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Camino de Santiago
12 avril 2007

El kilómetro sentimental

574,8 kilómetros por hora. Frente a tanta proeza, paciencia parriana: “¿Llegaron a la luna? Conforme, ahora traten de llegar al sol”

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El periodismo
ha hecho pocos aportes a las ciencias exactas. Pocos, pero macizos. Comenzando por la pirámide invertida, estructura de organización de la información que permite retener la atención del distraído lector que somos todos aportándonos lo esencial de ésta en las primeras líneas de la redacción de la noticia. Con todo, la contribución principal del periodismo a la ciencia cuantitativa radica en el kilómetro sentimental.

Esta noción indica que cien muertes (balance de un día cualquiera en las calles de Bagdad) ocurridas a quince mil kilómetros de distancia (los que separan Santiago de la capital iraquí) cuentan menos (ocupan menos espacio) que un solo muerto en el lugar donde se hace el periódico. De cierta manera, el kilómetro sentimental es la adaptación mediática del viejo adagio “ojos que no ven, corazón que no siente”. Apoyado en esas sólidas bases, el kilómetro sentimental ha desbordado desde los diarios a los terrenos más variados y tanto los premios literarios como los festivales de la canción y la elección de Miss Rabadilla se rigen por este sólido principio.

“Chile, periodísticamente, se mira el ombligo, como si no hubiera nada más importante en el planeta. Nuestras cuitas, vivencias y estupideces se consideran imbatibles”, según el periodista Fernando Paulsen, quien explica así por qué cuenta poner ocho mil kilómetros de distancia con la fértil provincia. Pero desde el ombligo a los ojos no hay más que un jeme. Encoger el kilómetro sentimental a su mínima expresión, la distancia que media entre el dedo pulgar y el meñique extendiendo la mano, no deja de ser una proeza digna de recalcitrantes miopes. Así es como el autogol de un compatriota parece valer más, informativamente hablando, que la guerra en Irak. Es así también cómo los diarios llegan a publicar titulares tan apestosos como éste: “Alcoholismo de Maradona sería causado por el rechazo de su ex esposa”.

Bagdad, para cierta prensa, sigue siendo la Cochinchina. Contra eso no se puede, porque tampoco ayuda la posición en que se encuentra Chile, encajonado al extremo sur del mundo, separado de éste por el océano, el polo, el desierto y la cordillera. El hielo polar disminuye, el océano y el desierto avanzan, la cordillera y el kilómetro sentimental permanecen. Como le oí decir al periodista Eduardo Olivares en la televisión francesa, “Chile es estación Terminal, todos los pasajeros deben bajar”.

A propósito de trenes y de kilómetros, sentimentales o no, la no-noticia por estos días no sólo la ha puesto Maradona sino también el récord batido por un tren de alta velocidad francés: 574,8 kilómetros por hora. Frente a tanta proeza, paciencia parriana: “¿Llegaron a la luna? Conforme, ahora traten de llegar al sol”. Por lo demás, por más rápido que vaya la locomotora, por más ruido que haga y más humo que eche, nunca superará al Tren instantáneo Santiago-Puerto Montt del propio Parra, porque la locomotora está en el punto de destino y el vagón de cola en el punto de partida.

Otra respuesta parriana, la de un piloto británico a la pregunta de su superior, el vicealmirante Walker: "¿Le parecería poco razonable que le ordenara estrellar su aeronave con el fin de destruir un vehículo que trasporte a un comandante talibán o de Al Qaeda?".

"¡Después de usted, señor!".

Otro vicealmirante británico ha presentado esta semana un estudio de prospección encargado por el ministerio de la defensa de Su Majestad. Según el resumen publicado por The Guardian, el contexto geoestratégico de los próximos veinte años se avizora copado por la importancia económica creciente de China y de India, una explosión demográfica en Medio oriente y la militarización del espacio. El declive de la información se acrecentará porque el público preferirá “las historias a los hechos”. No faltarán tampoco los implantes de chips en el cerebro.

El mundo seguirá quedando lejos. A una distancia medible sólo a través del kilómetro sentimental.

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5 avril 2007

Lengua en salsa picante

En la India se hablan 1.650 lenguas. En Chile, de norte a sur, hablamos la misma. Salvo los niños que, gracias a la tele, hablan puertorriqueño

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Es el título del blog de los correctores de Le Monde, una de las bitácoras más leídas de entre las que publica el diario parisino en su versión digital, desbordante de lectores, de comentarios e incluso de publicidad. Bonita recompensa para estos correctores, habituados a trabajar en la sombra y súbitamente expuestos a la luz de las pantallas, la de saber que no es poca la gente que se interesa, que se apasiona incluso, por el lenguaje.

Con similar espíritu (muchos comentarios, mucha publicidad y un poco de salsa picante) culminó hace unos días en Cartagena de Indias, Colombia, el cuarto Congreso de la lengua española, que coincidió con la celebración de los ochenta años de Gabriel García Márquez y del cuarenta aniversario de la publicación de Cien años de soledad, obra que algunos, Neruda entre ellos, no han vacilado en calificar como el Quijote sudamericano. No sé si se le puede pedir tanto al Quijote, que no ha dado al mundo cumbias tan sabrosas como “Yo me voy para Macondo” o “Mariposas amarillas, Mauricio Babilonia”.

No faltaron piropos durante las celebraciones para el novelista colombiano. Uno de los más señalados salió de la boca de Bill Clinton: "He leído todas las obras de García Márquez en inglés. Mi hija Chelsea lo hace en español". El halago permite recordar que ya hay más hispanohablantes en Norteamérica que en España, Colombia o Argentina. Menos que en México, desde luego, faltaría más. El propio García Márquez calificó la lluvia de elogios recibidos de “delirio”. Tampoco ha faltado, como es natural, alguna voz disonante. Otro Premio Nobel, el sudafricano JM Coetzee, afirma que García Márquez intenta tardía e inútilmente corregir sus errores éticos. Y hay quien dice, en cambio, que el colombiano no quiere corregir sus errores gramaticales, como aquél de la famosa primera frase de Cien años (“frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar…”) que debería ser “habría de recordar”.

El consenso se dio en el Congreso en torno a la expansión del idioma. Cuatrocientos millones de hablantes hacen del español la cuarta lengua más utilizada en el mundo. Y el disenso, paradójicamente, se da en torno al mismo asunto. En internet, en particular, el español estaría mal representado (25 millones de referencias para Cervantes y 2,5 para García Márquez, contra 52 para Shakespeare). Los ecos que llegan del ciberespacio son, sin embargo, ambiguos. En contra de lo que se cree, un estudio reciente muestra que el lenguaje utilizado en los blogs en español es más variado que el de los sitios oficiales de los países y las personalidades.

Paralelamente a estos fastos linguales, los diputados españoles debatían la semana pasada si la palabra "gallego" debe dejar de significar "tonto" y "tartamudo", como lo hace en algunos lugares de Centroamérica, según sendas acepciones consignadas en el diccionario. Una moción en ese sentido fue presentada por un diputado del Bloque nacionalista gallego, argumentando, entre otras cosas, que "trasladar a gentilicios definiciones caracterológicas de deficiencias humanas no puede ser avalado por ningún diccionario, mucho más si es pagado con fondos públicos". Asimismo, comparaba este tratamiento con lo que acontece en el diccionario con la palabra 'catalán' y la palabra 'vasco', para las cuales no figuran alusiones de "carácter vejatorio o prejuicioso". Como muestra el mismo diccionario, los centroamericanos parecen tener una auténtica fijación con Galicia porque llaman gallegos hasta a las lagartijas crestadas y a las aves palmípedas. Como se ve, el problema presenta variadas aristas. No es seguro que se enmiende corrigiendo a los lenguaraces caribeños.

La lengua da para mucho, para contravenir y para enmendar, para entender y para enredar. Mucha guerra se ha dado en nombre de los pronombres. “Nosotros” es un pronombre temible. En la India se hablan 1.650 lenguas. En Chile, que será sede del próximo Congreso de la lengua, en 2010, nosotros, de sur a norte, hablamos la misma lengua. Salvo los niños que, gracias a la tele, hablan puertorriqueño.

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29 mars 2007

Melancolía de catador

La llegada del cata a Europa ya es una realidad por la vía de los emigrantes yemeníes y de los países del cuerno de África

Cata

Todas las drogas son malas pero algunas son pésimas. La peor resulta ser la heroína. La cocaína y los barbitúricos le pisan los talones. El alcohol está quinto en la lista y el tabaco noveno, y ambos son peores que el ácido lisérgico, el hachís y el cata. La apreciación, basada en tres criterios: los daños físicos, la dependencia y las repercusiones sociales, la hacen treinta miembros del Colegio de siquiatras del Reino Unido, en un estudio a cargo de la Universidad de Bristol, cuyos resultados acaba de publicar la prestigiosa revista The Lancet. Gente sobria toda ella. 

El estudio muestra que la peligrosidad de las drogas no se correlaciona con su aceptación legal, puesto que tres drogas legales, los barbitúricos, el alcohol y el tabaco, se encuentran entre las diez drogas calificadas como más peligrosas. Esto debería mover a las autoridades a variar su punto de vista sobre estas substancias y, lógicamente, a ilegalizarlas o a despenalizarlas a todas por parejo. "Hay personas que consumen drogas ilegales de manera controlada, mientras que otras tienen muchos problemas por su consumo de sustancias legales, como el alcohol o el tabaco", afirman sus autores. Pero las autoridades británicas se han apresurado a señalar que no tienen ningún apuro en hacer cambios en la clasificación legal de las drogas.

Estoy lejos de haber experimentado todas las drogas de la lista, Alá no lo consienta. Confieso, sí, haber masticado hojas de cata, en el lejano Yemen, y me animo por lo tanto a intervenir en este asunto, teniendo en cuenta, además, que la llegada del cata a Europa ya es una realidad por la vía de los emigrantes yemeníes y de los países del cuerno de África ­-Etiopía, Somalia y Eritrea (a orillas del Mar Rojo)-, presentes sobre todo en Londres. Y ya se sabe que la vía londinense es imparable en materia de penetración, como han dejado más que demostrado el régimen parlamentario, el fútbol y los Rolling Stones.

En el Yemen, la mayoría de los hombres adultos (y dicen que también algunas mujeres, pero de esto no doy fe), después del trabajo matinal y de la comida del mediodía se sientan a catar, es decir a masticar a dos carrillos las hojas tiernas de un arbolillo con aspecto de pitisporo, llamado catha edulis, hojas que compran frescas en los mercados (edulis significa comestible). El jugo de estas hojas los predispone a adentrarse en múltiples y alegres conversaciones, mientras beben té dulcísimo y escuchan la también dulcísima música del laúd. (Tal vez quepa recordar que la palabra droga deriva del árabe hatruka, literalmente “charlatanería”).

Cayendo la tarde, los catadores van volviéndose silenciosos y melancólicos. Aparte de las numerosas razones biológicas, metafísicas, existenciales y fenomenológico-culturales que asocian la llegada de la melancolía con la caída del día, hay otra razoncilla que va en la misma dirección, y que, en un arrebato de sinceridad muy de agradecer, los catadores yemeníes me confesaron: el cata disminuye el apetito sexual. No mucho, justo lo suficiente para sentirse decaído al ver morir el día.

No sé si los evaluadores británicos habrán tenido en cuenta esta última variable a la hora de juzgar a la hoja yemení, ni cuántos puntos más o menos habría que darle o quitarle, ni tampoco qué incidencia tendrá este detalle en el va y viene entre la explosión y la implosión demográfica. Lo cierto es que contando con que en el 2030 los terrícolas seremos (espero no faltar a la cita) ocho mil millones, un tal Lawrence Carnot, que circula por la Red con una tarjeta de presentación donde se lee “artista social chileno”, se ha hecho un nombre como promotor de una campaña contra el consumo de drogas en base a este único mensaje: “Deje la droga. Somos muchos y queda poca”.

logocl 29 de marzo de 2007   PDF

PS: En estas mismas páginas, Manojo con niña yemení.

22 mars 2007

La vida sentimental de los monos

Hay una relación entre la vida sentimental de los monos y la práctica del periodismo. Bien mirado, no deja de ser una buena noticia.

