Canalblog
Editer l'article Suivre ce blog Administration + Créer mon blog
Publicité
Camino de Santiago
7 février 2008

La sonrisa de la Mona Lesa

La televisión es nuestra Mona Lesa contemporánea, nuestro tercer hemisferio cerebral, una jaula en busca de su pájaro.

Mona_lesa

Para salvar a la civilización en peligro, alguien debe robar la sonrisa de la Mona Lisa. Esa sonrisa que es a la vez misterio en estado puro y puro efecto óptico, maestría de artista e ilusión de prestidigitador. Todo esto ocurre en un relato de Ray Bradbury, otro prestidigitador.

El enigma de ese rostro dura ya quinientos años. ¿Quién era Gioconda, la sonriente, la retratada por Da Vinci? ¿El propio Leonardo, su amante platónico o carnal, María Magdalena encinta, Juan Bautista travestido? Quienquiera que haya sido, su magnetismo es de talla, al punto que cuando, hace un siglo, el cuadro fue robado, el flujo de visitantes no se detuvo en el Louvre y eran muchos los que se acercaban a echarle un vistazo al hueco blanco sobre fondo blanco dejado en el muro por el cuadro ausente.

La última novela en tres entregas de Javier Marías se llama Tu rostro mañana, en referencia a la capacidad que algunos tienen y pocos ejercen de leer en la cara de la gente el futuro, de interpretar a las personas intentando averiguar cuál será su rostro mañana cuando arda Troya o salte la liebre. Tal vez así sea y todo esté escrito entre los pliegues de la sonrisa y el puchero del miedo.

Cuál sería entonces la imagen que habría que robar hoy para llevarse consigo la cara de este tiempo e interpretarla. Una imagen enmarcada, como las de Da Vinci, pero animada, ciertamente una imagen tomada de la televisión, nuestra Mona Lesa contemporánea, nuestro tercer hemisferio cerebral, como la llama Maturana.

La imagen que tenemos enfrente, en la terraza del café, la componen cuatro personas reunidas en torno a la pantalla de un computador portátil. (Gracias a la conexión sin cable, las terrazas se han ido convirtiendo en cibercafés al aire libre, en oficinas sin ventanas). La pantalla muestra una imagen, tomada seguramente de Youtube, ese mercado persa: Un corredor de fondo cae frente a un cartel que avisa que sólo faltan cien metros para llegar a la meta. El hombre intenta levantarse para continuar corriendo pero no puede, las piernas lo abandonan. En su rostro se mezclan la incertidumbre y la determinación. Pasan por su lado otros corredores camino de la meta y él intenta ponerse de pie y seguirlos, pero cae otra vez. Ese será nuestro rostro mañana, a la hora de la caída, y ese será el rostro de quienes lo aparten o lo acerquen.

En La caída, un hombre promete no volver a atravesar jamás un puente durante la noche. Albert Camus, su autor, murió al año siguiente de la publicación de ese libro en un accidente carretero. Poco tiempo antes había afirmado que no hay nada más absurdo que morir de esa manera. En un tramo del camino entre Santiago y Valparaíso se produce un choque. Trescientos metros más adelante ocurre un segundo accidente y trescientos metros más allá un tercero. El absurdo funciona como una onda expansiva, como una piedra que cae al agua. Se trata seguramente de un fenómeno a la vez físico y metafísico. Y periodístico: los accidentes y las tragedias monopolizan el flujo de las noticias y los comentarios, en la prensa, en las pantallas, en las terrazas de los cafés, en los hogares.

Para despejar la cabeza de tanta desventura, en horario estelar la Mona Lesa se vuelve alegre, se giocondiza (Gioconda significa jocosa, jocunda). Alguien la enciende y asoma un hombre alegre cantando en modo karaoké un puñado de canciones archiconocidas. La imagen parece nueva (el peinadillo del aspirante a cantante, el corte de su camisa), pero lo cierto es que la novedad es un efecto óptico porque la imagen está tomada de un viejo calducho escolar. Hay uno de nosotros delante intentando hacer un número, una gracia, y el resto, desde la platea, la sala o el set, aplaudimos o pifiamos. La Mona Lesa asegura la presencia de un número creciente de pajaritos nuevos (y de un número invariable de pajarotes viejos) cuyas caras interpretamos a la rápida. En ellas vemos chunchos y bandurrias, perdicitas y jotes. La tele es una jaula en busca de su pájaro, habría dicho el señor K.

Dejamos a la Mona Lesa dormida. O encendida, pero muda. Con el rumor de la ciudad ya tenemos bastante. A la distancia, la Gioconda sonríe. Y seguirá sonriendo el día de la caída.

La Nación, 7 de febrero de 2008

Publicité
Publicité
Commentaires
A
En relación a la distinción entre guerras y batallas: tengo la incómoda sensación de que algunos las hemos perdido todas y que otros las han ganado idem. <br /> <br /> Lavín es de los que ganan cuando pierden o, como los gatos,de los que caen siempre con las cuatro patas.<br /> <br /> Los vietnamitas son chiquititos, son chiquititos así....pero en con una alta capacidad para superar todas las contradicciones y las paradojas. Miles de años de historia los avalan. No se confíe, Maese, le ganaron una batalla al imperio y ahora junto con toda Asia le quieren ganar la guerra. Algunos dicen que tienen bastantes posiblidades.<br /> <br /> http://www.elpais.com/articulo/opinion/positiva/ascension/Asia/elpepiopi/20080213elpepiopi_13/Tes
Répondre
J
Así es la cosa, Doc. Tal vez Chile sea el Vietnam del Pacìfico sur, con la pequeña diferencia que en Chile los gringos ganaron la guerra en media hora, mientras que en Vietnam la perdieron. Supongo que perdieron la batalla y no la guerra, pero en fin algo perdieron.<br /> <br /> En cuanto a los Lavines y sus alevines, parriano como soy no puedo dejar de acordarme de una portada del Mercurio mostrando el abrazo entre Lavìn y Fidel en Cuba, debajo del cual Nicanor no tuvo màs remedio que escribir: La izquierda y la derecha unida, etcètera.
Répondre
D
qué buen articulo de coincidencias!! Yo desde Hanoi me enteré por el mercurio internet que Lavin andaba por aca hace poco (kchense lo cara dura!). Ese si es un rostro de mona lesa para esta época. Recién re-vi uno de los docu. de patricio Guzman en video. Hace poco lei el articulo que le publicaron en ese diario a Lavin (hablaba de la estatua a Lenin que hay aca..kchense las patitas del hueon!!). Toda esta serie de hechos (como onda expansiva) me hacen pensar en esos rostros que simbolizan el sueño robado; lo que nunca vivi porque aun no nacia y que me impusieron como paginas de un libro de historia mal enseñada. Pienso en esos rostros y si me inspiran rabia, pero a la vez pena, la pena por esas Monas Lesas.<br /> Qué de contradicciones ando trayendo!
Répondre
Camino de Santiago
Publicité
Sobre el nombre de este blog
Derniers commentaires
Publicité