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Camino de Santiago

30 avril 2014

Voy y vuelvo

Estoy en Murcia. O por ahí.

Saludos.

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27 avril 2014

Breve historia de la papisa Juana

Casando dos asuntos del día, el papismo y la paridad, mi amigo GB, que ha encontrado refugio últimamente en el medievo, me cuenta la historia de la papisa Juana, una mujer que fue coronada papa y ejerció el pontificado allá por el año mil hasta el día en que, en plena procesión entre el Vaticano y San Juan de Letrán, pidió que la bajasen de la bien llamada silla gestatoria y dio a luz a una criatura.

Dos versiones, a partir de ese hecho mirífico: la papisa pierde la vida en la puja, o bien la pierde lapidada por los fieles.

Según Jean de Mailly, allí donde murió la papisa Juana fue enterrada, y en el lugar se escribió: Petre, pater patrum, papisse prodito partum (Pedro, padre de padres, propició el parto de la papisa).

Desde entonces y para evitar nuevos chascarros, la santa madre iglesia y sus cardenales verifican la virilidad del papa electo antes de coronarlo. Sentado en una silla perforada, el papa se deja auscultar por un encargado quien, si encuentra todo en su sitio, exclama: Duos habet et bene pendentes.

J

26 avril 2014

La proyección

La sala ya está a oscuras y en la pantalla comienzan a desfilar las primeras imágenes. No me gusta llegar tarde al cine. A otros sitios, sí. Nos instalamos, y el vistazo ritual a la sala a oscuras nos devuelve la imagen que intuimos: estamos solos. Ocurre a menudo. Es viernes por la noche, tarde para los horarios locales, la entrada hay que pagarla y la estrella del filme, una Deneuve septuagenaria, ya no mueve multitudes.

El cine de mi pueblo es una multisala al uso y la nuestra, la número 13, dispone de 217 plazas. Supongo que echarán a rodar todas las películas independientemente de si hayan o no espectadores, porque cabe la posibilidad de que lleguen algunos atrasados, así como llegamos nosotros. Y que después de un momento, a falta de público interrumpirán la proyección. O no. De cualquier manera, la imagen de esas salas donde un foco de luz proyecta figuras en la penumbra para nadie resulta espectral.

La película era + o - no +.

25 avril 2014

El día del libro y la coliflor

Destinar un día a celebrar a las madres o a los libros parece un asunto bien pedestre. Aunque tampoco es para tanto. El cuento es que anteayer, que era el día de los libros y las rosas, di con unas líneas donde Montaigne celebra a los primeros. La jerarquía del gascón era ésta: Mujer, amigos y libros. Pero el amor y la amistad son fortuitos, escribe, y dependen de los demás. Uno declina con la edad, la otra es escasa. Los libros, en cambio, son de cada uno y duran más.

Durante ese día también, la estación manda, planté mis coliflores con la alegría debida y no sin cierto apuro: Que la mort me trouve plantant mes choux, mais nonchallant d'elle, et encore plus de mon jardin imparfait.

De lo que me entero sobre el exalcalde de Burdeos en compañía de Compagnon, me conmueve su error de apreciación a la hora de decidir en qué lengua escribiría, si en su francés coloquial o en el latín erudito en el que antaño se escribían los libros. Montaigne decidió finalmente hacerlo en francés porque quería que lo leyesen las mujeres, y pocas eran las que leían entonces el latín. Y decidió hacerlo a sabiendas de que esa opción condenaba sus Ensayos a desaparecer dentro de cincuenta años: el francés  era una lengua principalmente oral, inestable por lo tanto. Creía el gascón que las generaciones venideras no lo entenderían y se desinteresarían de él.

Lejos de eso, cada día se le lee más. El librito de Compagnon se vende como pan caliente.

M

21 avril 2014

Una cantante de Valparaíso

La abuela de mi tío cantaba y tocaba el arpa y la guitarra. Un día fue a recuperar la guitarra a la bodega y desde la caja le saltaron unos ratoncillos al pecho. Una rata había anidado en la guitarra. Nunca más volvió a tocar una, no podía con la impresión de esas colas por el cuello.

Cuento esto porque cada vez que oigo cantar a una mujer tiendo a convertirme en un niño de pecho delante de la abuela. Así sea frente a Bianca Castafiore o la Nina Hagen. Y ayer fuimos a un teatro en Bruselas a escuchar a Pascuala Ilabaca, una cantante de Valparaíso. A ella y a su grupo, que se llama Fauna, todos porteños. Pascuala cultiva un look entre Frida Kahlo y Marisa Monte, y tiene sus influencias musicales bien incorporadas: folklore y psicodelia. Los Jaivas, en suma.

