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Camino de Santiago

13 mai 2011

¡Ay de mi Alhama!

LM

Como a todo quisque, a mí también me toca algo en esto de escribir sobre Lorca. Nosotros vamos a remolque de la actualidad, recalentándola. El día en que temblemos al unísono con la tierra y nos caiga un campanario encima, sólo entonces seremos buenos profesionales. Hablando de campanarios, el de la capilla de San Diego de Lorca cayó y el santo no se movió de su hornacina. Pero el amigo Enrique previno que ese milagro ya está patentado.

Pues bien, Lorca. Como he estado un par de veces en la ciudad, me siento obligado a decir algo, también porque me lo preguntan. Ayer, tres veces: Que qué quiere decir el nombre, que si allí nació el poeta, que si queda cerca de Valladolid. Voy a buscar las notas que tomé la última vez que estuve en Lorca y hete aquí que los cuadernos me devuelven el recuerdo del robo del cuaderno verde. La historia del robo del cuaderno verde la contaré otro día. Porque hoy toca hablar de Lorca.

Era verano, habíamos recorrido la sierra Espuña, hacía mucho calor. Entramos en un iglesia para refrescarnos y nos quedamos con la boca abierta contemplando los frescos, donde se adivinaba que un día sacudiría la tierra un temblor paradójico, leve y breve, superficial incluso, y por lo tanto ruinoso. Cundía el rumor de que el epicentro estaría en Roma, pero fue Lorca la señalada, Lorca la olvidada, la provinciana. Las consecuencias no se hicieron esperar. Anteayer vi en la Wikipedia que el lema de Lorca, grabado en su escudo, dice, en latín, 'Lorca, la de suelo grato...'. Ayer, un alma sensible ya había hecho desaparecer el escudo.

La culpa la tiene la falla de Alhama, dicen. ¡Ay de mi Alhama! Es África que presiona sobre Europa.

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7 mai 2011

Los vascos

Henry James visitó España en 1876. Tenía 33 años, había leído El Quijote y, camino de San Sebastián, desde Biarritz, tenía la impresión de conocer de antemano el recorrido, de repetir un viaje anterior. La facultad de imaginación es contagiosa y, así como James se imagina a sí mismo de regreso allí donde nunca había estado antes, nos lo imaginamos nosotros también, orondo y modoso rumbo a la frontera en un landó conducido por un cochero copetudo. La imagen resulta inevitablemente jocosa, como casi todo lo que tiene que ver con James, novelista serio donde los hubo.

Sus observaciones sobre el paisaje y los pueblos vascos son, a su imagen y semejanza, inteligentes y muy bien formuladas, orondas y modosas también. Si las casas de Biarritz le habían parecido muy españolas, las mansiones donostiarras le parecerán, simétricamente, muy francesas. Donostia es el Biarritz español y viceversa, y ambas ciudades se parecen a Brighton, concluye James, para equilibrar. Como admite que soñaba desde hacía años con España, comienza a verla dibujarse antes de poner un pie en ella, aún en Biarritz. Además de por el color de las casas y la atmósfera meridional, España se le muestra en la cara y en los modos de los habitantes del lugar. Su descripción de la población local no tiene desperdicio y merece la pena copiarla íntegramente (tomada de De París a los Pirineos y traducida por Miguel Ángel Martínez-Cabeza):

‘Lo más pictórico de Biarritz es la población vasca, que rebosa de las provincias españolas adyacentes e inunda las sinuosas calles. Pasan todo el día en los lugares públicos, se sientan en los bordillos de las aceras, se aferran a la pared de los acantilados y vociferan continuamente en una lengua estridente y extraña que no tiene afinidad identificable con ninguna otra. Los vascos parecen lazzaroni napolitanos más robustos y ahorrativos; si bien el parecido superficial es considerable, la diferencia los favorece ampliamente. Aunque los sujetos que observé en Biarritz parecían disfrutar de un exceso de tiempo libre, no tenían ningún aire perezoso ni indigente, y parecían tan poco dispuestos a pedir favores como a concederlos. Las carreteras que conducen a España estaban salpicadas de ellos y aquí iban y venían como con una importante misión –la misión del mismo y abominable Don Carlos'.

