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Camino de Santiago
31 août 2008

¿Quién me los robó mientras me dormí?

En la plaza de San Francisco de La Paz, en cuanto salía del hotel me asaltaba una canción que repetía una y otra vez la disquería de enfrente. Muchos años después, subiendo o bajando del autobús en México, escuchaba involuntariamente otra y también se repetía. México recuerda a Bolivia y uno recuerda al otro. Así he ido, oyendo rock licuado toda la vida, folklore en lata, música popular. Así me sé las canciones que el otro olvidó.

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26 août 2008

Aviso

A los caminantes que vienen buscando información sobre sexo en el Camino de Santiago aviso que andan descaminados.

24 août 2008

La exposición

Participo en un encuentro de artistas. Expongo una cornamenta de ciervo en cuyas astas se disponen una ardilla y unos pájaros. Otro expositor muestra un fondo de escenario de madera que un niño activa tocando en algunos puntos para hacer aparecer cabezas e instrumentos. Una mujer joven, aparentemente inglesa, se rebela a gritos contra el despilfarro y la ausencia de creatividad que el encuentro supone (lo organiza una universidad turinesa). ¿Está genuninamente loca o se trata de una 'performance'?

Ciervo2

22 août 2008

Canciones

Las canciones son huellas afectivas, dice Yves Simon. Que son pegadizas, pegajosas, quiere decir, que dejan huella  y reaparecen sin que nadie las llame. Como decía un poema de Gonzalo Millán tantos años atrás: Y como en una mala canción de moda te nombro y te repito.

22 août 2008

Rear Window

Desde la ventana de la habitación puede ver un patio interior donde crecen los árboles que él mismo ha plantado. Antes sólo andaba por ahí entre árboles y arbustos y escuchaba las voces de las conversaciones de los vecinos, la madre con su hija pequeña, los niños que juegan, el perro, el gato, una pareja mayor. Ahora, desde la ventana de la habitación no sólo puede oírlos y reconocerlos a través de esas voces y esos ruidos, sino verlos. Y son, más o menos, como los imaginaba, sin tratar de imaginarlos, como los veía inevitablemente al oír sus voces. Ahora sus rostros precisan esas imágenes inciertas. Se trata de una sensación similar a la del lector cuando se enfrenta a las imágenes de la adaptación al cine del libro leído antes. Por fortuna, estas nuevas imágenes del patio interior no tienen esa fuerza impositiva de la pantalla. En el patio también hay árboles y algo de distancia. Y, en los buenos días, pájaros.

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21 août 2008

Barajas

Ayer, al momento de separarnos en Zaventem, tanta prisa parecía tener Daniel por dejar Bélgica y llegar a Madrid, que casi se olvida de hacer el gesto de complicidad de las despedidas. Pero no, cuando ya salía de mi campo visual, se volvió, como siempre. Durante los largos minutos que separaron la noticia del accidente de Barajas y su mensaje avisando que su avión había aterrizado a la misma hora y en la misma pista que el avión accidentado, ese gesto estuvo conmigo.

La vida es ahora, como dice el catálogo de Ikea.

19 août 2008

1500

El 1500 es la auténtica emoción del atletismo. Por debajo de 800, la cinta corre demasiado rápido y, por encima de 3000, demasiado lentamente. El 1500 es la medida exacta para que se despliegue la velocidad y la inteligencia.

17 août 2008

Se ruega no quitarse el sombrero

Sombreros

Se ruega al público no quitarse el sombrero
Para mayor comodidad de los pasajeros

Estos alejandrinos los encontró mi hermana en un edificio de la calle Bandera, en Santiago de Chile. Hay un lugar donde quitarse el sombrero incomoda a los pasajeros.

15 août 2008

Halterofilia y otras perversiones

Muy bien está que las autoridades olímpicas combatan la trampa. Peor está que la admitan allí donde la cometen a gran escala (tautología; todo en el Olimpo es a gran escala) los organizadores. (No somos competentes en esa materia, dirán, ya lo sé). Así, el tandem de niñas que emocionó al mundo: una cantaba y escondía la carita, la otra la ponía por bonita. Así también los niños que representaron, en la misma ceremonia, a las 56 etnias que componen la China resultaron pertenecer todos a la etnia han.

14 août 2008

Postal de la Gare du Nord

Gare du Nord de Bruselas, salida hacia la Aarschotstraat. Olor a aceite rancio de los restaurantes populares. En el suelo, un sinnúmero de bolitas verdes relucientes. Las palomas aterrizan y se disponen a picotear de ese maná. Se alejan sin embargo. Son arvejas congeladas caídas de un saco roto.

