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Camino de Santiago
29 février 2008

O compositor me disse

O compositor me disse
Que eu cantasse distraidamente
Essa canção
Que eu cantasse como se o vento
Soprasse pela boca
Vindo do pulmão.

E que eu ficasse ao lado
Pra escutar o vento
Jogando as palavras
Pelo ar.

O compositor me disse
Que eu cantasse ligado no vento
Sem ligar
Pras coisas que ele quis dizer.

Que eu não pensasse em mim
Nem em você
Que eu cantasse distraidamente
Como bate o coração
E que eu parasse aqui
Assim.

Gilberto Gil

Gil

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28 février 2008

Ah, la vache!

Cuánta vaca suelta corneando fuera de la medialuna...

Cow
Warhol

 

Las vacas patagónicas pueden irse preparando, los suizos vendrán por ellas. Lo cuenta el diario Les Temps, de Ginebra: en 1930, una docena de ejemplares de la robusta vaca manchada de Friburgo cruzaron el océano hasta Punta Arenas, donde desembarcaron de la mano del cónsul suizo de la ciudad y fueron a dar a los establos de los colonos para engordar y multiplicarse. Sus hermanas helvéticas, en cambio, de ser el orgullo y el emblema del cantón de Friburgo, fueron menguando hasta ser remplazadas por un tipo vacuno más vigoroso, más carnudo, más lechero, la Holstein canadiense. En 1975, el último toro de raza friburguesa acabó en el matadero. Y ahora que los ganaderos suizos descubrieron que la vaca friburguesa se mantiene más o menos intacta en la Patagonia, es probable que inicien el trámite para llevarla e intenten reimplantarla en el paisaje alpino.

Esta historia recuerda otra similar, eso sí de otro signo. Cuando la epidemia de las vacas locas arreciaba en Europa, hace unos diez años, se dictó un embargo contra la carne suiza y, en particular, contra un famoso producto helvético, la deliciosa viande des Grisons. Los empresarios suizos develaron entonces un secreto que se tenían bien guardado: su producto estaba libre del mal porque en su fabricación utilizaban carne… argentina. No era la primera vez que el Cono Sur funcionaba como reserva biológica. Famoso es el caso de las cepas bordelesas preservadas de la peste de la filoxera, a fines del siglo XIX, y reimplantadas después en Francia, gracias a la cortina natural que conforman los Andes y el Pacífico.

La cordillera y el mar preservan de los males biológicos, pero no de los humanos. De Gilberte Van Erpe, por ejemplo, la señora Gil, la estafadora de los quesitos, quien ha sacado varias veces las alegres cuentas de la lechera frente a campesinos europeos y sudamericanos y a todos ha desplumado. En el caso chileno, la estafadora internacional consiguió esquilmar a más de quinientas personas, entre Coltauco y Peumo, entre las cuales se cuenta el propio alcalde peumino.

Es difícil comprender cómo una maniobra tan burda como la de la venta piramidal puede prender una y otra vez en el espíritu de la gente. La idea de que todos pueden ganar al mismo tiempo es una vulgar monserga, porque, en los hechos, la famosa pirámide hace que unos ganen lo que otros pierden. Que unos ganen mucho porque muchos pierden un poco. ¿Cuánto tiempo pasa la buena gente hablando con los vecinos o viendo la tele, sin que nadie se tome la molestia de enseñarles a precaverse de la gruesa, de la gordísima manipulación de una estafa como ésta de los quesos? Gilberte Van Erpe ya había estafado antes a belgas y peruanos y por ello había sido condenada y remisa y, sin embargo, no encontró obstáculo alguno para volver hacer la gracia en Chile. La semana pasada fue finalmente arrestada (maneada, habría que decir) en Marsella.

Ah, la vache!, dirían en su lengua sus víctimas. Cuánta vaca suelta corneando fuera de la medialuna.

