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Camino de Santiago
14 octobre 2015

El ombligo pintado

Fragonard, y 3

«Je peindrais avec mon cul», habría dicho una vez Fragonard. Esto se puede entender de varias maneras. Pintaría a como diese lugar. Pintaría si no tuviese pinceles, incluso si no supiese pintar. Y también, literalmente, pintaría con todo mi ser, con mis partes pudendas, o sea. Pintaría de la cintura para abajo. O en el límite mismo de la cintura, como en este grabado de Fragonard, que ilustra un libro de La Fontaine, en el que el pintor pinta el ombligo de la modelo.

Durante siglos, pintores y espectadores se valieron de las aventuras de los dioses y semidioses grecorromanos y de las vidas de los santos cristianos para pintar y contemplar rabos y rabadillas. Hasta que llegó el día, bendito día, más o menos por los días de Fragonard, en que la anatomía humana pudo pintarse y observarse per se

No duró mucho esa edad dorada. Por la vía de la reproducción mecánica, pronto rabos y rabadillas saltaron a la páginas de los libros ilustrados, a los tabloides, a los calendarios. Entonces los pintores en lugar de pintar con el culo, como quería Fragonard, pasaron a pintar como el culo, cuando no dejaron derechamente de pintar.

Capture d’écran 2016-01-24 à 22

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Commentaires
M
Tal vez aún no salen de su asombro. La de JC no deja de ser una técnica interesante para conseguir que nadie se mueva de su silla en varias horas.
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S
Más le costó llegar a Cercas :-). <br /> <br /> <br /> <br /> Qué educados son los italianos.
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M
Amigo, me está costando llegar al punto finale del Punto cieco... :-)
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M
Puede ser. No sé si recuerda el diálogo final entre Miralles y Cercas, lo he releído ahora mismo. Cercas tiene que marcharse, debe coger el tren dentro de menos de media hora. Antes de irse hablan aún un buen momento, van a la planta baja, llaman un taxi, caminan hasta el semáforo al paso de Miralles, que es el de un anciano. El taxi demora y cuando por fin llega ya son las ocho y cuarto y el tren parte a las ocho y media, pero todavía tiene lugar la parte esencial del diálogo, con sus insinuaciones y sus silencios. Y el abrazo. Aun así, Cercas alcanza a pasar por el hotel a recoger sus cosas y pagar la cuenta antes de llegar a la estación y atrapar el tren. Me da a mí que todo eso no cabe en quince minutos. <br /> <br /> <br /> <br /> No hay que pedirle demasiado a un relato pero tampoco hay que negarle la sal y el agua so pretexto de que la realidad está en otra parte, creo yo. A mí, Soldados me lo regaló un amigo y, en cierta medida, asocio a Miralles con él. Asumir el componente emocional de esa asociación, y comprobar que es un relato el que lo posibilita, no hace de mí un perturbado mental ni me condena a confundir la realidad con mis asociaciones mentales. Un relato agrega realidad a la realidad, no compite con ella. <br /> <br /> <br /> <br /> Por releer Soldados, me he quedado sin ver la segunda parte del Punto cieco. De mañana no pasa.
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S
Hablando de Miralles, yo creo que la inquina de AE hacia JC (disfrazada de polémica fiction/faction) se debe en parte a eso: a la desilusión de que un personaje tan entrañable no fuera de carne y hueso. Me imagino a Arcadi muy desilusionado al enterarse y luego reaccionando altivamente, para que no se le note. <br /> <br /> <br /> <br /> Yo personalmente pasé bastante tiempo pensando que todo lo que se contaba en Soldados... era verdad. Cuando supe que no, no me importó demasiado. Para mí, como si lo fuera.
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