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Camino de Santiago
29 octobre 2007

El lugar sin límites

Donoso"Ahora está de moda algo que se denomina periodismo participativo, donde cualquier persona (o sea, las audiencias) puede escribir su crónica o su opinóloga columna. Se trata de un fenómeno no muy distinto de los diarios murales, sólo que optimizado por la tecnología, algo que alegra a los expertos, que tratan de elevar la categoría del asunto con marcos conceptuales y disquisiciones sociológicas, o sea pamplinas, un poco más de ruido a la bulla", escribe Roberto Merino en su columna de ayer domingo 27 en el diario chileno Las Últimas Noticias.

Por mi parte, no tengo nada en contra de los diarios murales. Al contrario, soy incapaz de pasar delante de uno sin leerlo. Tengo incluso que retenerme para no recoger cualquier papel escrito que se arrastra por el suelo. Suelo leer el periódico de la comuna donde vivo, me hace falta la vida de la gente siempre que esté por escrito, me viene bien saludarla y despedirla en la lista de nacimientos y en la de defunciones. La prensa es, entre otras cosas, un espacio de sociabilidad, muy útil para animales sociales e indispensable para agorafóbicos, misántropos y otras bestias peludas.

Hace unos días Jorge Bravo me envió la reseña de una novela de José Donoso, El lugar sin límites, que publicó en el diario local de Temuco en internet, La Opiñón. Le celebré la gracia, el nombre del diario, le pregunté cómo se sostiene una experiencia como ésa. Me habla de Atina Chile y del apoyo financiero de una multinacional de las telecomunicaciones, que sostiene una red de diarios locales en las ciudades chilenas, uno de los cuales El Morrocotudo, en Arica, está bastante consolidado, con 15 mil visitas diarias.

El nombre del libro, El lugar sin límites, se refiere al espacio de la hacienda rural, ilimitado antes de la reforma agraria. Y viene como anillo al dedo a este respecto. Internet es precisamente eso, un lugar aparentemente sin límites constituido por espacios tan delimitados como pueden ser los que traza un diario local.

Internet, ¿el lugar sin límites? Según y cómo y dónde.

PS: Entretengo la espera de la última entrega de la trilogía 'Tu rostro mañana', de Javier Marías, 'Veneno, sombra y adiós', escuchando a Marías presentarla en el nuevo sitio CeldaTV, que se ha inaugurado en Madrid y cuyo enlace me envía Adolfo. Marcelo Maturana está en Calaceite presentando unas líneas sobre José Donoso. También las espero para copiarlas aquí.

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25 octobre 2007

Arde San Diego

El rojo del agua de la Fontana di Trevi, en Roma, evoca la sangre y el fuego. 

Trevi

Quien no tiene petróleo tiene que tener ideas, se le oye decir a un ecologista suizo, mientras celebra los buenos resultados del partido verde en las elecciones de su país. Elecciones que ha ganado, por lo demás, la derecha xenófoba,  pero como Suiza es un país muy suizo, tras las elecciones los partidos se distribuyen los ministerios en función de los resultados y gobernarán conservadores, liberales, socialistas y ecologistas, todos juntos, tal como pedían Los Jaivas.

Lo que indicaba el portavoz verde suizo es que su partido con pocos medios había conseguido buenos resultados. Es verdad que la relación entre medios y resultados es la que permite evaluar. Esta semana se ha publicado un estudio que muestra la correlación entre el gasto electoral y los votos obtenidos en las últimas elecciones en Bélgica. Sin sorpresa, el voto ecologista es el mejor evaluado: cada voto le costó a los verdes 80 céntimos de euro, mientras que al resto de los partidos les supuso unas tres veces más. En Chile, ¿es más caro el voto aliancista, el concertacionista o el extraparlamentario? ¿Cuánto le cuesta a la UDI cada voto? La derecha se autoproclama liberal, pero suele no serlo allí donde el mercado se le resiste. En Norteamérica, el cálculo es ocioso: nadie que no sea millonario puede pretender convertirse en representante popular.