Otro que tropezó con una vaca y metió el zapato en la torta (se casó con la hija del Rey, decíamos cuando niños) fue el presidente francés, Nicolás Sarkozy, quien llegó este sábado 23 de febrero, apurado y ufano como siempre, al Salón de la agricultura, en París, repartiendo sonrisitas y apretones de mano a diestra y siniestra. Entre dos vacas de exposición, se dio de bruces con un visitante de tronío. 'No me toques, que me ensucias’, le espetó éste. Casse-toi alors, pauvre con, respondió el enervado Sarkozy. El País tradujo así el exabrupto presidencial: 'Pírate, pobre gilipollas'. En 'argentino' sería 'Rajá, perro', y en buen 'chileno': 'Córrete, pobre huevón'.

Torpe reacción la de Sarkozy. Burda, comparada con la fina ironía contenida en la respuesta de Charles De Gaulle a un manifestante que le gritó en su día: Mort aux cons (Muerte a los carajos).

'Vasto programa', le respondió De Gaulle.

logocl 28 de febrero de 2008 PDF

25 février 2008

Casse-toi, pauvre con

Sarkozy

I
ntercambio de amabilidades entre un visitante al Salón de la agricultura y Sarkozy, este sábado 23 de febrero en París. Repartiendo sonrisas y apretones de mano a diesta y siniestra, Sarkozy se encuentra con un visitante que no está disponible para ese juego. 'Ne me touches pas, tu me salis' (No me toques, me ensucias), le dice el visitante. 'Casse-toi alors, pauvre con', responde Su Excelencia. El País traduce: 'Pírate, pobre gilipollas'. En 'argentino' sería algo así como 'Rajá, perro'. Y en buen 'chileno': 'Sal de ahí, pobre huevón'.

Hervé Le Teillier escribe hoy en Le Monde: 'Je n'ai pas mauvais esprit, mais depuis quelques jours, quand on tape dans un moteur de recherche Casse-toi, pauvre con !, on arrive sur Nicolas Sarkozy' (No soy malpensado pero desde hace unos días, cuando escribo en un motor de búsqueda 'Casse-toi, pauvre con', caigo sobre Nicolás Sarkozy'). Un lector, por su parte, compara la burda reacción de Sarkozy con la fina ironía contenida en la respuesta de De Gaulle a un manifestante que le gritó: 'Mort aux cons' (Muerte a los carajos). 'Vaste programme', le respondió De Gaulle.

Otro lector afirma que los franceses no eligieron un Presidente de la república sino un tema de conversación. Y le entregaron la llave de la bomba atómica.

Ver el video >

_____________

La contra de hoy

Jean Clair: 'El arte de hoy es banal como la vida misma que llevamos'.

Juan Claro: 'L'art d'aujourd'hui est aussi banal que la vie qui nous menons'.

23 février 2008

¿Quién? ...El puquén

Puqu_nfotodelaFuente

El puquén está a unos doscientos kilómetros al norte de Santiago, a unos cien de Valparaíso. Islotes y peñascos se suceden a lo largo de la accidentada costa y por ellos trepan los lobos de mar. Esperan la ola, la buena ola que los deposite entre las rocas. Y otro tanto hacen para echarse al mar. Cuando salen del agua están oscuros. Al cabo de una media hora al sol se han secado y se ponen rubios. A lo lejos, parecen limacos reptando por una piedra de jardín. Pero son lobos oceánicos y abren el hocico para vocear y dejar su grito retumbando entre los farallones. Desde el lado marino vuelan pelícanos, gaviotas y patos cormoranes. Desde el lado terrestre incursionan jotes, carroñeros de menor monta que los cóndores, con la cabeza colorada, la cresta insignificante y el renegrido plumaje. Los cochayuyos parecen melenas de sirena. Por un forado natural entre las rocas sube la ola con mucho ruido y espumarajos. Es el puquén. Durante la marea alta, un pavo puede perder unas cuantas plumas.

