El más largo palíndromo jamás cantado
«Dios debería permitir a cada cual decidir cómo quiere moverse, si sobre piernas o sobre ruedas». Robert Wyatt esconde la tristeza detrás de fórmulas como esa o esta: Si tuviera que vivir para siempre moriría. O no la esconde y la deja salir en esa voz de niño cascado, de hombre joven que cayó desde la altura, a los 28 años, y desde entonces se mueve en silla de ruedas.
La caída supuso el fin del Wyatt líder de las bandas del rock más de punta en aquel tiempo, y desde la batería nada menos, y el nacimiento del Wyatt músico casero, operario de una música que parece despareja e inacabada y sin embargo está pulida y trabajada con esmero.
La caída supuso también la boda con Alfreda Benge y la progresiva radicalización política de ambos, que los llevó a militar en el difunto PC británico y cantar loas a Stalin. Pasamos por todo aquello destacando lo mejor que pudo tener el periodo, al Wyatt que pasaba pellejerías y no obstante apoyaba con sus royalties la huelga de los mineros. De todo eso se sale con uno de sus habituales chascarrillos. Obligado a mudarse a un pueblo de provincias, Louth, habida cuenta de la carestía de Londres y de las dificultades para circular por él en silla de ruedas, Wyatt decía que lo único que echaba de menos de la capital era no tener una embajada a mano donde ir a manifestar de vez en cuando.
Su mejor música estaba aún por llegar. Y donde yo quería llegar era a lo del título, al más largo palíndromo jamás cantado, por Wyatt, en el álbum de unos músicos amigos: «Peel's foe, not a set animal, laminates a tone of sleep». Un palíndromo sólo puede ser traducido por otro palíndromo, así que mientras lo voy traduciendo dejo la ilustración que lo motiva para que se entienda el conjunto.
Charles Willson Peale, Exhumando al primer mastodonte americano, 1806