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Camino de Santiago

17 février 2024

El cazador de sombras

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LOS ONAS llamaron mankacem, cazador de sombras, a Martín Gusinde por su obsesión por fotografiarlos. De allí el título de esta reseña de un libro que bien podría llevar este titulo, El cazador de sombras, si no llevase otro titulo mejor.

Se llama Huesos sin descanso porque ése es el asunto que trata principalmente, el de los indígenas de la Patagonia que fueron conducidos a fines del sXIX a Europa para ser civilizados y devueltos a sus islas con la esperanza de que las civilizaran a su vez y entretanto fueron exhibidos en en calidad de salvajes remotos en los zoos humanos que prosperaban por aquel entonces en París y Londres. Aún hoy hay más de cien cuerpos de fueguinos repartidos por diferentes museos europeos.

También trata de los cirujanos que a través de la Historia se han dado a la tarea de desenterrar cadáveres para diseccionarlos y contribuir a la ciencia de la anatomía y han acabado muchos de ellos a su vez víctimas de la maldición inscrita en la tumba de Shakespeare: «Y maldito sea quien mueva mis huesos». La misma que Thomas Browne formula como pregunta: «¿Quién conoce el destino de sus huesos o cuántas veces habrá de ser enterrado?».

Martín Gusinde fue un cura austriaco que llegó a Chile a enseñar geografía en el Liceo Alemán de Santiago y se descubrió una vocación de antropólogo en la Patagonia. Según sus datos, de los cerca de tres mil quinientos onas que se desplazaban por Tierra del Fuego cazando guanacos y focas hacia 1880 sólo quedaban 250 medio siglo después y el censo de 1946 registraba apenas 17 en toda la Patagonia. Onas, yaganes y alacalufes eran los principales grupos de indígenas patagónicos. 

En cuanto a si eran o no convertibles en ingleses es verdad que los hábitos se atrapan y se pierden rápido. Darwin describe en su Diario a Jemmy Button, el joven yagán que volvía con él a Tierra del Fuego en el Beagle tras pasar una temporada en Londres, como «bajo, grueso y en extremo presuntuoso. Le encantaba admirarse a sí mismo cuando pasaba por algún espejo». Años más tarde, Button fue acusado de encabezar la matanza de ocho misioneros ingleses que intentaban evangelizar su isla de Navarino. El siempre lo negó.

Leyendo Fueguinos en Londres, subtítulo del libro, se entera uno también de cosas interesantes como que mientras estaba retenido en Londres Pinochet mataba el tiempo visitando el Museo de cera de Madame Tussaud, donde se detenía a amonestar a la figura de cera de Lenin: «¡Usted estaba equivocado!». Apuntándolo con el índice, a la manera como Ricardo Lagos había hecho con él aquella noche de 1988 en la que medio Chile le perdió el miedo al lobo, según se decía. A propósito de los museos de cera, Joseph Roth sentenciaba que la grandeza y el horror terrenales resultan ridículos con sólo inmortalizarlos en cera.

Huesos sin descanso cuenta también buenas historias paralelas, como la de Elisabeth Siddal, modelo de los prerrafaelitas y mujer de uno de ellos, Dante Rossetti. Vale la pena mirar su imagen pintada por John Everett Millais en calidad de Ofelia flotando en las aguas. Lo mal que lo pasó Elisabeth Siddal en esa bañera da una indicación de lo mal que lo pasó en la vida. La vida nunca ha sido fácil para las modelos de los pintores prerrafaelitas ni para las cazadoras de guanacos, así fuese por diferentes razones.

Cristóbal Marín, autor del libro, se apega al consejo de Stendhal en el sentido de que de un lugar sólo hay que tomar lo que agrade. Y lo que más le agradó de Londres y de Berlín, donde pasó unos años escribiendo su tesis sobre estas materias, fue pasear por sus calles de día y de noche buscando lo que buscaba —cazando sombras— y encontrando lo que cuenta en estas páginas muy bien traídas y llevadas.

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¿Cómo llegué a este libro? Por el mismo ritual que repito cada vez que estoy en Santiago: le pregunto a Roberto Merino qué libro escrito en Chile recientemente hay que leer, me levanto del asiento y lo compro allí mismo en la librería Takk. Siempre acierta Merino, y esta última vez acierta particularmente.

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26 décembre 2023

Otro 26 de diciembre

AÑO TRAS AÑO pongo en esta fecha un texto llamado Otro 26 de diciembre, por el día en que nació y murió Rodrigo Lira.

La novedad de este año podría ser la publicacion reciente de una antología de poemas escritos por estudiantes del Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, allí donde Lira cursó asignaturas de Bellas Artes y de Lingüística a fines de los años setenta y cuyos muros y jardines calificaba él mismo como su nicho ecológico.

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La iniciativa editorial se la debemos a Juan Pedro Broussain, quien antologa esos textos a partir de lo publicado por la revista Letras, que circulaba en el Pedagógico en ese entonces. Hay dos textos notables de Lira, STP y She..., entre la veintena de autores antologados. Es probable que de esa veintena de autores todos conocieran a Lira, que era un personaje notorio en ese lugar por sus apariciones siempre singulares y a veces destempladas.

Leyendo el conjunto impresiona percibir hasta qué punto los textos de Lira despuntan sobre ese suelo común y se propulsan como cohetes que perforan el techo de la carpa del circo y se clavan en la panza de ozono. 

Se dice que el tiempo pone a todos en su lugar. Y esto que parece ir en el sentido del reordenamiento del pasado vale también o más bien para el presente. Porque el pasado, en contra de lo que a veces se cree, sigue siendo inestable. Y lo cierto es que el pasado de Lira aún no ha pasado y aquí nos tiene repitiéndolo otro 26 de diciembre.

Foto de Juan Pedro Broussain

5 novembre 2023

¿Qué prefieres, el crepúsculo o el alba?

PASO CINCO DOMINGOS en Almuñécar. Uno tras otro, con sus crepúsculos y sus amaneceres. Este blog está saturado de crepúsculos pero tal vez algún amanecer más sí quepa.

Almuñécar es una torta con cinco capas geológicas: la fenicia, la romana, la árabe y la castellana, a las que últimamente ha venido a sumarse la noruega. Ya sabes como funciona la emigración: viene uno, vienen cinco y luego viene toda la tribu. El caso es que está Almuñécar llena de noruegos, que son mayormente sobrios y silenciosos, tan diferentes de los ingleses en Benidorm.

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II

LOS primeros hombres que vivieron aquí, a medio camino entre el morotopiteco y el noruego, no serían insensibles ni a la primera ni a la última luz del sol. Y, como hace Víctor Colden, también se preguntarían si prefieren el crepúsculo o el alba.

III

CHESTERTON dice que el hombre que fue Jueves procedía de una familia de extravagantes: uno de sus tíos acostumbraba salir a la calle sin sombrero. Esto era así en Londres hace más de un siglo. Ahora en el Paseo marítimo de Almuñécar el extravagante es mi tío porque es el único que no lleva gorra de béisbol.

En el Paseo marítimo también prima el ritual de recoger las cacas de los perros. Una novedad antropológica, la familia reunida en cónclave en torno al chucho que se esfuerza. Mirando estas escenas me digo que si los perros no tuvieran aparato digestivo poca gente saldría de sus casas.

IV

EN Bélgica escucho Klara, la radio flamenca de música clásica, 100% música, o bien Musiq3, la radio clásica en francés, 75/25. Y en Almuñécar, Radio Clásica, en la que yo diría que el reparto es de 50/50. Tal vez si sigo bajando hacia el sur llegue a un lugar en que la radio clásica sea 100% hablada.