‘Me pareció una raza muy hermosa, prosigue James. Los hombres van invariablemente bien afeitados; las barbillas suaves parecen una práctica verdaderamente religiosa. Llevan unas gorras pequeñas de color granate, parecidas a las de los marinos, camisas de tejidos oscuros y unos curiosos zapatos blancos hechos de trozos de cuerda unidos –un artículo de arreglo personal que los hace parecer miembros honorarios de un club de béisbol. Llevan la chaqueta como una capa, colgada de un hombro, van con la cabeza muy alta, balancean los brazos con decisión, caminan muy ligeros, y cuando uno se los encuentra en el campo al anochecer, cargando colina abajo en grupos de media docena, tienen una apariencia del todo impresionante. Con sus tersas barbillas y sus gorras infantiles, de lejos pueden confundirse con un montón de chiquillos muy traviesos; pues siempre tiene un cigarrillo en los labios’.

En San Sebastián, James se siente como si estuviese en Sevilla. Entra a una iglesia y se permite un tête à tête jocundo con una Virgen de tamaño natural. ‘Me pareció una heroína, una española de pies a cabeza’. ‘Era evidente que respondería a su nombre si se le hablara’, afirma, por lo que procede a llamarla Doña María del Santo Oficio. La estatua corresponde a su llamado y le tiende la mano para que James se la bese. ‘Al instante, me dio miedo y me escabullí’, confiesa nuestro autor.

Para pasar el susto, se va a los toros, espectáculo que le resulta tan repugnante como placentero. Consciente de la paradoja, se pregunta: ¿Cómo se puede exponer con elegancia que uno ha disfrutado de algo repugnante? La respuesta está en la pregunta, o en la manera de formularla.

En San Sebastián, como en Biarritz y en Londres, James resulta transparente, a menudo entrañable y casi siempre gracioso.

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3 mai 2011

El indio Jerónimo

Los norteamericanos a la hora de acabar con Ben Laden lo han llamado Jerónimo. 

Jerónimo fue un indio apache que combatió la ocupación de su tierra por parte de los colonos estadounidenses y del Estado mexicano a fines del siglo XIX. Se llamaba Goclaye (el que bosteza) o Gujiva (el astuto), pero los mexicanos lo llamaron Jerónimo porque no le temía al desierto, como el santo asceta.

Jerónimo les dio duro a mexicanos y gringos, al punto que éstos últimos pusieron precio a su cabeza, como también harían luego con la de Ben Laden. Llegado el momento de la jubilación, sin embargo, Jerónimo se rindió y pasó los últimos días de su vida en una reducción con sus mujeres, sus hijos y sus lugartenientes.

Como Ben Laden, otra vez, quién también se había rendido ya antes de morir, pero como no quería admitirlo se dejaba filmar de tanto en tanto soflamando. Como se ve, el apache fue moralmente superior al saudí.

No deja de ser decidor este puente histórico nominativo. Diez años después de la muerte de Jerónimo, un grupo de niñatos de Yale saqueó su tumba e hizo desaparecer sus estribos y su calavera. El jefe de los niñatos era Prescott Bush, el abuelo del otro.

G

Foto de Edward Sheriff Curtis

2 mai 2011

Una caja de galletas

Hago un alto en la lectura de Los Enamoramientos, la última novela de Javier Marías. El capítulo central, donde se define al enamoramiento como el resultado de una rifa en una feria de pueblo cuando termina el verano, es particularmente bueno y me cuesta dejarlo atrás. Aprovecho entonces para abrir un paréntesis sin salir del todo del libro y leer Ven a buscarme, un relato para niños que Marías acaba de publicar.

No le le faltan, a pequeña escala, los componentes habituales de las novelas del autor: Una mujer con nombre de pila común pero no tanto (Celia, en este caso), un fantasma encerrado en una caja de galletas, una aventura sentimental.

Alguna vez defendí la idea de que una de las mejores novelas de Marías, Mañana en la batalla piensa en mí, trata sobre la paternidad, o sobre su posibilidad. Y ese niño podría venir con nosotros, dice el protagonista al final de esa novela. De eso trata Ven a buscarme, desde el punto de vista inverso, el de una niña.

