Este pueblo con rascacielos
HACE TRES SEMANAS que estoy en este pueblo con rascacielos (al pie de un rascacielos siempre hay alguien con la cabeza levantada contando los pisos). Como el pueblo con rascacielos está junto a un parque natural, es para ese lado que tiro yo a diario a andar por el monte y a bañarme calato en las caletas. De ellas se dice que los pescadores benidormíes inventaron la pesca de almadraba, que consistía en atrapar con redes a los atunes cuando se acercan a la costa a desovar en la primavera y a librar luego un cuerpo a cuerpo con los muy bonitos. Se trata de la Sierra Helada, en la que pudo hacer frío antes, pero ahora ya en pleno antropoceno, como lo llaman los que saben, no hace ni frío ni calor. Las caletas de esta sierra se llaman Almadraba y Tío Ximo e incluso hay alguna pequeñita sin nombre conocido al pie de la Torre del Caballo, desde la que los antiguos oteaban las aproximaciones de los piratas berberiscos que, por la forma de la isla que está frente a la bahía, eran capaces de hacerse fuertes en ella sin ser vistos desde el pueblo. La expresión «hay moros en la costa» no nació lejos de aquí.
EN LA CALLE, diálogo entre una conductora multada por estar mal estacionada y un policía municipal: Es que usted me quiere hacer pagar 500 euros y yo no los tengo. Señora, qué quiere que le diga, mi trabajo es el pan de mis hijos.
AL DIBUJANTE del puerto le pido una caricatura sobre la base de un retrato en una foto. Mientras sostengo el móvil con la imagen vamos hablando sobre la persona retratada y va surgiendo así la figura de una bailaora. A la hora de acabar la caricatura al artista lo asaltan dos síndromes simultáneos que se refuerzan el uno al otro: el horror vacui lo lleva a llenar de decoraciones los espacios que habían quedado en blanco. Y la dificultad de separarse de la obra lo hace multiplicar las decoraciones que el horror vacui lo había llevado a poner…
ANTES DE HABER leído el libro de David Garcia-Asenjo sobre las iglesias modernas, cuando veía una cruzaba a la acera de enfrente. Ahora las miro y si encuentro la puerta abierta las visito. Así en San Jaime y Santa Ana, que se levantó en el siglo XVIII sobre una iglesia del siglo XIV, pero cuyo interior fue destruido por los iconoclastas y utilizado como taller y bodega —y el campanario como torre de vigilancia— durante la Guerra, y reconstruido después tal como se suponía que era antes. Menos la efigie de la Virgen del Sufragio, patrona de la ciudad, de la que se cuenta que un alcalde republicano salvó de la destrucción llevándosela a su casa. En otro punto de la ciudad, Nuestra Señora del Mar es pequeña, lo que hace que el efecto de la luz en sus vitrales se intensifique y uno se sienta como si estuviera dentro de un caleidoscopio o de un huevo de Fabergé.
LA ROSA por fuera y la rosa por dentro
EN ESTE PUEBLO con rascacielos todos los edificios tienen nombre pero como hay tantos edificios ya no saben qué nombre ponerles. Así hay alguno que se llama Edificio Groenlandia.
ESTAMOS EN LA playa en plena ataraxia hasta que de pronto veo a escasos metros llevado y traído por las olas el cuerpo muerto de una gaviota. Saltan las alarmas: la gripe aviar. Voy a avisar a la autoridad competente pero no tengo conexión y me digo que lo haré en cuanto volvamos a la ciudad. Pero luego prolongamos el paseo por el monte y las imágenes de la naturaleza me limpian la cabeza, porque cuando regresamos finalmente a la ciudad ya he olvidado por completo el episodio de la gaviota muerta. Y así hasta ahora. La barrera de mi civismo tiene sus fisuras por las que yo mismo me escapo.
HABLANDO DE CHILE con L en Valencia (gracias L) se nos ocurre que alguien debería avisarle a Gabriel Boric que lea o relea Benito Cereno. Se dice que Boric es buen lector y la novela de Melville transcurre en las costas chilenas. El mensaje contenido en esta sugerencia es éste: dadas las circunstancias, Boric puede convertirse en un Benito Cereno o escapar a ese designio por la fuerza de su voluntad. Y hasta ahí llegamos porque este es un mensaje que pierde fuerza si se explicita más. Claro que formulado así, con toda su ambivalencia, a saber cómo lo entendería el interesado. Que también tendrá otras cuestiones a las que dedicar su tiempo, en eso estamos de acuerdo.