Fue un buen concierto. Pascuala es buena sobre el escenario, sabe bailar y moverse, toca el piano y el acordeón y tiene buena voz. Es mejor en vivo que en las grabaciones. ¿Qué le falta en éstas? Un productorazo, tal vez, y buenas letras. De las canciones, me quedo con ésta, otra para la colección de canciones sobre trenes.

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12 avril 2014

La mano de gato

Entiendo que los editores intenten vender libros. Con todo, me parece que a veces exageran. Destino, por ejemplo, en la contratapa de Lo que cuenta es la ilusión, de Ignacio Vidal-Folch, acorta un párrafo del libro y, de paso, lo amonona, le da una mano de gato. Y lo estropea:

A fuerza de coherencia y redundancia uno va subrayando su propio perfil y convirtiéndose en su caricatura. (El autor, p. 138).

A fuerza de coherencia, uno va subrayando su propio perfil y dibujando su caricatura. (El editor, en la contratapa).

L

11 avril 2014

El marino

Tan cansino y tan mezquino el rollo nacionalista. En ese terreno, el hombre superior navega sobre los vaivenes sin marearse ni moverse de las certezas del marino.

CM

8 avril 2014

Una francesa en Japón

Anoche pusieron en Arte un programa doble durasiano, El Amante e Hiroshima mon amour, porque doña Margarita cumpliría cien años por estos días.

Vimos Hiroshima... En dos palabras, una joven francesa vive un amorío con un japonés, con quien revive un amorío anterior con un soldado alemán durante la Guerra.

La película es de 1959, las cenizas de la Guerra aún están mal barridas. Esto, las imágenes de Alain Resnais lo reflejan bien y salvan el escollo de inscribir una historia de ficción en un trasfondo documental. El problema es el texto de la Duras -prosa poética, para entendernos-, que puede funcionar para muchos lectores en la página impresa, pero no a través de una voz que sostiene un relato filmado. El resultado es solemne.

El filme fue un éxito de crítica y su nombre un exitazo popular, y consiguió arraigar en la memoria incluso de quienes, como yo hasta ayer, no lo han visto. En Japón, en cambio, la película se llamó Una relación de 24 horas.

5 avril 2014

El 8.2

El martes 1 de abril sobre las nueve de la noche, en Iquique, en el norte de Chile, la tierra se echó a temblar. El remezón alcanzó el ribete de 8.2 grados Richter.

Un temblor de esa magnitud son palabras mayores y, sin embargo, el terremoto se saldó sólo con seis muertos, uno de ellos por aplastamiento. Los daños ocasionados por la sacudida pueden considerarse menores en relación a su intensidad (el 8.2 de Iquique se cuenta entre los mayores sacudones registrados desde que hay registros fiables), y cabe preguntarse por qué.

La región tocada por el seismo, el llamado Norte grande chileno, está poco poblada y abriga sólo a unas cuantas ciudades portuarias rodeadas por el desierto de Atacama. Las normas de construcción antisísmica en vigor en Chile son estrictas y, por lo visto, se cumplen. A los estudios de suelo se suman la exigencia de la utilización de hormigón armado y la instalación de disipadores de energía que permiten que las edificaciones se acompasen con el movimiento de la tierra. Por último, una acumulación de saber ancestral reformateado por normas de gestion actualizadas dan como resultado una cultura sísmica que hace que la población no agrave con su descontrol el desacato natural.

«Un terremoto echa abajo en un instante las más firmes ideas» escribió Darwin, a propósito del terremoto de 1835, que lo encontró en tierra chilena. No todo el mundo tiene ideas para verlas derrumbarse. Sensaciones, sí, y muchas. Y la gente no se priva de comunicarlas. A este, el temblor lo pilla en el techo, a la de más allá en el subterráneo.

O en el trono. Como a Michele Bachelet, quien despidió su gobierno anterior, en febrero de 2010, con un 8.8 y recibe su segundo mandato con un 8.2. Si la gestión del primero por parte de su gobierno fue considerada como calamitosa, en este parece estar haciéndolo mejor. Un objetivo modesto, pero considerable.

