El kilómetro sentimental
574,8 kilómetros por hora. Frente a tanta proeza, paciencia parriana:
“¿Llegaron a la luna? Conforme, ahora traten de llegar al sol”
El periodismo ha hecho pocos aportes a las ciencias exactas. Pocos, pero macizos. Comenzando por la pirámide invertida, estructura de organización de la información que permite retener la atención del distraído lector que somos todos aportándonos lo esencial de ésta en las primeras líneas de la redacción de la noticia. Con todo, la contribución principal del periodismo a la ciencia cuantitativa radica en el kilómetro sentimental.
Esta noción indica que cien muertes (balance de un día cualquiera en las calles de Bagdad) ocurridas a quince mil kilómetros de distancia (los que separan Santiago de la capital iraquí) cuentan menos (ocupan menos espacio) que un solo muerto en el lugar donde se hace el periódico. De cierta manera, el kilómetro sentimental es la adaptación mediática del viejo adagio “ojos que no ven, corazón que no siente”. Apoyado en esas sólidas bases, el kilómetro sentimental ha desbordado desde los diarios a los terrenos más variados y tanto los premios literarios como los festivales de la canción y la elección de Miss Rabadilla se rigen por este sólido principio.
“Chile, periodísticamente, se mira el ombligo, como si no hubiera nada más importante en el planeta. Nuestras cuitas, vivencias y estupideces se consideran imbatibles”, según el periodista Fernando Paulsen, quien explica así por qué cuenta poner ocho mil kilómetros de distancia con la fértil provincia. Pero desde el ombligo a los ojos no hay más que un jeme. Encoger el kilómetro sentimental a su mínima expresión, la distancia que media entre el dedo pulgar y el meñique extendiendo la mano, no deja de ser una proeza digna de recalcitrantes miopes. Así es como el autogol de un compatriota parece valer más, informativamente hablando, que la guerra en Irak. Es así también cómo los diarios llegan a publicar titulares tan apestosos como éste: “Alcoholismo de Maradona sería causado por el rechazo de su ex esposa”.
Bagdad, para cierta prensa, sigue siendo la Cochinchina. Contra eso no se puede, porque tampoco ayuda la posición en que se encuentra Chile, encajonado al extremo sur del mundo, separado de éste por el océano, el polo, el desierto y la cordillera. El hielo polar disminuye, el océano y el desierto avanzan, la cordillera y el kilómetro sentimental permanecen. Como le oí decir al periodista Eduardo Olivares en la televisión francesa, “Chile es estación Terminal, todos los pasajeros deben bajar”.
A propósito de trenes y de kilómetros, sentimentales o no, la no-noticia por estos días no sólo la ha puesto Maradona sino también el récord batido por un tren de alta velocidad francés: 574,8 kilómetros por hora. Frente a tanta proeza, paciencia parriana: “¿Llegaron a la luna? Conforme, ahora traten de llegar al sol”. Por lo demás, por más rápido que vaya la locomotora, por más ruido que haga y más humo que eche, nunca superará al Tren instantáneo Santiago-Puerto Montt del propio Parra, porque la locomotora está en el punto de destino y el vagón de cola en el punto de partida.
Otra respuesta parriana, la de un piloto británico a la pregunta de su superior, el vicealmirante Walker: "¿Le parecería poco razonable que le ordenara estrellar su aeronave con el fin de destruir un vehículo que trasporte a un comandante talibán o de Al Qaeda?".
"¡Después de usted, señor!".
Otro vicealmirante británico ha presentado esta semana un estudio de prospección encargado por el ministerio de la defensa de Su Majestad. Según el resumen publicado por The Guardian, el contexto geoestratégico de los próximos veinte años se avizora copado por la importancia económica creciente de China y de India, una explosión demográfica en Medio oriente y la militarización del espacio. El declive de la información se acrecentará porque el público preferirá “las historias a los hechos”. No faltarán tampoco los implantes de chips en el cerebro.
El mundo seguirá quedando lejos. A una distancia medible sólo a través del kilómetro sentimental.
12 de abril de 2007 PDF