22 février 2008

De qué se trata

Maric_n

Esta foto la tomó Miguel Ángel Larrea, con su teléfono celular. Se trata de una pegatina sobre un letrero callejero, al pie del cerro Santa Lucía en el centro de Santiago. Frente a ella, caben tres interpretaciones:
1. Se trata de una acumulación de insultos.
2. Se trata de una acumulación de elogios.
3. Se trata de una descripción objetiva y desapasionada.
4. Se trata de huevear un rato.

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21 février 2008

Abrazos gratis

El culto a la diosa Teta perpetúa el poder de las elites y dispara las alegres cuentas de los magnates audiovisuales.

Mochica_erotica

Parece que en la lengua japonesa no había ninguna palabra que cabalmente significase ‘amor’. La modernidad puso pronto remedio a ese desarreglo y ahora amor en japonés se dice ‘love’. Es decir que los nipones se dispusieron a hablar de amor después de Hiroshima.

Más o menos esto es lo que cuenta Sánchez Dragó en la presentación de ‘Samurai’, una novela de Hisako Matsubara ambientada en el Japón de hace cien años. No es inocente que Matsubara, a pesar de haber nacido en Kioto, haya escrito esta historia de amor en alemán, la lengua del romanticismo. En japonés resultaría poco menos que imposible hacerlo. Otras fuentes afirman, sin embargo, que ‘amor’ se dice en japonés ‘ay’, lo que es igualmente elocuente. Con todo, parece claro que el amor, tal como lo entendemos nosotros, es un sentimiento occidental y moderno. El reconcomio  erótico y la pulsión sexual podrán ser universales pero la manera cómo son traducidos o conjugados ‘cambea y varea’ según los lugares y las épocas.

Se nos viene este asunto a la cabeza viendo la estupenda exposición ‘Sexo y poder en la sociedad moche’ en el Museo de arte precolombino de Santiago. Un centenar de estatuillas y vasijas de cerámica muestran que las prácticas sexuales de los moches, que habitaron la costa norte de Perú hace mil años, no difieren mucho morfológicamente de las nuestras (es verdad que en esta materia el margen de variación es estrecho) pero, si hemos de creerles a los antropólogos, los moches vivían y se representaban la coyunda de muy diferente manera a cómo la vemos y vivimos aquí y ahora.

Los antropólogos del futuro dirán tal vez que el amor y el sexo fueron para nosotros un potente antidepresivo y un tónico muscular (el corazón es un músculo), en cualquier caso una actividad intensamente asociada al bienestar corporal y anímico (o a su ausencia), al equilibrio personal, no lejos de lo que pueden representar el deporte y las aficiones, la capoeira, el feng-shui y la gimnasia sueca.

Entre los moche, en cambio, el sexo era una puerta entreabierta entre mundos contiguos pero dispares, el de los vivos y el de los muertos, el de los hombres y el de las mujeres, un campo de batalla entre las edades, los estratos sociales, los gobernantes y los gobernados, los aliados y los enemigos. Steve Bourget, el arqueólogo canadiense que ha estudiado en todas sus junturas la sociedad mochica, pretende que la muerte de un mandatario daba lugar a toda una serie de cópulas rituales y afirma que, careciendo de escritura, los moche consagraban su elaborada cultura visual a la perpetuación de la autoridad política.

Transpuesta a Santiago de Chile, esta afirmación significaría que el culto a la diosa Teta, tan en boga hoy en día, perpetúa el poder de las elites y dispara las alegres cuentas de los magnates audiovisuales. Bien visto, tal vez los chilenos del 2008 no somos tan diferentes de cómo fueron ayer los moches.