I

Iquique, desde la duna

2 avril 2014

La mosca cojonera

Régis Debray confirma que antes de morir el condenado ve desfilar las imágenes de su vida. Lo sé por experiencia propia, añade.

-¿Por qué lo dice?, pregunta el periodista, como si no lo supiera, en la presentación del último libro de Debray.

-Si te van a fusilar al alba, hay que agradecerlo -responde rápido Debray, como queriendo desembarazarse cuanto antes de la cuestión-, porque te permite ver las imágenes de tu vida, tu madre, tu padre, los primeros paisajes. Además, se duerme muy bien.

-¿Fue en Bolivia?, no puede no insistir el entrevistador que, por mucho que trabaje en Philosophie Magazine, no deja de ser periodista.

-En Bolivia, sí, responde Debray y, manifiestamente incómodo, corta como puede: Pero no estamos aquí para hablar de eso.

Por lo visto, Bolivia es para Debray lo que el combo a García Márquez es para Vargas Llosa.

Un día acabaremos con la mosca en tanto que categoría, pero la anécdota seguirá zumbando.

«J'en connais qui sont partis refaire la guerre d'Espagne sous de tristes tropiques non pour avoir lu Marx et Lenine, mais pour avoir gardé en tête la couverture de Pour qui sonne le glas en livre de poche. (...) Un homme qui va mourir (ou qui croit qu'on va le tuer) voit son existence repasser devant lui en quelques secondes, et ce qu'il revoit alors, avec une irrépressible gaité -je puis en témoigner-, c'est un patchwork de choses vues, à la fois irremplaçables et banales : des visages aimés, une promenade en montagne, une chambre d'enfant au soleil, ou Antonella Lualdi, en Mathilde de La Mole, dans Le Rouge et le noir d'Autant Lara».

Régis Debray, Le Stupéfiant image, Gallimard, 2013, p. 19-21

A

30 mars 2014

También entendemos un poquito español

Escuchar a unos nacionalistas catalanes hablando en español esta mañana en una radio belga a propósito de su manifestación de hoy en Bruselas me ha recordado una escena que cuenta Ignacio Vidal-Folch en su libro, una situación muy reconocible por lo demás, al menos para mí, porque la he vivido de manera similar a cómo la describe Vidal-Folch:

Encuentro [en Praga] con una pareja de turistas tratando de descifrar el mapa bajo una farola. En el inglés macarrónico que solemos hablar los españoles me preguntan dónde está la boca del metro...
-Please! Do you know where is the Underground station?
-Yes, sure.
Y con ánimo de bromear, prosigo en español con acento checo:
-Sí, yo saber dónde estar metro. Incluso hablo poquito español.
-Ah, but we are not Spanish, we are Catalans -dice él. Y con una sonrisita pícara agrega-: But we do understand spanish also, a little bit.
-También entendemos un poquito español -confirma la mujer.
Me los quedo mirando un instante, y reanudando la marcha mascullo:
-I'm sorry, I don't understand your language.
La pareja estaba bastante perdida y las calles del barrio muy desiertas a esas horas. Tendrían trabajo en orientarse pero espero que todo lo den por bueno con tal de ir por el mundo pregonando su identidad, tan importante.

P

28 mars 2014

Papá, cuéntame un cuento de Ionesco

Hoy hace veinte años que murió Ionesco. Tiempo antes, estuvo en Lovaina y fui a escucharlo a un auditorio abarrotado de estudiantes. Recuerdo a un señor pequeño y nada histriónico, que manejaba con destreza el pañuelo de sonarse. Tras las preguntas de rigor le pidieron que leyese algo y, en contra de lo esperado, no leyó un extracto de La Cantante calva o de otra de sus famosas obras del llamado Teatro del absurdo, sino un cuento para niños. Es decir que no ocupó un registro campanudérrimo sino que prefirió uno campanudillo, para decirlo con las categorías de mi amigo Sámuel. Compré luego el librito y lo traduje para la Josepepita, que por entonces me pedía constantemente lo que suelen pedir los niños: Papá, cuéntame un cuento.

1

CUENTO NUMERO UNO, PARA NIÑOS DE MENOS DE TRES AÑOS, Eugène Ionesco

Josefina ya es una niña grande, tiene ahora treinta y tres meses. Una mañana, como todas las mañanas, Josefina camina despacio hacia la puerta de la habitación de sus padres e intenta abrir empujándola, como haría un perrito. Josefina se pone nerviosa y llama. Sus padres despiertan, pero se hacen los sordos.

