido desde el sur, un ángel urbano-rural y bilingüe español-mapuche?

play Un ángel que habla como la jardinera de la Violeta, un personaje del primer Raúl Ruiz, y que evoca, forzosamente, a Genet, a Wenders, a Almodóvar. Alicia Scherson filma Santiago de Chile, el barrio Estación Central, Las Condes y el Cementerio Israelita de Conchalí con ritmo y buen pulso y reescribe la obsesión nacional pobres y ricos, como la Palomita blanca, como Machuca. Los créditos dan, además, otra buena noticia: Scherson filmó más de lo que finalmente se ve en su primera película. O sea que sabe contar y cortar.

Para Andrés, que nos puso al tanto.

2 août 2007

¡Quién quiere ser centenario!

Japón pasa por ser el país con mayor esperanza de vida del planeta y, dentro del archipiélago, la mayor concentración de centenarios se da en la isla de Okinawa.

Menzel

Mi tío Pepe va bien encaminado rumbo a la centena. En su caso, se da la circunstancia favorable de que ha habido varios centenarios en la familia. Le pregunto por su receta y me responde con una pregunta: ¿Has visto algún centenario barrigón? Hay que comer poco y bien. Y andar y dormir.

El asunto parece motivarlo: Centenarios hay en muchas partes del mundo pero hay que fijarse en los lugares donde son numerosos. Japón pasa por ser el país con mayor esperanza de vida del planeta y, dentro del archipiélago, la mayor concentración de centenarios se da en la isla de Okinawa. Ahora bien, ¿qué comen los okinawenses? Pescado, algas, soja, frutas y verduras. Algas y soja, traducidas a la lengua de la tribu: cochayuyo y luche, porotos y lentejas. Después de la guerra, los norteamericanos instalaron en la isla una base militar y con ella su infausto imperio del ketchup. La tasa de centenarios ha ido decayendo, pero aún resiste. En América del Sur sucede otro tanto en el valle de Vilcabamba, en los Andes ecuatorianos, aun cuando por allí ya ha llegado el ketchup pero no todavía el ejército norteamericano.

El fotógrafo californiano Peter Menzel, por su parte, ha publicado cinco magníficos libros y numerosos reportajes sobre estos dos temas, la longevidad y la comida. En uno de sus libros, Hambriento planeta, retrata a numerosas familias por el ancho mundo, de Malí a Bután y de México a Japón, junto a lo que comerán durante la semana y lo que esto les cuesta. Entre los Melander, en Alemania, que se gastan sus buenos 500 dólares en sus cuchipandas semanales, y los Namgay, de Bután, que gastan cinco, caben muchos platos y muchas familias. 

Con todo, y guardando las proporciones, el gasto familiar en comida ha ido disminuyendo allí donde se ha implantado la agroindustria. En los países desarrollados este gasto se ha reducido casi a la mitad en el último medio siglo. Lo cual no ha significado necesariamente una mejora en términos de salud pública. O, más bien, ha representado un avance relativo porque algunos males han disminuido pero se han incrementado otros, como la obesidad y la diabetes, por ejemplo.

Según Menzel, la comida más cara del mundo es también la más insana. Y es además, por eso mismo, la más publicitada. El imperio del ketchup, la comida americana, que ha pasado a ser la dieta de buena parte del planeta, es una comida tan zafia como peligrosa: 60 por ciento de la población norteamericana está con sobrepeso. Un 40 por ciento están enfermos de obesidad. Y un 9 por ciento de diabetes, al punto que uno de cada tres niños será diabético si no se modifica la dieta.

¿Por qué en Asia apenas hay gordos (aparte, claro, de los luchadores de sumo)?, pregunta Menzel. Porque la flexibilidad de su dieta ha permitido a los asiáticos muchos lujos, incluida la superpoblación. Esto significa que buena parte de los asiáticos son insectívoros. Puede que se nos bloqueen las papilas gustativas ante la idea de comer orugas, pero esto no debería impedirnos seguir este razonamiento: Un cerdo, el animal más eficiente convirtiendo biomasa en proteínas, transforma en carne el 25 por ciento de lo que come. La vaca convierte en filetes sólo el 12 por ciento de lo que consume. Un insecto, en cambio, logra transformar en comida entre el 60 y el 70 por ciento de lo que traga. Larga vida a los insectos.

En materia de manducación, habrá que ver cuánto da de si la distinción entre izquierda carnívora (chavista) e izquierda vegetariana (lulista) que establecen Vargas Llosa hijo, Mendoza y Montaner en El regreso del idiota latinoamericano. La respuesta del aludido no tardará en hacerse oír en forma de vernáculo regüeldo.

logocl 2 de agosto de 2007

PS:
La foto es de Peter Menzel. Mi costilla me sugería que me explayase sobre el intenso sabor del zampopo, una hormiga centroamericana que, convertida en mermelada, se toma con panqueques. Pero a mí no me gustan los panqueques. 

1 août 2007

Bigotes

Gioconda_Duchamp

El arte es una cadena. Leonardo pintó a la Gioconda y Duchamp le pintó bigotes. Lo que un esforzado Gutzum Borglum (que así se llamaba el hombre) hizo en unos cañones allá por Dakota del Sur con los padres de su patria no creo que pueda ser llamado arte, sino carantoñismo. Pero detrás vinieron Hervé Le Teiller y Xavier Gorce y también les pintaron bigotes.

LeTeiller_Gorce

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