V

29 avril 2011

La procesión

Mañana de domingo de resurrección en una capital castellana. De un sótano convertido en discoteca asoma un grupo de mozos y una mozona con aspecto de travesti, avinagrados ya de tanta sandunga nocturna, y se dan de bruces sobre la acera con las manolas enmantilladas que van a unirse a las procesiones, hiératicas y estrictamente alzadas sobre sus zapatos freudianos.

Las procesiones son un ejercicio de concierto colectivo. Las cofradías proceden de diferentes iglesias y confluyen sobre la Plaza Mayor al ritmo de trompetas y gaitas, de tambores y bombos, portando a Jesús y a la Virgen. Tres o cuatro generaciones se dan cita allí, tras oír misa, mientras el resto de la ciudad observa encaramada sobre las graderías o instalada en los balcones.

No por ir disfrazada y en procesión la gente deja de ser lo que es y, si las manolas son solemnes, los niños se cansan luego y los jóvenes dejan asomar algún piercing entre las espinillas y, en la testuz, algún que otro chupón a juego con las heridas de Nuestro Señor resucitado.

C

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23 avril 2011

Los nombres

 Antes el pueblo comunicaba con el mundo por dos caminos, la emigración y la mili. Cuba, México, Argentina y Chile, en el primer caso, más alguna curiosidad, como la de mi tío que desembarcó en Panamá por no perder la maleta, y la del amigo de mi tío que fue a Curazao por razones que aún se investigan y cuyos hijos y nietos hablarán ahora papiamento que, como se sabe, es una variedad del bable. Después de unos años, la aguja de la brújula cambió de orientación y hay quien anduvo por Alemania e incluso por Bélgica, allá por la zona donde se habla también papiamento. Tras estas oleadas, la emigración no ha cesado del todo pero los destinos se han vuelto más previsibles, las de cualquier otro pueblo de España: la capital comarcal, regional, nacional.

En el caso de la mili, los destinos principales eran Valladolid, Segovia o Jaca. Que yo sepa, a nadie lo destinaron a Ibiza ni a Benidorm. Sería por eso que de un día para otro la mili se acabó.

Inmigración ha habido desde siempre, aunque digan que no, véase sin ir más lejos el caso de mi bisabuelo que llegó al pueblo a caballo desde el pueblo de al lado a buscar novia. Lo tremendo del caso es que la encontró en la persona de mi bisabuela. Hoy hay novedades. Dos parejas jóvenes de Madrid se han instalado en el pueblo. De las razones por las que ha venido la primera tal vez podría decir algo, pero como este blog es muy leído prefiero callar. Tienen dos niños pequeños que llevan nombres de pila vascos. De las razones de la inmigración de la segunda pareja no sé nada, pero sí sé que han adoptado a una niña desde China. El nombre de la niña es chino, me lo han dicho tres veces y seguro que a la cuarta lo retengo. Antes en el pueblo los niños se llamaban Josepepe o Josepepa, según. Ahora corretean bajo las panelas tres niños. Los llamas y te trabucas.

Es un prodigio. Cualquier día vuelve a abrir la escuela.

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22 avril 2011

Memento mori

 Somos muertos de prestado, dice María, la narradora de la última novela de Marías, que voy leyendo tarde por las noches y temprano por las mañanas. Y fue más o menos eso lo que pensé mirando el óleo del monje en su cubículo, con su libro y su calavera, ayer en Santillana.

En la novela mariana hay un crimen absurdo, como casi todos los crímenes, y muere un hombre justo el día en que cumplía cincuenta años. ‘El mundo deja entrar y hace salir a las personas demasiado en desorden para que alguien nazca y muera en la misma fecha, con cincuenta años de por medio, justo cincuenta’, dice la mujer del muerto. ‘No tiene el menor sentido, precisamente por parecer que lo tiene’. Un amigo mío, del que hablo a menudo aquí, murió el mismo día en que nació y a la misma hora, pero en su caso la fecha y la hora las decidió él mismo. Y no eran cincuenta los años, sino sólo treintaidós.

En fin, que hoy es viernes santo y me río mucho leyendo novelas. Y aunque no me encierro en mi cubículo ni tengo una calavera a la mano, como el monje del óleo de Santillana, no por eso me privo de mi memento mori.