En la tele veo Pasapalabra. Cuando los concursantes no saben la respuesta, dicen rápidamente Pasapalabra. Pues bien, para espantar las ideas-fantasma ahora digo rápidamente Pasapalabra. Y funciona.

 V

SERÁ una ilusión, como todo, pero creo que ya formo parte de este pueblo. Tanto así que se lo enseño a Montano, que vive a dos pasos de aquí pero sólo ha estado una vez hace veinte años para escuchar a Rosa Passos en el auditorio del Parque del Majuelo. Hasta allí llegamos buscando algún asomo de ese pasado y lo que encontramos es puro presente en la forma de cientos de niños de todas las edades celebrando Halloween. Tanto así que pasamos por allí como dos momias. 

Mucha gente entra en la conversación en la que nos enfrascamos y casi toda sale bien parada. Somos momias indulgentes. Subimos al Castillo y bajamos al pie de la estatua de Abderramán, el moro que vino de Damasco a conquistar Almuñécar. Allí están sus versos sobre la palmera que vino, como él, de Oriente. Le cuento de mi intento por mejorarlos (Oh, palmera / Venida desde Oriente / Y como yo extranjera) y Montano recuerda que en el Aleph Borges los reduce a dos líneas y evita la rima: Tú también eres, oh palma / En este suelo extranjera

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VI

ÚLTIMO domingo. Nos despedimos asistiendo al concierto de Todos los Santos a cargo de la Orquesta Mediterránea de Granada. Pergolesi, Elgar, Mendelssohn y Barber. En los bises, El Cant dels ocells, como hacía el propio Pau Casals. Supongo que como casi todo el mundo yo sólo me sabía la primera estrofa. Es un villancico en el que participa un gran número de pájaros y tiene estrofas preciosas como ésta: «L'estiverola diu: / No és hivern ni estiu / Sinó que és primavera / Puix que és nada una flor / Que pertot dóna olor / I omple la terra entera». (El carbonero dice: / No es invierno ni verano / Sino que es primavera. / Pues que es nacida una flor / Que por todas da olor / Y llena la tierra entera).

28 octobre 2023

Arturo Belano en el súmmum de lo máximo

LOS DETECTIVES SALVAJES se publicó a finales del siglo pasado. Lo leí enseguida y me entusiasmé, cómo no, con ese relato plural y multiplicado. Además, lo que cuenta Bolaño en ese libro me parecía a mí que se asemejaba a lo que viví yo mismo en los años del relato, él en Ciudad de México, yo en Santiago de Chile, en una especie de Mayo del 68 atrasado en el tiempo y ya fuera de lugar. La verosimilitud del relato venía dada, como digo, por su proximidad con mi propia experiencia: lo que cuenta Bolaño yo también lo viví, no letra por letra pero sí en sus grandes líneas.  

Hubo un momento sin embargo en que me entró una pelusilla en el ojo. Hacia el final del libro, un fotógrafo argentino, Jacobo Urenda, cuenta que Arturo Belano, que es el nombre que se da a sí mismo Roberto Bolaño, viaja a África en calidad de corresponsal de guerra a los lugares calientes del continente negro. En Africa a finales del pasado siglo esos lugares eran Angola, Ruanda y Liberia. Y si allá va, le cuenta Belano a Urenda, es porque su salud está tan deteriorada que morirá pronto —lo que en la vida real era verdad y de hecho así ocurrió pocos años más adelante—, por lo que prefiere arriesgar el pellejo a diario y eventualmente morir a causa de una bala perdida o de la explosión de una granada antes que sufrir una muerte lenta entre algodones en una unidad de cuidados intensivos de un hospital europeo. 

Un tópico de la literatura de aventuras donde los haya.

Pero no fue ese lugar común el que me hizo cosquillas sino un detalle de menor importancia. Cuenta Urenda que estando Belano en Luanda, la capital de Angola, por entonces sumida en una guerra que con altibajos duró más de veinte años, y necesitando urgentemente unas medicinas, va a una farmacia y rebusca entre los medicamentos disponibles hasta encontrar alguno que se asemeje a los suyos: «Lo vi revisar las estanterías, primero por orden alfabético y luego al azar», explica Urenda. O sea que en Luanda en 1994 no sólo encontrabas una farmacia de turno abierta sino que además ésta tenía las estanterías pletóricas de medicinas dispuestas en orden alfabético…

Se da la casualidad de que en ese momento, el año 1994, yo estaba en Luanda. Y no. El caos en el que estaba sumida la ciudad y el desabastecimiento de productos de primera necesidad (y de segunda y de tercera), comenzando por la luz y el agua, hacía que no hubiese en la capital de Angola ni un solo comercio abierto, comprendidas las farmacias, y todo lo escasamente disponible se traficaba en el mercado negro. En materia de salud, los ricos tenían sus propios esquemas de aprovisionamiento (esa era la palabra que se utilizaba, esquemas como sinónimo de combinaciones o de movidas) y los pobres tenían que contentarse con las reducidas existencias de aspirinas pasadas de fecha en los mercados callejeros, el más conocido de los cuales se llamaba Vale Tudo, nombre de una teleserie brasileña. O sea que de farmacias abiertas, nada de nada.

Es evidente que Bolaño no viajó nunca a África, lo sabemos por su propia biografía, pero por si no lo supiéramos bastaría este detalle para ponerlo en evidencia. Con todo, tanto la Luanda, como la Kigali o la Monrovia de Los Detectives salvajes son relativamente verosímiles. Una vez que le ves un roto a la tela, sin embargo, ya se los ves todos. Porque hay otros. Bolaño afirma por ejemplo haber ido por tierra de Luanda a Kigali, y va dando los nombres de las ciudades y parajes recorridos: Huambo, Cuanza, Uige, Kinshasa, Kisangani, Kigali.

(Esta enumeración, hecha ostensiblemente delante de un mapa desplegado, me recordó esa canción de Lluís Llach dedicada a Allende, en la que dice que las masas están de pie desde Arica hasta Guangualí.) Y no digo esto sólo por Bolaño, naturalmente. Buenos autores de libros de aventuras, Swift, Salgado o Verne, poco se alejaron de sus casas e hicieron bien desplegando mapas y documentándose sobre los lugares en los que situaron sus relatos. Balzac escribió su Viaje de París a Java sin haber viajado a Oriente y es posible que el propio Homero no haya ido de isla en isla que de oídas.

Y para volver al viaje de Luanda a Kigali, no. Un viaje así es muy difícil de realizar aun en nuestros días, y era virtualmente imposible en 1994, cuando habría que haber remontado el flujo de los que escapaban del genocidio ruandés y de la guerra desatada viniendo en la dirección contraria, es decir desde el centro de África hacia el poniente.  

El relato las aventuras de Bolaño en África lo hace un fotógrafo de prensa argentino, Jacobo Ureña, y se lo cuenta a su mujer, una francesa llamada Simone, quien lo alienta a buscar a Bolaño en cada viaje, a interesarse por él y a contarle luego los detalles de esos encuentros a su regreso a París. Para un chileno de la época que un argentino exitoso se interesase a ese punto por su existencia y, mejor aun, lo hiciese espoleado por la curiosidad de una parisina branchée viene siendo el súmmum de lo máximo. Un tópico mayúsculo entre los mayúsculos tópicos. 

