Ampliamente, Bachelet
Elecciones presidenciales en Chile. Iba a escribir algo cuando leo este resumen en Le Monde:
«Si hay que creerle al Washington Post ni el propio Shakespeare habría imaginado una historia mejor. Dos familias amigas, separadas por el destino. Este domingo los chilenos deberán elegir entre Evelyn Matthei y Michelle Bachelet (los otros siete candidatos no tienen opciones, según los sondeos). La primera es la hija del general Fernando Matthei, uno de los pilares de la dictadura de Pinochet; la segunda, la heredera de Alberto Bachelet, un general torturado y asesinado por esa misma dictadura. Para los analistas, no caben dudas: Michelle Bachelet, presidenta entre 2006 y 2010, sucederá al millonario de centro-derecha Sebastián Piñera en La Moneda. Sólo queda por saber si lo conseguirá ya en la primera vuelta. Su programa, en todo caso, promete una orientación más cargada a la izquierda que la de su primer mandato, según el Guardian y el Wall Street Journal. Sensible al movimiento estudiantil que sacude el país, Bachelet se ha comprometido en favor de la educación gratuita -financiada por un aumento de los impuestos a las empresas- y la consolidación de la seguridad social. Intentará también cambiar la Constitución, heredada del pinochetismo. Bachelet beneficia de un alto nivel de simpatía popular, pero está por ver qué conseguirá hacer con él. Ella misma se cuida de cualquier milagrerismo, según The Economist: Se puede ser popular sin ser populista».
Tal vez sólo quepa añadir que la propia derecha espera más o menos secretamente ser derrotada en la primera vuelta. De ser así, Bachelet conseguiría una amplia legitimidad gracias a su, digamos, 51% de los votos. De no ser así, su legitimidad sería aun mayor al resultar elegida en la segunda vuelta con una votación probablemente superior al 70%.