20 avril 2011

Isidrín e Isidrón

Estamos en la panadería de Chus, comprando una barra para el camino. ¿Adónde os vais?, pregunta Chus. A Asturias, dice el sobrín. Y todas las Manolas que observan la escena exclaman a coro: ¡Qué suerte tenéis!

El paso a Asturias desde Castilla lo muestran las cigüeñas y los brezos, y al pie de los montes el agua retenida del pantano. El desfiladero del Sella es más impresionante que los despeñaderos alpinos y pirenaicos y aun así lo desafiaron y vencieron los ingenieros castellanos, reza una inscripción adosada a la montaña en el paso de la Güera. El monte es más modesto que sus vencedores, pero más perseverante.

Vis, Pervís, la Vega de la Fresneda / Parves, San Román y Amieva / Argolibio, Cien, Eno, Pen y Cireño / Estos son los pueblinos del mio Conceyo. Así recito yo lo que me enseñó mi tío, y siempre que vuelvo a Asturias voy a mirando a ver cuál pueblino es más que el otro. Esta vez me lo pareció Precendi.

En el Parque, bebemos unos culines para celebrar el simple hecho de estar aquí. Escanciamos la sidra con el nuevo invento que trajeron los gitanos de Macedonia, el escanciador a batería que no empuerca el suelo ni cansa el brazo. Basta apretar el botón e Isidrín o Isidrón (hay dos tamaños) suelta el chorro rubio para que la sidra alcance el punto preciso de oxigenación. Que Isidrín e Isidrón tengan la cara de Preciado, el míster del Sporting, mejora la prestación porque permite echar unas risas a costas del cargante del Muriño.

Y como fuera llueve, es imposible no recitar otros versos: Si una noche de lluvia tempestuosa / un hombre que ha bebido unos culetes / vuelve a casa y le pega unos cachetes / a la señora madre de su esposa / que es como todos saben un arpía / eso no es borrachera, es alegría.

A

18 avril 2011

Contando con que el Pisuerga pasa por Valladolid

Mucho había dicho que no me subiría nunca a un Ryanair. Tanto así que ayer me subí al primero, que me trajo de Charleroi a Valladolid, contando con que el Pisuerga pasa por la ciudad. Dejo para otro día las razones por las que no. A las muchas que expone esta señora, todavía le faltan las 14 principales. La razón por la que sí es que el Pisuerga pasa por Valladolid.

Finalmente el avión salió a la hora y el vuelo resultó más agradable de lo esperado. También porque me esperaba lo peor. El avión iba buscando el oeste, tenía el sol en la ventanilla y además se reflejaba en el metal del ala. No traía lectura, porque sólo consienten una maleta con diez kilos. Había tenido que eliminar lo prescindible, la toalla, los largavistas, los chocolates. De los libros siempre se dice que son imprescindibles, de manera que lo último en caérseme de la maleta fue mi Uriarte anotado por los bordes.

Como no traía lectura, digo, me leí un reportaje de la revista de a bordo sobre un trekking nudista de seis hombres, una mujer y una perra en los Alpes austriacos. Y el primer capítulo de Cien años de soledad. D me había encargado la edición que tenemos en casa, la número 26 de Sudamericana, de julio de 1971, con la portada de Vicente Rojo. Si le quitas los adjetivos, se queda en un cuentecillo, como el del dinosaurio. Los pantanos son desmesurados y los ríos tormentosos. Los mares, incógnitos; los territorios, deshabitados; las conjeturas, asombrosas. Qué charlatán. Los prodigios son misteriosos; las novelerías, alocadas y las tetas descomunales. Esta es la manera de contar para vender cantidubi, como hacen los macondianos y también los mc ondianos, que venden a tutiplén.

Pisuerga

Nacimiento del Pisuerga

17 avril 2011

Voy y vuelvo

Estoy en Asturias. Saludos.

16 avril 2011

Todos los burkineses

Hace meses que se mueve el piso del Gobierno en Burkina Faso. Pero ha tenido que amotinarse el Ejército y ser incendiada la sede del partido oficial para que la información aparezca en la prensa. Me engancho a la dinámica y repongo el diario que fui escribiendo hace un año desde Uagadugú: Todos los burkineses se llaman Uedraogó, salvo un comentarista de la tele que se llama Bah.

