Roma amoR (y 7)
En el tren, un señor trabaja en su ordenador portátil. Su trabajo consiste en medir patas de arañas. En el baño de la estación de trenes, otro señor se obstina en mirar cómo mean los pasajeros.
Almuerzo en el Transtevere, en un restaurante que, con buen ojo, cuelga el siguiente anuncio: 'In this bar we are against the war and the tourist menu'. Con lo que consiguen llenar las mesas, al menos las cuatro mesas sobre la acera.
Del otro lado del río, las termas de Caracalla, aquella grandiosidad venida abajo.
En Ladispoli, fiesta del Partido Demócrata. Música pop, animadores de ambiente televisivo, comercio justo, paneles solares, peticiones, agricultura local, productos naturales, trolls, banderas europeas, de la Paz, del Tíbet. Gente, la justa. Los jóvenes se mantienen fieles a los videojuegos, al grupo en la calle. Las familias, a la elección de Miss Italia en la tele.
Por su parte, entre los almuces y los tilos, los estorninos se mantienen excitados hasta bien entrada la noche.
Arrivederte, Roma amoR.