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Barcos abandonados en el puerto de Luanda

23 octobre 2023

Los árabes de las marismas mean en cuclillas

LOS PROFESORES DE HISTORIA nos llenaron la cabeza con historias de asirios y de sumerios en las míticas ciudades de Ur y Babilonia donde se inventó la escritura cuneiforme y advino la civilización. Si bien que sabemos más sobre esa tierra de entonces que sobre el Irak de ahora, a pesar de que Sadam Hussein y el Estado Islámico hayan hecho lo imposible por mantenerlo en las cabeceras noticiosas.

Por no saber, yo no sabía nada de las marismas que se extienden al sur del país en las desembocaduras de los ríos Tigris y Éufrates en el Golfo Pérsico, esa región conocida como la cuenca de Chat El Arab, ni de los hombres que allí viven en casas de juncos y aldeas lacustres, a los que se les conoce como los árabes de las marismas, maadans, en su lengua.

Entre ellos pasó largos periodos Wilfred Thesiger en los años cincuenta y escribió este libro que reseño, Los árabes de las marismas. Un explorador inglés que se acerca al modelo de Lawrence de Arabia y rinde culto a la fraternidad sin perder de vista su alteridad radical y se convierte en improvisado médico de esos hombres aislados del mundo urbano del que desconfían y por la fuerza de las cosas en circuncidor de mozos en edad de merecer y por cierto en el cronista de un tiempo y un lugar ricos de algo parecido a la eternidad y tal vez ya perdidos para siempre. 

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Como los mudhifs, esas construcciones hechas de juncos entrelazados, suertes de casas comunitarias de acogida a los visitantes y celebración de bodas y ceremonias. Según Thesiger existen desde hace cinco mil años y es probable que, vía los griegos, la forma de sus arcos y ventanas hayan influido en la construcción de las catedrales medievales. (Los únicos monumentos que levantaron los mongoles de Genghis Khan, en cambio, eran pirámides de cráneos humanos, dice Thesiger, que se conoce que nos les tiene cariño).

Y asimismo es probable que ahora mismo o dentro de 50 años ya no quede ningun mudhif y no sólo porque el petróleo hiciera emigrar a miles de maadans a la periferia de las ciudades a lo largo de la segunda mitad del sXX sino también porque Sadam Hussein intentó secar esas marismas para castigar a sus habitantes por haber albergado a los desertores de su calamitosa guerra contra los ayatolás iraniés.

Y también porque las condiciones socioculturales (¡uy!) que durante siglos hicieron que se levantaran esas construcciones se han evaporado. Todo se evapora, claro. Hasta ayer yo no sabía que existían los maadans, de modo que hoy no voy a llorar su desaparición, o no mucho, sino más bien consignar un par de curiosidades que estos llevaban consigo.

Porque los árabes de las marismas pescan a los barbos drogándolos con semillas de estramonio. Y nadie dice que tras comerse esos peces drogados no sintiesen ellos mismos los efectos  del chamico. Y dan a sus hijos nombres ridículos —Rata, Cacas— para protegerlos del mal de ojo. Y mean en cuclillas. Y juegan al corre el anillo. Y sazonan la comida con el sudor del que lleva la olla. Y sus jefes pueden ser autoritarios y arbitrarios pero obedecen al deber de hospitalidad acogen y dan de comer a los visitantes y el jefe tribal come el último de todos.

No sé si estas cosas hay que ponerlas en pasado, porque existían cuando Thesiger escribió su libro y ya no existen, pero las pongo en presente que es el tiempo del relato y tal vez porque me gustaría que aún existieran y también porque el presente es perpetuo.

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21 septembre 2023

Job en Libia

IMÁGENES DEL TERREMOTO de Marruecos y las inundaciones en Libia.

En Talat, un pueblo remoto del Atlas marroquí, un padre enseña una foto de su hijo y señala la enorme roca desprendida de la montaña que lo sepultó. Es un hombre de edad media y ahora parece un anciano.

En Derna, en el este de Libia, Kasar, 69 años, llora delante de la que fue su casa. La noche en que cedieron los presas y la ciudad fue devastada, él estaba ausente. Regresó en cuanto pudo para comprobar que su familia había sido arrastrada por la violencia del agua. Me he quedado solo en el mundo, se lamenta.

Se dice que el tiempo lo cura todo. Pero el tiempo escasea para los viejos.

Dios da y Dios quita, dice por todo consuelo el viejo Job, el del libro.

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Óleo de Luca Giordano

30 août 2023

Ocho días en Montenegro

Día uno 

LO PRIMERO es el nombre, Montenegro. ¿Por qué un país balcánico de lengua eslava lleva un nombre en español? Porque hace mil años los navegantes venecianos comenzaron a recorrer la costa dálmata y viendo los montes oscuros que la ciñen llamaron a este trecho en su lengua Montenegro y ese nombre se consolidó en los idiomas de Europa occidental. En montenegrino, en cambio, Montenegro se llama Crna Gora, que quiere decir literalmente montaña oscura, monte negro.

Día dos

Candidato a miembro de la Union Europea con ingreso previsto en 2030, Montenegro adoptó unilateralmente el euro en 2002 sin formar parte de la llamada eurozona. Lo cierto es que, al menos en verano y en la región costera, los precios montenegrinos son más o menos los mismos que se practican en Fráncfort del Meno, la ciudad sede del Banco central europeo...

Día tres

Sobre el tira y afloja de los montenegrinos entre Oriente y Occidente, entre venecianos y otomanos, entre serbios y croatas, la costa y las montañas de Montenegro han sido una línea de fuego a través de la Historia.  Un montenegrino puede ser hijo de yugoslavos y nieto de otomanos o austrohúngaros. «Se pregunta uno qué será de estos eslavos que bajaron de sus montañas y se convirtieron en una verdadera nación», escribía Pierre Loti. Ahora mismo los veraneantes de la playa de Lucice exhiben su mestizaje eslavo-germánico-otomano y se les ve bien aspectados.

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Día cuatro

Temprano por la mañana recibo la noticia fúnebre. Me voy a refugiar a una iglesia minúscula del sXVI consagrada al profeta Elías. Estoy solo durante una hora hasta que entra una mujer y me pregunta si trabajo en la iglesia. Enseguida se recoge y se echa a llorar. Me parece que estamos allí por las mismas razones.

Día cinco

Los montenegrinos son altos y por lo visto el culto al tamaño no es nuevo: «Esteban Dussan, que fue proclamado rey joven en 1331, ocupa un lugar importante tanto por su talla (medía dos metros) como por sus actos». Pero también en la mesa del lado —cómo fuman los montenegrinos— hay un niño sentado entre adultos que luego resulta que bebe cerveza y es el encargado del negocio vecino. Parece un niño pero es un hombre pequeño. La distancia cultural produce estas distorsiones. Las monjas ortodoxas que venden objetos de culto y productos locales en el paseo marítimo son altas también y me dejan con las ganas de escucharlas porque no hablan ni media palabra en inglés. Dussan por su parte es serbio y vive en Montenegro y como hizo un erasmus en Barcelona habla español fluidamente. ¿Y catalán?, escucho que le preguntan. Es una mezcla de español y francés que hablan las personas mayores, concluye. Alabamos los paisajes de esta costa y Dussan asiente pero añade que en el invierno hay poco que hacer: de la iglesia al trabajo y del trabajo a la casa, eso es todo, dice. Y lo dice en ese orden.