12 août 2008

Los juejuegos de la gueguerra

En paralelo y en simultáneo se nos ofrecen la guerra, los Juegos olímpicos y sus respectivas ceremonias. Debe de estar muy mal entrenado el joven atleta georgiano Saakashvili (tan prometedor que parecía a los ojos de los aficionados) y probablemente dopado por alguna sustancia desconocida para las instancias de control, o tal vez secretada por esas propias instancias, para desencadenar, al supuesto abrigo de la cobertura de los Juegos, el ataque sobre Osetia del que ha salido también trasquilado de Abjazia. Le ha dado una oportunidad de oro para lucir sus medallas al musculoso Putin, quien la estaba requiriendo.

12 août 2008

La decepción de la Bruni

La sala de espera del fisioterapeuta es exigua. Una silla y una mesilla apenas. Sobre la mesilla se encuentra un único periódico, Le Canard enchaîné. La espera suele ser brevísima, de manera que intento llegar cinco minutos antes para alcanzar a leer el Journal de Carla B. Donde me complazgo en saber que las decepciones francesas se acumulan en Pekín: Carla no ha sido seleccionada para el lanzamiento del disco. También, de la doble decepción de la Bruni cuando se entera de que no es la única 'première' que canta.

10 août 2008

Cubierto y con lluvia

La guerra y las Olimpíadas tienen una magnitud cuyo mérito es dejarlo sumido a uno en su pequeñez. La mía está encerrada, además, en un domingo cubierto y con lluvia, el último de las vacaciones. Mucha gente en la piscina. Los veraneantes están regresando y muchos de ellos se habrán hecho el propósito de prolongar el ejercicio veraniego yendo a nadar. A mi calle ha llegado una familia española, vía un intercambio de casas. He visto que se había quedado su puerta abierta y he querido avisar. Se han asomado Antonio y Belén, muy jóvenes, y hemos hablado. Por otra parte, pinto una habitación. Sin gafas la primera mano, con gafas las terminaciones. En El País y en el blog de al lado se hace cuestión de la lista de diez libros que han cambiado vidas. Pongo estos cuatro, sólo para no ser menos:

1. Silabario hispanoamericano, de Adrián Dufflocq Galdames
2. Yo viví con los jíbaros, cazadores y reductores de cabezas, de Eduardo Barros Prado
3. Satiricón, de Petronio
4. Obra gruesa, de Nicanor Parra

10 août 2008

El hijo del manco

El abrazo partido cuenta la historia de un muchacho judío argentino, Ariel, y de su rencuentro con su padre que regresa a Buenos Aires desde Israel, Elías. Está bien, de la mitad adelante. La primera parte es un compendio de todos los clichés sobre la emigración en Argentina. Sólo cuando asoma físicamente Elías, el padre, la película alcanza lo que  parece buscar. Elías vuelve a Buenos Aires manco. Por eso el nombre del filme. En un momento, un rabino suelta una frase tendenciosa pero cierta: Sólo puede disfrutar de la alegría de los nietos quien no haya matado antes a sus hijos.

Esta impresión sobre un filme visto en un formato casero inaugura una nueva categoría en este concurrido blog: Nombres de películas. Buscando el reclamo del Abrazo, me entero de que Daniel Burman, su autor, ha filmado otra película, cuyo nombre, al menos, está  bien: Todas las azafatas van al cielo. El Abrazo, en la versión francesa, se llama El hijo de Elías. Mejor estaría que se llamase El hijo del manco.

10 août 2008

Ramiro, el inocente

Jorge Bravo me manda este chiste. Está bueno, tiene estructura, ritmo, desenlace. Dice mucho también sobre cómo es y qué hace reír a la gente hoy en Chile. Nótese la importancia de las marcas. Conducen en Ford Explorer, fuman Kool Light, van a bailar a la 49', y al viejo cuidador de autos, antes llamado Dele-dele, ahora lo llaman valet parking. A mi tío Pepe se le moverán las ternillas.

Alejandra: Ramiro, ¡te olvidas otra vez!
Ramiro: ¿De qué Alejandra?
A: ¡Hoy cumplimos cinco años de casados!
R: Pero querida, ¿cómo me voy a olvidar de eso?
A: Quiero que me lleves a ver un buen espectáculo y a bailar.
R: Justamente, ¡eso era lo que tenía planeado!
A: Bueno, quiero que me lleves a la 49'.
R: ¿Qué? ¿Estás loca? ¡Eso es un nigth club!
A: Ramiro, quiero que me lleves ahí y punto.

Y van....
Apenas llegan, el valet parking dice:
-Buenas noches, ¿cómo le va caballero? ¡Qué bueno verlo otra vez!

