Chilean Holly
Tiempo que no voy camino de Santiago. Lo noto porque asocio cosas con otras, que no vienen al caso. Por ejemplo, leo una novela en que el protagonista quinceañero aprieta en su bolsillo el cortaplumas cuando alguien se acerca, y me da por acordarme de otro que hacía otro tanto cuando comenzaba a salir de noche por las calles de Santiago. STP, decía Lira: sorteas tantos peligros.
El quinceañero de la novela es muy listo, un as de la esquemática, y sin embargo carece de habilidades sociales: va por ahí diciendo las cosas por su nombre, porque no soporta la ambigüedad. Mal negocio ése: lo explícito y lo implícito pueden combinarse a distintas dosis, pero no pueden dejar de combinarse.
El librito me lo he leído para pensar en otra cosa, siguiendo la recomendación de Ian McEwan, y también porque me lo regaló la Mac. Trata de lo mismo de siempre, del niño que va de los Apeninos a los Andes, en este caso from Swindon to London, en busca de su madre, pero tiene un interés añadido a su humor inglés y su suspense a lo Conan Doyle, y es que presenta unas cuantas fórmulas, irresistibles para los que somos de letras. Esta se me ha quedado: para que las cosas funcionen se requieren tres condiciones: que las cosas se copien a sí mismas (mímesis 1); que las cosas se repliquen con un pequeño error (mímesis 2); y que esa error se transmita a las copias venideras (mímesis 3).
Pero, bueno, cosas con otras, lo que iba a decir, antes de irme por las ramas, es que me entero por el Atlas de Gay de que hay en Chile un arbusto que se llama Desfontainea spinosa. Flores rojas como copihues y hojas de acebo, por lo que en inglés se le llama Chilean Holly. Me pregunto quién le habrá dado esos nombres tan guapos, disculpen que los repita: Desfontainea spinosa, Chilean Holly.
Otro de sus nombres comunes es borrachero, basta mirarlo para marearse, aunque también puede uno hacerse con sus hojas un té. Los mapuches, que se daban coraje antes del combate bebiendo chamico, lo llaman chapico. Los chibchas, por su parte, «daban chicha fermentada con semillas de brugmansia a las mujeres y los esclavos de sus jefes muertos para provocarles estupor antes de ser enterrados vivos junto a sus esposos o amos». Pero los chibchas no eran chilenos, como Alexis, sino colombianos como Radamel. Y esto lo digo para que se me entienda.
Así que, como dificulto que encuentre un ejemplar de Chilean Holly chez Oh! Green, creo que tendré que ponerme una vez más camino de Santiago.