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La vida de los monos transcurre en lugares distantes y diferentes como son Uganda y las revistas científicas. En Uganda los monos viven su vida, incluida su vida sentimental. En las revistas científicas, los primatólogos publican lo que van observando de la vida de los monos. Desde allí, todos a una, primates y primatólogos saltan a las páginas de los diarios.

Por alguna razón, más o menos inmanente, a los científicos les apasiona poner a prueba sus métodos de observación sobre la vida sentimental de los monos. Si hay una materia privilegiada por la ciencia es ésta. Un estudio reciente, llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Boston, concluye que las hembras chimpancés se aparean preferentemente con machos jóvenes. O dicho de otra manera, que los jóvenes chimpancés prefieren a las hembras maduras.

Esto, según los bostonianos, que se han trasladado hasta Uganda para ver las cosas de cerca, porque las chimpancés mayorcitas son socialmente dominantes, tienen acceso a mejor comida y están en mejor posición para elegir por quién quieren ser fecundadas. Las monas jóvenes también terminan por encontrar la horma de su zapato, pero tienen que ponerse a la cola.

Hasta aquí todo bien. En la naturaleza caben todos los gustos, dicen los franceses. El caso es que el periódico que da cuenta de este hallazgo titula la información de esta manera: “A los chimpancés les gustan maduras”. A mi tío Pepe su olfato le indica que este título lo puso un periodista joven (un ejemplar joven de sexo masculino). De haber estado de turno una periodista madura, el título hubiese sido éste: “A las chimpancés les gustan jovencitos”.

Supongo que la gente va al zoológico, al circo, se acerca a ver tocar al organillero y se queda mirando a los monos porque es imposible ver un mono y no mirarlo. La vida de los monos es un imán que atrapa a la mirada humana. Mirar a los monos y preguntarse por el sentido de la vida, incluida la vida sentimental, forma parte de un mismo movimiento. Se trata de un material de primera calidad y los científicos no se privan de reflexionar sobre ella. Y no todos los bichos alcanzan tanta notoriedad. Conozco un biólogo que estudia la vida sexual de las almejas y se encierra para ello largos meses en una isla deshabitada de la costa bretona, donde se aburre como ostra. De más está decir que los resultados de sus investigaciones no han sido publicados ni siquiera en la hoja parroquial de su pueblo.

Hasta hace algunas décadas todo ser bajito que anduviera por África comiendo plátanos era calificado por los primatólogos de chimpancé. Pero resulta que apenas se mira a un grupo de cerca se distinguen los matices, y los científicos detectaron la presencia de unos chimpancés morenos, de labios encarnados y miembros alargados. Buenos mozos, en una palabra. Elegantes, incluso. Estos viven, como los chimpancés, en grupos, pero son más serenos y sociables porque a las hembras se les reconoce su rol protagónico y fundan su estructura social en la negociación y no en la imposición.

Son los monos bonobos, unos adelantados de la revolución de las costumbres: el sexo para ellos es una vía relacional antes que reproductiva y no se privan de su ejercicio en la infinita combinatoria de sus formas. El primatólogo holandés Frans de Waal, autoridad en la materia, nos pone al tanto de uno de los secretos de la vida sentimental de los bonobos: éstos no resuelven a dentelladas el famoso triangulo freudiano, como hacen tantos otros animales, de chincol a jote y de ratón a león, es decir que no practican el infanticidio. La preeminencia las hembras provoca que la sociedad sea diferente, porque éstas no compiten tanto por la jerarquía y son menos territoriales. Eso limita la violencia. Si entre dos grupos de bonobos hay tensiones, el diferendo se resuelve en un alegre cachondeo, como dicen los peninsulares. A este estado de gracia, al que aspiran místicos y utopistas, los bonobos lo llaman fiesta.

Estas informaciones aparecen en la prensa durante la semana en que se celebra la jornada internacional de lucha contra la violencia de género. A mi tío Pepe le cabe la sospecha (todo le cabe) de que los científicos indagan en estos temas porque acaban por ser portada en los periódicos. Lo que, bien mirado, no deja de ser una buena noticia. Hay entonces una relación entre la vida sentimental de los monos y la práctica del periodismo. Mi tío Pepe se propone para ir a Uganda a profundizarla.

logocl 22 de marzo de 2007 PDF

PS: Más detalles sobre la vida sentimental de los gorilas ("mujer peluda" en púnico), de los orangutanes ("hombre de la selva" en indonesio) y de los monitos tití en nuestras próximas ediciones.

15 mars 2007

Chirac, el gallardo chamorro

Si el lema de Lenin fue « dos pasos adelante y uno atrás », la divisa chiraquiana ha sido algo así como « un paso adelante, dos atrás, tres al costado »

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Apenas elegido
Presidente de la República francesa, en 1995, Jacques Chirac dio el vamos a una serie de ensayos nucleares en Polinesia, suspendidos durante la presidencia socialista de Mitterrand, a pesar de la oposición internacional. Un año más tarde echó pie atrás. Su larga presidencia ha estado marcada por este bamboleo singular. Si el lema de Lenin fue  « dos pasos adelante y uno atrás », la divisa chiraquiana ha sido algo así como « un paso adelante, dos atrás, tres al costado ». Los franceses salen de los doce años de chiraquía mareados, desconcertados, deprimidos.

Chirac derrotó a Lionel Jospin en 1995 con un programa cuya promesa principal era acabar con la “fractura social”. A los franceses les encantó la idea, y sobre todo el nombre de la idea, que señala de manera expresiva el abismo abierto entre las elites y la base de la población, brecha que, aun cuando grande, es incomparable con la existente en Norteamérica o en el tercer mundo. Pronto tuvieron que darse por desencantados. Chirac puso al frente del gobierno a su fiel lugarteniente Alain Juppé, quien consiguió movilizar a más de media Francia en su contra. Para salir de la crisis, Chirac creyó hacer una jugada maestra disolviendo el parlamento y llamando a nuevas elecciones, pero las perdió estrepitosamente, debiendo ceder el gobierno a los socialistas encabezados por su rival Lionel Jospin, con quien tuvo que cohabitar hasta el fin de su mandato, en 2002.

Los resultados de las elecciones presidenciales de abril de 2002 representaron una bofetada para toda la clase política francesa. Jospin fue eliminado en la primera vuelta y Chirac acabó siendo reelegido, en la segunda, con más del 82 % de los votos, tres cuartos de los cuales no eran votos suyos sino votos en contra del candidato de la extrema derecha, Jean-Marie Le Pen. Esta votación condenó a Chirac a arrastrar durante cinco largos años esta implacable paradoja: ser el presidente más votado y al mismo tiempo el más debilitado.

Entre los numerosos desaguisados de este quinquenio ha estado el rechazo macizo a la Constitución europea. Chirac, cada vez más parecido al monigote que lo representa en un programa de guiñoles en la televisión, consiguió que el electorado francés identificara el apoyo a la Constitución con el apoyo a Chirac y, como era de esperar, se los negara a ambos. De antología resultó ser aquel foro televisivo en que un Chirac muy gallardo creyó poder explicar las virtudes constitucionales a un conglomerado de jóvenes, pero acabó chamorro.

Según el cuentista político Guy Carcassone « la República francesa ha superado muchas pruebas, pero le faltaba la última, la más dura: sobrevivir a Jacques Chirac ». Lo ha conseguido, tal vez porque durante su último mandato el periodo presidencial se redujo de siete a cinco años. Ahora que perderá la investidura presidencial, Chirac puede ser perseguido por la justicia, con quien tiene viejas cuentas que arreglar, de la época en que fue alcalde de París y convirtió la alcaldía en un cuartel general de su partido.

A la hora de escenificar su adiós, Chirac, que ha hecho del oportunismo una seña de identidad, ha postergado el momento de dar su apoyo a uno de los dos candidatos derechistas en liza, el autoritario Nicolas Sarkozy y el centrista François Bayrou, quienes han prosperado a su sombra pero hacen campaña distanciándose de Chirac. Sarkozy lo ha gratificado con esta definición: « La gente se imagina que Chirac es muy tonto pero muy gentil. En verdad, es muy inteligente pero muy malo ».

Quizá el único haber político de Jacques Chirac durante estos doce años estribe en su oposición a la guerra en Irak. Pero aun ese capital simbólico no ha tardado en dilapidarlo corriendo tras una última y triste causa, la de vender tecnología nuclear francesa a algún país desaprensivo. Chile está en su lista.

logocl 15 de marzo de 2007 PDF

PS: Ni porque se llama Santiago...

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7 mars 2007

Ultravioleta ultraviolenta

¿Se puede reír de todo? A condición de que sea divertido, decía un humorista.

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Circula por internet un curioso documento filmado por una televisión local belga. A propósito de la iniciativa de apagar la luz cinco minutos para manifestarse contra el cambio climático, una señora se muestra escéptica. No somos nosotros los culpables del agujero en la capa de ozono, afirma. ¿Quién, entonces? La señora es asertiva y no duda en desplegar su teoría: los responsables son los cohetes y otros artefactos enviados al espacio. Además, agrega, quienes los lanzan ni siquiera se dan el trabajo de hacerlos pasar por el mismo agujero.

Aparte de mover a risa, el extracto despierta dos o tres preocupaciones. La primera es ésta: ¿Se puede reír de todo? A condición de que sea divertido, decía un humorista. De acuerdo, pero ahora en serio: soltar una memez frente a un micrófono en una calle de su pueblo, ¿lo condena a uno al eterno escarnio del prójimo en los computadores ajenos? Queda sembrada la inquietud, como dice Jota Eme, maestro de maestros.

La segunda inquietud que nos siembra la dama de los cohetes es que, por lo visto, entre la ciencia y la gente parece haber más de un puente cortado. Y como para construir un puente que se sostenga hay que llamar a un perito, le pido a un amigo ingeniero, al que no le falta sentido común, que me explique por qué un país como Chile está expuesto, como ningún otro, a las consecuencias ultraviolentas de la radiación ultravioleta.

El ozono, me dice, es una molécula compuesta de tres átomos de oxígeno que funciona como filtro solar evitando el paso de la dañina radiación ultravioleta. Chile, como  se sabe, al igual que Australia y Nueva Zelanda, está situado en una zona donde el debilitamiento del ozono es mayor que en el resto del mundo. ¿Por qué? Porque la menor temperatura en la estratosfera polar permite la descomposición de los gases que contienen cloro y la consiguiente destrucción del ozono. Así es como han aumentado grandemente los casos de cáncer a la piel y de cataratas oculares en los campos y las ciudades de Chile.

A pesar de que el uso y la emisión de gases clorados han ido disminuyendo, su concentración en la atmósfera aumenta, porque los gases emitidos años atrás siguen subiendo a la estratosfera. Entre los muchos efectos nocivos del exceso de radiación ultravioleta se encuentra la disminución de las plantas marinas, principalmente del fitoplancton. Todo lo cual se traduce en una mengua de la absorción de dióxido de carbono, que está acelerando el calentamiento global.

Resulta instructivo constatar que gases emitidos hace veinte o treinta años continúan hoy activos y agrandando el agujero de la capa de ozono. Sobre todo ahora, cuando las voces que proponen como solución para la crisis energética la construcción de una o de varias centrales nucleares, afirman, sin despeinarse, que ya se verá qué hacemos con los desechos que generarían esas plantas, teniendo como tiene Chile botaderos tan grandes como Atacama y la Patagonia.

Los abogados de la causa nuclear y otros adoradores del desarrollo “a la china” (300 millones de personas sin acceso al agua potable y 400 mil muertos cada año en razón de la contaminación del aire), pretenden ignorar un dato de base, y es que sólo queda uranio para diez o quince años, el mismo tiempo que llevaría construir una central nuclear. Las plantas nucleares emplean uranio como combustible y no hay sustituto para éste. No tener en cuenta este dato ultraviolento es un error de la talla del hoyo en la capa de ozono. O de la talla de los cohetes de la señora belga.

logocl 8 de marzo de 2007 PDF

PS: Entrevista de James Lovelock con los lectores de El País, ayer. Un lector pregunta:
«
¿Cuál cree usted que será el cambio más drástico que hará que los gobiernos cambién radicalmente sus políticas medioambientales? ». Respuesta de Lovelock: « Hubiera pensado que la canícula de 2003 fuera suficiente para ello, pero no parece haber sido el caso ». Malatesta pregunta (¿eras tú, Malatesta?): « Teniendo en cuenta el carácter predador y oportunista de nuestra especie, ¿es normal que nos autoextingamos, nos devoremos a nosotros mismos? ». La respuesta del inglés duele en el alma : « Somos como cualquier especie que se reproduce demasiado y se derrumba ». Y, a propósito de la energía nuclear, el padre de Gaia nos da la puntilla: « Tal vez usted ignore que la cantidad de cemento usada para construir la base de un molino de viento es cuarenta veces mayor que aquella usada para construir una planta nuclear entera ». 

