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Camino de Santiago
8 novembre 2007

El naufragio del Arca de Zoé

Tragicomedia franco-africana, con Sarkozy improvisando el rescate de unos improvisados rescatadores de niños.

Zo_

De las innumerables historias que cuenta la Biblia, una de las que ha conseguido fijarse con más fuerza en nuestra imaginación es la de Noé y su arca. Como se sabe, para castigar la maldad humana, Dios escogió al más puro de los hombres y le mandó construir un arca, embarcar a su familia y a una pareja de animales de toda especie para enfrentar el diluvio. De esta historia tomaron el nombre los miembros de la asociación francesa El Arca de Zoé para ilustrar su intención de salvar niños de la guerra de Darfur, cambiando Noé por Zoé, nombre femenino de connotación infantil muy común entre los franceses.

La de Darfur, región occidental de Sudán, es la guerra africana más reciente. La libra el poder central contra las poblaciones locales, principalmente por el control del agua, recurso escaso en esa sabana. Se calcula que a partir de 2003 cerca de medio millón de personas han muerto a consecuencias de este conflicto. El Arca de Zoé fue creada por ex miembros de otra asociación francesa llamada Bomberos sin Fronteras. Mediante una campaña de sensibilización en Francia, obtuvieron el apoyo de numerosas familias que se mostraron dispuestas a acoger y, eventualmente, a adoptar niños de Darfur y a financiar el traslado de éstos, por un monto promedio de 2 mil euros. A título de comparación obscena, se calcula en 6 mil euros el costo de una adopción de un niño del tercer mundo por una familia europea.

Operando desde el vecino Chad bajo el nombre de Child rescue (Rescate de niños), los miembros del Arca de Zoé, convenientemente vestidos de bomberos y utilizando los códigos propios de las organizaciones humanitarias, consiguieron beneficiarse de apoyos logísticos del Ejército francés para negociar con jefes locales de la región fronteriza entre Chad y Sudán la entrega de un centenar de niños. A fines de octubre, alquilaron un avión español e intentaron sacar a los niños hacia Francia, donde los esperaban las familias de acogida.

El caso es que no se trataba de niños de Darfur, sino de Chad, y no eran huérfanos ni estaban necesariamente enfermos. Eran, simplemente, los niños que tenían a mano. El Gobierno de Chad, que no es neutro en el conflicto de Darfur, esperó a que el avión estuviese a punto de despegar para detener a los seis miembros de la asociación, a la tripulación del avión español más un piloto belga, y a tres periodistas franceses que cubrían la operación. Para añadir espectacularidad al asunto, el presidente chadiano, Idriss Déby, los acusó a todos ellos de organizar el rapto de niños con fines pedófilos. Unos días después, la justicia chadiana decidió liberar a los periodistas franceses y a las azafatas españolas y, como la ocasión la pintan calva, el omnipresidente francés, Nicolas Sarkozy, abordó su avión y condujo personalmente a los liberados de regreso a Europa. Es probable que el resto de la tripulación española y el piloto belga sean liberados en los próximos días, pero los seis miembros del Arca de Zoé deberán, en principio, enfrentar un proceso judicial en Chad, donde pueden ser condenados a un máximo de 20 años de trabajos forzados. Sin embargo, también es probable que una vez que el proceso pierda espectacularidad, Francia negocie compensaciones económicas con el Gobierno de Chad, uno de los países más pobres del mundo, a cambio de su liberación anticipada.

No es ajeno a esta tragicomedia franco-africana el hecho de que el ministro de asuntos exteriores francés sea Bernard Kouchner, fundador del urgentismo y del deber de ingerencia como forma de cooperación, lo que probablemente dio alas a los de Zoé. Con todo, Kouchner, socialista renegado, sale desperfilado de esta aventura franco-africana, tanto como el propio ejército francés, que recibió en octubre un mandato europeo para desplegarse en la frontera sur occidental de Sudán como manera de contener el conflicto. Sarkozy, que acaba de subirse el sueldo en 170%, ha utilizado por su parte este naufragio humanitario para ganar adeptos, según su costumbre, a punta de teletones y de espectáculo para las cámaras. Y, a pesar de que el juicio abrupto del presidente chadiano sea impresentable, es verdad que algo hay de pedofilia -sin contenido sexual, por cierto- en la extendida actitud europea de dar por buena la acogida de niños y rechazar con un portazo en las narices a los inmigrantes adultos.

logocl 8 de noviembre de 2007 PDF

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