A dos pasos del Museo precolombino, en la mera esquina de Huérfanos con Ahumada, un grupo de muchachos ofrecen ‘Abrazos gratis’. Será porque se festeja ese día a San Valentín, patrono los enamorados. Antes, el 14 de febrero sólo se conmemoraba la defunción de la oveja Dolly y el cumpleaños de mi tío Pepe pero, de un tiempo a esta parte, más o menos desde la guerra del Golfo, se celebra el día de los enamorados y en las calles se venden flores de terciopelo y se regalan abrazos.

Mi tío Pepe justamente se pone a la fila de los abrazos y le pregunta a un voluntario el porqué de los estrujones. La respuesta del muchacho es impecable: ‘Porque hace falta’. Pepe le pregunta entonces qué los reúne y la respuesta, esta vez, es más flojita: ‘La vida’. Ya, pero ¿cómo se pusieron de acuerdo para encontrarse en el centro?, insiste mi tío. ‘A través de internet’, responde el muchacho. ‘Ni siquiera nos conocemos entre nosotros’.

La última palabra en esta delicada materia la pone un músico callejero que pasa cantando y pasando el sombrero: ‘Amor, amor, amor, amor por siempre amor (algo para la música)’.

logocl21 de febrero de 2008 PDF

PS/ Otros casos, mejor conseguidos, 1,

20 février 2008

Excedentes

Estoy de regreso en Bélgica, pero entiendo que este detalle a los cubanos los deje indiferentes. En el viaje de regreso,  la nieve de los Andes parecía 'cuarteada' por el sol. La nieve de los Alpes, en cambio, estaba fresca. En ambos casos el resultado era más o menos éste >. Hice un alto en Zúrich, me compré el diario y lo leí de corrido. No sé si por efecto del cansancio del viaje y las pocas horas de sueño, el diario me pareció desabrido. No el contenido de las noticias, sino el punto de vista de los reportajes, el tono de las columnas de opinión. Las plumas más ligeras parecían pesadas, repetitivas. Se adivinaba la mano de los relaciones públicas por aquí y por allá.

Croix_byzantine

Hoy en cambio, el diario belga rebalsa de sorpresas. Unos maleantes robaron, a punta de mazazos, el tesoro de la Catedral de Tournai, una cruz bizantina inestimable ornada de piedras preciosas, y varias otras piezas. La cruz fue parte del botín del saqueo a Constantinopla a manos de los cruzados, y salía en procesión cada año en el mes de septiembre. Por otra parte, el abogado Victor Hissel, defensor de las familias de las víctimas en el caso Dutroux, notorio y severo antipedófilo, ha sido inculpado como presunto consumidor de pedopornografía. También cuenta el diario que el orondo Mao habría ofrecido al repugnante Kissinger, en el horrible año de 1973, exportar miles de mujeres chinas a Norteamérica. 'Somos un país pobre y las mujeres son nuestro único excedente', habría dicho Tse-Tung. La última página cuenta que la piscina más grande del mundo se encuentra en Chile. La noticia me ha llenado de orgullo y cubierto de ridículo.

14 février 2008

Copihues y coliformes

Al ritmo que van los incendios forestales, quien quiera ver de cerca un copihue tendrá que ir hasta la parroquia de Concón.

PDF

Amanece en Concón. Asoma la aurora de rosados dedos, como la llamó el poeta ciego. A esa hora temprana, sin embargo, la luz que viene desde la cordillera no es rosada ni celeste sino blanca. Sobre la mar se ven dos botes con pescadores y por la bahía van y vienen incontables pájaros, pelícanos, gaviotas y patos cormoranes. Es febrero y el mar y el cielo se van haciendo azules. Será un día de sol, un alegre día de verano. Como escribió Sánchez Ferlosio, todas las alegrías serán como el cielo azul.

Pero una mancha oscura viene a ensombrecer el cuadro. Un colector de la red de alcantarillado se ha saturado, las aguas servidas inundan unas cuantas casas y van a dar a la mar, donde flota ahora una enorme mancha de mierda (la prensa la llama coliformes fecales).