Ese día el padre y la madre están cansados. La noche anterior fueron al cine y al restorán, y después del restorán fueron al teatro. Por eso ahora están remoloneando. ¡No es muy bonito ver a sus padres remolonear!   
   
La empleada también pierde la paciencia, abre la puerta del dormitorio y dice:

—Buenos días, señora, buenos días, caballero. Aquí está su diario, aquí están las postales que han llegado, aquí está el café con leche y con azúcar, aquí está el zumo de frutas, aquí están las medialunas, aquí están las tostadas, aquí está la mantequilla, aquí está el dulce de naranjas, aquí está la mermelada de fresas, aquí están los huevos fritos, aquí está el jamón y aquí está su hija.
   
Los padres de Josefina están ahítos porque, olvidaba decirlo, después del teatro volvieron al restorán. No quieren tomar café con leche, no quieren tostadas, no quieren medialunas, no quieren jamón, no quieren huevos fritos, no quieren dulce de naranjas, no quieren zumo de frutas, no quieren mermelada de fresas (que, además, no es de fresas sino de naranjas).
   
—Déle todo esto a Josefina —dice el padre a la empleada— y, cuando haya comido, tráigala de nuevo.
   
La empleada toma a la niña en brazos. Josefina se pone a chillar pero, como es golosa, se consuela en la cocina comiendo el dulce de su madre, la mermelada de su padre, las medialunas de ambos y bebiendo zumo de frutas.
   
—Por Dios, qué tragona —dice la empleada—. Barril sin fondo, saco roto...
   
Y para que la nena no se enferme, la empleada se bebe el café con leche de los padres, se come el jamón, los huevos fritos y también el arroz con leche que había quedado del día anterior.
   
Mientras tanto, el padre y la madre han vuelto a dormirse y ahora están roncando. Pero no les dura mucho. La empleada vuelve con Josefina al dormitorio.
   
—¡Papá! —dice Josefina— …Josefina —que así se llama la empleada—, Josefina se comió todo el jamón.
   
—No importa —dice el papá.
   
—Papá —dice entonces Josefina—, cuéntame un cuento.
   
Y mientras la madre duerme, porque está muy cansada después de la francachela de la noche anterior, el padre le cuenta un cuento a Josefina.
   
—Había una vez una nena que se llamaba Josefina...
   
—¿Como Josefina? —pregunta Josefina.
   
—Sí —dice el papá—, pero no era Josefina. Esta Josefina era una nena. La madre de esta nena se llamaba doña Josefina. El padre de la nena se llamaba don Josefina. La niña Josefina tenía dos hermanas y ambas se llamaban Josefina, y dos primas que se llamaban Josefina y una tía y un tío que se llamaban Josefina. El tío y la tía, que se llamaban Josefina, tenían unos amigos que se llamaban el señor y la señora Josefina, quienes tenían una nena que se llamaba Josefina y un niño que se llamaba Josefina; la nena tenía unas muñecas… tres muñecas, que se llamaban Josefina, Josefina y Josefina; el niño tenía un amiguito que se llamaba Josefina, un caballo de palo que se llamaba Josefina y unos soldados de plomo que se llamaban Josefina.
   
« Un día la niña Josefina fue al parque con su padre Josefina, su hermano Josefina y su mamá Josefina. Allí se encontraron con sus amigos Josefina, con la niña Josefina, con el niño Josefina, con los soldados de plomo Josefina y con las muñecas Josefina, Josefina y Josefina ».
   
Mientras el papá le cuenta este cuento a Josefina, entra la empleada.

—Va a volver loca a esta nena, usted —dice.
   
Josefina le dice entonces a la empleada:

—Josefina, ¿vamos a comprar? —porque, como está dicho, la empleada también se llama Josefina.
   
Josefina se va a hacer las compras con la empleada.
   
El padre y la madre han vuelto a dormirse porque están muy cansados; por la noche fueron al restorán, al cine, de vuelta al restorán, después al teatro y otra vez al restorán.
   
Josefina entra en una tienda con la empleada y se encuentra con una nena que está con sus padres.
   
Josefina le pregunta a la nena:

—¿Quieres jugar conmigo? ¿Cómo te llamas tú?
   
—Me llamo Josefina —contesta la nena.
   