Parece claro que al precio que está el barril de petróleo, que bordea ya los cien dólares, a falta de tener pozos y refinerías más vale tener ideas. Sólo quienes tienen petróleo, como Bush, como Chávez, como el rey Abdalá, pueden permitirse el lujo de tener vacío el depósito de ideas. La idea de Bush para hacer frente al encarecimiento del petróleo y a la extrema dependencia de su país al oro negro ha sido invadir Irak y producir combustible a partir de las plantas. Y esta idea, en apariencia inocente, está cambiando el mapa de Sudamérica, subiendo el valor del suelo y el de los cereales y convirtiendo en humo lo que queda de bosque nativo y de selva amazónica. Chávez por su parte, también tuvo una idea que consistió en adelantar los relojes en media hora.

África produce ya más de 10% del petróleo mundial y recibe a cambio abundante corrupción y contaminación y, de yapa, alguna que otra guerra, la última de las cuales ocurre en Darfur, al sur de Sudán. Nigeria, por ejemplo, el primer productor africano, extrae petróleo desde hace medio siglo y, sin embargo, debe seguir comprando todo el combustible que consume, a falta de una única refinería sobre su territorio. Mientras tanto, la inmensa mayoría de la población nigeriana malvive aún con menos de un dólar al día.

El resto de la humanidad, a falta de petróleo, no tiene más que correr detrás de alguna idea brillante, tal como convertir la energía que generan los pasos de los peatones en alumbrado público, aprender inglés o suahili por osmosis o poner a las moscas a producir miel. Los miembros de un grupo italiano, Azione futurista, también tuvieron hace unos días una idea colorida y mezclaron tinta roja con el agua de la Fontana di Trevi, en Roma. La idea no era gran cosa, pero el color rojo es vistoso, porque evoca la sangre y el fuego, el pecho de la loica y el capote del torero, y atrae a turistas y mirones del mundo entero. Armados de un puñado de anilina, estos romanos seudo futuristas y buenos publicistas consiguieron estar en todas las portadas y en todas las pantallas, no sólo en la crónica roja, al lado de la sangre que se vierte por estos días en Pakistán y en Irak y de los incendios que abrasan ahora mismo la región de San Diego, en California. En la frontera entre EEUU y México se han reunido una vez más las condiciones para la proliferación del calamitoso fuego: viento, altas temperaturas y ausencia de lluvia.

Bush debería tener cuanto antes una buena idea y ratificar el Protocolo de Kioto, que busca reducir las emisiones de gases producidos por la quema de combustibles fósiles, carbón, gas y petróleo, que están atosigando la Tierra. Le quedan pocos meses antes de que lo desaloje de la Casa Blanca y firme ese tratado en su lugar una señora rubia o un señor moreno.

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18 octobre 2007

Vida interior

Vida privada es aquello que no interesa a nadie más que a uno mismo. Y a veces ni siquiera.

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En la antológica obra de teatro Tres noches de un sábado, durante la noche intermedia, la de clase media, una de las muchachas le preguntaba a un galán, mientras bailaban: « ¿Tú tienes vida interior? ». Esa era la pregunta fundamental de la época porque acceder a una vida interior, a fines de los años sesenta, era más importante aun que alcanzar el DFL2 o el Fiat 600. Tener vida interior era la condición del éxito y de la movilidad social.

Hoy la movilidad social se ha producido al menos en esa materia y la vida interior prolifera. Tan común ha llegado a ser tener vida interior que ya nadie se la guarda para si mismo. Para qué, si todos tienen. Para qué, si hay de sobra. Hay que sacarla a pasear y exhibirla, como salen los brazos a relucir bajo el sol de la primavera. Hay que contarlo todo por teléfono, por MSN, en el diario, en el blog, en la tele de preferencia, al que se ponga a tiro, a la vecina, al Rumpy, a la galería imaginaria (como la llamó don Gerardo de Pompier). Esta desenvoltura colectiva acarrea una perfecta paradoja: buscando la sinceridad hablamos y hablamos, lo que nos lleva derechamente a la impostura.

Así se ha ido acuñando la noción de extimidad (derivada de intimidad) para explicar este reflejo del ser que envía hoy a un exterior virtual, más o menos automáticamente, el rumor de su interioridad. Rumor que amplifican y deforman los medios, muchos de los cuales no son ya mucho más que vida privada ventilada, intimidad exhibida, extimidad. Unos medios que no hacen públicos más primores privados no porque no quieran sino porque no pueden. Arcadi Espada ha hecho a este propósito una precisión: « Vida privada es la que no puede contarse. La que no puede, no la que no se debe. Vida privada no es un término moral ni jurídico. Es técnico ». Es decir, vida privada es aquella que queda sin publicitar, no porque no se deba sino sólo porque no hay manera, o no interesa. Se podría añadir que vida privada ya es aquello que no interesa a nadie más que a uno mismo. Y a veces ni siquiera.

