Flores de Miraflores
Anoche se debatía en lo de Sheriff Lobo a propósito de la anglosajonización por la vía botánica de los novelistas hispanos. Pero, mira, depende. Mira Marías, ni una mísera brizna de hierba en sus trece novelas. Y mira Mario, en cambio, tan anglófilo como Marías, y es capaz de escribir así:
«Todavía no había edificios en el Miraflores de comienzos de los años cincuenta, barrio de casitas de una sola planta o a lo más dos, de jardines con los infaltables geranios, las poncianas, los laureles, las buganvillas, el césped y las terrazas por las que trepaban las madreselvas o la hiedra, con mecedoras donde los vecinos esperaban la noche comadreando y oliendo el perfume del jazmín. En algunos parques había ceibos espinosos de flores rojas y rosadas, y las rectas, limpias veredas tenían arbolitos de suche, jacarandás, moras y la nota de color la ponían, tanto como las flores de los jardines, los amarillos carritos de los heladeros de D'Onofrio, uniformados con guardapolvos blancos y gorrita negra, que recorrían las calles día y noche anunciando su presencia con una bocina cuyo lento ulular a mí me hacía el efecto de un cuerno bárbaro, de una reminiscencia prehistórica».
Flor del árbol del suche de Miraflores, plumeria, frangipanero o flor de los templos