—Ya lo sé —dice Josefina—, tu padre se llama Josefina, tu hermanito se llama Josefina, tu muñeca se llama Josefina, tu abuelo se llama Josefina, tu caballo de palo se llama Josefina, tu casa se llama Josefina, tu bacinica se llama Josefina...
   
Entonces el tendero, la tendera, la mamá de la nena y todos los clientes que están en la tienda se dan vuelta y se quedan mirando a Josefina con los ojos muy abiertos.
   
—No se preocupen —les explica tranquilamente la empleada—. Así son los cuentos idiotas que le cuenta su padre.

22 mars 2014

Los detalles

En un capítulo de La Infancia de Jesús, Coetzee se inventa un verso y una expresión idiomática, que cita como si formaran parte del acopio ancestral de la humanidad en su variante anglófona.

El verso: Bread is the way that the sun enters our bodies. El modismo: He does not have an idle bone in his body.

Ambos suenan como si viniesen de la noche de los tiempos, pero ninguno de los dos existía antes de la publicación del libro, por eso digo que se los inventa. Es un viejo recurso estilístico presentar un relato reciente como una historia antiquísima. Es menos común que ese procedimiento recaiga en los detalles.

Dios está en los detalles, que decía Flaubert.

C

13 mars 2014

Nelson en su barrica

Leo Los últimos días de los grandes hombres, subtítulo de un libro de crónicas de Patrick Pelloux, crónicas que publicó en su día Charlie Hebdo.

Uno sabe más o menos cómo vivió cierta gente, no necesariamente cómo palmó, salvo en casos señalados donde la circunstancia de la muerte es determinante, Cristo, Molière o Jean Moulin. Y algo se aprende leyendo. Cristo murió por asfixia, afirma el libro, que es como mueren los crucificados. Y Molière no murió sobre el escenario, como todo el mundo cree, sino sentado en un sillón de su casa.

Además de cronista, Pelloux es médico, así es que se ríe de sus antecesores con propiedad. En tiempos en que las epidemias mataban a media humanidad en cuatro días, los médicos se encargaban de acabar con los debilitados sobrevivientes a punta de lavativas y sangramientos. La medicina, antes del advenimiento de la socialdemocracia, se practicaba a domicilio y los hospitales eran albergues para miserables. Sólo los ricos podían ser tratados por un médico, los pobres al menos de eso se salvaban.

Así las cosas la gente moría joven. De todos los prohombres citados, el único que alcanzó edades propias de la modernidad fue Voltaire. Y si lo consiguió fue no sólo por su rechazo a la brujería en su dimensión religiosa, sino también médica. Nunca dejó que lo confesaran ni menos que lo sangrasen. Así, cuando, a los 83 años, sintió llegar su hora, hubiese querido morir en su casa de Fernet. Pero la familia —su hija adoptiva, su prima, su gobernanta— se empeñó en llevarlo hasta París. El viaje acabó con sus últimas fuerzas y, ya en la Ciudad luz, por entonces lúgubre y fétida, la familia intentó extremaungirlo y se dio al negocio afrentoso de vender entradas para que los curiosos presenciasen en vivo y en directo la muerte del maestro.

Lo reseñable en ciertos casos no es lo que ocurrió en las horas previas al último suspiro, sino en las posteriores. Horacio Nelson, sin ir más lejos, murió como era esperable, tratándose de un gran almirante de su majestad imperial, dando órdenes desde el puente de su navío, tocado por el plomo enemigo, francés en este caso (según Pelloux, no me acuerdo de cómo lo cuenta Galdós). Lo notable es lo que ocurrió luego, y es que, para poder prodigarle las merecidas exequias en tanto que señor de los mares, sus oficiales metieron su cadáver en una barrica de gin. Como su navío, el Victory, pasablemente abollado, tardó cinco semanas en ir de Trafalgar a Portsmouth, el almirante Nelson fue por fin enterrado completamente pickle.

N

 

Horacio Nelson, óleo de John Francis Rigaud

9 mars 2014

El ciruelo

Abren las flores del ciruelo a vista y paciencia. En casos así cantamos una canción chilena:

Son los amores como el ciruelo: no esperan la primavera para brotar.

Y para mantener la ilusión le cambiamos la letra:

Serán los amores como el manzano y esperarán hasta el verano para brotar.

Nunca había habido 20 grados en Maeterlinck un 9 de marzo. Hoy fue nunca.

