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Camino de Santiago
7 avril 2012

Yo, Carrère

C Que Una novela rusa no es una novela ni es tampoco enteramente rusa lo sospeché desde un principio, como decía el otro Roberto Bolaño. En las novelas modernas, en las buenas quiero decir, el protagonista suele ser el autor y los personajes secundarios sus novias y y sus parientes. Estos últimos no siempre quieren salir en la novela, pero así es la vida de los escritores.

El libro cuenta tres historias. La de un joven soldado húngaro, hecho prisionero por los rusos al final de la Guerra, perdido durante medio siglo en un sanatorio de una ciudad remota de la estepa. La segunda es la del abuelo materno del autor, que deja con su familia su Georgia natal tras la revolución bolchevique y se instala en Burdeos, donde colabora con el ejército alemán y es ejecutado por la resistencia. Y la tercera, la historia del propio Carrère contando ambas historias y su apego a la Rusia de su madre y a su lengua, que se le resiste, y su inevitable o evitable historia de amor durante esas idas y venidas y la consiguiente publicación de una nouvelle erótica en Le Monde, y la filmación de una película sobre todo lo anterior.

El libro se lee ávidamente porque Carrère escribe muy bien y consigue dar suspenso a un material que en manos de un escribidor torpón sería de una banalidad aplastante. Es lo que hace de él un autor que vende miles de ejemplares, que no millones, porque millones vende la ficción desatada, a lo Harry Potter. Los escritores que venden miles de ejemplares, como Carrère,  lo que suelen contar es su propia vida valiéndose de las técnicas de la ficción desatada, de manera que sus lectores se divierten mientras se enteran de asuntos interesantes.

Así, un libro sobre la vida de un escritor parisino la gente va y lo compra y lo devora incluso. Damiela Eltit* sostiene que este auge de la literatura del yo sería parte de un programa político antificcional para controlar el desborde de la imaginación y acaso prevenir el desorden. Yo creo que se va por la estepa rusa, porque hay un lazo querido y no necesariamente impuesto entre un autor y sus interesados lectores. Ese lazo, esa avidez por conocer una vida supuestamente trepidante y la gracia de saber contarla, (más aún si reina en ella la famosa trilogía sexo, poder y prestigio), funda en parte la literatura y pasa por ahora también por los libros.

*(en The Clinic 15 de diciembre 2011)

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Commentaires
J
Perfecta. <br /> <br /> <br /> <br /> Mr Sword la preferiría, sin embargo, así: Con esa novela, ha renunciado por escrito a toda pretensión de ser considerado novelista.
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J
Acabo de leer una fabulosa frase de canibalismo de un escritor hacia otro, aunque no sé quién es el autor de la frase. Es la mejor en su género que he leído tras aquella de Borges: "Esa página sólo podría ser mejorada mediante su destrucción". Aquí va la de ahora: <br /> <br /> <br /> <br /> "Con esa novela, ha renunciado por escrito a toda pretensión de ser considerado escritor".
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J
Todo fagocitado. Antropofagia pura.
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J
Guau! Todas esas frases son pura fibra: ni un gramo de grasa! ¡Bravo!
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J
De antropofagia hemos estado hablando también durante la cena: Un caníbal es un hombre que ama a su prójimo con salsa. Cuando un caníbal muere, el obituario se publica en forma de menú. Los caníbales no tienen cementerio. Y así. Lo más radical en la materia viene de Cioran: A veces me gustaría ser caníbal, no por el placer de devorar a éste o al otro, sino por el placer de vomitarlos.
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