LE PREGUNTO AL taxista de qué pueblo llegaron sus padres. Se lo pregunto a todo el mundo aquí porque hace un poco más de medio siglo en este pueblo no había nadie y ahora es una ciudad de cien mil habitantes. Vinieron de una pedanía que conozco bien y donde he comprado una miel deliciosa. Son las nueve de la noche, es su turno nocturno y soy su primer pasajero, le quedan por delante siete horas y media de recorrido. La clientela estará compuesta casi exclusivamente de beodos incapaces de volver al hotel por sus propios pies. Hay que cuidar de que no se duerman, me dice, y sobre todo de que no vomiten. Si hay uno que vomita ya te ha fastidiado la noche.
UNA CITA DE William James que leo en un texto sobre Aldous Huxley da una pista para entender por qué beben como beben los desertores de la niebla. Es pura sed de eternidad. «Mientras que la sobriedad reduce y discrimina, la embriaguez expande y dice sí. Ese poder afirmativo, según James, transporta a su devoto de la periferia glacial de las cosas a su núcleo radiante. Entre los pobres y los analfabetos ocupa el lugar de los conciertos sinfónicos y la literatura».
ESTE PUEBLO CON rascacielos es una ciudad cosmopolita, se escuchan a todo momento decenas de lenguas diferentes. A veces me distraigo tratando de adivinar si una conversación que escucho se emite en húngaro, finlandés o letón. Pero un niño chino aquí habla con un niño ruso en perfecto español. Y una niña marroquí habla con una niña pakistaní en perfecto español. Y así sucesivamente. Qué poder el de la lengua.
LEYENDO SOBRE LA almadraba de Benidorm me entero de un significado anterior de la voz copia que ignoraba y que cuando lo piensas resulta evidente: copia es cantidad y de ahí la expresión hacer acopio. En el mar de Benidorm «se pesca copia de pescado mui sabroso» (1783).
UNA NIETA Y su abuelo bajan a la playa por la quebrada y como se ve que al abuelo le cuesta el esfuerzo, cuando llegan abajo la niña dice: Al abuelo van a tener que subirlo en helicóptero.
VÍCTOR ATACA DE nuevo. Yo no me fío de nadie, me dice, eso lo aprendí de mi padre. Y yo a mis hijos, donde mis ojos los vean. Allí enfrente vivía uno que siempre tenía la casa llena de niños que invitaba a jugar. Mis hijos también querían ir. Un día vino a buscarlo la policía. Le cayeron 16 años.
LIBROS QUE HE leído o releído aquí. En el avión comencé un Simenon que transcurre en las Galápagos, Ceux de la soif, y como el vuelo es breve no lo acabé y así hasta ahora. La Civilización en la mirada, de Mary Beard, Estilo rico, estilo pobre, de Luis Magrinyà, La Vida privada de los árboles, de Zambra, Que no te líen con la comida, de Miguel Ángel Lurueña, Le Roi Cophetua, de Julian Gracq (lo habré leído seis veces), el Epílogo de los Diarios de Iñaki Uriarte (lo llevaré conmigo y le pediré que me lo firme), Sant Jaume i Santa Anna, de Charles M. Wilson y la Historia de Benidorm, de los orígenes a 1960, de Francisco Amillo Alegre. Estos dos últimos los tomé de la Biblioteca municipal, de la que ya tengo carnet.
DE LAS QUE se pueden contar, la historia más graciosa que me ha ocurrido es ésta. Hablando con la acuarelista del paseo marítimo caemos en la cuenta de que ella conoce a una familia que yo también conozco y eso anima siempre una conversación. Tanto así que ella se muestra muy locuaz. Al día siguiente la vuelvo a ver pero ella está lacónica. Anoche pasé revista a lo que hablamos, me dice, y me preguntaba si no será usted del otro equipo. Qué otro equipo será ése, le pregunto, sorprendido. Si no será usted un espía, concluye. Me encantaría ser espía para salir en una novela de Javier Marías, le digo entre risas. Y a continuación le cuento la trama de Tomás Nevinson. Si ella es incorregible, yo tampoco me voy a quedar atrás.
Espero que continúe...