La mujer salta sorprendida:
A: ¿Qué dice éste? 'Qué bueno verte otra vez'... ¿Acaso has venido antes a este sitio?
R: ¿Yo? Pero, ¿estás loca? Le dicen a todos lo mismo... Estos lugares son así...

Llegan donde el portero:
-Señor Murillo... ¡qué gusto!
-A: Te dijo 'señor Murillo'... ¡Te conoce!
-R: ¿Ehhh? Y cómo no me va a conocer, si este tipo trabaja en el edificio de mi oficina, es el electricista.

Ya dentro, los recibe Alex, el gerente: ¿Cómo está, licenciado Murillo? La mejor mesa como siempre, ¿verdad?
A: ¿Éste también es electricista en tu oficina? Te voy a matar...
R: No, no, este señor es el que me vendió la Ford Explorer que te compré.
A: Ramiro, me estás...

En ese momento aparece la vendedora de cigarrillos:
-¡Mi Reeeeeey! ¿Te doy tu Kool Light?... La cigarrera se pone el habano entre los pechos:
¡Méteme la manita, mi amor, y saca tu habano, méteme la manita y saca tu habanito, como te gusta!

Alejandra está a punto de matar a su marido, cuando se apagan las luces. Ramiro y su mujer se sientan y empieza el espectáculo. Aparece una mujer sensacional y comienza a hacer strip-tease. Cuando se queda sólo en tanguita, se acerca a la mesa de Ramiro y, cariñosísima, le pregunta a toda la concurrencia:
-Y ahora, ¿quién me va a sacar la tanguita?
Todos los presentes gritan a coro:
-¡Se vive, se siente, Ramiro con los dientes!
-¡Se vive, se siente, Ramiro con los dientes!

Alejandra no aguanta más, sale corriendo y toma en un taxi. Ramiro la sigue y se mete en el taxi, la mujer empieza a pegarle y trata de arrojarlo fuera.
A: ¡Eres el hijo de puta y cabrón más grande de toda la historia!
Alejandra se saca un zapato e, histérica, comienza a pegarle a Ramiro en la cabeza.

En ésas, el taxista se da la vuelta y exclama:
-¡Mire que hemos llevado putas bien locas, don Ramiro, pero como ésta ninguna!

8 août 2008

Zárate saluda desde la limusina

El loco Zárate era pequeño y escuchimizado, pelirrojo y con una cara cortada con serrucho. El color de su pelo era sospechoso. Hoy todo el mundo se tiñe el pelo pero, en esos años y en ese sitio por donde él aparecía de tarde en tarde, que un hombre se tiñese el pelo era la prueba concluyente de su insania mental.

Zárate iba vestido con traje arrugado y calzaba unos zapatos de otro tiempo. El lugar de sus apariciones era la Facultad de derecho de la Universidad de Chile, situada al borde del río Mapocho y al pie del cerro San Cristóbal, en un punto estratégico de la ciudad de Santiago, allí donde comienza, hacia el poniente, el centro administrativo, y donde terminan, desde el levante, los barrios de los ricos.

Se decía que provenía de una familia de notables, que vivía solo con su madre, que había sido un estudiante estupendo hasta que algo o alguien le había sorbido el seso. Unos atribuían su chaladura al exceso de estudio y otros al exceso de pajas. Como fuese, Zárate se había quedado detenido en una suerte de limbo y convertido en un estudiante eterno, en un ajado impúber.

Aparecía, digo, de tarde en tarde en la facultad y en cuanto llegaba se formaba un corro en torno a él para oír y celebrar alguna de sus desfachateces y comentarla más tarde entre risotadas. La primera vez que me acerqué yo también, me abrió su billetera para enseñarme una foto. Se trataba de un recorte de un envase de refrescos de donde había tomado el retrato de una joven artista. Me dijo, entonces, lleno de orgullo: ‘Es mi novia’.

Si bien sus apariciones eran intermitentes, no se perdía los grandes acontecimientos. En cuanto había una ceremonia que congregaba a un número significativo de notables, allí aparecía Zárate con su cara de pájaro y su terno gastado, y se colaba en las primeras filas para codearse con los mandamases.

En bodas y funerales hacía su agosto. Era muy fotogénico y conseguía aparecer en las fotos protocolares muy bien acompañado. Las carcajadas eran mayúsculas cuando descubríamos, en las páginas de la sección Vida social del diario, las fotos del funeral de una figura de la derecha más carca y a Zárate llevando el ataúd entre sus acongojados hijos y nietos. O en la boda de un prohombre de la progresía. A Zárate no lo detenían las barreras sociales ni las ideológicas. Si había ceremonial, él se frotaba las antenas y caía en picado a libar de esas mieles. La facultad era paso obligado hacia el camposanto, por lo que una mañana estábamos apostados en la acera esperando el paso del cortejo que llevaría al cementerio al presidente del Senado recientemente fallecido. Desde la tercera limusina, detrás del auto de la viuda y el del Presidente de la república, Zárate nos hacía un gesto de reconocimiento.

