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Camino de Santiago
29 septembre 2013

Estación de la epeira

Otoño. Las cosechadoras dejan el campo trasquilado, como el ánimo, que aumenta según los días disminuyen. En el jardín las arañas se ponen nerviosas y a la menor oportunidad se cuelan dentro de la casa, donde pretenden pasar el invierno. Salvo las epeiras, fieles jardineras.

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Puente de autopista en Vieusart

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27 septembre 2013

Se vende palíndromos

La moral, claro, mal.

La palindromía es demócratica y popular. Todo quisque con dos dedos de lenguaje puede cultivar hortalizas verbales o irse de excursión en plan cazador-recolector y volver con unos bifrontes atravesados en la lanza.

Componer el de arriba, tan simplón donde lo ven, me llevó varios días de lentísima maceración. El otoño tiene a veces unos prontos y hay que ir a buscar consuelo en las palabras. Dónde más ibas a encontrarlo. Las palabras son la pena y el alivio. Las palabras impiden expresarse, como dice NP.

Así que puse mi flamante palíndromo entre comillas en el buscador. Estaba lleno. Pasa a menudo, no pasa nada. También pasa lo contrario, que una perla cultivada es única cuando la sacas de su ostra y luego miras alrededor y ya es de todos.

Antes del Renacimiento, el mejor arte era anónimo, o colectivo, o como se diga. No reniego de la individuación, sólo que me sorprende encontrarme a gusto en una tierra de nadie.

Y aunque pueda parecer lo contrario, la palindromía no es poesía, ni por asomo, ni de broma, ni Dios lo permita. La poesía no hay que pensársela dos veces. Sale a la primera y baila sola, se aplaude a sí misma, se da propina y se despide con un beso. Donde menos te lo esperas.

B

El Bosco, atribuido a Jacques Le Boucq

21 septembre 2013

El maya blanco

¿Cuál es tu nombre de aborigen? (2)

 Hablamos del salvaje blanco y D me pone en la pista de Gonzalo Guerrero.

Hijo del siglo XV, Guerrero combatió en Granada y en Nápoles, y luego se embarcó a América desde su Palos natal. Ya en Panamá, participó en una expedición que se proponía encontrar por fin la famosa ruta a Oriente por Occidente, redescubrir América desde América. La expedición naufragó y Guerrero alcanzó la costa caribe de México, donde fue apresado por los voraces indios cocomes. Enjaulado para engorde, consiguió escapar junto al clérigo Aguilar, con quien  se une a los indios tulúes, enemigos de los cocomes. Guerrero no tarda en convertirse en un guerrero tulú, toma mujer y tiene tres hijos, mientras que Aguilar mantiene sus distancias con las costumbres de los aborígenes. Más tarde, Hernán Cortés se entera de la existencia de ese par de españoles que viven entre los mayas, ve en ellos unos indispensables intérpretes, y parte a su búsqueda. Así es como Aguilar reintegra su bando, mientras que Guerrero prefiere mantenerse fiel a los tulúes y combatir a los que fueron suyos.

Así nace el mito del maya blanco, que está documentado por tres cronistas, que lo llaman Guerrero, Aroza o Aroca. También hay quien lo llame renegado o bien padre del mestizaje, puesto que sus hijos serían los primeros mestizos mejicanos.

Lo que no encuentro por ninguna parte es su nombre maya, su nombre de aborigen.

M

14 septembre 2013

Más detalles picantes sobre el salvaje blanco

¿Cuál es tu nombre de aborigen? (2)


De los cuatro personajes mencionados en la entrada anterior (Narcisse Pelletier, Octave de Vallombrun, James Picard y Georges Devereux), sólo Vallombrun es ficticio. Y es el que me resulta más interesante. ¿Qué lleva a un noble ilustrado a dejarse reputación y fortuna en la peregrina aventura de entender la circunstancia vital del salvaje blanco? Su voluntad de entrar en la historia de las ciencias humanas, naturalmente. Y también un interés genuino por el otro, interés que está, en parte al menos, al origen de la etnografía. En el caso de Vallombrun y Pelletier, a falta de una formulación mejor la gente traduce ese interés como atracción sexual. Pero lo que los maledicentes no llegan a ver es que la atracción sexual no es necesariamente genital. Lo cierto es que las páginas más conseguidas del libro de Garde son aquellas en que describe las aventuras sexuales del salvaje blanco de regreso al mundo de los civilizados decimonónicos. Descripciones que no tardarían en borrar sus herederos. Por lo que Garde tiene que inventarse un personaje para poder contarlo.

S

[Nouvelle Hollande: Baie des Chiens-marins, Presqu'île Péron, Entrevue avec les sauvages] Grabado de Jacques Arago

14 septembre 2013

¿Cuál es tu nombre de aborigen?

AL JOVEN MARINERO Narcisse Pelletier lo abandonó la goleta en que viajaba en las costas del norte de Australia a mediados del siglo XIX. Tenía 18 y vivió otros tantos entre los aborígenes australianos uutaalnganu, al punto de que olvidó el uso de su lengua materna. Uso que recuperó gracias al empeño del ilustrado Octave de Vallombrun, adelantado de la antropología o de la etnopsiquiatría, signifique esto último lo que signifique.

La historia de Pelletier y Vallombrun la cuenta François Garde en Ce qu'il advint du sauvage blanc. Contraponiendo el relato de la vida del salvaje blanco entre los australianos con las cartas que Vallombrun envía al presidente de la Sociedad de Geografía parisina a partir del momento en que conoce a Pelletier en Sydney y acepta el desafío de acompañarlo en su regreso a Francia. Será un topicazo y olé pero los aborígenes australianos salen mejorados en la inevitable comparación con los científicos parisinos que rodean a Vallombrun en la presentación en sociedad del salvaje blanco.

pelletier-stephanie-pelletier

Cierro el libro y me voy a ver Jimmy P, psicoterapia de un indio de la planicie, la película de Arnaud Desplechin, recién estrenada, basada en el libro donde el etnopsiquiatra Georges Devereux relata su encuentro con un indio patanegra en Norteamérica al final de la Guerra y la terapia que le permite curarlo de su enfermedad del alma. ¿Cuál es tu nombre de indio?, le pregunta el analista (que cambió su nombre húngaro, Győrgy Dobó, por el de Georges Devereux). El nombre patanegra de James Picard es Oxhonita:he:pyo:p, que significa Todo el mundo habla de mí.

En Sydney, ante el enigma del salvaje blanco incapaz de articular voces comprensibles, el gobernador organiza una junta de europeos que se dirigen a Pelletier cada uno en su lengua, a ver frente a cuál éste reaccionará. Es Vallombrun, el francés, el que le saca palabra. Y lo que le sale al salvaje blanco es su nombre propio deformado por el desuso.

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