Como quiera que sea, la moderna expresión de la extimidad suele girar en torno a una vieja rueda, la búsqueda de la pareja, de la otra mitad. Y el resultado deja que desear. Porque lo que a menudo se encuentra tiene menos de la perla al fondo de la ostra y mucho del chicle pegado debajo de la mesa. Como en esta perla que cuenta el semanario serbio Zabavnik: Un hombre y una mujer entablaron contacto por internet y se enamoraron tras intercambiar unos cuantos mensajes electrónicos. Él la llamaba Azúcar y ella Príncipe de la satisfacción. Cuando la relación se volvió lo suficientemente seria, decidieron verse. La vida te da sorpresas, como es bien sabido, y el encuentro acabó con la ilusión, ya que la dulce Azúcar y su Príncipe resultaron ser en la vida real marido y mujer. Los mismos que se detestaban en la realidad, se ilusionaron el uno al otro frente la pantalla del computador. Por cierto, no bien se recuperaron de la sorpresa, decidieron divorciarse, alegando el engaño matrimonial como motivo.

Como esta historia transcurre en internet, no falta quien diga que se trata de un hoax, que es la manera moderna de designar a los embustes. Pero, como decía el italiano, se non é vero, é ben trovato. Y tiene su punto optimista, lo que siempre es de agradecer.  Ahora que por primera vez se hace público el divorcio de un Presidente de la República francesa en ejercicio, la historia de Azúcar y del Príncipe de la satisfacción le podría traer a la magna pareja rota la esperanza de una nueva oportunidad. Quién sabe si un día, a través de internet, ella le pregunte a él, nuevamente ilusionada: « ¿Tú tienes vida interior? ».

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PS: La paradoja del sincero impostado está tomada de L'Absence de l'intimité, de Henri-Pierre Jeudy.

12 octobre 2007

Estampas del territorio de la tribu

Adolfo Estrella

Extrañamiento y entrañamiento

En el siglo diecinueve dos visitantes extranjeros, Rugendas y Graham, describieron la sociedad chilena en los primeros años de su vida independiente. Rugendas, pintor, permaneció once años en el país y dibujó con trazo romántico escenas de la vida urbana y rural de las clases sociales de la época. Graham, escritora, se queda en el país un poco menos tiempo pero lo estudia y lo describe con detalle después de ver morir a su marido, un oficial británico, en la travesía por el Cabo de Hornos. Dicen que para evitar que se descompusiera el cadáver del marino, lo llevaron a Santiago dentro un barril de ron: técnica de conservación tan poco fina como eficaz.

Rugendas y Graham expresan la mirada del extranjero sobre un espacio exótico sobre el cual sabían poco y querían menos. Para los que nacimos, pero que voluntariamente hemos optado por no vivir allí, sin embargo, mirar, describir y analizar a Chile, es bastante más complejo. El país en el cual nacimos y crecimos es, al mismo tiempo, propio y ajeno, cercano y lejano,  “entraño” y extraño. Cada viaje es, a la vez,  un regreso a la patria y una primera incursión solitaria en territorio comanche. Por eso, a veces salimos de allí gorditos y colmados de cariño y otras veces traemos el alma y el cuerpo llenos de heridas. Por mi parte, esta vez, he vuelto afónico...

El país nos importa, imposible negarlo pero, simultáneamente, no podemos dejar de comportarnos como naturalistas observando bichitos o como antropólogos participando en los rituales de una tribu a la que conocemos, porque es nuestra tribu, pero a la cual observamos con la distancia emocional que nos concede la lejanía intencionalmente mantenida a través de los años. La tribu salta, canta, se pintarrajea la cara y nos invita a la danza común pero declinamos la invitación y preferimos mantenernos a la orilla del ruedo.