Los primeros bañistas llegados a la playa son advertidos de que deben ir a bañarse a otro lado si no quieren quedar como el chinito del chiste. El alcalde de la comuna se persona e interpela a la Empresa Sanitaria de Valparaíso, responsable del mantenimiento de la red de alcantarillado. Esval, por su parte, culpa a terceros y deja el problema en manos de las corrientes marinas.

A pesar de la mancha viscosa, por la tarde la Playa Amarilla está negra de gente. De pronto, todos a una los bañistas comienzan a aplaudir y no se trata de la elección de Miss Playa. Pasa que se le ha perdido un niño a su madre y la playa entera colabora en la búsqueda del menor perdido aplaudiendo. Mientras no aparezca, el aplauso no cesa. Batir palmas es la manera de alertar e incorporar a la búsqueda a todos los bañistas.

Ahí está, alguien lo ha visto, es ese niño asustado con traje de baño amarillo. El salvavidas hace sonar triunfantemente el pito y la playa estalla en un sonoro vítor. Han sido sólo tres o cuatro minutos de búsqueda, pero le habrán parecido eternos a la madre de la criatura.

Ignoro quién ideó tan estupendo y, por lo visto, eficaz dispositivo que permite a la gente darse como un solo cuerpo a la vieja tarea de velar por los niños, por los propios y por los ajenos. Ver en acción una solución ideada por la gente misma, sin el apoyo de la municipalidad ni el patrocinio de una empresa, sin siquiera el concurso de unos organizadores de eventos o animadores asociativos, tiene algo o mucho de prodigioso. Como prodigiosa será la cara del niño perdido y encontrado.

En Concón, en el patio de la parroquia, se produce el segundo y último prodigio del día en la forma de un copihue de doce pétalos, en contra de los habituales seis con que cuenta normalmente la flor sureña. Se trata de un prodigio franciscano, humilde, comarcal, sin sobredosis de efectos especiales. En el espléndido jardín, fruto de la laboriosidad del párroco, el visitante y el parroquiano pueden contemplar las trenzas de dobles y triples flores. El párroco, Mario Erazo, comparte sus secretos de cultivador y en dos palabras nos pone al tanto de la mejor manera de reproducir el lapageria rosae por mugrón, por almácigo, sobre cómo mantener el pie de la planta a la sombra y cómo proteger su copa del sol.

El fruto del copihue es comestible y sus numerosas pepas, una vez convertidas en plantas, pueden dar a luz flores rojas, blancas o rosadas, independientemente del color de la flor madre. Así es el copihue. Algún día el prodigio irá más lejos y veremos aparecer un copihue de trece pétalos (en rigor, el pétalo del copihue se llama tépalo), el número de la suerte, el número de comensales de la Última Cena. De hecho, el prodigio ya se ha producido en el lenguaje a través de estas líneas. A partir de ahora mismo, cuando alguien con un poco de imaginación introduzca la asociación de palabras 'copihue de trece pétalos' a los motores de búsqueda, éstos tendrán un primer documento que ofrecer: éste.

Y al ritmo que van los incendios forestales, quien quiera el día de mañana ver de cerca un copihue tendrá que venir hasta la parroquia de Concón.


logocl 14 de febrero de 2008 PDF

7 février 2008

La sonrisa de la Mona Lesa

La televisión es nuestra Mona Lesa contemporánea, nuestro tercer hemisferio cerebral, una jaula en busca de su pájaro.

Mona_lesa

Para salvar a la civilización en peligro, alguien debe robar la sonrisa de la Mona Lisa. Esa sonrisa que es a la vez misterio en estado puro y puro efecto óptico, maestría de artista e ilusión de prestidigitador. Todo esto ocurre en un relato de Ray Bradbury, otro prestidigitador.