1 mars 2007

Esta foto cojea

 

La verdad de una foto es la verdad del pie que la acompaña

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La foto ganadora del World Press Photo 2006, prestigioso trofeo que premia cada año a las mejores fotografías de prensa, la tomó el norteamericano Spencer Platt entre las ruinas de Beirut bombardeado por los israelíes el pasado agosto. Fue publicada por Paris-Match y alabada por presentar el supuesto contraste entre la dura realidad de la guerra y una juventud dorada que hace turismo de lujo entre los destrozos. Descaro, indecencia.

En Nocturno hindú, el novelista italiano Antonio Tabucchi describe la fotografía de un hombre corriendo. Se trata de un close up, de un acercamiento. Bien mirado, parece ser un atleta negro que levanta los brazos porque ha ganado la carrera, tal vez incluso porque ha batido el récord de su especialidad. Pero si se quita el close up y se observa la foto completa, se verá que se trata de un manifestante antiapartheid, en el África del Sur de los años ochenta, que ha sido baleado por la policía y acusa el impacto antes de desplomarse. La moraleja que Tabucchi nos pone delante cae por su propio peso: desconfíen de los fragmentos escogidos.

Susan Sontag incita también por su parte al espectador a ver una fotografía de prensa como el resultado de un conflicto entre el imperativo de la verdad y el imperativo de la belleza, heredado este último de las bellas artes, y que hace que muchas veces la realidad de la calle aparezca afeitada en la prensa.

Se supone que una imagen dice más que mil palabras. Habría, así, que dejar a las imágenes hablar por sí mismas. Estas verdades de pacotilla se asientan seguramente en el trasfondo de paganismo que llevamos dentro, en nuestra religiosidad de adoradores de imágenes y en nuestra desconfianza radical hacia las palabras. Ver para creer, nos dijeron, y nos lo creímos.

Estos principios fundaron los días felices de las revistas ilustradas que vinieron a suplantar o a convertir a muchos diarios en revistas, donde el peso lo llevan las imágenes y el texto funciona sólo como comentario de éstas. Pero el espectador enfrentado a una imagen sin pie está obligado a componer por sí mismo una interpretación, a entender la imagen a partir de lo que ya sabe, que puede ser algo, pero suele no ser mucho. Las más de las veces, esa imagen sin contexto vendrá a confortar un saber superficial, estereotipado.

Para volver a la foto ganadora, el autor confiesa no haber interactuado con sus protagonistas, haberse limitado a apretar el obturador y a enviar la foto a la agencia y al concurso. La pregunta es, entonces, ¿es eso el periodismo? De manera general, el World Press Photo premia imágenes sin pie, imágenes que “se sostienen por sí mismas”, como quiere el tópico. Este premio demuestra una vez más que ninguna foto se sostiene por sí misma, que la verdad de una imagen es sobre todo la verdad del pie que la acompaña, como dice Godard y ratifica Sontag, que toda foto necesita un pie, como ha recordado pertinentemente Arcadi Espada.

Esta foto cojea periodísticamente hablando porque le hace falta un pie. Para ponérselo, un periodista, Gert van Langendonck, ha ido al encuentro de sus protagonistas. Su historia, publicada en el diario belga De Morgen hace unos días, es ésta: Aprovechando el primer día de cese del fuego tras los bombardeos israelíes a los suburbios del sur de Beirut, estos jóvenes regresaron a su barrio a comprobar la magnitud del desastre. Una de ellas trabaja para una ONG de ayuda a los refugiados. Contra las apariencias, no van en un descapotable de lujo, sino en un Austin Mini abierto, porque son cinco y hace mucho calor. ¿Que van vestidas con camisetas ajustadas y llevan anteojos de buena calidad? Estamos en nuestro barrio, responden, vamos vestidas como todos los días.

La guerra del Líbano, el bombardeo de Beirut por la aviación israelí, afectó a gente que se nos parece, que podría vivir en nuestras casas y formar parte de nuestra familia. Esta verdad, la foto ganadora no la muestra, la esconde.

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PS: En uno de los innumerables sitios y blogs que comentan esta foto se lee que "los pijos libaneses se pasean con un descapotable en short por una calle destrozada por las bombas israelíes". Tan pijos parecen que se les ven incluso los shorts. Recuerda el viejo juego de la noticia del accidente callejero que va pasando de uno a otro y termina convertido en genocidio.

22 février 2007

Los niños nacen para ser felices

Los cuatro primeros lugares en materia de bienestar infantil los ocupan Holanda, Suecia, Dinamarca y Finlandia. España se sitúa en quinto lugar.                          

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Está escrito en el mosaico que cubre el pórtico de la iglesia de un colegio en la esquina de las calles Carmen y Porvenir, en Santiago, en el que se ve al Mesías recibiendo con los brazos abiertos a los niños: “Sinite parvulos venire ad me”. En ese colegio no se enseña ya latín pero todavía se entiende: Dejad que los niños vengan a mí. (Pero que vengan de a uno, agrega el chiste).

Y de lo mucho que circuló durante la Unidad Popular en materia de fraseología, este endecasílabo, atribuido a José Martí, es uno de los mayores aciertos: Los niños nacen para ser felices. El punto, claro, sigue estando en saber cómo pueden llegar a ser felices, cuál es la ecuación entre protección y libertad que les permita respirar a sus anchas para desplegar las alas cuando les crezcan.

La Unicef considera seis criterios para determinar el bienestar infantil: las condiciones materiales, la salud y la seguridad, la educación, las relaciones con la familia y con otros niños, todos los cuales se apoyan en datos estadísticos. Y por último, pero no menos importante, el bienestar subjetivo, criterio que se funda en la percepción que el niño tiene de sí mismo y del que se sabe gracias a los estudios de opinión.

En base a estos criterios, la Unicef dio a conocer la semana pasada el informe sobre el bienestar de los niños en 21 países industrializados. Como era de esperar, los cuatro primeros lugares los ocupan países del norte de Europa: Holanda y Suecia a la cabeza, seguidos por Dinamarca y Finlandia. España se sitúa en quinto lugar, por delante de Suiza y Noruega y muy por delante de Alemania y Francia. Otra sorpresa se encuentra en la cola del pelotón: Gran Bretaña se ubica última y Estados Unidos penúltimo.

Imposible no pensar, a la lectura de este informe, en los niños que se han quedado fuera, cualquiera sea su país, africano, asiático o sudamericano, niños para quienes incluso los niveles más bajos de bienestar les quedan tan por encima que parecen volantines en la estratosfera. Niños para los cuales cualquier intento de determinación de indicadores, objetivos o subjetivos, es imposible, entre otras cosas por ausencia de datos.

Por estos días se ha descubierto en las inmediaciones de un hospital, en el centro de India, un osario desbordante de huesos de niñitas, que aportan, una vez más, la prueba de que el infanticidio y el feticidio se siguen practicando a gran escala en muchos países como manera de evitar el nacimiento de niñas o para desembarazarse de ellas. A tal punto que el Gobierno indio ha decidido poner cunas en todos los distritos del país para que los padres puedan abandonar allí a sus hijas recién nacidas cuando no quieran criarlas.

Los niños abandonados, los niños esclavos, los niños vendidos, los niños prostituidos. La televisión mostraba también por estos días unas imágenes en un lejano hospital del remoto Kirguistán donde una enfermera cerraba la venta de un recién nacido y la celebraba descorchando una botella de sidra. Por qué los compradores esta vez resultaron ser policías y le amargaron la sidra a la alcahueta, la televisión, que muestra pero no explica, no lo dejaba claro. Pero sí se adivinaba, según las maneras desenvueltas de la villana, que tal operación comercial es algo común en un lugar como ése.

Los niños nacen para ser felices, nacen para vivir con sus padres y hermanos, nacen para ir a la escuela, pero demasiadas veces los tiran al osario, los venden, los arman, los drogan y los prostituyen. Aún estoy viendo a un grupo de niños a la entrada de una escuela en Angola, con la ropa muy blanca brillando bajo el sol de África y transportando cada uno una enorme piedra entre las manos. Para qué llevan esas piedras, me sorprendí preguntando. Para qué va a ser, me respondieron, para sentarse.

logocl 22 de febrero de 2007, PDF

PS: La foto está tomada en Arribada, al interior de la isla de Santiago, en Cabo Verde. Allí también, uno de los niños de la fotografía se trepó a un papayero para obsequiarme con un fruta madura según una historia que se cuenta en El zancudo. Pues eso, los niños nacen para ser felices.

15 février 2007

Escribo como condenado

El escritor que se verá obligado a abandonar su país bajo amenaza y será laureado en Estocolmo dentro de veinte años no aparece hoy en los diarios.                        

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Cuando los surrealistas, en 1919, metieron en un sobre la pregunta «¿Por qué escribe usted?» y la enviaron a los escritores parisinos consagrados, les estaban en buena medida arrastrando el poncho. La interrogante puede no ser gran cosa, pero les permitió recoger 75 respuestas y publicar tres números de la revista Littérature cuyo tiraje triplicaron.

Philippe Soupault atribuye la formulación de la pregunta a un parroquiano del bar donde el grupo surrealista paraba por esos años, quien miraba fijamente a los miembros de la cofradía surrealista. Éstos, hartos de la insistencia de su mirada, le aplicaron un día la variedad parisina del «¿qué mirái?». El parroquiano no dudó en responder: «Los miro porque me gustaría saber por qué escriben».

Entre las respuestas recogidas, las mejores son breves. «Escribo porque», respondió Cendrars. «Por debilidad», añadió Valéry. Y Paulhan: «Yo escribo poco. El reproche que me hacen me toca apenas».

Varias décadas más tarde, en 1986, dos periodistas del diario francés Libération, Daniel Rondeau y Jean-François Fogel, retomaron la pregunta y se la enviaron a 400 escritores de todo el mundo. También en los resultados de esta encuesta las respuestas más agudas suelen ser breves o abreviadas.

Osvaldo Soriano propone una clave: «Escribo para compartir la soledad». Y Ricardo Piglia, otra: «Escribo porque la literatura es la forma privada de la utopía”. Adolfo Bioy Casares: «Escribo porque probablemente me parezco a un barbero de Tom Jones que, cuando escuchaba una buena historia, necesitaba contarla en seguida». Su amigo Borges se va por las ramas, pero tratándose de Borges vale la pena seguirlo: «Intento intervenir lo menos posible en lo que escribo. Y como no tengo opiniones definitivas en materia, por ejemplo, de ética o de política, intento no dejar intervenir mis opiniones en lo que escribo».

Numerosos son quienes dicen escribir para saber por qué escriben. También hay los que responden que lo hacen por mimesis o por ritmo biológico. La trascendencia es otra razón citada, sea ésta existencial, como en el caso del peruano Julio Ramón Ribeyro: «Escribo para continuar existiendo una vez muerto, no más sea bajo la forma de un libro, como una voz que alguien se da el trabajo de escuchar». O trascendencia municipal, como en el brasileño Fernando Gabeira: «Tiendo a pensar que escribo para ser amado y ese deseo prosaico acabará con mi nombre en una calle o en una biblioteca pública en el pueblo donde nací».

Salman Rushdie, víctima de una fatua lanzada en 1989 por el ayatolá Jomeini que lo condenó a muerte a causa de sus escritos, sentiría tal vez una cierta incomodidad si se releyese: «Escribo porque me gusta estar solo en una pieza».

António Lobo Antunes: «Escribo porque no sé bailar como Fred Astaire. Off the record: para la próxima encuesta les prometo una respuesta sicoanalítica-estructuralista… y larga». Quien no esperó la próxima encuesta para formular una respuesta de esa índole fue el poeta Enrique Lihn, quien se regodea en circunloquios. Jorge Edwards, José Donoso, Poli Délano, Óscar Hahn y el citado Lihn componen la selección nacional.