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14 avril 2011

Un poco de fútbol en este mundo de brutos

A los 33 años Cristo dejó de predicar, Buda se sentó y no se paró más y Raúl marco su gol número 71 en la Liga europea.

Un poco de fútbol en este mundo de brutos. No hay que forzar el trazo para considerar que el Madrid fue superior al Tottenham y que los londinenses se lo consintieron. Ya en el partido de ida, se diría que el zancudo de Crouch cometió de adrede dos faltas ridículas para que lo echaran cuanto antes. Algo les pasaba en la cabecita a esos jugadores.

Qué contraste con su afición. Perdía el Tottenham 0-1 (0-5 añadido), faltaban pocos minutos para que acabara el partido, la eliminación ya estaba sentenciada y, sin embargo, los espuelas calientes continuaban cantando a voz en cuello. En su caso, otros ya habrían huído del estadio. Pero es que en el estadio del Tottenham hay ambientillo y los espectadores tocan a los jugadores. Literalmente. Cuando Gareth Bale lanza un lateral, lo hacen con él varias manos más que, de paso, le recorren también cariñosamente la larga anatomía. El resultado es que el balón llega hasta el área pequeña del rival. Se lo digo yo a mi mujer, el fútbol hay que mirarlo concentradamente para apreciar los detalles. Por ejemplo, cuando el gol de Cristiano, que más que un gol del portugués fue un autogol del portero, Casillas no celebró. No se celebran las burradas de un colega.

Los ingleses habrán inventado el fútbol, pero nosotros inventamos la vergüenza ajena.

G

13 avril 2011

El calígrafo

Estando yo en Bodrum, en la costa turca, mi amigo S me preguntó si iríamos a Estambul. Le dije que no, porque estaba leyendo un libro sobre Estambul. En verdad no le dije que no iría porque estaba leyendo esa novela, pero casi. Nos llevamos las manos a la cabeza, pero tal vez la respuesta diga algo sobre el por qué de los libros, de las novelas cuando menos. Que serán un sucedáneo de la realidad. O su complemento.

Me acordaba de esto leyendo un relato de Jordá sobre un viejo calígrafo istambulí, el señor Keskioglú, uno de los escasos turcos que no llevan bigote ni se llaman Osmán, quien le muestra la ciudad, le vende unas miniaturas eróticas y le cuenta que cuando gane la lotería dejará el negocio en manos de su hijo y se comprará una isla.

De niños aceptamos que los libros nos lleven allí donde queremos ir. De viejos, allí donde ya no queremos ir. (Ryanair es un buen negocio gracias a los adultos. Y de hecho, en el futuro propondrá vuelos sin niños, por los que habrá que pagar un suplemento). Nunca he estado en Estambul, pero he leído a Pamuk y a Jordá, y a través de éste a Pierre Loti. Como el amigo del señor Keskioglú, ya sólo viajo para sentarme en una terraza y sentir que no tengo necesidad de ir a ningun otro sitio, que no quiero moverme de allí por nada del mundo.

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Retrato de Pierre Loti, por Henri Rousseau

11 avril 2011

El cuadrado (2)

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7 avril 2011

El cuadrado

He estado dándole vueltas a la idea de colgar cinco palabras de un muro ciego. Me digo que cabría poner en él algo que despierte la mirada de quien pasa por allí. He pensado en el cuadrado Sator.

T

Se trata de un cuadrado palindrómico formado por las palabras Sator Arepo Tenet Opera Rotas, cuya traducción sería El sembrador mantiene con destreza las ruedas. O, de manera sucinta, El sembrador hace lo que tiene que hacer.

Este cuadrado se encuentra en varios puntos de España, Portugal, Italia, Francia e Inglaterra, incluso en Escandinavia y Siria. Se trata de inscripciones medievales, salvo una, encontrada en Herculano, que dataría de antes de la erupción del Vesubio el año 79.