El enigma de ese rostro dura ya quinientos años. ¿Quién era Gioconda, la sonriente, la retratada por Da Vinci? ¿El propio Leonardo, su amante platónico o carnal, María Magdalena encinta, Juan Bautista travestido? Quienquiera que haya sido, su magnetismo es de talla, al punto que cuando, hace un siglo, el cuadro fue robado, el flujo de visitantes no se detuvo en el Louvre y eran muchos los que se acercaban a echarle un vistazo al hueco blanco sobre fondo blanco dejado en el muro por el cuadro ausente.

La última novela en tres entregas de Javier Marías se llama Tu rostro mañana, en referencia a la capacidad que algunos tienen y pocos ejercen de leer en la cara de la gente el futuro, de interpretar a las personas intentando averiguar cuál será su rostro mañana cuando arda Troya o salte la liebre. Tal vez así sea y todo esté escrito entre los pliegues de la sonrisa y el puchero del miedo.

Cuál sería entonces la imagen que habría que robar hoy para llevarse consigo la cara de este tiempo e interpretarla. Una imagen enmarcada, como las de Da Vinci, pero animada, ciertamente una imagen tomada de la televisión, nuestra Mona Lesa contemporánea, nuestro tercer hemisferio cerebral, como la llama Maturana.

La imagen que tenemos enfrente, en la terraza del café, la componen cuatro personas reunidas en torno a la pantalla de un computador portátil. (Gracias a la conexión sin cable, las terrazas se han ido convirtiendo en cibercafés al aire libre, en oficinas sin ventanas). La pantalla muestra una imagen, tomada seguramente de Youtube, ese mercado persa: Un corredor de fondo cae frente a un cartel que avisa que sólo faltan cien metros para llegar a la meta. El hombre intenta levantarse para continuar corriendo pero no puede, las piernas lo abandonan. En su rostro se mezclan la incertidumbre y la determinación. Pasan por su lado otros corredores camino de la meta y él intenta ponerse de pie y seguirlos, pero cae otra vez. Ese será nuestro rostro mañana, a la hora de la caída, y ese será el rostro de quienes lo aparten o lo acerquen.

En La caída, un hombre promete no volver a atravesar jamás un puente durante la noche. Albert Camus, su autor, murió al año siguiente de la publicación de ese libro en un accidente carretero. Poco tiempo antes había afirmado que no hay nada más absurdo que morir de esa manera. En un tramo del camino entre Santiago y Valparaíso se produce un choque. Trescientos metros más adelante ocurre un segundo accidente y trescientos metros más allá un tercero. El absurdo funciona como una onda expansiva, como una piedra que cae al agua. Se trata seguramente de un fenómeno a la vez físico y metafísico. Y periodístico: los accidentes y las tragedias monopolizan el flujo de las noticias y los comentarios, en la prensa, en las pantallas, en las terrazas de los cafés, en los hogares.

Para despejar la cabeza de tanta desventura, en horario estelar la Mona Lesa se vuelve alegre, se giocondiza (Gioconda significa jocosa, jocunda). Alguien la enciende y asoma un hombre alegre cantando en modo karaoké un puñado de canciones archiconocidas. La imagen parece nueva (el peinadillo del aspirante a cantante, el corte de su camisa), pero lo cierto es que la novedad es un efecto óptico porque la imagen está tomada de un viejo calducho escolar. Hay uno de nosotros delante intentando hacer un número, una gracia, y el resto, desde la platea, la sala o el set, aplaudimos o pifiamos. La Mona Lesa asegura la presencia de un número creciente de pajaritos nuevos (y de un número invariable de pajarotes viejos) cuyas caras interpretamos a la rápida. En ellas vemos chunchos y bandurrias, perdicitas y jotes. La tele es una jaula en busca de su pájaro, habría dicho el señor K.

Dejamos a la Mona Lesa dormida. O encendida, pero muda. Con el rumor de la ciudad ya tenemos bastante. A la distancia, la Gioconda sonríe. Y seguirá sonriendo el día de la caída.

La Nación, 7 de febrero de 2008

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