3 décembre 2008
Las edades de la vida
Pepe fue un niño bonito, un artista adolescente hasta bien entrada la edad adulta y ahora es un señor. Añoso, melancólico, con un dejo de ironía en la mirada y una aspiración de nobleza en el corazón. Me confiesa, sin embargo, que al niño bonito que fue lo afeaba el egoísmo del que a menudo era capaz. Que siendo artista adolescente se permitía maneras adocenadas, arribismos de poca monta y otros vuelos de ave de corral. Y ahora que es un señor su punto débil consiste en su propensión a escenificar situaciones ridículas, permutando la hora de sus rendevús, presentándose delante de la asamblea con el marrueco abierto o, en la soledad del baño, buscando a cuatro patas el jodido jabón.
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