Algo se ha especulado sobre su significado. No está claro qué puede significar Arepo, si se trata del nombre del sembrador, o si puede tener otro sentido, y esta incertidumbre refuerza el interés del asunto. ¿Cómo descifrarlo y cómo entender su existencia? Tres interpretaciones:

1) La cabalística. Los cuadrados numéricos eran un formato en el que los alquimistas transmitían sus fórmulas cabalísticas. Puede verse uno, por ejemplo, en la Melancolía, de Durero.

Refuerza esta interpretación el hecho de que haya un cuadrado Sator en el Duomo de Siena, en cuyo interior se encuentra sorprendentemente una estatua de Hermeto Trismegisto, fundador del hermetismo. En la mayoría de los lugares donde hay un cuadrado Sator hubo una presencia importante de los Templarios.

2) La cristiana. Los primeros cristianos, impedidos de afirmar su fe, se valían de fórmulas cifradas para hacerlo. Así, el cuadrado Sator, que contiene en su centro una cruz (Tenet, la palabra central del palíndromo es ella misma un palíndromo), afirma que el Sembrador —Dios— sabe lo que hace. Además, reordenando las letras del cuadrado se obtiene un doble Paternoster, más cuatro letras, dos «a» y dos «o» (alfa y omega), que permiten sobreponer el mensaje cristiano según el cual Dios representa el principio y el fin.

Esta interpretación fue dominante hasta que apareció la inscripción en Herculano.

3) La, por llamarla de alguna manera, filosófica. Según la cual, y para ahorrar detalles, el sentido del cuadrado es éste: El hombre propone, Dios dispone. Al hombre la acción, a Dios el destino. Es decir, la cuestión que el cuadrado aborda, y resuelve, es la del libre albedrío.

Hay más detalles y matices, pero creo que lo esencial es esto.

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4 avril 2011

Floración del aladierno

De poder vivir dos veces, mi tío viviría en Saint-Vincent de marzo a septiembre y en San Vicente el resto del año. Un año de doce meses, con dos primaveras y dos veranos. Dos floraciones del aladierno y dos cosechas con el sol alto.

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30 mars 2011

Hecho en Chile

Este domingo se manifestaron en Bruselas dos mil jóvenes vaticanistas y un arzobispo contra el aborto y la eutanasia. No tengo nada en contra de que la gente se manifieste. Incluso contra el derecho a nacer y a morir dignamente. Creo, sin embargo, que los vaticanistas no entendieron del todo el mensaje que le dieron a Wojtyla setenta mil jóvenes reunidos en el Estadio Nacional de Santiago de Chile en el aciago año de 1987. Llevaban horas diciéndole que sí a todo. Pero a la pregunta de si estaban dispuestos a resistir a la tentación de la carne, le dieron un no sonoro. No hay pruebas gráficas de este hecho tremendo, las ha quemado Torquemada.

Sobre el asuntillo de la carne tierna, Carlos Peña les dio a los vaticanistas en las partes este último día del Señor: 'No se requiere ser Foucault para darse cuenta de que una institución que entrega a personas célibes la tarea de administrar el secreto de la vida adolescente y familiar (mediante la confesión) no puede sino producir, tarde o temprano, conductas perversas'. Conductas frente a las cuales el padre de la protagonista de Lo que me queda por vivir, la última novela de Elvira Lindo, se posiciona de la siguiente manera: 'Nunca me he quedado a solas con un cura en una habitación y nunca me quedaré, aunque sea un obispo. Un día se me sentó al lado un cura en un autocar y me cambié de sitio inmediatamente'. Sensato, tratándose de un señor musculoso.

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Pascal Maître, Clase de anatomía en Mogadiscio, 2006

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Hablando de demografía, he notado que hay un tipo humano en boga, al menos en Europa, el del príncipe añoso, el principote. Carlos de Inglaterra es el ejemplar más vistoso, pero hay varios que le van a la zaga, Felipe y Lorenzo de Bélgica, entre ellos. Como los reyes de hoy se benefician también de la longevidad reinante, los príncipes deben estirar su bisoñez hasta bien avanzada la vida, en eterna calidad de príncipes.

