Ecografía para ambos sexos
La modernidad se entrevera con los arcaísmos y el resultado puede ser devastador: en Asia la población masculina supera en más de cien millones a la femenina.
En enero de este 2007 Hugo Chávez llamó pendejo al Secretario general de la OEA, José Miguel Insulza por recordarle éste el compromiso continental con la libertad de expresión. En la reciente Cumbre Iberoamericana de Santiago, Chávez intentó aportillar la elocución del presidente del gobierno español Rodríguez Zapatero, llamando repetidamente fascista y golpista al ex presidente Aznar, hasta que el Rey Juan Carlos le mandó callar. Tanto en lo del pendejeo a Insulza como hablando de golpismo a destajo, Chávez se empeña en impedirnos olvidar que él saltó a la vida política en 1992 uniformado y dando tiros en una fallida asonada que se saldó con decenas de muertos. Y lo logra. O sea que a otra cosa, mariposa.
Otra cosa es intentar comprender qué hace Chile en el puesto 86 del Índice de diferencias de sexo establecido por el Foro económico mundial, que compara las oportunidades económicas, el poder político, la educación y el acceso a la sanidad entre hombres y mujeres de 128 países del mundo, representando más del 90% de la población mundial.
Sin sorpresa, los países con mejores resultados en esta materia son los escandinavos y los tres primeros lugares de la lista los ocupan Suecia, Noruega y Finlandia. Seis de los diez países mejor ubicados son europeos y España se sitúa en el décimo lugar. En Iberoamérica, tampoco sin sorpresa, el primer lugar lo ocupa Cuba (22), seguido por Colombia (24), Costa Rica (28) y Argentina (33). El índice, enfatizan sus conceptores, no valora la magnitud de los recursos políticos, económicos y sociales, sino su distribución entre hombres y mujeres. Así, un país rico no es necesariamente un país igualitario, como lo prueban las mediocres posiciones de Estados Unidos (31) y de Suiza (42), para no hablar de Arabia Saudí y de los Emiratos Árabes. Así también, la sorpresa corre por cuenta de un país asiático relativamente pobre, Filipinas, sexto en la lista.
Parece incontestable que a partir del siglo XX las mujeres han ido consiguiendo avances significativos en materia de igualdad entre los sexos. Pero la brecha es enorme y la desigualdad resiste y se camufla. Además, la modernidad se entrevera con los arcaísmos y el resultado puede ser devastador. Asia muestra hoy una desigualdad demográfica considerable que se traduce en el hecho que la población masculina supera en más de cien millones a la femenina. ¿Como se explica este desajuste? La política del hijo único en China y la tradición del pago de la dote a cargo de la familia de la mujer, en India, mezcladas con el acceso a la técnica médica de la ecografría, que permite conocer el sexo del feto, han disparado el feticidio y el infanticidio activo y pasivo a estos extremos. Las consecuencias de esta rareza demográfica son, por cierto, difíciles de prever pero, por lo pronto, endurecen aún más las difíciles condiciones de vida de hombres y mujeres.
En Occidente, la discriminación en materia laboral parece ejercerse en el presente menos en contra de las mujeres en tanto que tales y más sobre las mujeres en tanto que madres. Los estudios muestran que en ciertos ámbitos en Europa, las mujeres jóvenes sobresalen al punto que esto se traduce incluso en mejores remuneraciones para ellas. Mientras se mantienen solteras o sin hijos, eso sí. Una vez que la maternidad llama a la puerta, la curva se invierte y las mujeres acusan pérdidas en materia de responsabilidades y de ingresos, lo que explicaría en parte porqué la tasa de natalidad en la mayoría de los países europeos es negativa y justifica una vez más (como si hiciera falta) la inmigración.
El presidente del gobierno autónomo vasco, Juan José Ibarretxe (quien suele comenzar sus discursos en el extranjero con aquella memez que dice que los vascos serían uno de los pueblos más antiguos de la tierra, como si sobre ésta coexistiesen los pueblos bebés y los pueblos adultos mayores), recordó esta semana una verdad que por ser tan evidente suele pasar desapercibida, y es que los hombres tienen mucho que ganar apoyando la igualación entre los sexos, porque tienen una esperanza de vida menor que la de las mujeres, son las principales víctimas de todo tipo de accidentes y componen el grueso de la población carcelaria.
15 de noviembre de 2007 PDF