Día seis

Dubrovnik está a dos pasos de la frontera montenegrina pero está saturada, de manera que decidimos ir a Budva, cuyo casco viejo es una Dubrovnik en miniatura. Las iglesias ortodoxas son tan pequeñas y están tan sobrecargadas de imágenes que suponen una experiencia límite para los iconoclastas. Llama también la atención que el dinero que la gente deja por los objetos de culto quede sobre las mesas y aparentemente nadie lo sustraiga. En la iglesia de la Santa Trinidad me compro un anillo con el Padre Nuestro grabado en cirílico. En la playa de la isla de San Nicolás, frente a Budva, me echo a nadar y en seguida siento que el anillo resbala y cae al fondo. Intento recuperarlo pero no hay manera. Supersticiosamente me siento desprotegido porque, supersticiosamente también, un anillo con el Padre Nuestro suponía una protección. Para hacer flores de mis penas y teniendo en cuenta que ya perdí otro en similares circunstancias en Benidorm, se me ocurre perder otros ocho (Poseidón tendrá diez dedos) en playas mediterráneas cuyos nombres también comiencen con la letra B... 

Día siete

«Mañana me voy de este pueblo y no es que no quiera quedarme» escribí una vez en Extremadura, y lo que vale para Extremadura vale también para los Balcanes. Me pregunto a dónde iría si me quedase por aquí más tiempo: ¿a Croacia, a Bosnia, a Serbia, a Albania o a las montañas del interior de Montenegro? O bien me instalaría a hojear libros en lenguas que no entiendo en la biblioteca de la ciudadela de Budva, desde cuyas ventanas asoma por lado y lado el Adriático. Sobre la puerta de entrada a esa ciudadela luce esta inscripción: «Erbaut im jahre 1836» (Construido en 1836). Creía que  la habían construido los venecianos en el medievo pero ni el idioma ni la fecha de la inscripción lo indican así. Averiguo y, sí, la ciudadela la construyeron los venecianos en el medievo pero la fachada la reconstruyeron los austrohúngaros en el sXIX...

Día ocho

Último día, nadie se enoja. Despedida de Petrovac a la luz de la luna sobre el puerto. Es triste irse de aquí después de tan pocos días pero sería aún más triste no haber venido. 

Día nueve

Tocan a la puerta. El taxista que nos trajo ayer desde el aeropuerto me tiende una bandeja de higos montenegrinos que olvidamos en el maletero. Se lo agradezco y luego me digo que debí proponerle compartir los higos. Pero la generosidad no busca la reciprocidad. ¿O sí?

21 août 2023

Adiós al amigo

MUERE EN SANTIAGO DE CHILE a los 68 años mi amigo Marcelo Maturana. 

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Lo esencial de su cara pública está en algunos perfiles que se encuentran en la red. Copio éste para no repetirme luego:

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Y luego está, cómo no, la cara personal, aquella que asoma sólo en parte en los perfiles públicos. Nos conocimos en la universidad, trabajamos juntos en La Bicicleta y nos vinimos a Europa por la misma época, él a Italia, yo a Bélgica. Tras un par de años en Roma, Maturana regresó a Santiago, aunque su ánimo viajero lo llevó a menudo por los caminos del mundo. En mi casa de Lovaina estuvo unas cuantas veces, solo o con sus hijos. La correspondencia que llevamos durante años pesará unos cuantos kilos.

Políglota, el perfil citado arriba omite decir que Maturana hablaba también fluidamente francés y portugués, se las arreglaba en alemán y ruso, y era capaz de cambiar unas cuantas frases en otra buena cantidad de idiomas. Era un prestidigitador de las palabras, un inveterado creador de neologismos, y estaba animado por un gran sentido del humor. Era también un gran enamorado y vivió la intensa vida sentimental que corresponde a un amante sincero.

Su amistad fue un privilegio siempre renovado, al punto de que nunca pensé que un día llegaría a escribir estas tristes líneas. Hoy es ese día en el que el asombro da paso a la extrañeza. De los varios textos escritos por Maturana o sobre él en este blog, en la circunstancia presente éste es particularmente pertinente: Cada vez que pronuncia una frase su vida se acorta.

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La muerte de Maturana me encuentra en Montenegro. Así es como voy a la iglesia de este pueblo, una vieja iglesia ortodoxa del sXVI consagrada al profeta Elías, a despedir al amigo con el pensamiento y también a pensar en nada, que es lo que se me da mejor.

16 août 2023

El pan desnudo

LOS LIBROS son ellos y su circunstancia. Me refiero a El Pan desnudo, a veces traducido también como El Pan a secas, el libro de Mohamed Choukri. Nada predisponía a Choukri a escribirlo y nada permitía pensar que su libro alcanzaría la masiva lectura que consiguió. 

Choukri nació en 1935 entre Nador y Melilla, en el Rif marroquí bajo protección española, como reza el eufemismo. Su idioma materno era el beréber del norte de Marruecos. Huyendo del maltrato de su padre y de la hambruna que atenazaba la región durante la Segunda Guerra, Choukri conoció el bajo mundo de las ciudades —Tánger, Tetuán, Orán. En la cárcel, a los 20 años, otro recluso le enseñó a leer. Choukri escribió entonces este libro, El Pan desnudo, en el que cuenta su vida hasta ese momento. 

Un relato en el que, un poco como en Padre Padrone, la escritura sublima una vida de privaciones y sufrimientos. La claridad con la que Choukri cuenta sus circunstancias y particularmente sus experiencias sexuales infantiles y juveniles puso en guardia a los censores y el libro fue rechazado por todas las editoriales a las que fue presentado. 

Publicado finalmente en 1973, el ministro marroquí del ramo prohibió inmediatamente su difusión. Pero el libro lo tradujeron al inglés Paul Bowles y al francés Tahar Ben Jelloun y se convirtió en un fenómeno editorial fuera de Marruecos. Todo esto hizo que finalmente El pan desnudo se leyese mucho también en el propio Marruecos, contraviniendo la prohibición oficial.

Y se sigue leyendo hasta hoy. Me habían hablado de este libro con devoción y tras su lectura entiendo por qué. Choukri instala metódicamente su experiencia en la conciencia de los demás y el mérito radica tanto en la materia que transmite como en la manera como exalta el reflejo de la vida colectiva en la vida individual y recíprocamente.

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27 juillet 2023

El aprendiz al sol

APENAS COMIENZA LA andadura de estos diarios y escribe el autor: «Hace una semana que empecé este cuaderno de bitácora y no pienso seguir con esta colosal mentira». Pero bien que prosigue, al punto de publicar ahora estos diarios escritos entre 1989 a 1999, los últimos años del sXX, como bien subraya. 

Con el sol a las espaldas, la sombra que se proyecta hacia adelante es ridícula. En cambio, la sombra que proyecta el ciclista contra la ladera o contra los muros blancos de las casas del pueblo, la figura del Aprendiz al sol, de Duchamp, es exaltante. Estas dos figuras se combaten y se completan al filo de estas páginas.

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Luces y sombras en los diarios de Montano, un espacio de confesiones y balances: «Una adolescencia algo retraída me ha tenido toda la veintena cojeando; ahora empiezo a enterarme de qué va la historia, pero no puedo incorporarme plenamente a la juventud porque ya he cumplido los treinta». Lo incompleto, la dificultad de precisar qué se quiere y no digamos ya de alcanzarlo. «Nadie se baña dos veces en el mismo río, y afortunados los que al menos se bañaron una», sentencia.

Sobre la adolescencia también, este párrafo es elocuente: «Estaba pensando en el adolescente que fui, tan solitario, tan triste, tan retraído; cuánta torpeza en cada gesto, cuánta coacción. Y miraba con alivio estar ya tan lejos de él, haberlo abandonado; no parecerme hoy en nada a aquel pobre individuo. Pero entonces me he dicho con pena: También tú lo has dejado solo».

