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Camino de Santiago
30 avril 2016

Tan frío como los espacios entre las estrellas

Leo los obituarios de las víctimas de Bruselas y me digo que no debería nadie morir joven. Los obituarios acaban en una línea que intenta ser optimista. Allí donde estés, estarás bien.

Releo el Maestro de Petersburgo: «Ha perdido su derecho a estar en este mundo y el otro mundo es frío, tan frío como los espacios entre las estrellas y nadie te da la bienvenida», escribe el padre, desconsolado por haber perdido a su hijo.

Me decía también que tarde o temprano resultará que conozco a una de las víctimas. Ayer me enteré de que así es. Un buen amigo iba en el vagón que explotó en Maelbeek. Dice que salvó la vida, con quemaduras superficiales, gracias a que iba junto a él, de pie, un fornido muchacho. Mi amigo acababa de sentarse, se había movido hacia esa parte del vagón en pos de un asiento libre. El cuerpo de ese muchacho operó como protección.

Que no tenga que leer su obituario, me dice.

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22 avril 2016

Carrère en Calais

«Carta a una habitante de Calais» se llama el reportaje que firma Emmanuel Carrère en la última XXI.

Para contar qué sucede en el puerto del norte de Francia, que lleva un tiempo largo encaramado a la actualidad a causa del aflujo de emigrantes que buscan pasar al Reino Unido, Carrère escoge abordar la cuestión a través del punto de vista de los habitantes de Calais. Hablar de Calais sin hablar de los emigrantes, buena idea. Para ilustrar su imposibilidad, Carrère se refiere a esa historieta de un almuerzo familiar en dos viñetas. En la primera el padre dice: «No hablemos de eso». En la segunda, la mesa está hecha añicos y los comensales se dan con las sillas. La leyenda avisa: «Están hablando de eso».

Carrère escoge también para su reportaje el formato de una carta de respuesta a la carta que recibió en cuanto llegó a la ciudad para escribir el reportaje. En esa carta, una habitante lo pone en guardia: su intento será un fracaso. Y le hace sentir el hartazgo de los locales de ver desembarcar al pijerío ideológico en la ciudad a escribir una y otra vez las mismas monsergas. Non, pas vous !, le suplica. El reportaje se convierte así en un intento por responder a esa interpelación y revertir ese juicio.

¿Que si lo consigue?

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Mural de Banksy en el campamento de los emigrantes en Calais, mostrando a Steve Jobs, hijo de un emigrante sirio

11 avril 2016

El sombrero

Integro como puedo los datos que circulan sobre la matanza de Bruselas.

Cómo no intentarlo al menos, si pasamos a unos cuantos minutos de la explosión de Maelbeek y luego a un par de calles del hombre del sombrero. El tiempo y el espacio, las coordenadas son siempre ésas.

Y aunque no hubiese sido así, cómo no intentarlo.

Un dato mayor y uno menor. Primero el mayor.

Los yihadistas belgas preparaban un atentado en Francia. Como la policía belga los arrinconó, decidieron atentar en Bruselas. Eso se llamará eficacia paradójica.

El menor es que, tras huir del aeropuerto, el terrorista del sombrero arrojó la chaqueta a un basurero. El sombrero, en cambio, dice haberlo vendido.

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2 avril 2016

El hombre del primer tuit

La primera bomba explota a su derecha, a unos veinte metros de donde se encuentra. La segunda, tres segundos más tarde, a su izquierda, algo más lejos. Mucha gente cae y los que quedan en pie, echan a correr. El saca el móvil y filma una secuencia de un minuto. Luego envía un tuit que dice escuetamente: «2 explosions à bxl airport». Son las ocho de la mañana del martes 22 de marzo de 2016.

Sorteando heridos, en medio de humo y el polvo, sale a la calle. David Crunelle, así se llama nuestro hombre, es publicista y esa mañana iba a tomar un avión a Tokyo.

Una hora después tiene más de diez mil notificaciones. Diarios y televisiones pidiéndole entrevistas y autorización para utilizar sus imágenes. No consigue responder a todos. Cuando responde, no siempre le preguntan cómo está. Algunos van directamente al grano: las imágenes, cuánto. 

Tras varias peripecias, acaba vendiendo una secuencia de treinta segundos por 1 500 euros a CNN.

Dice haber visto con asombro que tras las bombas los niños no lloraban y muchos adultos sí. Que algunos policías estaban fuera de control.

Dice también haber conocido el entablado que está detrás del noticiario. Esa noche publicó otro tuit en el que afirma que usará la suma ganada para ir en ayuda de las víctimas.

De poder hacer algo de otra manera, dice también, volvería al hall del aeropuerto a rescatar heridos.

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