Ojo, dice, las esquinas son para distraerse y hacerse daño con los tranvías, como le ocurrió a Gaudí. Caso, además, agravado porque lo tomaron por un mendigo y tardaron en llevarlo a un hospital donde no lo atendieron.

O bien puede que le ocurra lo de uno del que cuenta Uriarte: a la salida de la iglesia se le fueron los ojos detrás de una muchacha y se cayó por las escaleras.

El hombre es un par de ojos y unos cuantos fantasmas, decía San Agustín. 

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Óleo de Francis Bacon