Hay un deber de pertenencia que directa o indirectamente se nos exige cumplir a los que dejamos el país. “Tú eres chileno” se nos espeta. Y uno responde que sí, que obviamente, pero sintiendo, a la vez, que no lo es en absoluto, y que, incluso, no sabe si quiere serlo, como tampoco sabe si quiere ser español, boliviano, belga, chino o lapón, porque rechaza la categoría nacional como un criterio de identidad relevante. En realidad, no tiene idea qué es lo que significa ser chileno. Pero nuestro interlocutor no nos hace caso y defiende una pertenencia eterna que nos ataría de por vida a esa tierra y a esa cultura y que no podríamos desatar sin incurrir en traición o deslealtad. Uno, inútilmente, trata de mostrar que es posible buscar identidades electivas o adquiridas y desconfiar de aquellas adscritas, innatas o pretendidamente naturales. Nuestro interlocutor sencillamente no nos escucha. Por nuestra parte, tampoco realizamos más esfuerzos por hacernos entender. Entonces, pergeñamos estas estampas, después de nuestro reciente viaje al territorio de la tribu sin estar muy seguro de nuestro derecho a realizarlas.

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Nacionalismo

El surrealista Matta les proponía a los chilenos que vendieran el país y se compraran un terrenito cerca de París (otros afirman que era una propuesta del poeta Molina). La idea, aunque cara en su ejecución, no es mala pero, por supuesto, no es bienvenida en una sociedad con un nacionalismo en alza. Nacionalismo de camiseta tricolor y gritos de “Viva Chile” a la primera oportunidad. Nacionalismo transideológico, orgulloso de los “éxitos” del país. Nacionalismo iracundo, gritón, grosero y feo como todos cuando se junta la manada. El nacionalismo chileno, enfermedad infantil del desarrollismo salvaje, no es peor que otros, ni mejor, pero a este cronista se le antoja “rasca”, con estética de barra brava e ideología de primer curso de escuela militar.

Como todos los nacionalismos nace más de las frustraciones que de los éxitos colectivos. Como todos, expresa más la inseguridad del débil que la certidumbre del fuerte. La soberbia es su máscara. En la actualidad, es más social que político, más folklórico que programático. Pero, vaya uno a saber si, cuando lleguen las vacas flacas, no aparecerá el caudillo de pacotilla que se ofrezca redimir a las masas invitándolas a un camino de gloria.

Pobres

“Los pobres están poblando el paraíso”, dijo alguna vez el poeta Zurita. Y es rigurosamente cierto. La dinámica de los percentiles, objeto sagrado de la religión de los economistas, muestra una disminución de la miseria. Pero eso significa que los miserables dejan de serlo y pasan a ser pobres; nadie transita desde un campamento o una población marginal a La Dehesa, salvo para ir a limpiar casas. Por lo tanto, hay más pobres. Eso sí, pobres con tarjeta de crédito de Almacenes París, es decir, pobres en el paraíso. Pobres que creen que han dejado de serlo cuando pagan el televisor de treinta pulgadas en cuotas infinitas. Aleluya: el paraíso sobre la tierra chilena ha llegado. Dios existe, Zurita es su profeta y los bancos son su Iglesia.

Deudas y créditos

Chile es una gran deuda. La externa, la que se tenía con los acreedores extranjeros se ha ido pagando a costa de los sacrificios de los de siempre. El pago de las deudas internas, las financieras y las morales, continua diferido. Las deudas financieras individuales más bien crecen y crecen. El capitalismo periférico chileno, subordinado y sumiso se sostiene, entre otras cosas, por el endeudamiento generalizado de la población: puede usted pagar a plazos desde la compra diaria del supermercado, pasando por unas zapatillas deportivas, hasta una casa. Todo es comprable porque todo es financiable: sólo hace falta tener el tiempo vital para pagar las deudas: muérase usted cuando le corresponda, ni antes ni después, el sistema se lo agradecerá.

Las deudas morales, las que el país tiene con sus pobres, sus desaparecidos, sus torturados, se pagan en pequeñas cuotas y a largo plazo. No están en la agenda de casi nadie porque lo importante es no “hacer olitas”, no poner en peligro lo conseguido, aceptar que todo se hará “en la medida de lo posible”. La ética del posibilismo carcome los liderazgos y entristece los sueños comunes.

