Ay
Más desagradable que la confesión que ha soltado Sánchez Dragó es la manera como ha corrido asustado a desdecirse. Desagradables también son algunos de los comentarios que ha provocado.
El prólogo que escribió Dragó a una buena novela, Samurai, de Hisako Matsubara, prólogo efectista como su autor, contiene, sin embargo, un dato interesante.
En japonés, amor se diría love. Es decir que no habría en la lengua japonesa un equivalente para tal concepto que, a su vez, no existiría como tal antes de Hiroshima. El amor formaría parte del acopio de experiencias importadas de Occidente, cuyo contenido es intraducible, razón por la que se les adopta con el nombre incorporado.
Pero no. Amor se dice en japonés ay, lo que es mucho más elocuente.
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