Estos son los diarios de un muchacho que se adentra en el mundo de los adultos movido por un rechazo visceral que va lentamente mudando a un acomodo inestable. En estas materias, es una perla esta descripción del perfecto día procrastinado: ««Día de ayuno. Trabajo. Lluvia». Escribí esta anotación al levantarme, y pretendía ajustarme a ella durante la jornada —pero he comido, no he trabajado, ha dejado de llover». «Tal vez ahora soy más dócil pero menos lamentable», concluye más tarde, convertido en guionista de televisión y luego en bibliotecario. «Es fácil ser funcionario. Te haces un esquema de tu vida, y de ese esquema tachas ocho hojas diarias», dirá también.

Y la presencia de los amigos, claro, este diario es también el inventario de los rituales de los últimos años de la juventud y los primeros pasos por la vida adulta de un grupo de amigos que los vaivenes de las mareas acercan y luego alejan. Tanto así que «el valor de un hombre se mide por la cantidad de soledad que es capaz de soportar», una cita Nietzsche que Montano trae a colación y viene al caso.

El autor presenta su indagación sobre la escritura de diarios y su inscripción en el día a día. «El día es una excusa para escribir el diario», llega a decir. «Esta mañana, repasando mis anotaciones de hace unos años, he revivido aquellos días como no los viví entonces». Así expone su tira y afloja con las palabras, que distraen de la realidad: «Aturde saber que nuestras palabras no van a durar, que escribimos en vano». Y también: «Las palabras, su exceso fácil, quincallería que enturbia la relación con la realidad». Al mismo tiempo, las palabras permiten ver la realidad y nombrarla.

Su tira y afloja no es sólo con las palabras, también con los contratiempos que acarrea la realidad: si esperas que en el local de los bajos se instale un comercio tranquilo, una frutería o una tienda de zapatos, lo que se instalará finalmente será un carpintería. Un mérito en esta materia: no hay culpas, a nadie le echa culpas el autor, si no es a sí mismo, y aun así lo hace movido por el amor fati. «Sabiendo que jamás me he equivocado en nada sino en las cosas que yo más quería», diría, echando mano a un verso de Luis Rosales. 

Asoman Málaga, Madrid y Lisboa por estas páginas, tanto en primer plano como en tela de fondo, e incluso Almogía, el pueblo familiar, a cuyo paso encontramos un par de pinceladas costumbristas muy bien dadas.

«Algún día, desde otra edad, miraré estos años con la extrañeza de no haber sabido vivir de un modo diferente», afirma el autor. Treinta años más tarde, ahora que los diarios han sido publicados, dan ganas de preguntarle cómo los ve ahora, pero la respuesta está en los propios diarios: «Me he sentido como si estuviese leyendo el diario de otra persona, furtivamente. Hubiese querido decirle algunas cosas al tipo que lo escribió, pero eso es imposible porque ese tipo ya no existe, o soy yo, en todo caso».

Estos diarios tratan finalmente de la manera como pasa el tiempo por nosotros. No son sólo los años y los días los escurridizos, también las horas son subrepticias, y los momentos ya no digamos: «Somos distintos según las horas: reunirnos es una tarea literaria, no siempre escrupulosa». 

He leído que estos diarios se leen como una novela, o mejor, como el reverso de una novela. Es verdad que el lector sigue el hilo del protagonista con interés creciente y los artificios del diarista son más llevaderos que muchos engrudos novelísticos. He leído también que el spleen, la melancolía, sería el término que describe mejor su contenido anímico. No lo discuto pero digo que también brilla muy fuerte el sol en estas páginas. Y hay momentos de felicidad gratuita, que siempre es la mejor: «Lo decisivo es tener un cuerpo, ser un sitio en el mundo: entonces el aire de la tarde pasará por ahí, trayéndonos su frescor, otorgándonos una felicidad gratuita».

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5 juillet 2023

Ai Weiwei y el minimalismo desmesurado

UNA PINTURA debe al mismo tiempo parecerse y no parecerse a la realidad, debe situarse entre la semejanza y la diferencia, decía Qi Baishi, un pintor chino que es un referente para Ai Weiwei. La definición de Baishi también conviene para caracterizar el arte de Ai Weiwei, que pretende estar en constante interacción con la realidad.

Cierro su libro, pienso en las obras de Ai Weiwei y veo las 24 cabezas de animales y los mil y un chinos en Alemania y los ocho millones de granos de girasol. Qué desmesura tan china. Tal vez lo diga porque la sobrepoblación y el paso a cien por hora del feudalismo a la híper industrialización le vale a China una asociación más o menos inmediata con la desmesura. Hay otra asociación posible sin embargo y es con el minimalismo desmesurado (una corriente que acabo de inventarme), la producción a gran escala de lo pequeño y el infinito cuidado que esa producción exige.

Si Ai Weiwei cultiva felizmente el arte del oxímoron con su minimalismo desmesurado y su desmesura minimalista, la imagen que mejor representa estos términos encontrados es la de los ocho millones de granos de girasol de porcelana producidos industrialmente y pintados uno a uno a mano.

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1 juillet 2023

Terremoto en Estambul

EL 14 DE SEPTIEMBRE DE 1509, un terrible terremoto sacude Estambul. Miles de habitaciones, cientos de mezquitas y hasta el palacio del gran visir se derrumban aplastando hombres, mujeres y niños. Y animales, que no se nos olviden. El estuco con que los musulmanes habían recubierto los mosaicos de Santa Sofía se resquebraja dejando a la vista los rostros de los evangelistas. Y el puente sobre el Gálata en construcción y que habría diseñado Miguel Ángel se viene abajo y desaparece de la Historia. 

Lo cuenta Mathias Enard en Háblales de batallas, de reyes y de elefantes (el verso es de Kipling). No hay acuerdo entre los historiadores sobre el viaje del maestro toscano a Estambul siguiendo la invitación del sultán, pero Enard nos convence de la veracidad de lo que cuenta. Y se non é vero, ya se sabe, a la imagen de esta paradoja que formula en el relato: cuando la música consigue emocionarte te olvidas de la música.

Lo dice describiendo el arrobamiento del escultor delante de una bella cantante andaluza. Como se sabe, miles de sefardíes huyeron de España tras el decreto de expulsión de los Reyes Católicos y se acomodaron como pudieron por todo el Mediterráneo, comprendido Estambul. La andaluza canta para un grupo de ellos, que se conmueven hasta las lágrimas al recuerdo de la patria perdida. Como Miguel Ángel lo ignora todo de esa diáspora —así era el mundo entonces, como el de ahora, hecho de distancia y de ignorancia—, interpreta ese fervor como una pasión desmesurada.

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27 juin 2023

Ai Qing, Ai Weiwei, Ai Lao

MIL AÑOS DE ALEGRÍAS Y DE PENAS se llama la autobiografía del artista chino Ai Weiwei. El título es un verso de un poema de su padre, Ai Qing.  

Ai Qing fue maoísta cuando joven y luego fue reprimido por el maoísmo y condenado a limpiar letrinas en un duro exilio interior. Ai Weiwei, su hijo, escribió este libro inmediatamente después de ser liberado en 2011, tras pasar 81 días encerrado arbitrariamente por el Gobierno chino. 

El desafío al poder que la obra de Ai Weiwei supone se entiende en parte en virtud de la historia de su padre. Tanto así que se puede decir que Ai Weiwei no cejó en su empeño hasta que el régimen chino hizo con él lo mismo que había hecho cincuenta años antes con su padre. «No cejó en su empeño» quiere decir que ha vivido su vida como ha podido y tanto más. Ya que esta lectura en clave biográfica no niega la comprensión de su obra en términos estéticos y políticos, sino que la completa.