Autopista

Autopistas

En Chile las autopistas son estupendas y los chilenos se enorgullecen de ellas, como se enorgullecen de los centros comerciales y de los barrios de los ricos en los que nunca vivirán pero que consideran como propios. Eso sí, en las privadísimas autopistas nacionales, hay que pagar múltiples peajes para seguir la senda del desarrollo. Las autopistas son excelentes metáforas del país. Las autopistas de Chile, rectas, ordenadas, bien señalizadas nos advierten de los peligros y cuidan a los automovilistas. Pueden ser, sin embargo, trampas mortales para los miserables (todavía quedan algunos) y pobres (hay muchos) que viven a su vera y tratan de cruzarlas. Los diseñadores de las autopistas han dispuesto pasarelas cada cierta cantidad de kilómetros para que éstos transiten, ordenadamente, de un lado a otro. Pero algunos testarudos o incivilizados que, mire que mala pata, tienen su trabajo o sus familiares al otro lado de la vía, no lo hacen y se lanzan a cruzarlas. Algunos mueren en el intento. ¿Qué haría usted si le pusieran una barrera entre su casa y el colegio de los niños o entre su casa y el trabajo?  Pero no se preocupe, si usted no es pobre o miserable eso nunca le sucederá.  Eso sí, le podrán plantar un edificio de quince pisos junto a su casa de manera que cuando salga a colgar los calzoncillos recién lavados los vecinos del piso ocho lo comentarán mientras comen.

Farmacias

Por todas partes farmacias y más farmacias. Por doquier emergen estos bazares de la abundancia consumista. Las esquinas son su hábitat preferido. Ofrecen desde chocolates hasta “fierritos para anticuchos”; desde mantas térmicas y pañales hasta analgésicos y ansiolíticos. Sin legislación que limite el giro de su negocio, las farmacias chilenas, propiedad de grandes cadenas comerciales, cubren todo el espectro del consumo y se integran perfectamente en sus espacios. Dentro de los supermercados son su complemento perfecto. La sociedad chilena consume pastillas con voracidad. El engranaje funciona a la perfección: el sistema seduce con sus objetos, la imposibilidad de acceder a ellos o el alto coste que implica hacerlo genera frustración y ansiedad. Pero allí están los analgésicos, para los males del cuerpo y los ansióliticos para los males del alma, inmediatamente a la salida, después de pasar por caja.

Transantiago

Ingenieros, políticos, consultores y funcionarios consiguieron convertir algo pésimo en algo aún peor. Esto tiene su mérito, no podemos negarlo. Lo que pudo ser una gran acción civilizadora para una ciudad con un transporte público salvaje acabó convertido en un desastre histórico de grandes proporciones, suma de despropósitos, errores de bulto, irresponsabilidades e ineficiencias sin límite. Todos ellos impunes, por supuesto. Pocas veces una política social ha sido tan desastrosa que sus beneficiarios han acabado añorando la situación anterior. Pocas veces la acción del Estado ha quedado desprestigiada de manera tan absoluta y brutal.

Santiago

Amigos

Uno tiene amigos para que lo quieran: de lo contrario, bastaría con tener confidentes,  psicoterapeutas, asesores personales o jefes. Los amigos dignifican al país y a la especie humana y justifican viajar cada cierto tiempo y aguantar, más o menos estoicamente, trece horas de avión inmovilizado en unos asientos a escala liliputiense.

Los amigos nos reciben con amor y soportan la distancia,  la ironía y el cinismo con la que tratamos las cuestiones patrias. Nos quieren a pesar de nuestra ingratitud, displicencia o frialdad que mostramos hacia el país en el que ellos viven y, a su manera, aman. Por eso, la patria es al final cuestión de libros, recuerdos y amigos.

11 octobre 2007

Misiles y besitos

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Jóvenes palestinos huyen de un misil. La foto es de Mahmud Hams.

Un fotógrafo yace herido de bala en el suelo de una calle de Rangún, la capital birmana, mientras los militares disparan y los manifestantes escapan. El moribundo es un fotógrafo japonés de nombre Nagai Kenji. Otro fotógrafo estaba cerca e hizo la foto. Puesto así parece una perogrullada, pero no siempre hay un fotógrafo cerca, o bien no siempre la imagen resultante llega a ser publicada. No había, por cierto, una cámara cerca cuando, hace exactamente un año, mataron en Moscú a la periodista Anna Politovskaya, quien más claro había puesto por escrito los atropellos rusos en Chechenia, ese pequeño rincón del infierno, como lo llama en su libro de crónicas.

