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Camino de Santiago
13 février 2012

La guiñolez

 S

Los Guiñoles son ese programa del Canal Plus francés donde se pitorrean a todo lo que se mueve o sale en la tele. Como al ciclista Contador le cayeron dos años de suspensión por dopaje, lo han subido a la bicicleta por estos días, arrastrando en el pelotón a Nadal, Gasol y a otros campeones rojigualdos. No es raro que lo hagan. Cuando el que cayó en desgracia fue el ciclista francés Richard Virenque, también se cebaron con él. Y así con muchos.

La reacción del deporte español ha sido morrocotuda. Protesta formal del embajador en París y de ahí para adelante. Y tutti quanti y tuiti quanti. Tanto pito y tanta flauta a cuenta de los Guiñoles termina por convertirse en una guiñolez mayor, me parece a mí, que soy muy sensible. O, al menos, en una guiñolez semejante, simétrica y complementaria. Salvo que, en el caso español, los guiñoles no son de látex sino personas serias.

O sea que la guiñolez envuelve. Es lo que tienen los guiñoles, que son contagiosos, que si te los quedas mirando mucho rato te aspiran en su espiral mimética. Y, así, de pronto, todo o casi todo lo que se emite desde las altas esferas peninsulares, sotto voce o por altoparlantes, reviste un marcado tono revisteril.

No se me escapa que al PP lo votó la gente ampliamente. Tampoco, que la gestión de la crisis económica del segundo Gobierno de Zapatero fue calamitosa. Una cosa explica la otra, probablemente. Lo cierto es que a causa del invierno abro o cierro los ojos y veo guiñoles de colores. Y me temo que están destinados a crecer y multiplicarse.

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Commentaires
J
No sabría decirle, amigo Diplomado. Me parece que usted hace referencia la frontera incierta entre lo público y lo privado, y a los códigos y a la ética diferentes que rigen en ambos. Antes eran los diarios quienes marcaban la frontera entre uno y otro: lo que salía de lo privado entraba en lo público vía la prensa, y al revés. Ahora, vía los medios digitales, esa frontera se estrecha y se redefine a diario, pero sigue existiendo. Lo que yo suelto en la mesa no es lo que pongo en este blog, sin embargo que en ambos casos sólo somos tres o cuatro (a propósito, bienvenido). Y no por eso me considero particularmente hipócrita. O no más que el lector de Baudelaire.
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D
Para algunas cosas se ofenden y para otras no, el hacer explícito algo que se conversa en mesas y casas, "es feo", pero si no se hace público "es válido"...esa es la ley del ortelano.
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J
Bueno, claro, no. Tampoco creo yo que se trate de un cuestión de guiñolez. Veo que se me entiende. Si me he valido del ruido de los Guiñoles ha sido para captar lectores. <br /> <br /> <br /> <br /> (Algunos de por allí semos culo de muy mal asiento.)
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S
Bajaremos los impuestos, no abarataremos el despido, no negociaremos con ETA… Constancia no les falta: llegan igual que se fueron.<br /> <br /> <br /> <br /> Guiñolez. Plagiando a tu amigo Mercutio: no. Cuando se me pase el jet lag ya veremos si soy capaz de explicarme.
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J
Habrá que acortar los textos y agrandar la publicidad. Me intriga lo que el logaritmo devuelve como imagen: Ahora mismo, aparte del consabido hotel en Compostela, gestión informática y envío de paquetes a Cuba.
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