A lo que iba, fui a buscar el librito que resultó de la encuesta pensando en Orhan Pamuk, el Nobel 2006, ahora obligado a exiliarse de Turquía por las amenazas contra su vida recibidas de parte de grupos nacionalistas. Qué habrá respondido entonces a la preguntita, me pregunté. No estaba y, sin embargo, por esas fechas Pamuk había publicado ya tres novelas. El escritor que se verá obligado a abandonar su país bajo amenaza y será laureado en Estocolmo dentro de veinte años no aparece hoy en los diarios. No hay quién le pregunte por qué escribe.

¿Mi respuesta favorita? Tal vez la del belga Hugo Claus: «Escribo por curiosidad. Por orgullo».

logocl 15 de febrero de 2007  PDF

PS: Para variar, hoy el blog podría llamarse Camino de Estocolmo.

8 février 2007

¿Será para tanto?

Un lobby creado por la petrolera Exxon Mobil ofrece miles de dólares a los científicos que nieguen la evidencia del cambio climático.                          

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¿Pudo evitarse la tragedia de Valparaíso? ¿Y la de Punta Arenas? ¿Pueden evitarse las calamidades? ¿Puede evitarse que en las próximas décadas los desiertos nos cerquen y, paradójicamente, nos ahoguen las inundaciones, tal como predice el informe del Panel Intergubernamental contra el cambio climático presentado el primero de febrero en París?

Los fatales incendios de Valparaíso y Punta Arenas y el calentamiento global son, desde luego, fenómenos de naturaleza diferente y no se trata de meterlos en el mismo saco. Conociendo, sin embargo, la respuesta que escucharon algunos vecinos cuando intentaban dar la voz de alerta por el olor a gas que cubría el casco viejo de Valparaíso, no se puede menos que asociarlos:

“¿Será para tanto?”.

Es la respuesta que escuchan sistemáticamente los “alharacos” que desde hace cuarenta años, desde los primeros informes del Club de Roma, advierten que es hora de que cerremos la válvula del gas si no queremos volar por los aires. Desde luego, entre la sicosis y la desidia hay un amplio margen de actitudes. Pero en materia de clima el informe del Panel de París es contundente y explícito y no deja espacio para ambigüedades.

La concentración de gas carbónico en la atmósfera supera con mucho lo observado desde hace 650 mil años. De igual manera con el metano. El calentamiento actual es “inequívoco”. Los glaciares ceden, el nivel de los océanos sube. La capa de hielo que recubre Siberia y el norte de Canadá se derrite y las olas de calor, las tormentas tropicales y los ciclones se intensifican.

Frente a este diagnóstico se alzan, como es costumbre, las voces de los negacionistas del cambio climático. Son cada vez menos numerosos, pero mantienen en alto la bandera negra de los petroleros. Y sacan la voz, por las buenas o por las malas. De un total de mil 600 científicos que trabajan para la administración estadounidense, más de 45% dicen haber sido víctimas de intimidaciones, durante estos seis años de Gobierno republicano, para que eviten las expresiones “calentamiento global” y “cambio climático” en sus comunicaciones. Ese es el palo.

Y la zanahoria la pone el dinero. El diario británico The Guardian denunciaba hace una semana que un lobby, el American Enterprise Institute, creado por la petrolera Exxon Mobil, cuyos límites con la administración Bush son “permeables”, ofrece miles de dólares a los científicos que nieguen la evidencia del cambio climático y denuncien los defectos que pudiera presentar el informe de París.

En Chile, el mismo día de la publicación de este informe, Las Últimas Noticias publicó un único eco, una entrevista con Tito Ureta, miembro de la Academia de Ciencias. “Esto (el cambio climático) va a pasar en cien años y usted y yo vamos a estar muertos”, explica Ureta. Además, sería inútil inquietarse porque “la Tierra se autorregula”. Los métodos de Greenpeace son, según él, “espantosos” y “muchas de las cosas que hacen es (sic) provocar el fenómeno que quieren combatir”.

Es decir que, según el académico, es la febrilidad de Greenpeace la que dispara la temperatura. También puede que tenga razón, sobre todo en materia de mortalidad. La posibilidad de que estemos muertos dentro de cien años es altísima. Y en cuanto a que la Tierra se autorregule… sin comentarios. O bien éste: quienes creían que el animismo era inconciliable con la ciencia empírica no tienen más que darse una vuelta por la cátedra de Ureta para salir de su error. Lo que expone no es otra cosa que una versión pasada por agua de las tesis del británico James Lovelock, un pionero de la ecología, quien sostiene hoy la necesidad de contar con la energía nuclear para disminuir el abuso de los combustibles fósiles.

El problema, sin embargo, está en otra parte. Y no lo resuelve una incongruente central nuclear en pleno Atacama. El mensaje de los científicos es irrefutable y no deja cabida a los negacionistas. La duda se trasladó definitivamente del campo de la ciencia al de la política. La pregunta ya no es “¿será para tanto?”, sino “qué hacemos ahora”.

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8 de febrero de 2007

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PS: Las tragedias de Valparaíso y Punta Arenas, sendos incendios en los cascos viejos de ambos puertos, con resultado de una quincena de muertos. A propósito del cambio climático, el comentario de Enrique en "El dinosaurio", en este mismo blog, es particularmente pertinente. También a propósito de clima, mientras escribo estas líneas cae en Lovaina una copiosa nevada. En el centro de Chile se soportan temperaturas de más de treinta grados.

1 février 2007

La Enormecita por la Alameda

En Perdidos en la noche, Rizzo, un vagabundo neoyorquino, enfermo de pulmonía, se abrigaba el pecho con hojas de diario. Mientras lo hacía, no podía evitar leer las añejas noticias. O quizá se contentaba con “revisar los titulares”. Más o menos por la misma época de esa película los diarios viejos se vendían al kilo a las carnicerías y, los que sobraban, se usaban para limpiar los ventanales con una mezcla de agua y parafina. Ocasiones múltiples para descubrir algún suceso olvidado o repasar un gol de Honorino Landa.

Se necesitaban entonces un par de semanas para juntar un kilo de periódicos. Ahora, algunos periódicos dominicales pesan directamente un kilo, a partes iguales la publicidad y algunos comentarios. Antes el papel era el papel, una materia prestigiosa, lo que no impedía colgarlo en el retrete. También es verdad que en el sur no se cosechaba el pino insigne a la velocidad con que se hace ahora. “En los ratos de ocio pasta sin cesar. Hay inmensos predios de periódicos” recomienda Octavio Paz al aprendiz del teclado. Y Kapuscinski, maestro reportero: “Para escribir una sola página de diario hay que haber leído mil”.

Los periódicos de este fin de semana se rindieron a los pies de la Pequeña gigante. Es comprensible el entusiasmo de la multitud (y de la multitud de reporteros) detrás de la marioneta. Representa una figura de estilo de varios metros de altura, una prolongada contradicción en los términos. Es grande siendo pequeña y a pesar de ser pequeña es grande. Parece filosofía a lo Mario Moreno, pero se entiende. También podría llamarse la Enormecita, la Gigantita o incluso la Interminablecita.

Desde siempre la multitud ha ido detrás de lo grande o de lo enaltecido, de la estatua sobre el pedestal, del líder en andas, de los monigotes carnavalescos. La energía de la multitud es capaz de engrandecer lo pequeño y Santiago no se resigna a la prohibición de su carnaval dictada por Bernardo O’Higgins y busca desde entonces un sucedáneo.

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Pero no sólo a la Pequeña gigante se rinden los diarios, sino también a la fuerza de penetración del inglés, otro gigantito. Es decir, a éste no necesitan rendirse, están rendidos de antemano. Dicen playoff en lugar de desempate, dicen retail en vez de venta al detalle, repiten como clones la palabra clon, dicen enduro por aguante, llaman Miss Reff a la Reina de la Rabadilla. Ahora dicen bizarro queriendo decir raro, siendo que bizarro quiere decir valiente, lucido (lúcido es otra cosa, para eso están las tildes). Qué fly los habrá picado. Y dónde. Blest Gana llamaba “afrancesadas” a las elites del siglo diecinueve, pero hoy nadie se atreve a llamar esnobs, o derechamente tontines, a estos cañahuecas. Cuando Kapuscinski afirma que un periodista debería poder comunicar en varias lenguas no es precisamente a esa jerigonza a la que se refiere.

Los soldados norteamericanos que combaten en Irak van equipados con un programa de traducción oral y simultánea del inglés al árabe que les permite comunicar con sus homólogos iraquíes. Se sabe que toda la tecnología que utilizamos, hasta el más humilde anafe, hizo parte en su día del aparataje militar que, una vez desclasificado, se puso, vía la industria, al alcance de la gente común. No está así lejano el día en que para leer los diarios, en la carnicería o para limpiar los vidrios, haya que equiparse del aparatito bélico. Me temo que hace ya tiempo que el Diccionario de chilenismos que publicó don Zorobabel Rodríguez hace más de un siglo no sirva de mucho a la hora de entender la jerga candorosa de cierta prensa.

Al otro extremo de esa mezcolanza grumosa de la lengua vernácula con el chapurreo televisivo se situaba Violeta Parra, de cuya muerte se cumplen por estos días cuarenta años. Lejos de cualquier esnobismo y de toda engañifa, Violeta Parra recreó el habla de Chile y dejó escritas en sus Décimas y en sus Últimas composiciones algunas de las mejores páginas de nuestra literatura. Como dice su hermano Nicanor en su Defensa, de su voz salían rayos “hacia los cuatro puntos cardinales”. Que son, según Huidobro, tres: el norte y el sur.

¿Cuándo vuelve la Gigantita?

 

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1 de febrero de 2007

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PS: Sobre el origen y el destino de la Pequeña gigante, para los santiaguinos huelgan las explicaciones, que quedan para los foráneos. "Pequeña gigante" es un oxímoron (como fuego helado, luz oscura, realidad virtual), lo contrario de un pleonasmo. Por el estilo, Octavio Paz, quien, según Nicanor, fue un surrealista diplomático, a no confundir con un diplomático surrealista.

Dudé frente al plural de cañahueca. Pedí opinión al maestro Echegoyen, quien se mostró también lleno de dudas. Zorobabel Rodríguez no lo repertoría, no es chilenismo. A Zorobabel, que además de lingüista era político, sus detractores lo llamaban Zorrobabel. A la sombra de su estatua, en el bandejón central de la Alameda, leía yo novelas hace treinta años. Qué lugar para leer novelas. El ejemplar del Diccionario de chilenismos que tengo conmigo me lo envió por correo en el año 87 Manolo Canales. Gracias Manolo.

25 janvier 2007

La generación de los años sin cuenta

Camina con dificultad, con las rodillas flojas y la espalda arqueada. Intenta fijar la vista pero no consigue leer la letra pequeña. Tampoco distingue con precisión los sonidos que le interesan. Es lo que le ocurre a diario a una persona “entrada en años”, a un adulto mayor, como se dice ahora.

Para permitir a la gente joven ponerse en el lugar de una persona mayor, una empresa francesa ha concebido un buzo que produce todos estos achaques a la vez, para lo que basta con enfundárselo. La iniciativa no tiene un objetivo filantrópico sino económico. Un cuarto creciente de la población de los países desarrollados y emergentes está formada por personas mayores de 50 años. El mercado que representan es enorme pero la oferta que les está dirigida es inadaptada. Se trata, con el famoso buzo que avejenta, de que los industriales y los publicistas se metan en el pellejo de esta numerosa clientela potencial y consigan así dar respuesta a sus demandas.

La generación de quienes tenían 18 años, más o menos, el 11 de septiembre de 1973, de aquéllos que oyeron el estrépito de los rockets cayendo sobre La Moneda, ha ido lenta pero seguramente cumpliendo cincuenta años. Hablo en masculino, la edad de las señoras es paño para otro sastre. En materia de género, como dice mi tío Pepe, seda y terciopelo. Caetano Veloso lo expone a la perfección: “No envidio la maternidad, ni la lactancia, ni la adiposidad, ni la menstruación. Sólo envidio la longevidad y los orgasmos múltiples”.