La dictadura birmana intenta hacer desaparecer a los testigos de sus crímenes. Y, peor aún, se vale de las fotos captadas por los propios fotógrafos perseguidos para  identificar y arrestar a los que se manifiestan contra ella. Frente a tanto atropello, la comunidad internacional, esa entelequia, deja en las manos de China y de Rusia el empeño por la democratización de Birmania. Como quien dice, deja gallinero al cuidado del zorro. ¿Qué democracia van a exigir a los esclavistas militares birmanos los gobernantes chinos que masacraron a su vez a sus opositores en la plaza Tian’anmen?

No hacía otra cosa hace apenas veinte años la dictadura chilena. Enrique Lihn escribió en su día en una revista desprovista de fotos sobre ese reflejo dictatorial de prohibir la circulación de las imágenes. Qué extravagantes pueden parecer hoy esas revistas vaciadas de imágenes manu militari. La democratización de la fotografía digital multiplica ahora las imágenes disponibles. Los fotógrafos ya no disparan, ametrallan. La abundancia, eso sí, no siempre significa diversidad. Nada se parece tanto a un álbum colgado en internet como otro álbum colgado en internet.

Pero la sobreabundancia de fotos no ha vuelto irrelevante al periodismo gráfico. Basta echar una mirada a las fotos premiadas recientemente por el Premio Bayeux 2007 a los corresponsales de guerra para convencerse de lo contrario. La foto premiada muestra a un grupo de muchachos palestinos desarmados corriendo a protegerse no ya de las balas del ejército israelí sino derechamente de un misil. El año pasado la foto premiada mostraba a una anciana palestina aferrada a sus olivos destruidos. La mayoría de las fotos recompensadas este año fueron tomadas en el mundo musulmán, donde se dan hoy por hoy los conflictos más cruentos, en Irak, Afganistán, Palestina, Líbano, Sudán. Obligadas a convivir con la muerte, las sociedades islámicas asumen, tan bien que mal, su correlato, la representación de la muerte. Por contra, al otro lado de la línea, la sociedad norteamericana, supuestamente más abierta a la circulación de la información, está  imposibilitada de hacer algo tan llano como mostrar las imágenes de sus soldados muertos.

En otra esfera, menos dramática, los scoops fotográficos suelen provocar sonrisas del público y muecas en sus protagonistas. Hace unas semanas un político belga, Jean-Luc Dehaene, hábil negociador, llegaba a una reunión en la cumbre con una nota confidencial. Un fotografo captó y amplió la imagen y el público pudo así conocer el contenido de la nota reservada al mismo tiempo que sus destinatarios. En Francia, a la salida del útimo consejo de ministros, Nicolas Sarkozy se acercó a saludar a la prensa con una carpeta en la mano. Un fotógrafo amplió la imagen y descifró la nota que llevaba Sarkozy. Se trataba de un billet doux femenino: No sabes cuánto te extraño, millones de besitos, etcétera. Que el presidente francés reciba mensajes como ése no tiene nada de particular, desde luego. Lo gracioso es que los lea durante el consejo de ministros.

Bien sea por estas u otras razones, el penúltimo diario del mundo que no mostraba fotos en su portada, el muy austero Frankfurter Allgemeine Zeitung (un millón de fieles lectores), abre sus páginas desde comienzos de esta semana a la fotografía. No se trata todavía de monas piluchas (Affen ohne Kleider), pero es de suponer que éstas no tardarán.

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5 octobre 2007

Viernes

La familia Pinochet en pleno en la cárcel, tal como la antigua y la nueva directiva de Batasuna. Uno para todos y todos para una. No está mal, para ser día viernes. Conviene creer en la justicia pero, por lo pronto, no estaría de más ir cambiando el nombre de esta sección y llamarla Pozo escéptico

Pinochet

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El diario El País informa que L. Mahadevan, de la Universidad de Harvard, y Enrique Cerda, de la Universidad de Santiago, en Chile, fueron reconocidos por la revista Annals of Improbable Research con el premio Anti Nobel de física por su estudio sobre cómo se arrugan las sábanas.

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Juan José Millás comienza su columna en el mismo diario escribiendo que El pueblo vasco, como el español o el belga, por poner tres ejemplos, existen porque la vida es absurda. La frase es resultona pero imprecisa. Como previene el tango, la vida no sólo es absurda, la vida es una herida absurda.

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Todo lo cual recuerda que hoy es viernes, día que nos mueve a la humildad.

