El profesor de química

La buena noticia de ayer fue ver en un periódico al que fue mi profesor de química, que acaba de jubilarse. A los 88 años.  

Es un señor muy divertido, estoy seguro ahora de que el humor le ha ayudado a arramblar con todo lo que le habrá caído en más de medio siglo en las aulas y fuera de ellas. A mí me hacía mucha gracia, era un excéntrico que no se regodeaba en su excentricidad, que no la llevaba como una máscara. No aprendí química con él, pero tampoco aprendí física, ni biología, ni siquiera matématicas con sus colegas. Que me acuerde, nunca procuró culpabilizarme por eso.

Lo que dice en la entrevista es lo esperable en su caso. Por eso mismo, lo inesperado para mí ha sido verlo reaparecer encarnado en sí mismo. 

Óleo de Alfred Bader

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Sobre el colegio aquél, esto.

Por lo demás, en materia de profesores, Parra, que también dio clases desde muy joven hasta muy mayor, ya dijo casi todo lo que puede llegar a decirse. 

Comments

[Materlin]

A los profesores seglares no los llamábamos Don sino Señor. Señor Gallo en este caso. Me vuelvo a mudar, ya verás, ahora por causa de incendio.

[S.]

Don Manuel, así se llamaba el mío. Se llama. Con el Don por delante. Tan bueno que viví de las rentas hasta COU. Mérito suyo.



En lo demás, muy parecido a tus navarros.

[Materlin]

Juan Gallo Bianchi se llama. Tano, probablemente.



Los fundadores del partido radical, una escisión liberal de fines del sXIX, se llamaban Gallo, eran mineros el norte de Chile. Andando el tiempo, corriendo el siglo XX, en la misma medida en que los radicales fueron haciéndose sitio en los gobiernos sucesivos fueron perdiendo radicalismo y ganando afición por las cenas en los clubes radicales, un caso parecido al de los socialistas andaluces. En el caso de los radicales chilenos, el equivalente de las gambas serían las prietas con puré de papas, las morcillas con patatas, una cosa de sentarse a comer y a oír discursos y a darlos, a proponer brindis, a embriagarse también con las palabras.

[Sámuel]

Me vengo para acá yo también, que tampoco estoy para tres de julios: quién sabe si ahora también me quedaría frito. Además, demasiados comentarios se estaba llevando el plasta de Sorrentino.



Leída la historia de Arturito Vidal y su tatuaje, me quedo más tranquilo. Me sonaba que algo había dicho hace tiempo ya en tuíster y estaba yo con la mosca detrás de la oreja (tatuaje ése - una mosca detrás de la oreja- bastante más ingenioso que el de Vidal y que lucía un simpático roquero español). Dejo el análisis del triplete para el bloj, si eso. El palíndromo me anima pero creo que viene un ciclo "buio". Lo bueno es que los ciclos últimamente duran poco.



Confieso entre nosotros que paso de vez en cuadno a asomarme al torrente de ocurrencias tuitero. Una vez que uno se ha acostumbrado a no decir ni pío, no cuesta demasiado contenerse.



Y mis respetos para su maestro, del que admiro su combinación de optimismo y melancolía. Y su lucidez a los 88 años. A Parra lo dejamos para después de la siesta.

[Materlin]

Me mudo aquí para decir algo que quedó pendiente en el hilo anterior. Cuando me aburro, me distraigo mirando pasar el río de noticias y ocurrencias variopintas en Twitter. Como un tipo que espera en una estación de provincias y se deja ir viendo pasar los trenes. A veces digo algo, que suele pasar desapercibido, y casi prefiero que sea así. Hace un rato puse este palíndromo: Sé culé, te luces. Pura melancolía post triplete.