Lo cierto es que el cuerpo acusa el paso de los años. Se pelan las canillas (esto es lo más duro) y se puebla de vello la zona lobular. Adelgazan las piernas, se hunde el culo y, correlativamente, se ensancha el talle. “Háseme vuelto la cabeza nalga”, dice Quevedo, quien no necesitó llegar a viejo para cojear y trabar la vista, y a quien Góngora llamaba “Quebebo” por ser supuesta afición al frasco.

Otro que también acusa el paso del tiempo es el razonamiento. Un solo ejemplo: a los veinte años escuchamos el famoso nombre de un cuadro de Goya según el cual “el sueño de la razón produce monstruos” y entendimos que apostar exclusivamente a la razón, un error que nos parecía típico de la gente mayor, lleva de cabeza a la sinrazón. Treinta años más tarde, leyendo al maestro Espada, comprendemos que basta mirar esa pintura para entender que el aragonés dice lo contrario: si el mundo se llena de monstruos es porque dejamos que la razón se duerma.

El paso de los años nos va cambiando, por no decir que nos va encallando. Ya lo dijo De Gaulle, la vejez es un naufragio. Hermann Hesse, quien en su momento fue una suerte de guía espiritual para esta generación de los años sin cuenta, lo pinta con mejores colores: “Con cincuenta años el hombre deja poco a poco de cometer ciertas niñerías, de querer ganar fama y respetabilidad y, sin apasionamiento, empieza a echar una mirada retrospectiva a la propia vida. Aprende a esperar, aprende a callar, aprende a escuchar, y si esas buenas prendas han de adquirirse mediante ciertos achaques y debilidades considera tal adquisición como una ganancia”.

Además, parece ser que para esos achaques y debilidades hay algunos remedios. El más reciente se llama ácido fólico. El último número de The Lancet explica que las personas que tienen entre 50 y 70 años pueden mantener el rendimiento intelectual intacto ingiriendo a diario 800 microgramos de ácido fólico (vitamina B9), que se encuentra en habas, arvejas, espinacas, espárragos, brécoles, endivias y peras. En dos palabras, comiendo minestrón de verduras.

Apenas publicaron los resultados de ese estudio en la revista británica, sus autores fueron contratados por dos gigantes de la industria alimentaria, Danone y Unilever. Ya se ve venir la campaña publicitaria. La generación de los años sin cuenta se estrenó en la vida adulta alimentando a nuestras guaguas con colados. Llegados a viejos, lo más probable es que nos despidamos de ésta comiendo picados “enriquecidos con ácido fólico”. Y cantando, con Bob Dylan, Forever Young.

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25 de enero de 2007

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PS: Género, retazos:
Quevedo es tal vez quien mejor se ríe de nuestras viejas cuitas: Lindo gusto tiene el tiempo / Parece que no se mueve / Y ni un momento se para / Saltando de barba en barba / Enharinando bigotes / Y ventiscando de canas. / Pues ¿a quién no hará reír / Verle mondar una calva / Para que puedan las moscas / Con más descanso picarlas?

Mi abuela murió con 101 años. Se apagó como una vela, me contó más tarde su hija. Mi tío murió, el año pasado, con 104. Se lo dijo a su hija, me pondré así y cuando vuelvas ya estaré muerto.

Las hijas. Nicanor Parra, que ahora mismo
'anda' en 92: Entonces fue cuando le preguntaron / Si se acordaba de Nuestro Señor Jesucristo / Las preguntas de ustedes respondió el Padre eterno / Por más viejo que esté / ¿Cómo podría no acordarme? / No se olvida tan fácilmente a un hijo único / ¿No le hubiera gustado tener una niñita? / Y al Padre Eterno se le llenaron los ojos de lágrimas.

Lévi-Stauss (98):
Dans ce grand âge que je ne pensais pas atteindre, et qui constitue une des plus curieuses surprises de mon existence, j'ai le sentiment d'être comme un hologramme brisé. Cet hologramme ne possède plus son unité entière et cependant, comme dans tout hologramme, chaque partie restante conserve une image et une représentation du tout. Ainsi y a-t-il aujourd'hui pour moi un moi réel, qui n'est plus que le quart ou la moitié d'un homme, et un moi virtuel, qui conserve encore vive une idée du tout. Le moi virtuel dresse un projet de livre, commence à en organiser les chapitres, et dit au moi réel : c'est à toi de continuer. Et le moi réel, qui ne peut plus, dit au moi virtuel : c'est ton affaire. C'est toi seul qui vois la totalité. Ma vie se déroule à présent dans ce dialogue très étrange.

Disculpas por no traducir. Más Veloso:
És um senhor tão bonito / Quanto a cara do meu filho / Vou te fazer um pedido / Compositor de destinos / Tambor de todos os ritmos / Entro num acordo contigo / Por seres tão inventivo / E pareceres contínuo / És um dos deuses mais lindos / Que sejas ainda mais vivo / No som do meu estribilho / Ouve bem o que te digo / Peço-te o prazer legítimo / E o movimento preciso / Quando o tempo for propício / De modo que o meu espírito / Ganhe um brilho definido / E eu espalhe benefícios / O que usaremos pra isso / Fica guardado em sigilo / Apenas contigo e migo / E quando eu tiver saído / Para fora do teu círculo / Não serei nem terás sido / Ainda assim acredito / Ser possível reunirmo-nos / Num outro nível de vínculo / Portanto peço-te aquilo / E te ofereço elogios / Nas rimas do meu estilo.

Y Josepepe, intentado no quedarse atrás : Si abren el diario verán / Hay una coma de más / Y esto no es lo de menos. /Como quiera que la lean / Esa vírgula no es mía / Pero sí me afea el día.

18 janvier 2007

Pectinuculus Chavesis

Hugo Chávez llamó “pendejo” (del latín pectinuculus) al secretario general de la OEA, José Miguel Insulza (también le llamó “insulso”), por osar criticar el acoso gubernamental que sufre una parte de la prensa venezolana. Insulza había pedido el pasado 5 de enero al gobierno de Caracas que revisase su decisión de no renovar, “por golpista”, la concesión a Radio Caracas Televisión, porque la medida aparecía “como una forma de censura contra la libertad de expresión” y como “una advertencia a los demás medios de comunicación, llevándolos a limitar su acción, a riesgo de correr la misma suerte”.

En su acepción caribeña, “pendejo” es una apelación injuriosa que significa cobarde. En la acepción en boga en el Cono Sur, en cambio, “pendejo” significa niño pequeño o adolescente. El apócope “pende” o “pendex” se usa incluso entre nosotros de manera cariñosa. De más está decir que Chávez usó el calificativo en su acepción tropical, como arma arrojadiza.

No me mueve a escándalo que el mandamás venezolano piense en voz alta, que se exprese en los proscenios con un lenguaje de andar por casa, ni tampoco que se deshaga de los modos untuosos de la diplomacia. Una chuscada bien puesta, si cabe, puede ser bienvenida, sobre todo en las esferas del poder donde se practica a menudo un lenguaje impostado, que los franceses llaman langue de bois, hecho a medida para no arriesgar deslices y acertar con lo que se supone que cabe decir.

Al otro extremo, el lenguaje atarantado que se ha ido imponiendo, que usa y abusa de los calificativos, hace que éstos dejen de significar lo que significan. No comparto, así, las críticas que vienen a decir que Chávez ha errado por no guardar las formas. Las chanzas e incluso los improperios están para ser usados si el lance lo merece. Tuvo razón Allende en llamar “rastrero” a Mendoza en su impecable última alocución improvisada por la Radio Magallanes la mañana del 11 de septiembre del 73.

Lo que ocurre con el exabrupto de Chávez es que queriendo anular el razonamiento de su contrincante no hace otra cosa que confirmarlo. Si a quien reclama, desde una posición de interlocución legítima, libertad para la prensa, el Jefe de Estado le devuelve una andanada de simplezas intentando acallarlo de mala manera, qué oirán los periodistas convocados a las dependencias gubernamentales caraqueñas.

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Dejando los insultos de lado, el fondo del asunto es éste. En Venezuela, el Gobierno dispone de un arsenal legislativo que incita a la prensa a autocensurarse. Se trata por lo tanto de un arsenal represivo, ya que su simple existencia es suficiente para crear un clima de autocensura en los medios de comunicación, según Reporteros sin Frontera.

Los sucesivos gobiernos de Chávez han tenido una relación conflictiva con la prensa. Según el Código Penal venezolano, reformado por Chávez, el periodista que “atente contra la reputación de un funcionario gubernamental” arriesga condenas de hasta tres años de prisión. En marzo de 2006, la periodista Ibeyise Pacheco fue condenada a nueve meses de detención por haber difamado a un coronel de Ejército.

La renta petrolera permite a Chávez ganar las elecciones por mayoría absoluta, beneficiándose de una presencia masiva en los medios y saturando las calles con su imaginería populista, comicios en los que, sin embargo, vota menos de la mitad del censo electoral. El gasto público permite consolidar la deriva autoritaria del régimen. “Incluso las leyes del mercado son determinadas por la Presidencia de la república”, ironiza Argenis Martínez, del diario caraqueño El Nacional.

Lo cierto es que razones no faltan para que los periodistas hagan su trabajo y, por lo tanto, al hacerlo, arriesguen ser acusados de difamación en contra de los funcionarios, en un país que Transparency International sitúa en la cima de la clasificación continental de la corrupción, sólo superado por Haití. Apenas 15% de los contratos públicos son registrados oficialmente y 95% de éstos se hacen sin llamado previo a concurso. Los eufemismos “sobreprecio”, por coima, y “evaporación”, por desvío de fondos, forman parte del lenguaje cotidiano en Venezuela. Según el ex vicepresidente del chavismo, José Vicente Rangel, “la corrupción remonta a Cristóbal Colón”. La culpa sería, como se ve, de los conquistadores. Cualquier día Chávez los trata a todos de pendejos.

La Nación de Santiago de Chile, 18 de enero de 2007 PDF


PS: "Pocas ganas tenemos de elegir entre la izquierda payasa y la izquierda liberal, siendo benevolentes y suponiendo que sean izquierdas", dice Malatesta en un comentario en este blog. No creo que hacerle feos a Bush (únicamente con el hemisferio izquierdo de la careta) sea condición suficiente para llevar adelante una política progresista. Por otra parte, criticar el populismo grotesco del ex coronel golpista no significa apoyar al imperialismo norteamericano, ni siquiera a la oposición venezolana que, lamentablemente, tiene el tejado de vidrio en pésimo estado.

Quien despliegue el PDF podrá leer la columna contigua, Prudentes, audaces y desatinados, de Alejandro Kirk, que también se refiere al intercambio Insulza-Chávez. Me alegra no coincidir con Kirk y caber ambos en una misma página. Además, así la ilustración sirve el doble. Eso se llama pluralismo y economía. O, como dijo Jorge, matar dos loros de un tiro.

11 janvier 2007

Pandora abriendo el diario

Abrir un diario equivale a menudo a abrir la caja de Pandora. Como se sabe, Pandora, la primera mujer creada por Zeus, la Eva griega, abrió con curiosidad felina la caja prohibida, dejando escapar la mentira, la enfermedad, la envidia, la vejez, la guerra y la muerte. Tanto se asustó la bien dotada Pandora (eso significa su nombre) al ver la danza de los diablos desatados, que cerró la caja de golpe dejando atrapada a la esperanza, la única capaz de combatir a todos esos males.

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La Pandora de nuestros días no abre la caja sino el diario. A ver qué cuenta. En Metz, un señor abre la puerta del baño, en su departamento, y se encuentra con una serpiente pitón bebiendo el agua de la taza. La información no tiene desperdicio. Metz es la capital de la Lorena francesa, tierra libre de pitones, pero alguna gente tiene la manía de comprar bichos raros y luego no sabe qué hacer con ellos y los deja escapar.

No lejos de ahí, en la cárcel de Rouen, un preso mata a su compañero de celda para, según confiesa, arrancarle el corazón y comérselo. La autopsia, no obstante, comprueba que nadie devolverá la vida al occiso pero su corazón está intacto. Hay más. En Roma, un periodista se convierte en aseador en el principal hospital público de la ciudad y encuentra deposiciones caninas en los pasillos y colillas de cigarrillo en los quirófanos.