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A poco andar el libro queda claro que Ai Weiwei lo escribió también para transmitir esta doble experiencia a su hijo Ai Lao. Y ya es curioso que esta noción de linaje, que ha ido perdiendo fuelle entre nosotros, nos la ponga delante la experiencia de un artista contemporáneo, chino por añadidura. Y ya es más que curioso que un chino de la Cochinchina que, a priori, representa para mí una forma de alteridad radical, me parezca tan cercano a mi propia experiencia. 

«Escribí todo esto que habría preferido no recordar porque son esos recuerdos los que me ayudan a olvidar», dice Ai Weiwei. Es una certera y bonita paradoja que para poder olvidar haya que saber recordar. «El exilio que afligió la vida de mi padre forma parte de la vida de mi hijo, como la sombra sigue a la forma», dice también. El destino de esas tres generaciones —la de su padre, la suya, la de su hijo— está estrechamente ligado al de innumerables multitudes que nunca hemos visto ni conoceremos jamás. «Lo que me da buenas razones para expresarme y compartir mi expresión, porque la expresión de sí mismo está en el corazón de la experiencia humana y sin ella la Tierra no sería mas que un peñasco sin sentido suspendido en el espacio», concluye. 

No dice otra cosa el poema de Ai Qing que da nombre al libro, que traduzco del francés porque en la versión en español no aparece completo:

LAS RUINAS DE LA ANTIGUA CIUDAD DE JIAOHE

Se diría que una caravana atraviesa la ciudad
Que al bullicio de los hombres se suma el tintinear de los camellos
Que un mercado anima sus calles como antes
Y las carretas circulan y los caballos parecen dragones

Pero no
El fastuoso palacio ya no es más que una ruina
Mil años de alegrías y de penas
De los que ya no queda huella

Hombres que aún vivís disfrutad de la vida
Sin esperar que la Tierra algún día os recuerde.

 _______________________________

Continuará... 

9 juin 2023

Que se repita la visita

«VIAJO A MURCIA un par de días para asistir a la presentación del capítulo japonés de la tesis sobre Pierre Loti que escribe Daniel. Son unos días radiantes, coronados por la visita a la tumba del Rey Lobo recientemente descubierta, y será mejor que los cuente en un capítulo aparte», escribí anteriormente. Como veo que hoy se celebra la fiesta de Murcia, creo llegado el día. Además porque se cuenta rápido. 

El Rey Lobo se llamaba Mohamed Ben Mardanís, Manuel Martínez para entendernos, y su reino, a mediados del sXII, coincide con el momento de máximo esplendor de la tierra murciana. Daniel se había enterado de que se han encontrado vestigios de lo que parece ser la tumba del Rey Lobo en el subsuelo de la Iglesia de San Juan Dios y sin saber si se podían visitar hacia allí nos encaminamos. Como si nos estuviera esperando, la guía nos acogió en la puerta diciéndonos que llegábamos justo a tiempo para unirnos a una visita que comenzaba ya mismo.

Los visitantes éramos sólo nosotros más dos muchachos belgas que hablaban español como Cervantes y sus preguntas completaban las nuestras, que iban por el lado de la dimensión narrativa del asunto, mientras que las de ellos se detenían en su dimensión material. Y la guía nos respondía con una profesionalidad y afabilidad digna de mención. Se llama Rosa Ferrer, y nombrarla es mi manera de volver a agradecerle la calidad de su intervención y el tiempo que nos acordó.

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Además de todo lo anterior, me volví a dormir mirando mi cuadro favorito de la Catedral de Murcia, el San José dormido, tomamos un zarangollo reponedor, saludamos ritualmente a la sardina del Segura y en el Bellas Artes a la estatueta del General Bulnes y al niño del perro, de Obdulio Miralles, entre otros Zurbaranes y Riberas y Murillos.

Y que se repita la visita.

24 mai 2023

Sólo Dios sabe si vuelvo

Saldos del Diario de Benidorm

CUANDO EL BÚHO canta el mediodía siento el vértigo del tiempo, por eso de que todas las mañanas del mundo no tienen vuelta, el verso que Quignard pone en boca de Monsieur de Sainte-Colombe. Una menos. A la mañana siguiente no lo noto porque el mediodía me pilla comprando en el Unide (mejor y más cerca).

LLEVABA UN POCO más de 24h y ya me había dado el tiempo para jugar al consabido juego de preguntarme si podría vivir allí y responder que sí, que por qué no. Y cuando regresaba por la tarde, la sensación de familiaridad con  los espacios y las formas era tal que encontraba el camino con los ojos cerrados.

YA NO SE ve gente sola por la calle. Todos van con la pantalla o con el perro y yo voy con el carro de la compra.

ESTA VEZ NO estoy de acuerdo con lo que dice Merino sobre la comida. Lo que yo creo a ese respecto no se puede decir con menos letras: la comida sana sana, la comida mala mata.

LEO QUE SI tu perro te lame la cara no es porque te quiera (aunque te quiera) sino porque quiere saber a qué sabía lo que has comido justo antes.

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CUELGO LA PRIMERA entrada de este Diario de Benidorm. Ha quedado perfecta para que no la lea nadie. Eso sí, del tópico del tipo al que no lo lee nadie huyo como de la peste.

SEÑORES CALVOS QUE miran largamente por el balcón, tienen toda mi simpatía.

SE VAN los míos y los echaré de menos. Más ahora que antes de que vinieran, porque este espacio los contuvo y en él ha quedado la huella de su estancia. 

TRATAR DE ENTENDER y respetar la situación del otro no siempre se consigue. Pienso en estas cosas en la biblioteca municipal mientras la señora de la mesa de al lado tose y despacha por teléfono.

FRENTE A UNA imagen del Padre Pío, nos acordamos de que éste no sólo hace milagros, a veces incluso hace antimilagros. Tiempo atrás un autobús que llevaba a un grupo de fieles a visitar su tumba se accidentó y murieron unos cuantos. 

MUCHA GENTE YA no escribe sino que se filma, los blogs han sido remplazados por los vlogs. Y está de moda en los vlogs exhibirse bañándose. En asoleadas playas y lagos boreales los ricos y en acequias y albercas de regadío los pobres. 

EN EL ESPEJO de este baño la imagen se multiplica. Cuando la Ce era niña su padre la puso frente a un espejo como éste y le dijo: así es el infinito.

VOY AL MONTE y como Lira vuelvo con un ramo. No de flores, sino un ramo de ramas que alguién cortó y arrojó para deshacerse de ellas. Así es como algunas plantas de jardín consiguen asilvestrarse y los alrededores de la ciudad los comparten las plantas autóctonas con las exóticas. Como la ciudad misma, por lo demás. 

CUANDO LLEGO A la playa busco mi lugar, como hacía don Juan Matus, el brujo de Castaneda. Cuando lo encuentro, no tardan en acercarse las tórtolas de collarín negro, a las que siempre veo como hembras aunque es probable que algunos sean machos.

UN REGUERO DE sangre sobre la acera, un hombre sangrando profusamente de un brazo, rodeado de mujeres. Llega la policía y detrás una ambulancia, donde lo curan. Las mujeres les dicen a los policías que el herido estaba con otros en un bar y que los otros, los que lo hirieron, se perdieron en la oscuridad.

EN LA PLAYA de Villajoyosa, en la de Calpe, en la de Altea, iba a dormir una siesta pero el punto de ataraxia es tal que me duermo despierto.

