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Camino de Santiago
7 août 2008

El chiste más viejo del mundo

Parra

COMO TODO SER vivo, los científicos trabajan duro para salir en el diario. Los últimos en conseguirlo han sido un grupo de investigadores de la Universidad de Wolverhampton, quienes se dedicaron muy seriamente a desempolvar viejos chistes. El más antiguo que encontraron es éste: «Nunca se ha visto a una esposa joven tirarse un pedo sentada sobre las rodillas de su marido». Hace cuatro mil años, los sumerios se desternillaban oyéndolo. «El más viejo del mundo es un chiste flatulento», titularon los diarios británicos.

A propósito de ventosidades, el protagonista de la última novela de Eduardo Mendoza se llama Pomponio Flato, un romano con problemas gástricos a quien el niño Jesús le encarga desentrañar el misterio de un crimen injustamente atribuido a San José, su padre. El romano se encariña con el niño Jesús, lo llama Tito y le da uno que otro coscorrón cuando se tercia. Todo muy cómico. Supongo que incluso el cardenal Medina se desternillaría si se aviniese a leerlo en el seminario.

Los romanos, por su parte, contaban este viejo chiste: «Viajando el emperador Augusto por su reino, se encontró con un hombre muy parecido a él e, intrigado, le preguntó: ¿Sirvió alguna vez tu madre en palacio? No, Alteza, respondió el súbdito, pero mi padre sí». El chiste más viejo del mundo, según Nicanor Parra, es bíblico: «En un comienzo fue el verbo». Luego viene un chiste precolombino, el Descubrimiento de América, y así hasta llegar al bombardeo de La Moneda, que sería un chiste metafísico. Es verdad que la historia puede ser jovial, o jocunda, como la geografía. Un amigo algo disléxico llama Arabia Saudita a su amiga Laurita Sarabia.

El chiste, desde siempre, menoscaba a su manera al poderoso, de tal forma que abundan en la historia los chistes de faraones, reyes, sátrapas, dictadores y otros mamelucos. Claro que algunos mandamases no necesitan ser menoscabados por los chistes de la plebe porque se menoscaban solos contando ellos mismos los chistes. Recuérdese el caso de los llamados martes del almirante Merino, en uno de los cuales el mandamás marítimo llamó a los bolivianos «auquénidos metamorfoseados en humanos». Mezclar torpeza con impunidad puede provocar estragos y no sólo en el hígado. Nuevamente, fue Nicanor Parra quien escribió los mejores chistes de esos años negros y los llamó Chistes para desorientar a la policía: «Bese la bota que lo pisotea, no sea puritano hombre por Dios». El humor es siempre una forma de conquista personal frente a las exigencias de la realidad, una puerta abierta al inconsciente, un serio impacto entre la realidad y la idea que nos hacemos de ella. Ahora bien, los mejores chistes son los no simultáneos. Esos son los imprescindibles, como diría Brecht.

Si bien me río con algunos, confieso que en general desconfío de los chistes. Me pasa así desde el día que un compañero y amigo, en contra de su reputación y para sorpresa de toda la clase, se decidió a contar un chiste en una sesión de calducho escolar. Contó uno bastante malo, todo hay que decirlo. Mientras lo iba contando, el silencio de la clase se iba haciendo más y más espeso. Cuando terminó, la clase estalló en unas risotadas tan estrepitosas como desproporcionadas. No tardó nuestro compañero en entender que no nos reíamos del chiste sino de él. Años más tarde mi amigo se quitó la vida, por cierto que por otras razones. Con todo, cuando supe la triste noticia no pude dejar de acordarme del maldito chiste. Y no me hizo ninguna gracia.

Esto es todo, amigos, como dejó escrito en su epitafio el creador del Conejo de la suerte. Esta columna es la última de una serie que ha durado ya tres largos años. Les agradezco la atención, espero que hayan disfrutado y los tres años hayan pasado volando. No como una ventosidad, como un suspiro.

logocl 7 de agosto de 2008 PDF

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Commentaires
J
A propósito de de los sumerios y de los estragos que causa la estolidez en el hígado, me olvidé de decir que para éstos el órgano del amor no era el corazón sino el hígado. Hay un enredo de órganos y vísceras no sólo en Sumeria: los franceses cuando han comido mucho y mal dicen que les duele el corazón.
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J
Cerrado por fin de temporada, Enrique, a otra cosa mariposa. Otra cosa, por lo pronto, es este concurrido blog.
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E
¡Qué recuerdos de aquellos "calduchos"! Y pensar que estuve hace poco con el rey de esas veladas, ahora un señor muy serio dedicado a los negocios.<br /> ¿Es como un chiste de mal gusto o entendí que ya no sale más tu columna del jueves en La Nación, hasta nuevo aviso?<br /> ¿O colgaste el letrero de "cerrado por vacaciones"? -espero que así sea-
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