Más al norte, en Hasselt, el príncipe Lorenzo de Bélgica debe comparecer como testigo ante los tribunales a causa de un affaire de malversación de fondos públicos. Durante décadas la prensa belga, que goza de niveles comparativamente decentes de libertad de expresión, se contentó con dar una imagen meliflua de la familia real. Diversas variables han debido moverse para que esta óptica cambiase, al punto que el diario que lee Pandora presenta un retrato implacable del hijo menor del Rey de los belgas y, a través de él, del conjunto de la familia real. A los 43 años, Lorenzo continúa comportándose como un niño taimado, sometido a dos relatos opuestos, el que lo presenta como un privilegiado y aquél que le devuelve la realidad, mostrándolo como un consumado porro. Lorenzo, cuenta el diario, es manirroto con los lujos y mano de piedra con el prójimo, en particular con las mujeres. A ver si la justicia acaba también por encontrarlo manilarga.

La historia del supuesto caníbal y la de la pitón sedienta caben en un recuadro en la página de sucesos de un diario pero desbordan en la portada de un diarillo, según como venga el día. Nada sabríamos de uno ni de otro, sin embargo, como tampoco del hospital insalubre ni del príncipe en aprietos, si la prensa no se hiciera cargo. En Internet Press Display (Mostrador de prensa) pone a diario a desfilar las portadas de 350 periódicos de 65 países en 36 lenguas. Cuánta gente cabe en esas páginas. Y cuánta más la estará escrutando. Haría falta otro diario para contarlo.

Es el paso entre un año y otro y los periódicos rivalizan de inventiva para presentar un buen resumen del anterior y las previsiones para el que comienza. Los resúmenes pueden ser discutibles en el fondo y la forma pero suelen ser bastante más convincentes que las previsiones. Aparte del enunciado de algunas generalidades, estas últimas raramente dan en el blanco. También es cierto que quienes son capaces de producir pronósticos de calidad trabajan con otra tarifa y para otro público.

“Resumen del año que viene” resulta ser un titular perfectamente absurdo. Nada sabemos del porvenir, salvo que diferirá del presente, como escribió Borges. La mitología griega puede sernos útil para entender esta dificultad: el nombre del marido de Pandora y guardián de la caja que debía permanecer cerrada, Epitemeo, significa “aquel que sólo comprende los hechos una vez ocurridos”.

Lectores y periodistas, todos somos nietos de Pandora y de Epitemeo, pero estamos tan profundamente anclados en el presente que nos resulta difícil evocar el pasado sin que unas imágenes en pantalla gigante nos lo impongan. Y más aun nos cuesta proyectarnos al futuro. ¿Se desprende de todo esto que, tras el desfile de los males del mundo, la esperanza atrapada en la caja de Pandora se libera en la última página?

La Nación de Santiago de Chile, 11 de enero de 2007 PDF


PS: Pitón, corazón y príncipe. Resumen del año que viene. Este Camino de Santiago se publica en la última página del diario. Según Le Devoir de Montreal, la mitad de los lectores no comprende el sentido de un artículo ordinario publicado en los periódicos. No me alcanza que en esas condiciones lleguen a leer la última página. Incluso si comienzan la lectura por ahí.

4 janvier 2007

El año de la pera

Ya estamos a 4 de enero de 2007. Qué rápido que pasa el año. Habrá que acostumbrarse a escribir 2007. Hay quienes aún se resisten a hacerlo, al punto de haber promovido sendas manifestaciones, en Nantes y Ginebra, exigiendo la extensión del 2006. Se trata del autodenominado Frente de oposición al año nuevo, cuya consigna era: “El 2007 no pasará. En 2006 estábamos mejor”. No lo lograron. Tal vez se consuelen viendo como la omnipotente mundialización no consigue todavía un objetivo modesto, cual sería que el año nuevo llegase simultáneamente al menos a las grandes capitales. Resulta algo ridícula y desordenada la seguidilla de celebraciones de año nuevo, desde Sydney a San Francisco, según avanza el último día del año.

Y 2006, qué mala manera de acabar. Horca y coche bomba. El cuerpo de un ahorcado, así se trate de un cruel tirano, despide efluvios malignos, miasma. En Barajas, los terroristas despidieron otro tanto. Incapaces de perder protagonismo, siguen decididos a reventarnos los tímpanos. No sé cómo se llamará en siquiatría a ese cuadro histérico. El miasma no ha tardado en hacerse sentir: centenares de muertos en Bagdad, dos personas desaparecidas en Barajas. "En los subterráneos de la psique colectiva, todo el mundo a la muerte grita viva", escribió en su día Rodrigo Lira.

Dimos vuelta cuanto antes la hoja y dimos también por buenas las imágenes lenitivas de los fuegos artificiales, del sudor proletario de las carreras de San Silvestre, de la carne de gallina de los romanos zambulléndose en el Tíber. En Roma, precisamente, los calendarios 2007 tienen un éxito creciente, a la cabeza del cual se encuentran dos almanaques de signo diferente. El que muestra al Papa exhibiendo su look Omo, inmaculado, cuya venta financiará la construcción de un hospital en la maculada Ruanda. Y el famoso calendario Pirelli, que este año viene con estética neorrealista y está protagonizado por unas pilosas Sofía Loren y Penélope Cruz. La Loren cumplió 72 años y afirma que lo que tiene lo recibió de su madre y no piensa echarlo a perder a manos de un cirujano plástico, o nunca antes de su centenario.

En cualquier calendario, eclesiástico o garajístico, el día más apasionante del año será, a juicio de una numeróloga, el 20 07 2007, por el potencial numérico de la fecha. Además será un viernes, día de Venus. El propio Voltaire, que combatió todas las supersticiones, admitía que “desde el tiempo de los antiguos caldeos, hay días y momentos favorables para tomar los remedios, para cortarse las uñas, para dar guerra y cortar leña”.

Según el Almanaque de Lieja, 2007 aportará novedades y caerá en tautologías. “Quien vivirá verá”, escribió Aragon. El verso completo dice así: “Quien vivirá verá qué sangre se derrama”. Estados Unidos tiene perdida la guerra en Irak. Irak también, desde luego. África está en manos de China, que, junto con India y Brasil, constituyen las potencias emergentes que nos llevan de cabeza a una representación  multilateral, cubista, del mundo. Europa pone la nota alegre acogiendo a búlgaros y rumanos, y a Matías Fernández, que marcará numerosos tantos, algunos de cuidada factura. Se publicarán un par de libros que pondrán en entredicho la ociosa polémica entre ficción y crónica. La liebre saltará, naturalmente, donde menos se espera.

Año con Niño, fenómeno que viene a sumar fuerzas al calentamiento global, este 2007 amenaza con batir el récord de temperatura, marca que será sucesivamente batida de aquí en adelante, año tras año, hasta secarnos el seso, entibiarnos el refresco y derretirnos definitivamente el helado.

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Lejos del Big Ben iluminado, del Ángel de la independencia y de la bahía de Valparaíso, los jóvenes de mi calle celebraron la llegada del 2007 escuchando una canción muy rítmica cuyo estribillo repite insistentemente esta única pregunta: C’est quand le bonheur? (¿Para cuándo la felicidad?). Los árboles de mi calle no parecieron inmutarse con la pregunta. Se trata de unos perales de flor, de aquéllos que no dan peras o, más bien, dan unas peras diminutas, ornamentales, incomibles. No se le piden peras al olmo, en eso estamos de acuerdo, pero a un peral, por qué no. Si, por un milagro de la primavera, como aquél del olmo viejo, de Antonio Machado, estimulados por el cambio climático y el polen transgénico, en estos perales fructificasen unas peras conferencia, gordas y jugosas, este año 2007 sería recordado en mi calle como el año de la pera.


La Nación de Santiago de Chile, 4 de enero de 2007 PDF


PS: Ayer por la tarde fue rescatado en Barajas el cuerpo de Carlos Alonso Palate, de Ambato, Ecuador, que trabajaba hace cinco años como obrero en Valencia y ahorraba para volver a casa. En Nochevieja, los bomberos madrileños se tomaron las uvas, se abrazaron, sin brindar, por respeto a las personas desaparecidas, y continuaron enseguida removiendo escombros.

El titular de The Independent hoy jueves: "Sadam, ¿de monstruo a mártir?". En un encuentro con la prensa en Washington, Bush rechaza con mala educación una pregunta sobre el bárbaro ahorcamiento. Frente a una pregunta similar, el nuevo secretario general de la ONU, el coreano Ban Ki-moon, se estrena con una respuesta de funcionario de oficina de reclamaciones: "Las Naciones unidas están contra la pena de muerte pero respetan las diferentes opciones".

Los lectores de este blog (son pocos pero buenos) saben que esta arpillera se va armando aquí día a día. Una arpillera es un tejido basto sobre el que alguien suele bordar imágenes y pincharse los dedos.

31 décembre 2006

Helicóptero, bus y bicicleta

EL GOLPE no acababa aún y ya había arte y prensa contra la dictadura. En la confluencia de esos dos espacios aparece, en 1978, la revista La Bicicleta. Un verso de Erick Pohlhammer explica el nombre: «En la era de los helicópteros concéntricos surge como una paradoja necesaria La Bicicleta». Un subtítulo añadía que se trataba de la Revista chilena de la actividad artística. El gentilicio estaba ahí para indicar que el arte producido en el exilio también formaba parte de la publicación.

Andando los meses La Bicicleta se fue abriendo camino desde los círculos relativamente restringidos de artistas y operadores culturales hacia un público más amplio. Fueron los jóvenes quienes se mostraron más receptivos a la propuesta. La página musical pasó a convertirse en un cuadernillo con canciones y entrevistas a los músicos que los jóvenes escuchaban bajo cuerda en esos años apagados, el llamado canto nuevo, la nueva trova, el rock. La opción de La Bicicleta por la juventud fue más bien una opción de los jóvenes por La Bicicleta. La revista saltó a los quioscos y fue ganando tiraje y periodicidad hasta que, entre 1984 y 1986, la dictadura impidió su circulación durante tres largos periodos.

Cabe preguntarse por qué. Por qué el crecimiento y por qué la censura. Tal vez La Bicicleta consiguiese abrir algunos intersticios en los murallones que la dictadura intentaba sostener, unas aberturas que la censura no lograba colmatar porque le quedaban a trasmano. Tenía pegada, pero mal juego de cintura la dictadura.

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Quienes hacíamos La Bicicleta teníamos dieciocho o veinte años en 1973 y ninguna gana de llegar a viejos cargando con y contra Pinochet. Si no podíamos acabar con la dictadura intentaríamos, al menos, menoscabarla. Roberto Merino, quien junto a Clotario Blest, era amigo y vecino de La Bicicleta en el viejo barrio de la calle San Isidro, ha descrito perfectamente el procedimiento: «No hay para qué despotricar contra la llama de la libertad, basta señalar que una vez fue detenida una señora a la que pillaron haciéndose unos huevos revueltos ahí».

Los meses de prohibición, en 1984 y 1985, dejaron a La Bicicleta debilitada pero en pie. El golpe de gracia lo recibió en septiembre de 1986 tras el atentado contra Pinochet. Como es sabido, las mal llamadas fuerzas de seguridad salieron esa noche a vengar la afrenta, asesinando a cuatro opositores y entrando a saco allí donde quisieron. De La Bicicleta se llevaron hasta las placas de impresión.

No es necesario idealizar lo que hicimos durante esos años. La dictadura sólo tuvo defectos y entre ellos se cuenta su inutilidad. Frente a ella, sin embargo, un fuerte lazo de complicidad existía entre un número creciente de personas. Quienes hacíamos La Bicicleta vivíamos esa complicidad a través del contacto con los lectores, con los quiosqueros, en los barrios, en los teatros, en las universidades. Esta anécdota tal vez sirva para ilustrarla.

A inicios de los años ochenta se integró a La Bicicleta, gracias a una iniciativa de reinserción de exiliados, un periodista que volvía de Alemania. Digamos que se llamaba Arcadio. Arcadio militaba en una de las múltiples facciones en que se dividía entonces el Partido Socialista. Entre los miembros de La Bicicleta había algunos militantes del Mapu pero la mayoría era, en estas materias, de tendencia freelance. A poco de llegar a Chile y a La Bicicleta, Arcadio asumió la dirección del periódico de su partido, lo que quiere decir que lo redactaba, lo imprimía y lo repartía.