6 mars 2014

La ilusión (2)

Lo que cuenta es la ilusión, no sólo para los artistas, también para el público. Lo cuenta Ignacio Vidal-Folch en su libro, a propósito de un secretillo que le confesó Selen, una estrella porno italiana. Como las ventas de una revista que se publicaba con su nombre decaían, decidió proponer un canje: por seis cupones recortados de la revista los lectores recibirían un regalo íntimamente personal de la actriz.

Ya se imaginan cuál sería el regalito. Pues sí, eso mismo, un vello pubiano de la estrella. Certificado y autografiado. Como hay más fetichistas que pelos en el pubis, la iniciativa tuvo tanto éxito que la pilosidad de Selen no daba abasto y los redactores de la revista, desbordados por la demanda, tuvieron que contribuir con lo que tenían más a mano.

Así fue como los admiradores de Selen recibían dentro de la cariñosa cartita firmada por la pornoestrella («Me hace mucha ilusión que tengas y conserves el resto de tu vida un regalo tan personal y tan exclusivo: una parte de mi cuerpo») un viril pectiniculus de algún redactor de la revista.

Lo contemplarían excitadísimos. Ya lo dice el título, lo que cuenta es la ilusión.

S

Óleo de Robin Rosenthal

2 mars 2014

El ocaso

E

Anochecer en Paranal. Foto de S. Guisard

Melancolía del último domingo del verano en el Cono Sur, ensimismamiento que provoca el ocaso, el sol que se esconde en el mar y ya no vuelve del todo hasta dentro de nueve meses, lo que tarda un niño en nacer. 

No sé si valga la pena ya representarlo. A las imágenes de la puesta del sol las fastidió para siempre, o para largo, la publicidad.

Describirlo tal vez sí. Ciertas descripciones de una puesta de sol en el mar siguen vivas. Largas, como la de Lévi-Strauss durante su primera travesía a América, el famoso Escrito a bordo, que ocupa cuatro o cinco páginas de Tristes trópicos:

La nuit s'introduit comme par supercherie.

O breves, como la de La Eternidad de Rimbaud:

Elle est retrouvée.
Quoi ? — L'Éternité.
C'est la mer allée
Avec le soleil.

2 mars 2014

Guillaume y su mamá

Tantos césares le dieron el viernes a Les garçons et Guillaume à table que hoy fuimos a verla. Es una muy graciosa comedia sobre una madre y su hijo que vale, sobre todo, por la estupenda actuación de Guillaume Gallienne en el papel de su madre y de sí mismo. La fórmula del café concert, el monólogo del actor sobre el escenario (el famoso one man show) al que se añade la magia del cine: sevillanas en la Línea de la Concepción, vida de college inglés y una cura termal en Baviera.

La conclusión la pone la voz de Arno y su versión de Vous les femmes.

28 février 2014

Un paseo por Bruselas

Esta mañana me di un garbeo por Bruselas para celebrar que se acaba febrero. Me detuve en tres lugares. Delante del primer edificio, un viejo arsenal, influido probablemente por las Preguntas de un obrero ante un libro, pensé en la gente que levantó ese mazacote.

Frente al segundo, un hospital reciente, construido sin gracia ninguna, pensé, cómo no, en la gente que esta allí dentro, en el taller de reparaciones.

En el tercero no había nadie, ni dentro ni fuera, ni siquiera estaba ese auto que afea la foto. Es la iglesia ortodoxa de San Job, erigida en memoria del último zar de Rusia y que contiene reliquias de esa gente. Un lugar propiamente reaccionario. Un alivio tenerla ahí en calidad de torta de novios en medio del paisaje urbano y de mi propio paisaje.

E

27 février 2014

La foto de Yarmuk

Y

Esta foto de Yarmuk, en Siria. Un campo de refugiados palestinos en las afueras de Damasco, sitiado por el ejército de El Assad. A fines de enero de 2014, un convoy con ayuda consigue abrirse paso hasta allí y uno de los repartidores registra el momento en que la gente se acerca a recogerla.

La imagen parece irreal de tan tremenda. Incluso hay quién se permite afirmar que está trucada. Los diarios la publican sin crédito. Tal vez los trabajadores de Naciones unidas tienen prohibido firmar -y ni qué decir vender- las fotos obtenidas durante su trabajo. No lo sé. Lo cierto es que el fotógrafo se quedará sin su premio.

Una imagen suele convocar otras imágenes en la memoria de quien mira. Como ésta, en otro teatro de ruinas en Siria, donde no comparece la multitud sino un solitario.

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