En esas situaciones protocolares los locos pueden hacer de las suyas en cuanto manejen un poco los códigos al uso. Los genuinos protagonistas de esos rituales podrán dudar de la calidad del personaje pero prefieren guardarse la duda para ellos y no enzarzarse en un ridículo incidente con un dudoso personaje que los cubriría de bochorno. Zárate aprovechaba esos intersticios y se movía como pez en el agua por esas peceras.
 
La metáfora amniótica permite tal vez entender ahora quién era el loco Zárate. Un espermio escapado del útero encolumnado de esa facultad, esa cueva donde se criaban los alevines de la patria. Un espermio que movía el rabo con mayor soltura que los tiburones.

8 août 2008

La extranjera

Habla con dejo de sus mares bárbaros
Con no sé qué algas y no sé qué arenas.
Reza oración a dios sin bulto y peso
Envejecida como si muriera.
En huerto nuestro que nos hizo extraño
Ha puesto cactus y zarpadas hierbas.
Alienta del resuello del desierto
Y ha amado con pasión de que blanquea
Que nunca cuenta y que si nos contase
Sería como el mapa de otra estrella.
Vivirá entre nosotros ochenta años
Pero siempre será como si llega
Hablando lengua que jadea y gime
Y que le entienden sólo bestezuelas.
Y va a morirse en medio de nosotros
En una noche en la que más padezca
Con sólo su destino por almohada
De una muerte callada y extranjera.

Gabriela Mistral

Mistral

Foto de Miguel Toledo

7 août 2008

El chiste más viejo del mundo

Parra

COMO TODO SER vivo, los científicos trabajan duro para salir en el diario. Los últimos en conseguirlo han sido un grupo de investigadores de la Universidad de Wolverhampton, quienes se dedicaron muy seriamente a desempolvar viejos chistes. El más antiguo que encontraron es éste: «Nunca se ha visto a una esposa joven tirarse un pedo sentada sobre las rodillas de su marido». Hace cuatro mil años, los sumerios se desternillaban oyéndolo. «El más viejo del mundo es un chiste flatulento», titularon los diarios británicos.

A propósito de ventosidades, el protagonista de la última novela de Eduardo Mendoza se llama Pomponio Flato, un romano con problemas gástricos a quien el niño Jesús le encarga desentrañar el misterio de un crimen injustamente atribuido a San José, su padre. El romano se encariña con el niño Jesús, lo llama Tito y le da uno que otro coscorrón cuando se tercia. Todo muy cómico. Supongo que incluso el cardenal Medina se desternillaría si se aviniese a leerlo en el seminario.

Los romanos, por su parte, contaban este viejo chiste: «Viajando el emperador Augusto por su reino, se encontró con un hombre muy parecido a él e, intrigado, le preguntó: ¿Sirvió alguna vez tu madre en palacio? No, Alteza, respondió el súbdito, pero mi padre sí». El chiste más viejo del mundo, según Nicanor Parra, es bíblico: «En un comienzo fue el verbo». Luego viene un chiste precolombino, el Descubrimiento de América, y así hasta llegar al bombardeo de La Moneda, que sería un chiste metafísico. Es verdad que la historia puede ser jovial, o jocunda, como la geografía. Un amigo algo disléxico llama Arabia Saudita a su amiga Laurita Sarabia.

El chiste, desde siempre, menoscaba a su manera al poderoso, de tal forma que abundan en la historia los chistes de faraones, reyes, sátrapas, dictadores y otros mamelucos. Claro que algunos mandamases no necesitan ser menoscabados por los chistes de la plebe porque se menoscaban solos contando ellos mismos los chistes. Recuérdese el caso de los llamados martes del almirante Merino, en uno de los cuales el mandamás marítimo llamó a los bolivianos «auquénidos metamorfoseados en humanos». Mezclar torpeza con impunidad puede provocar estragos y no sólo en el hígado. Nuevamente, fue Nicanor Parra quien escribió los mejores chistes de esos años negros y los llamó Chistes para desorientar a la policía: «Bese la bota que lo pisotea, no sea puritano hombre por Dios». El humor es siempre una forma de conquista personal frente a las exigencias de la realidad, una puerta abierta al inconsciente, un serio impacto entre la realidad y la idea que nos hacemos de ella. Ahora bien, los mejores chistes son los no simultáneos. Esos son los imprescindibles, como diría Brecht.