Así va un día Arcadio por el centro de Santiago con su maletín negro de funcionario o de vendedor, en donde transporta los originales del periódico clandestino. En ese momento se produce una estampida entre los comerciantes ambulantes. Un bus policial avanza por la calle y una docena de policías se lanza a la pesca de los ambulantes. Estos son expertos en el ejercicio de escapar con la mercadería en volandas, pero una mujer que lleva una guagua en los brazos no alcanza a huir y un policía la atrapa e intenta subirla al bus policial.

Arcadio es aspirado por la masa de transeúntes que se acerca a contemplar la escena. La mujer se resiste y, en el forcejeo, la guagua, que llora tan fuerte como grita su madre, está a punto de rodar por el suelo. Arcadio ve negro, se olvida del maletín y se lanza a forcejear a su vez con el uniformado. La reacción de Arcadio parece dar alas a la muchedumbre, que las emprende contra el bus policial. La mujer consigue escapar pero Arcadio es detenido, encarcelado en la Penitenciaría y puesto a disposición de la justicia por agresión a carabineros y desacato a la autoridad.

La misma tarde de los incidentes suena el timbre de La Bicicleta. Cuando abrimos, un comerciante ambulante nos tiende el maletín de Arcadio, salvado del tumulto, con toda su documentación intacta. Se lo llevaron por defender a una mujer- nos explica el ambulante. Y agrega, con una punta de orgullo en la voz: “Pero nunca sabrán lo que no consiguieron llevarse”.

La Nación de Santiago de Chile, 31 de diciembre de 2006

PS: No he querido poner el nombre real de Arcadio sin preguntarle si podía hacerlo. Y no encontré manera de preguntárselo, hace veinte años que no sé nada de él. Pueda ser que esta nota sirva para retomar contacto. Internet a veces permite esos rencuentros, pero no siempre.

Marcelo sostiene que el ambulante no debe de haber dicho: «Nunca sabrán», sino «Nunca van a saber». El habla chilena es así. Nadie calla, «nos quedamos callados».

La Cecilia me recuerda el apoyo que  la cooperación internacional nos dio durante esos años. El CCFD francés y la holandesa Novib financiaron durante un tiempo una parte de las actividades de la revista. Muchos años después coincidí en Angola con Agostinho Jardim Gonçalves, a quien había conocido en el CCFD. Escucharlo contar, en un país destruido por la guerra, por qué el CCFD apoyó a La Bicicleta fue una experiencia esclarecedora.

La bicicleta de la ilustración es de Picasso. Picasso era un señor malagueño.

28 décembre 2006

Se levantó y « andó »

Entonces hoy es 28 de diciembre y corresponde celebrar a los Santos inocentes.  Inocentes fuimos todos creyendo que nos libraríamos de Pinochet, cuando menos entre Pascua y Año nuevo. Pero hete aquí que el ex cacique manda carta de ultratumba.

El tono vociferante (el abuso de las mayúsculas y de los superlativos) y la sintaxis de ordeno y mando (el mal uso del subjuntivo), componen un florilegio de aquel discurso retrógrado que Rodrigo Lira dejó ejemplarmente ilustrado en su Oratorio fluvial y reaccionario: “No existe la verdad, la pura, la tonta, y por lo tanto la invento: miento y miento que algo queda ¿O es que hay mentiras más ciertas que éstas? Preste usted atención, que habla la reacción”. Este lenguaje, por cierto, no es privativo de Pinochet sino patrimonio del pinochetismo, de sus valedores y herederos. Pinochet se limitó a degradarlo, esperamos que definitivamente.

“Dictablanda” dice Pinochet que fue la suya. Que no nos dio más duro porque no quiso. Aunque merecido lo tendríamos por desagradecidos. Y en un tono marcadamente navideño agrega que le hubiese encantado “andar en las calles, saludando, consolando, ayudando”. Quien no abandonó en más de treinta años el auto blindado y la nutrida escolta quiere hacernos creer que se veía a sí mismo como un avatar del viejo pascuero de los barrios.

Hostiga leer tanta sandez. Hace tiempo que Pinochet perdió la batalla de las palabras y su nombre quedó para siempre registrado como sinónimo de felonía, cobardía y traición. Ser tratado de grandísimo Pinochet es un insulto en cualquier lugar del mundo civilizado y el empleo injustificado del calificativo es considerado degradante y ha sido objeto de fuertes multas. Contra eso el ex cacique ya no puede nada y su carta póstuma equivale a un aleteo implume.

Para volver a los Santos inocentes, resulta imposible no recordar que el crimen de Herodes, el de intentar impedir la llegada del Mesías mandando matar a todas las guaguas de la localidad, se aparenta con el método de tierra quemada usado por Pinochet para intentar salvarnos de nosotros mismos. Un método que consiste en mandar callar a las guaguas gritando, o suministrarles remedios para caballos. También la línea de defensa del paranoico rey hebreo fue compartida por Pinochet. Esta equivale a decir “soy inocente porque me limité a mandar matar, los otros son los culpables porque me obedecieron”. “Más vale matar la perra y se acaba la leva” le ordenó Pinochet a Carvajal el 11 de septiembre de 1973. Herodes mandó a Pilatos, Pilatos mandó a su gente.

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Se sabe que la fiesta de los inocentes es también la de los locos. Lo que se celebraba en la Edad media por estas fechas era la fiesta de los locos, una vieja tradición pagana que echaba mano, como el carnaval, a este principio: hoy está permitido lo que se prohíbe el resto del año. “Si no hiciese una locura una vez al año, me volvería loco” como escribió Vicente Huidobro. Viendo que las celebraciones solían pasarse de rosca, la Iglesia hizo lo de tantas veces y fusionó la fiesta pagana con una celebración cristiana y dejó a todos contentos.

La prensa suele sumarse, a su manera, a las festividades, publicando noticias tiradas de los pelos, las que, a menudo, suelen ser más previsibles que graciosas y traer las tintas cargadas, como para ayudar al receptor a descubrir la engañifa. Ha habido algunas excepciones: hace unos cuantos años, un primero de abril (día de los locos en el norte de Europa),la BBC anunció que el famoso himno nacional británico God save the Queen sería remplazado por el himno europeo, cuya letra original está en lengua alemana. En Francia, un periódico anunció en otra ocasión que para evitar los deslizamientos de terreno bajo la torre Eiffel se iniciaban las obras para cambiar el sentido al curso del río Sena.

Mi mujer cuenta con más gracia que la mía una visita suya al manicomio. En el patio vio sentada apaciblemente una señora y se acercó a conversar con ella. La señora le contó algunos detalles de su vida en ese lugar, de la comida, que no era gran cosa, y así. Luego la señora le preguntó a mi mujer si ella era católica, si ya había ido a una misa y si ya había visto el momento en que el cura abre los brazos y comienza un rezo que dice: “Padre nuestro que estás en los cielos”.

“Bueno, ese rezo lo inventé yo”, concluyó la señora.

Inocente es el que no daña. Todos queremos parecer inocentes pero no pasar por inocentes, por ingenuos, por pasados por agua tibia o por la cola del pavo. La inocencia por estos días es un valor ambiguo. En esta materia, como en otras, Nicanor Parra da en el clavo, con rotunda inocencia: “Sea pobre y sea honrado, amigo. Pero no sea huevón”.

De inocentes y de locos todos tenemos un poco. Pinochet no era ni lo uno ni lo otro, pero se hizo el loco y el menoscabado para escapar a la justicia y en cuanto se sintió a salvo, ¡milagro!, se levantó y “andó”.


La Nación de Santiago de Chile, 28 de diciembre de 2006. PDF

 

PS: Le doy a Pinochet más espacio del que merece. En mi infancia, en mi pueblo, se hacían inocentadas, pero sólo hasta el mediodía. Todavía veo al primo Narciso corriendo desde su casa a la panadería a recibir una llamada desde España. Una llamada entonces no se recibía cada dos por tres, menos aún una llamada ultramarina. En el corredor de la panadería el teléfono colgaba del muro, como el de la Abuela Pata.  Del otro lado de la línea apenas se oía el eco de su propio jadeo. La inocentada terminaba en grandes carcajadas, en palmetazos en las piernas propias y en los omóplatos ajenos.

Tal pitanza (chanza) resulta difícilmente transferible a la era de Skype. Abundan en internet, sin embargo, los sitios donde se encargan pitanzas por dos euros. La del gásfiter (plomero) que anuncia su llegada para cambiar el alcantarillado es muy solicitada. También la llamada del sexshop avisando que el cónyuge dejó una cuenta impaga.

El humor, arena movediza. Cuando se ríe, un emigrante rodeado de locales suele quedarse solo en una isla incongruente en medio del mar de los silencios. O, si no le ve la gracia al chiste, naufragar en la mar de la tristeza mientras a su alrededor la gente se « desatornilla » de la risa . ¿De qué te ríes? ¿De qué no te ríes?

 

21 décembre 2006

Tintín y los flamencos

Este miércoles 13, en pleno horario estelar, el programa de la televisión nacional belga de habla francesa se ve interrumpido por una noticia urgente: el Parlamento flamenco declara unilateralmente la separación del país y el Rey se refugia en la ex colonia del Congo. Los telespectadores contemplan boquiabiertos las imágenes de pasajeros obligados a descender de los trenes en la hasta entonces frontera lingüística y a mostrar sus documentos de identidad. Bélgica desaparece como nación.

Hay que recordar que Bélgica es un país pequeño pero densamente poblado, situado estratégicamente en el corazón de Europa. En su forma actual, se trata de una monarquía constitucional establecida hace ya casi 200 años sobre la base de dos comunidades. Al norte, los flamencos, de lengua holandesa, en tanto que al sur, los valones, quienes se precian de sostener la frontera norte del mundo latino, y hablan francés. Valones y flamencos coexisten en un mismo Estado merced a un complejo entramado institucional, cuya capital es Bruselas, sede de las instituciones europeas. No son pocos los flamencos que quisieran acabar con Bélgica y alcanzar mayor soberanía en el marco europeo. 2007 se prevé como el año de todos los peligros para la unidad del país.

Una ola de emoción sacude al país. Los celulares arden, la audiencia del canal se dispara, su sitio internet colapsa, pequeños grupos se dirigen al palacio con banderas a proclamar su adhesión a la unidad de la nación. Mucha gente se muestra perpleja, indignada, pasada a llevar.

El lector adivinará lo que los telespectadores, aturdidos por la emoción, tardaron en hacer. Bien arropada por la verosimilitud concedida por el formato del noticiario de televisión, la noticia resulta ser falsa de cabo a rabo. Fue necesario, sin embargo, explicitarlo numerosas veces para sacar a la audiencia del engaño, tal como ocurrió en 1938, cuando Orson Welles lanzó por la radio su famoso programa sobre la lluvia de meteoritos seguida por la invasión de marcianos que desató el pánico en Nueva York.

El propósito de los periodistas del canal belga era hacer reflexionar a la ciudadanía sobre una situación que puede ocurrir en un futuro más o menos próximo y mostrar que la suerte del país está en manos de los ciudadanos tanto como en las de los políticos. El efecto conseguido, es, sin embargo, paradójico, porque la atención se ha puesto más en los periodistas mismos y en sus métodos profesionales antes que en el contenido de la emisión, la eventualidad de la desintegración del país.

Para estos efectos la televisión belga dice haber acuñado un nuevo género periodístico, llamado pomposamente “documental de ficción”. El nuevo periodismo, si mal no recuerdo, proponía utilizar recursos de la ficción para dar cuenta de la realidad y acercarla a las audiencias. Este neo-nuevo periodismo, en cambio, se permite confundir alegremente realidad con ficción, a la manera como los publicistas suben a las dueñas de casa sobre un nuevo modelo de aspiradora y las despiden a los espacios siderales.

Y es que un dejo de narcisismo periodístico más o menos inconsciente asomaba por las pantallas. El llamado cuarto poder -la prensa- parece necesitar probar cada cierto tiempo la fuerza de sus bien torneados bíceps. Los periodistas recogen la actualidad, la filtran, le dan una forma y la presentan. Anticiparla es una tentación latente. La fórmula convenida dice que los periodistas están detrás de la noticia. Últimamente a algunos se les ve con cierta frecuencia por delante.