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4 octobre 2007

Tintín en el Maletín

Los niños se encargarán de leer los libros buenos y de dar buen uso a los libros malos.

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Que los niños puedan leer es lo mejor que les puede ocurrir. O que alguien les lea, mientras no saben, mientras están aprendiendo. De todas las iniciativas habidas y por haber, poner un maletín con libros al alcance de los niños que no tienen libros parece la más sensata. Poner una biblioteca en cada casa es como poner en cada escuela una conexión a Internet con banda ancha. Casi no teníamos libros en casa, canta Caetano Veloso, y la ciudad no tenía librería, pero los libros que entraron en nuestra vida son como la radiación de un cuerpo negro expandiendo el Universo. Los libros son objetos trascendentes.

Ahora bien, según y cuáles. Libros y amigos, pocos y buenos, dice el refrán, sin detallar la cantidad. En el caso de la iniciativa del Maletín literario, se trata de 49 libros que serán distribuidos a 133 mil niños de escasos recursos a lo largo de Chile, a partir del próximo año y hasta 2010. Un jurado de trece miembros los ha seleccionado y ha presentado esta semana la lista resultante.

Tantas cifras mueven a hacer cálculos. Cuántas páginas representan esos 49 libros, cuánto se tardaría un niño en leerlas. De los 49 libros seleccionados, cuántos has leídos. Cuáles te han gustado. Cuáles te llevarías a la famosa isla desierta. Cuáles les regalarías a los sobrinos, a los hijos de los amigos, a los amigos de los hijos, si los libros tuvieran un precio razonable, el precio que tuvieron un día los libros que publicaba Quimantú.

Hay una iniciativa paralela a ésta del Maletín de los 49 libros, que consiste en dotar a los niños pobres de computadores portátiles resistentes y baratos. Computadores que les costarán a los gobiernos interesados por la iniciativa, entre los cuales se cuentan Brasil, China e India, alrededor de cien dólares cada uno. El costo de repartir los 49 libros a 130 mil niños representará el equivalente del precio de casi 50 mil de esos computadores a cien dólares, dotados de un navegador que permitiría a esos niños acceder no a 49 sino miles de libros en línea. No sólo a los libros, desde luego, pero también a los libros.

Para volver a la lista de los 49 libros escogidos por los trece jurados, cualquier resultado se explica por su procedimiento, pero en este caso lo que cuenta es el resultado. Hay unos cuantos aciertos en la lista. La isla del tesoro, de Stenvenson, es el mejor de los mejores. Pero cada uno de nosotros tiene su corazoncito de lector, y le importan los libros que faltan, mucho más que le importan los que sobran. Falta el Quijote, desde luego. Qué manera de faltar. Faltan el Lazarillo de Tormes y las Mil y una noches (la verdad no está en un solo sueño, sino en varios, dice la narradora). Faltan las Décimas, de  Violeta Parra, y Poemas y antipoemas, de Nicanor Parra. ¿Hay un poema mejor para proponer como lectura a un niño que Se canta al mar? En la lista de los 49 libros está Tintín (y Asterix, y Mampato). Enhorabuena. Pero, ¿cuál Tintín?  ¿Tintín en América, un bodrio, o Las joyas de la Castafiore, una joya? También debería estar Borges, desde luego, así se trate de libros para niños. Y, a todo esto, ¿qué leía Borges cuando niño? Lo cuenta él mismo, en El otro: El Quijote, las Mil y una noches y, escondido detrás de los demás, un libro en rústica sobre las costumbres sexuales de los pueblos balcánicos.

Libros y amigos, pocos y buenos. Depende de cuáles, una vez más. Hay uno que no debería faltar en el Maletín, Como una novela, de Daniel Pennac, una invitación, llena de humor y de sentido común, a leer cómo nos dé la gana. El verbo leer no soporta el imperativo comienza diciendo Pennac, y pasa a enumerar los derechos del lector, independientemente de su edad: El lector tiene derecho a no leer. Tiene derecho a saltarse las páginas latosas. Derecho a no terminar el libro. El lector tiene derecho a releer una y otra vez y a leer lo que se le antoje. Y en cualquier parte. El baño siempre ha sido y seguirá siendo una estupenda sala de lectura.

