La mejor novela de Marías suele ser la última
Javier Marías parece escribir siempre la misma novela, una variación sobre la novela de Javier Marías. Y ya son doce. Así empieza lo malo tal vez sea la mejor de la docena, no sólo por ser la última -se conoce la propensión de ciertos clientes a preferir lo más reciente. También porque siendo el suyo un proyecto de novela única o de variación sobre el tema de una misma novela, es natural que la versión vaya mejorando, con la excepción notable de Mañana en la batalla piensa en mí, que sigue siendo, en el horizonte de este proyecto, una cumbre anticipada.
En esta última, más y mejor que en otras anteriores, la intriga, la gana de conocer lo que viene y de saber por qué lo que sucede ocurre así y no de otra manera, la comparte el lector con el narrador, de manera que por ahí la novela avanza como la arena por la cintura del reloj, sin que las consideraciones del autor en torno al comportamiento de los protagonistas, sus repeticiones incluso, demoren la acción. Más bien, le hacen ganar espesura. La literatura, afirma el narrador, es la única manera de explicar lo que por otra parte resulta inexplicable.
Tampoco es que no sobren un par de páginas de las 535 que cubre la obra, lo que no afea sin embargo el conjunto, notable en toda la línea. Así, cuando la intriga afloja porque la verdad llega, el desenlace sorprende y se asienta con aplomo. Como soy porfiado, detrás de este desenlace veo, tal como vi en Mañana..., el asuntillo de la paternidad, del cómo y por qué enrevesados caminos se convierte uno en padre, o en el padre. Y, desde luego, podría el lector ponerse pesado y hacer una lectura marcadamente psicoanalítica. Pero para qué. Baste con decirse que también en este terreno el narrador, el joven Juan de Vere, no esconde su repertorio para que el resultado sea elocuente.
No le falta humor a Así..., aunque tampoco le sobra. O será que no a todos nos hacen gracia las mismas cosas. El personaje del profesor Rico, por ejemplo, debe de ser desternillante para el profesor Rico. A mí, en cambio, me hizo gracia la escena del narrador frente a un santuario pinochetista trepado a un árbol (a un árbol madrileño, de los mismos que pierden sus ramas con tan trágica frecuencia últimamente, a un árbol y no a un plátano oriental, ni a una acacia, ni a un arce), obligado a explicarse luego con una monja tocada por una cofia como de pájaro de papiroflexia, muy felliniano todo.
Hay repeticiones, ya está dicho, y algunas son muy logradas, como este diálogo del hombre mayor con el que fue cuando joven, una suerte de concentrado del Otro borgeano. Así sea sólo por él, vale el libro entero. Pero es que hay mucho más:
« Fíjate bien en esa experiencia y no pierdas detalle, vívela pensando en mí y como si supieras que nunca va a repetirse más que en tu evocación, que es la mía; no podrás conservar la excitación, ni revivirla, pero sí la sensación de triunfo, y sobre todo el conocimiento: sabrás que esto ha ocurrido y lo sabrás para siempre; cáptalo todo intensamente, mira con atención a esa mujer y guárdalo a buen recaudo, porque más adelante te lo reclamaré, y me lo tendrás que ofrecer como consuelo ».
___________
Lista de las últimas ocho novelas de Marías ordenadas según la preferencia de este lector:
Mañana en la batalla piensa en mí
Así empieza lo malo
Negra espalda del tiempo
Tu rostro mañana
Los enamoramientos
Corazón tan blanco
Todas las almas
El hombre sentimental.