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No en balde Tintín, el superhéroe belga por antonomasia, es el enviado especial de su periódico a plantarle cara a la realidad, donde quiera que ésta se tuerza, en Rusia, el Congo o la Cuba castrista. Superman, por su parte, se llama Clark Kent y trabaja como periodista para The Daily Planet. De la redacción a la reacción hay un paso y no sólo en las historietas. Hay quien cree que estos periodistas belgas abusaron de la kryptonita.

En fin, es fin de año y los medios hacen lo que pueden por llamar la atención de la gente que se distrae y piensa en otra cosa. El hombre del año para Time somos nosotros, usted y yo, you en su lenguaje. Entre todos le hemos arrebatado el trofeo a unos pesos pesadísimos como son los presidentes de Irán, Mahmud Ahmadineyad, de China, Hu Jintao, y de Corea del Norte, Kim Jong Il. Y esto porque usamos internet y estamos apurando por esa vía la llegada de la nueva era global de la información. Se ve que ya somos muchos y nos multiplicamos a la velocidad del cable. Un sitio como Youtube, sin ir más lejos, recibe cien millones de visitas al día.

La revista Wired, por su parte, se muestra escéptica o, cuando menos, irónica frente a esta nueva democracia de los píxeles. Recordando el adagio que dice que si le entregas un millón de máquinas de escribir a un millón de monos, uno de ellos acabará por escribir el Quijote, Wired sostiene que si le entregas un millón de computadores y de cámaras de video a un millón de individuos, el resultado se llamará Youtube.

La Nación de Santiago de Chile, 21 de diciembre de 2006. PDF

PS: Título alternativo: Sobredosis de kryptonita.

No vi en directo el programa aludido. Lo vi más tarde en el sitio de la televisión flamenca, VRT. Mi compañero de celda en el hospital veía en ese mismo momento una película de Jean-Claude Van Damme, en RTL. Tuve buen cuidado de atrincherarme debajo de las mantas pero aun así los cadáveres salpicaban.

Este texto está escrito para un público austral. De estar dirigido a un lector belga cabría decir otras lindezas, sobre todo tras ver a la progresía local levantarse todos a una para defender el ambiguo procedimiento. Me parece que esa reacción adolece de una forma inconsciente de añoranza por el tercer mundo, la misma que los lleva a venerar a Chávez. Se trata de un sentimiento hostigoso pero comprensible en un país donde la política se reduce a menudo a negociar los presupuestos.

15 décembre 2006

Astrología para caballeros

Pepe es de la generación que leyó a Mario Bunge y aprendió del filósofo argentino que la ciencia es una e indivisible. Dios, en una palabra. Bunge se preocupa por delimitar aguas con las que llama seudociencias, entre las cuales cuenta nada menos que al sicoanálisis y a la homeopatía. Es de suponer que no le ha quedado tiempo para despacharse con la astrología, o la dará por pan comido.

También hay que decir que Pepe vive en una ciudad que tiene una universidad al medio, en donde las ciencias duras y las ciencias suaves están separadas por la línea del tren. La astrología no está todavía ni a un lado ni a otro, pero al paso con que gana terreno en la atención de los caballeros (la atención de las señoras ya la tiene captada desde hace varios decanatos), el día que decidan construir la facultad de astrología van a tener que preguntarle a los astros de qué lado ponerla.

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Ciencia o no, dura o suave, lo cierto es que Pepe le debe a la astrología buena parte de su audiencia. En cuanto se encuentra en una concurrida mesa en que todos los comensales hablan al mismo tiempo del tema de la semana, la muerte del feo Pinchote, Pepe echa mano a un embeleco infalible para conseguir que lo escuchen:

“Es que era sagitario”.

A continuación siente como la concurrencia cesa cualquier conversación y lo enfoca con ojos ávidos, hasta que un compungido señor lo interpela: “A ver, según tú, ¿cómo es un sagitario?” (El señor es sagitario, sin ir más lejos).

 “Bueno, alguien que carece de sutileza, suele ser avasallador, tiene el ego hipertrofiado y siempre mete la pata”. Por lo demás, agrega Pepe, un sagitario que muere en sagitario, como acaba de ocurrirle al feo Pinchote, no avanza ni un palmo en el camino de la evolución. Se queda repitiendo, astrológicamente hablando.

En seguida se abre el turno de preguntas de las virgo, de los escorpiones y de las virgo (las virgo suelen ser súper insistentes), y así sucesivamente. Todos quieren saber cómo son, incluidos los caballeros. Cuando le han dado la vuelta al horóscopo, corresponde preguntar cuál sería el signo del pueblo chileno. “Piscis con ascendente en Géminis”, no duda en responder. “Por varias razones. Primero lo bueno: el pueblo chileno es perceptivo, ligero, bromista. Lo regular: es hablantín, sacador de vuelta, tramoyista. Y lo malo, por último: en una palabra como en dos, es hipócrita”. La concurrencia se queda de una pieza. “Gracias”, concluye un caballero.

Pepe tiene repertorio, porque antes se ganaba la vida como autor de la sección más leída del diario, el horóscopo. Se divertía enormemente escribiendo las predicciones, donde auguraba a los lectores, a punta de imperativos categóricos, salud, dinero y amor. Hasta que, como suele ocurrir en estos casos, comenzó a aburrirse y pasó a predecir malformaciones, descubiertos bancarios y adulterios. Cuando lo despidieron, fue a una astróloga clínica a mirarse los astros. El problema lo tiene usted en Plutón, le dijo la astróloga y le recetó polvo de estrellas con miel de coquitos. Algunos años después, los astrónomos, científicos serios, lectores de Mario Bunge, hicieron desaparecer a Plutón de los espacios siderales. Sin embargo, a Pepe aún no le pagan el finiquito.

Hablando de esto, el polvo de estrellas es barato y abundante. Parece poesía sureña, pero está científicamente comprobado que el polvo de estrellas está en todas partes, sobre todo debajo de las camas y encima del televisor, basta pasar el dedo para comprobarlo, porque los astros tienen tendencia a perder polvo y nosotros a recogerlo. Descrito por los astrónomos, el universo parece un lugar inhabitable: está lleno de polvo, gases y hoyos negros. Un retrete, en suma.

Y ya es curioso que las personas debamos ir a escudriñar entre los astros, tan lejos, nuestras verdades más pedestres. Descrito por los astrólogos, en cambio, el universo resulta bastante más divertido, porque los astros suelen ser casquivanos y algo esquivos. Como dioses griegos. Humanos pero inalcanzables. Como quisieran ser, inútilmente, modelos y futbolistas. Será por eso que, hoy por hoy, la astrología se ha convertido en tema de conversación para caballeros. Y el día menos pensado se convierte en ciencia.

Bueno, a lo que iba, Pepe es acuario. Eso sí, con ascendente en tauro. Un embutido de ángel y bestia, como diría Parra.

  

La Nación de Santiago de Chile, 14 de diciembre de 2006.  PDF

PS: Hay que decir que nadie elige el lugar ni el día en que nace, ni sus astros tutelares, ni menos aun jugar en el mismo equipo zoodiacal que el feo Pinchote. Por lo demás, albricias, el feo Pinchote ya no juega.

7 décembre 2006

Nuevo bestiario del Reyno de Chile

Va siendo hora de que alguien se dé el trabajo de actualizar el famoso Bestiario del Reyno de Chile, que publicó Renzo Pecchenino, Lukas, allá por el prehistórico año de 1972. De entonces ahora la fauna vernácula se agita y se reproduce sin que nadie detalle su composición ni trace su retrato.

Que se sepa, Chile nunca ha sido reino, pero siempre ha tenido su bestiario. Pasó de ser paisaje a ser Capitanía y de ahí a República. Luego reculó, o involucionó, o como se diga. Un Gorila, bestia esporádica aun cuando dañina, intentó capitanearlo, pero sólo logró cerrar las fronteras y acortar las horas de luz, para beneplácito de Alimañas, Sapos, Murciélagos y Baratas.

En el Bestiario del 72 puede verse a la gallada dividida en las tres grandes familias de la época, los Sediciosos, los Sectarios y los Pelagatos. De esos tres conjuntos sólo sobreviven tal cual los Pelagatos, por los que no pasan los años. De entonces ahora, a pesar de rencores mutuos y otros golpes bajos, Sediciosos y Sectarios se han ido mezclando como quien no quiere la cosa. Los Sediciosos, democracia obliga, se han acortado el apellido y ahora se llaman indistintamente Sedosos o Deliciosos. Los Sectarios, por su parte, se lo han alargado pero no se les nota. Los Pelagatos, ya se dijo, siguen igual.

Una mirada a vuelo de pájaro muestra un dato mayor y es que la fauna se ha feminizado. En la foto de la época, en medio de la numerosa concurrencia masculina, apenas sí aparecían dos ejemplares de sexo femenino, una Galla Caballa y una Cabra como la Mona. « Las Gallas, puntualizaba el autor, sólo pueden clasificarse por sus cualidades externas o superficiales pues, por lo general, adoptan las características de los Gallos con que se aparean ». Otro gallo nos cantaba por ese entonces. Hoy son los Gallos, y sin que medie necesariamente apareamiento, los que quieren adoptar las cualidades superficiales de las Gallas.

Como quiera que sea, hay especies en vías de extinción y otras en vías de proliferación. Abundan particularmente los Roedores, las Palomas Subtropicales, las Codornices Copetonas y los Jotes. Si bien que las colas de rata y las pechugas emplumadas se mueven a gusto y a disgusto en jaulas llenas de espejos, micrófonos, focos, cables y pantallas. Todo lo cual parece provocar gran contentamiento entre Pajarones, Crestones y Sapos, que pagan su entrada con tarjeta de crédito y aplauden como condenados.

A pesar de la falta de lluvias y del precio y la mala calidad del agua se ven muchos Gatos Mojados. En materia de felinos, hay que convenir en que Leones, Tigres, Panteras y Jaguares nunca han sido de este reino. Sobreviven, eso sí, unos cuantos Pumas, pero lo hacen en lugares enclavados, donde se han hecho vegetarianos y practican yoga y programación informática. Les ha mejorado el pelaje pero ya casi no se reproducen.

Incluso Condorito ya no es de este reino. Ahora juega por un equipo multinacional. Ha estado casado y se ha divorciado varias veces y ahora sale con una pletórica Alondra que no se llama Yayita sino Wisteria, o Shannon, u otro nombre por el estilo, difícil de deletrear para la gallada.

También las calles se han ido llenando de Pingüinos (« Ni bobo, ni niño, ni negro, ni blanco, sino vertical, y una inocencia interrogante », describe Neruda en su singular Arte de pájaros). Persiguen a estos noveles pajarracos bandadas de Choroyes trepados en Guanacos.

En fin, se ven también muchos Monos sueltos. Ruidosos y dicharacheros, estos primates resultan graciosos en un primer encuentro porque imitan sin retención a los ejemplares que se muestran en las pantallas, pero acaban cansando porque no tienen ADN propio.

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Poco más. Mucho Gallo Aperrado, mucho Patudo, Mariposones al por menor, Pollinos, Carneros, Gansos, Pavos y Chunchos. Escasísimos Gallos Paleteados. Ah, sí. Prospera una nueva rama de la veterinaria, la cirugía plástica: un cacho de menos por aquí, una cresta con más volumen por allá, unas cuantas plumas en los tutos.

Los Gallos Pateperros, por su parte, han vuelto y han vuelto a irse, como es natural. A propósito de aves migratorias, los Señores Pájaros, como advertía Parra, volverán de un momento a otro.


La Nación de Santiago de Chile, 7 de diciembre de 2006. PDF


PS: Microdiccionario de chilenismos para lectores trasandinos y ultramarinos

Barata: Cucaracha.
Gallo: Persona de sexo masculino; curiosamente, el femenino de gallo no es gallina sino galla.
Galla caballa: Mujer estupenda.
Galla como la mona: A diferencia del castellano peninsular, en el que ser "mona" significa ser de buen ver, en Chile una galla como la mona obliga a cerrar los ojos.
Jote: Ave rapaz, zopilote.
Pingüino: Escolar. En lo que va del año, los pingüinos son el único colectivo que ha conseguido desestabilizar al Gobierno con su movilización en pos de mejoras en el sistema educativo.
Choroy: Variedad de loro. Carabinero, cuyo uniforme es verde.
Guanaco: Variedad de auquénido escupidor. Carro policial lanza-agua.
Patudo: Entrometido.
Gallo paleteado: Persona servicial.
Tuto: Muslo.

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