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Camino de Santiago
17 janvier 2012

El habitante número 101

Diario de Chile (10 + 3)

Mi amigo S está leyendo la Autobiografía de Mark Twain y me envía unas líneas. Espero que me sirvan para cerrar de una vez el Diario de Chile, que comencé en diciembre a la hora de despedirme del zygocactus y que ya va por el tercer apéndice. Qué latoso puede llegar a ser uno cuando se lo propone.

En la pequeña ciudad de Hannibal, en Missouri, cuando yo era todavía un muchacho -cuenta Twain-, todo el mundo era pobre, pero no lo sabía; y todo el mundo vivía pacíficamente, y sí lo sabía. Y había niveles en la sociedad: gente de buena familia, gente de familia inclasificable, gente de ninguna familia.

El pueblo se componía de un centenar de personas y yo aumenté la población en un uno por ciento. Es mucho más de lo que el hombre mejor de la historia podía haber hecho por un pueblo. Quizá no sea modesto por mi parte referirme a esto, pero es cierto. No hay constancia de que una persona haya hecho tanto, ni siquiera Shakespeare.

No hace mucho, alguien de Missouri me ha enviado una foto de la casa en la que nací. Hasta ahora yo siempre había afirmado que era un palacio, pero a partir de ahora voy a ser más cauto.

En Chile se creó años atrás una corriente de escritura poética llamada poesía lárica. Consiste en volcar en versos los sentimientos de aquél que vuelve a su pueblo, a su lar. Quien mejor expuso esa estética fue Jorge Teillier. Quien la anticipó fue, como tantas veces, el gran anticipador, Nicanor Parra. En su Hay un día feliz, por ejemplo.

Twain escribió su biografía convencido de que serían sus últimas páginas y se publicarían una vez que él estuviese muerto y enterrado. Y así fue sólo en parte, porque aún en vida publicó algunos extractos en una revista literaria. Se trata de un relato que adopta la forma del patchwork, donde el autor apuesta abiertamente por la libertad de expresión.

Estoy literalmente hablando desde la tumba -escribe-, porque ya me habré muerto cuando el libro salga de la imprenta. Hablo desde la tumba, en vez de hablar con mi lengua viva, por una buena razón: así puedo hacerlo libremente.

Este es un tópico parcialmente verdadero: la muerte nos libera de nosotros mismos y por lo tanto libera nuestra palabra de las trabas que el cálculo social nos impone a la hora de expresarnos. En mi caso, no sé si llegue a ser más sincero dentro de la tumba que fuera de ella. Por suerte, carezco de singularidad social, de manera que nadie se dará el trabajo de comprobarlo. Sin embargo, yo también creí ser un día el habitante número 101 del pueblo.

T

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Commentaires
S
Un claro ejemplo este en que la respuesta es mucho más interesante que la pregunta. Según le di a enviar intuí qué querías decir, pero mejor así, lo cuentas muy bien.<br /> <br /> <br /> <br /> Sólo pude escuchar parte de la entrevista. Me pongo a ello.
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J
No en todos los casos la muerte liberará del cálculo social, que tenderemos a proyectar sobre la vida de nuestros descendientes, sobre la sombra de lo que fue nuestra vida que dejaremos flotando, nuestro espíritu, o nuestro recuerdo, o algo así. También porque en algunos casos lo dicho en vida es todo lo que había por decir. Todo lo que había de pertinente para los demás, quiero decir, que son quienes finalmente recibirán o no ese eventual mensaje.<br /> <br /> <br /> <br /> A propósito de mensajes desde el más allá y del formato de la entrevista grabada en vida y difundida tras la muerte del entrevistado, esta que me enviaste de MVM es de las buenas, de esas en que las respuestas son más interesantes que las preguntas. Parece una perogrullada, pero no son muchas:<br /> <br /> <br /> <br /> http://www.youtube.com/watch?v=awg4vLE0K-c
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S
¿Por qué dices que parcialmente?
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