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EN EL PASEO todo el mundo habla de la carrera del Hotel Bali, que consiste en subir los 180 metros que mide ese rascacielos por los casi mil escalones de la escalera interior. Este año los ganadores son un malasio y una eslovaca. 

ME DUELE ALGO, me pregunto por qué y no tengo respuesta. El dolor llega y se va por sus propios pasos sigilosos. Entretanto voy a la farmacia y encargo un remedio. Le doy mi nombre a la farmacéutica y ella exclama: ¡qué bonito!

IU DICE QUE en sus Diarios él es a 90% él mismo. Yo creo que uno siempre es uno mismo, incluso en ese margen por donde asoma la voluntad de mostrarse de otra manera y sobre todo en ese margen. Nada más personal que las estrategias que uno despliega para gustar y gustarse.

EL OTRO DÍA me decía: no buscar ningún punto de vista en particular, no mirar sino lo que se pone por delante. De más está decir que hago exactamente lo contrario.

EL AEROPUERTO DE Alicante se llama Aeropuerto Miguel Hernández y todo el mundo lo llama Aeropuerto de Alicante. En los lomos de los libros de Anagrama, que sólo ponen el apellido del autor, veo sendos Hernández. Por Miguel Ángel Hernández, profesor de Historia del arte en Murcia. Es curioso que Hernández sea un apellido transparente. Xavi se apellida Hernández y Rodri también se apellida Hernández y es como si no tuvieran apellido. Y hay un árbitro que se apellida Hernández Hernández, lo que ya es decir... 

(Menos mal que este blog no lo lee nadie, ni siquiera mi madre).

SÓLO DIOS SABE si vuelvo, escriben en el espejo los conductores de autobuses. Yo me lo digo cuando voy a cerrar la puerta de la casa. Carrère cuenta que cuando un ruso se va de viaje, se sienta junto a su ser querido un momento en silencio, tras lo cual se levanta y se aleja sin mirar atrás. Pero yo estoy solo, de modo que me siento un momento en silencio junto a la maleta. Ese pequeño ritual me deja en un estado próximo a la instrospección, pero no dura nada porque aún estoy en España y desde la puerta de la casa hasta la puerta del avión me hablan y hablo hasta por los codos. Me despido de unos y de otros porque sólo Dios sabe si vuelvo.

YA EN CASA. Desde la ventana ya no veo la isla de Benidorm sino el cerezo en flor et ce n'est pas plus mal.

PS/ Llueve ahora mismo a cántaros en Benidorm. Por el momento la tormenta no es calamitosa sino bienvenida pero nunca se sabe con la lluvia. Me ha pasado unas cuantas veces que un lugar que me fue paradisiaco (Yemen, el Valais, Bodrum, la Serra da Estrela en Portugal) se convierte luego en un infierno. Ya te digo, sólo Dios sabe si vuelvo.

7 mai 2023

El dedo del corazón

Diario de Benidorm, y 3

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EL DÍA EN que va a casarse, un mero trámite pero una boda al fin, M se encuentra con la calle cortada por una manifestación. Baja del coche y les explica a los manifestantes que si no consigue llegar al juzgado, al novio no lo vuelve a convencer ni por asomo. Como en un milagro bíblico, la barrera humana se abre. Convinimos en que se trata de una situación almodovariana. Hay que reconocerle al manchego el mérito de permitirnos identificar con su nombre ese tipo de situaciones de las que sales con bien para poder contarlo.

I ESCUCHA A una chica decirle a una amiga por teléfono: «Vente ya, estoy en la playa, frente a la isla». Hay que saber que la playa mide varios kilómetros y que en toda su extensión la isla siempre está al frente.

ES LO PRIMERO que ves cuando miras al mar por la mañana, lo que imanta la mirada, el punctum barthesiano. Y lo primero que ves cuando miras al mar en la oscuridad de la noche, porque si la has visto una vez ya la ves para siempre. La bahía es extensa, ya digo, en rigor es una bahía doble. Desde el levante, a la isla ubicua la ves de frente y desde el poniente te da la espalda, pura lógica geográfica.

SE CUENTA UNA leyenda sobre su origen. De las leyendas yo prefiero la versión corta, ésta. Un gigante se enamora de una preciosa pescadora, que un día enferma. Desesperado al ver que el sol no asoma para calentar el cuerpo entumido de la bella enferma, el gigante le da una patada al monte que rodea la ciudad y abre una ventana en la masa rocosa para dejar pasar el sol. El trozo de roca vuela por los aires, cae al centro de la bahía y se convierte en la isla de Benidorm.

LA LEYENDA SE encarna en tanta gente que llega a Benidorm convaleciente a curarse de la oscuridad. No voy a volver sobre la presencia de los desertores de la niebla, que atosigan. Sólo a veces hace gracia ver alguna despedida de soltero en la que el novio, un vikingo abundante, va cubierto por un bañador de señora.

HAGO AMISTAD CON dos castellanas. Son de Aranda de Duero, que yo confundo siempre con Miranda de Ebro. Se adivina en una de ellas una tristeza que ella explica así: estoy triste porque estoy sola. Iba a decirle que la cosa bien podría ser al revés, pero me digo que el mejor consuelo que puedo brindarles es un poco de compañía. Así que en cuanto las veo me detengo a charlar un rato. Sobre el Duero, sobre el Ebro o incluso sobre la isla de Benidorm.

ES UNA DOBLE bahía, como digo. En cada extremo siguen en pie las dos torres de vigía medievales, al centro está el puerto y a un lado y otro hay dos bahías simétricas, como dos almas gemelas. Cuando vino la explosión del turismo, se conoce que los inversores encargaban un edificio y con ese único plano les resultaba rentable construir dos iguales, uno al lado del otro. De modo que la ciudad está llena de edificios dobles. Como todos los edificios tienen nombre y la imaginación nominativa es limitada, unos cuantos se llaman Edificio Los Gemelos. Viéndolos, se me ocurre la historia del padre de unos gemelos que construye dos edificios, que más tarde heredan los gemelos, uno para cada uno. Lo curioso es que M e I me cuentan que ése es más o menos el caso de los edificios donde está el restaurante donde comemos, del que son habitués. La gemelitud planea sobre Benidorm. Es una forma de base, un molde que prolifera.

ESTOY TAN NEGRO por el sol que según D parezco un indio de Jaisalmer. Es la capital del desierto de Thar, agrega. Ah, si es la capital del desierto de Thar, entonces sí. Voy a la frutería del pakistaní a comprar una papaya y, como no la encuentro, le pregunto al pakistaní si no le quedan. El pakistaní me responde algo incomprensible. No es el frutero, es un cliente.

VIAJO A MURCIA un par de días para asistir a la presentación del capítulo japonés de la tesis sobre Pierre Loti que escribe D. Nos tomamos ritualmente unos marineros y unas marineras con unos vinos de Jumilla terrosos de tan sabrosos. Son unos días tan radiantes, coronados por la visita a la tumba del Rey Lobo recientemente descubierta, que será mejor que los cuente en un capítulo aparte.

CORTOMETRAJES. Un guiri trepa a una palmera para colgar una muñeca hinchable mientras la pandilla lo jalea desde abajo. Un golpe de viento se lleva la muñeca, el hombre cae al suelo y la pandilla corre a recuperar la muñeca olvidándose del hombre maltrecho. Están todos ebrios, claro. Cerca de allí, en la ventana de un autobús unas letras impresas indican la salida de emergencia. Un hombre con el cabeza rapada va sentado en ese sitio y la luz del sol refleja en su lustroso cráneo las palabras ROMPA CON EL MARTILLO.