Si bien me río con algunos, confieso que en general desconfío de los chistes. Me pasa así desde el día que un compañero y amigo, en contra de su reputación y para sorpresa de toda la clase, se decidió a contar un chiste en una sesión de calducho escolar. Contó uno bastante malo, todo hay que decirlo. Mientras lo iba contando, el silencio de la clase se iba haciendo más y más espeso. Cuando terminó, la clase estalló en unas risotadas tan estrepitosas como desproporcionadas. No tardó nuestro compañero en entender que no nos reíamos del chiste sino de él. Años más tarde mi amigo se quitó la vida, por cierto que por otras razones. Con todo, cuando supe la triste noticia no pude dejar de acordarme del maldito chiste. Y no me hizo ninguna gracia.

Esto es todo, amigos, como dejó escrito en su epitafio el creador del Conejo de la suerte. Esta columna es la última de una serie que ha durado ya tres largos años. Les agradezco la atención, espero que hayan disfrutado y los tres años hayan pasado volando. No como una ventosidad, como un suspiro.

logocl 7 de agosto de 2008 PDF

6 août 2008

A Jaimito lo requieren sus padres

Los niños suelen ser mentirosillos. Algunos dejan las mentirillas atrás según van creciendo. Otros, en cambio, en lugar de dejarlas atrás las van poniendo por delante. Es verdad que vivimos de historias, pero algunos se recrudecen en la vivencia, al punto de que se hacen merecedores a un nombre muy feo. Mitómanos, llegan a llamarles. He conocido algunos y suelen ser graciosos e inofensivos para quien se los cruza sólo de manera esporádica. Otra cosa ha de ser padecerlos a diario. El más espectacular de los mitómanos que recuerdo obedecía al calificativo de Loco Zárate. Su espectáculo era tal que reclama espacio propio y le será concedido en los próximos días.

Ahora quiero recordar a uno llamado Jaimito. Como el amigo de Mafalda, pero con otro peinado y otras, cómo llamarlas, pulsiones. Cuando niño venía y te contaba que había hecho un viaje a la capital con sus padres y que, a su demanda, la familia había visitado el jardín zoológico. En medio de la visita, se había distraído entre la jaula de los loros y la de los tigres y escapado a la vigilancia de sus padres. Hasta que todos los altoparlantes del zoológico habían comenzado a llamarlo al unísono: 'A Jaimito lo requieren sus desesperados padres en la caseta de informaciones'. Lo suyo era la nombradía, el anonimato le sentaba fatal.

Dejé de verlo durante algunos años hasta que un día me detuve a presenciar la demostración de fuerza de un escuadrón de fascistas por la calle principal de Santiago, llamada antiguamente Alameda de las Delicias. Iban encasquetados y portaban linchacos, armas hechizas que manejaban con aparatosidad. Al frente de ellos, dando órdenes, iba Jaimito. Me pareció que estaba demasiado ocupado como para saludarlo y recordar sus aventuras en el jardín zoológico. No he vuelto a verlo desde entonces. Ahora me cuentan que vive a mil kilómetros de su casa natal bajo otra identidad. A decir verdad, ha cambiado de identidad varias veces, a causa de ciertos desfalcos que le ha ido propinado a la crédula gente.

3 août 2008

La despedida de solteros

En la cama, de Matías Bize, muestra el encuentro de Bruno y Daniela en la habitación de un motel de Santiago de Chile. Tras el primer polvo, Bruno quiere preguntar '¿quién eres tú?' y la que formula es la pregunta chilena por antonomasia: ¿cuál es tu apellido? A la hora de responder, lo que aparece es el lenguaje de los jóvenes adultos hoy en Chile, cuyas 'etiquetas' serían 'amigos', 'familia', 'trabajo', 'crisis de angustia', 'calorías'. La infancia, la protección y el abandono, el divorcio, el deterioro de los padres. Se trata de niños crecidos, a quienes mueve la gana y el miedo de abrir la concha de la infancia y dejar entrar precisamente a un desconocido. Y el miedo y la gana de que ese desconocido se convierta demasiado pronto en un ser previsible. Bruno y Daniela tienen la edad exacta para dar un paso adelante en sus vidas. Dentro de una semana, ella se casará con su novio de toda la vida, con el que ha roto y recomenzado muchas veces y, por romper, él ya le ha roto a ella alguna costilla. Bruno, por su parte, se irá a hacer un doctorado (¡a Bélgica!). Se trata de una doble despedida de soltero. ¡Buena suerte para ambos!

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