Sobre Felipe de Bélgica, el cineasta Samuel Benchetrit cuenta una anécdota reveladora. Para su último filme, Chez Gino, estaban construyendo una pizzería de cartón piedra en el centro de Bruselas. Una mañana pasaba por allí Felipe, quien asomó la nariz para decirles que era una estupenda idea la de construir una pizzería allí, a dos pasos del colegio de sus hijas, porque a éstas les gustan mucho las pizzas.

Su hermano Lorenzo, por su parte, fue recientemente a hacer negocios al Congo, contra la opinión del Gobierno, que ahora amenaza con quitarle la mesada (30 mil pesos europeos, más o menos). Si son unos niños, como dice un amigo mío.

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Sobre demografía belga también: como por aquí muchas mujeres cincuentonas no se maquillan ni se arreglan, no se amanolan, y muchos hombres viven la caída de los hombros y de la testosterona, se da el caso que cueste distinguir sin gafas hombres de mujeres, que se aúnan en una especie de tipo genérico que una sobrina de mi tío llama homu.

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Mi tío, precisamente, me entrega su chaqueta para que la lleve a limpiar. La doblo por el revés y me fijo en las etiquetas. Una dice: Pierre Cardin Monsieur. La otra: Made in European Community. Una más pequeña: Tela importada. Y otra, minúscula, al interior del bolsillo del tabaco: Hecho en Chile.

27 mars 2011

El matemático

Dos matemáticos suben a un tren que los llevará a una ciudad distante. En cuanto el tren se pone en marcha, uno le hace al otro una pregunta matemática. Como el otro no responde, el que ha preguntado se dice que habrá considerado la pregunta inepta, puesto que, de los dos, el preguntado es más experimentado. Sólo cuando el tren se acerca a su destino, el matemático más experimentado comienza a hablar, a responder. Durante todo el trayecto se lo ha estado pensando.

B

Ferdinand Bol, Retrato de un matemático, 1658

25 mars 2011

El radioaficionado

Jordá cuenta que allá por 1974, viajando por Austria, se acercaron hasta la frontera húngara, donde un policía siniestro trató de impresionarles. Cuando lo dejaron atrás, el chofer local les explicó que el tipo era un pobre hombre: 'En 1956, cuando la revuelta, se puso del lado de los estudiantes. Luego, cuando entraron los rusos, cambió de bando. Su mujer lo dejó por un oficial soviético. Su hijo huyó a Occidente. Y a él lo destinaron aquí. Vive solo en el pueblo y no se habla con nadie'.

El retrato es elocuente pero lo que sigue lo supera, porque el hombre es radioaficionado y por las noches se pone en contacto con otros radioaficionados ante quienes se hace pasar por un campesino que cultiva remolacha. 'Dice que se llama Lászó, que tiene dos hijos, una esposa joven y una bonita casa de veraneo en el lago Balatón. Ya ve, concluye el chofer, un pobre hombre'.

La radioafición, ancestro reciente de internet. El radioaficionado, predecesor inmediato del nick digital que va tejiendo su redecilla, que va contando cómo es y no es.

R

25 mars 2011

La culpa es del empedrado

Cuando abrí este blog, le puse como nombre el mismo de la columna que llenaba semana a semana por ese entonces en un diario, Camino de Santiago. Mi tío le echó un vistazo un día y me dijo que el nombre no estaba mal, a condición de que llevara este subtítulo: La culpa es del empedrado.

Lo dije que sí, por no llevarle la contraria. Es una frase que él suele soltar para acabar con una discusión y comenzar otra. El dice que no tiene de qué quejarse, que es un hombre afortunado, que de joven sobrevivió a los follones en los que se metió de puro capullo y ahora que se va haciendo mayor los follones pasan de él. Que siempre ha habido quien lo quiera más de lo que él es capaz de querer. De joven, dice, la ilusión de la testosterona o de la serotonina me impedía ver los baches del camino. Ahora, por no ver, no veo ni el camino. Esas cosas dice. No me quejo, sin embargo, pero no por eso echo pie atrás. La culpa no es de mi cojera ni de la tuya. La culpa es del empedrado.

Recientemente los dueños de este sitio cambiaron, sin avisar, el formato del blog e hicieron desaparecer el espacio del subtítulo. No hay manera de reponerlo. Por eso escribo estas líneas. Porque la culpa es del empedrado.

S

Óleo de Robert Spencer, 1909

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