Larga vida al Maletín literario. Los niños se encargarán de leer los libros buenos y de dar buen uso a los libros malos.

logocl 4 de octubre de 2007 PDF

2 octobre 2007

Aleluyas para los más chiquitos

[Ni El Quijote, ni Las Mil y una noches, ni Poemas y antipoemas]

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Un Maletín literario para fomentar la lectura entre las familias chilenas con menos recursos

Las 49 obras incluidas serán distribuidas el año que viene entre 133 mil familias sin recursos

Un jurado compuesto por trece personas ha seleccionado 49 obras literarias para repartir en Chile entre la familias de escasos recursos, durante un periodo entre el 2008 y 2010.

El Maletín literario, como se conoce a la iniciativa, estará compuesto por autores extranjeros y chilenos. Destacan las dos obras de Pablo Neruda que han sido incluidas en el listado:
Todo el amor y El libro de las preguntas.

La lista incluye obras en español como
Cien años de soledad de Gabriel García Márquez, La Casa de los espíritus, de Isabel Allende y la Antología de poesía y prosa de Gabriela Mistral. La lista no incluye a ningún autor español.

Entre los autores extranjeros, los beneficiarios del Maletin Literario podrán leer
El Principito de Antoine de Saint Exupery, La Metamorfosis y otros cuentos de Kafka, o comics de Tintín y otro de Asterix.

El Maletín, que también incluirá un diccionario enciclopédico, fue una propuesta lanzada por la presidente Bachelet el pasado 21 de mayo, con motivo de la inauguración de las sesiones ordinarias del Congreso. Las obras comenzarán a distribuirse en 2008 entre las 133 mil familias.

Extractado de El País.

Las obras del Maletín literario

1. Diccionario enciclopédico
2.
Horacio Quiroga Cuentos de la selva
3.
Edmundo D'Amicis Corazón
4.
Hans Christian Andersen Cuentos clásicos para niños
5.
Andersen, Grimm y Perrault Cuentos clásicos
6.
Angélica Edwards Cuentos de Grimm y Perrault
7.
Hermanos Grimm Antología de cuentos
8.
Hans Christian Andersen Antología de cuentos
9.
Oscar Wilde El príncipe feliz y otros cuentos
10.
Oscar Wilde El ruiseñor y la rosa y otros cuentos
11.
Violeta Diéguez Jugando con las palabras
12. G
abriel García Márquez Cien años de soledad
13.
Jack London El llamado de la selva
14.
Osvaldo Torres Cóndor Mallku
15.
Adap. José Quidel Un niño llamado Pascual Coña
16.
Francisco Coloane Cabo de hornos
17.
Francisco Coloane Antología de cuentos
18.
Manuel Rojas El delincuente y el vaso de leche
19.
Manuel Rojas Hijo de ladrón
20.
Isabel Allende La casa de los espíritus
21.
Robert Louis Stevenson La isla del tesoro
22.
Antoine de Saint Exupery El principito
23.
Floridor Pérez Mitos y leyendas de Chile
24.
Daniel Defoe Robinson Crusoe
25.
Gabriela Mistral Antología de poesía
26.
Pablo Neruda Todo el amor
27.
Pablo Neruda El libro de las preguntas
28. M
arta Brunet Aleluyas para los más chiquitos
29.
Esopo Fábulas
30. G
raciela Beatriz Cabal Tomasito
31.
Mariana Bravo Walker La cocina popular chilena
32. Themo
Lobos Ogú y Mampato
33.
Goscinny Asterix
34.
Hergé Tintín
35.
Dinie Akkerman y Paul Von Loon Para atrapar la luna
36.
Tim Burton La melancólica muerte de Chico Ostra
37.
Tim Burton Los dinosaurios
38.
Cecilia Beuchat Atrapalecturas 1
39.
Cecilia Beuchat Adivitrabalenguas
40.
Cecilia Beuchat Libro de Tobías
41.
Hernán Rivera Letelier La reina Isabel cantaba rancheras
42. V
iktor Frankl El hombre en busca del sentido
43.
Franz Kafka La metamorfosis y otros cuentos
44.
Ernest Hemingway Cuentos
45.
JD Salinger El guardián entre el centeno
46.
María de la Luz Uribe Cuentecillos con mote
47.
Oscar Castro Cuentos
48.
Ana María Pavez y Constanza Recart Kiwala y la luna
49.
Marcela Paz Papelucho detective.

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