EN LA ALMADRABA, la playa a la que voy a nadar a diario, se tolera el desnudismo de los cuerpos viejos. El de los jóvenes también, pero los jóvenes suelen ser púdicos y sus razones tienen. De modo que los desnudistas formamos un club de geometría variable que se saluda y cambia impresiones. Así llega uno de edad media al que acogen un par de conocidos. En seguida le reprochan la proliferación de tatuajes: «Pero hombre, ya no te hagas más, una persona con una cara guapa como tú no necesita de tatuajes para llamar la atención». El hombre se toma los reproches con humor y mientas los escucha se va desvistiendo. En cuanto acaba, se ve que el último tatuaje que se ha hecho son las dos máscaras del teatro, Talía y Melpómene, la tragedia y la comedia, una en cada cachete.

ME DETENGO CUANDO el agua me llega a las verijas. Miro el fondo y veo a un cardumen de peces que se acerca a mis pies. Vienen a saludar a Poseidón, les digo. Parece que me escuchan porque uno se acerca y me muerde el dedo gordo.

NUNCA HE LLEVADO sortijas pero tenía un agujero en un calcetín y pasé donde los chinos a comprar aguja e hilo. Salí con un set muy mono que por dos euros incluía una especie de dedal que me puse en el dedo del corazón a modo de anillo y ya no me saqué más, salvo para enjabonarme las manos. Cuando nadaba ponía cuidado de que no se cayera. Así hasta el último día, el de la despedida, en que justamente despidiéndome del mar hasta la próxima hice un movimiento con los manos y el dedal cayó al agua. Mi primer reflejo fue zambullirme a buscarlo, pero en seguida entendí que era un ofrenda al dios de la Almadraba que lo lucirá mejor que yo.

18 avril 2023

Este pueblo con rascacielos

Diario de Benidorm, 2

HACE TRES SEMANAS que estoy en este pueblo con rascacielos (al pie de un rascacielos siempre hay alguien con la cabeza levantada contando los pisos). Como el pueblo con rascacielos está junto a un parque natural, es para ese lado que tiro yo a diario a andar por el monte y a bañarme calato en las caletas. De ellas se dice que los pescadores benidormíes inventaron la pesca de almadraba, que consistía en atrapar con redes a los atunes cuando se acercan a la costa a desovar en la primavera y a librar luego un cuerpo a cuerpo con los muy bonitos. Se trata de la Sierra Helada, en la que pudo hacer frío antes, pero ahora ya en pleno antropoceno, como lo llaman los que saben, no hace ni frío ni calor. Las caletas de esta sierra se llaman Almadraba y Tío Ximo e incluso hay alguna pequeñita sin nombre conocido al pie de la Torre del Caballo, desde la que los antiguos oteaban las aproximaciones de los piratas berberiscos que, por la forma de la isla que está frente a la bahía, eran capaces de hacerse fuertes en ella sin ser vistos desde el pueblo. La expresión «hay moros en la costa» no nació lejos de aquí.

EN LA CALLE, diálogo entre una conductora multada por estar mal estacionada y un policía municipal: Es que usted me quiere hacer pagar 500 euros y yo no los tengo. Señora, qué quiere que le diga, mi trabajo es el pan de mis hijos.

AL DIBUJANTE del puerto le pido una caricatura sobre la base de un retrato en una foto. Mientras sostengo el móvil con la imagen vamos hablando sobre la persona retratada y va surgiendo así la figura de una bailaora. A la hora de acabar la caricatura al artista lo asaltan dos síndromes simultáneos que se refuerzan el uno al otro: el horror vacui lo lleva a llenar de decoraciones los espacios que habían quedado en blanco. Y la dificultad de separarse de la obra lo hace multiplicar las decoraciones que el horror vacui lo había llevado a poner…

ANTES DE HABER leído el libro de David Garcia-Asenjo sobre las iglesias modernas, cuando veía una cruzaba a la acera de enfrente. Ahora las miro y si encuentro la puerta abierta las visito. Así en San Jaime y Santa Ana, que se levantó en el siglo XVIII sobre una iglesia del siglo XIV, pero cuyo interior fue destruido por los iconoclastas y utilizado como taller y bodega —y el campanario como torre de vigilancia— durante la Guerra, y reconstruido después tal como se suponía que era antes. Menos la efigie de la Virgen del Sufragio, patrona de la ciudad, de la que se cuenta que un alcalde republicano salvó de la destrucción llevándosela a su casa. En otro punto de la ciudad, Nuestra Señora del Mar es pequeña, lo que hace que el efecto de la luz en sus vitrales se intensifique y uno se sienta como si estuviera dentro de un caleidoscopio o de un huevo de Fabergé. 

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 LA ROSA por fuera y la rosa por dentro

EN ESTE PUEBLO con rascacielos todos los edificios tienen nombre pero como hay tantos edificios ya no saben qué nombre ponerles. Así hay alguno que se llama Edificio Groenlandia.

ESTAMOS EN LA playa en plena ataraxia hasta que de pronto veo a escasos metros llevado y traído por las olas el cuerpo muerto de una gaviota. Saltan las alarmas: la gripe aviar. Voy a avisar a la autoridad competente pero no tengo conexión y me digo que lo haré en cuanto volvamos a la ciudad. Pero luego prolongamos el paseo por el monte y las imágenes de la naturaleza me limpian la cabeza, porque cuando regresamos finalmente a la ciudad ya he olvidado por completo el episodio de la gaviota muerta. Y así hasta ahora. La barrera de mi civismo tiene sus fisuras por las que yo mismo me escapo.

HABLANDO DE CHILE con L en Valencia (gracias L) se nos ocurre que alguien debería avisarle a Gabriel Boric que lea o relea Benito Cereno. Se dice que Boric es buen lector y la novela de Melville transcurre en las costas chilenas. El mensaje contenido en esta sugerencia es éste: dadas las circunstancias, Boric puede convertirse en un Benito Cereno o escapar a ese designio por la fuerza de su voluntad. Y hasta ahí llegamos porque este es un mensaje que pierde fuerza si se explicita más. Claro que formulado así, con toda su ambivalencia, a saber cómo lo entendería el interesado. Que también tendrá otras cuestiones a las que dedicar su tiempo, en eso estamos de acuerdo.

LE PREGUNTO AL taxista de qué pueblo llegaron sus padres. Se lo pregunto a todo el mundo aquí porque hace un poco más de medio siglo en este pueblo no había nadie y ahora es una ciudad de cien mil habitantes. Vinieron de una pedanía que conozco bien y donde he comprado una miel deliciosa. Son las nueve de la noche, es su turno nocturno y soy su primer pasajero, le quedan por delante siete horas y media de recorrido. La clientela estará compuesta casi exclusivamente de beodos incapaces de volver al hotel por sus propios pies. Hay que cuidar de que no se duerman, me dice, y sobre todo de que no vomiten. Si hay uno que vomita ya te ha fastidiado la noche.

UNA CITA DE William James que leo en un texto sobre Aldous Huxley da una pista para entender por qué beben como beben los desertores de la niebla. Es pura sed de eternidad. «Mientras que la sobriedad reduce y discrimina, la embriaguez expande y dice sí. Ese poder afirmativo, según James, transporta a su devoto de la periferia glacial de las cosas a su núcleo radiante. Entre los pobres y los analfabetos ocupa el lugar de los conciertos sinfónicos y la literatura».

ESTE PUEBLO CON rascacielos es una ciudad cosmopolita, se escuchan a todo momento decenas de lenguas diferentes. A veces me distraigo tratando de adivinar si una conversación que escucho se emite en húngaro, finlandés o letón. Pero un niño chino aquí habla con un niño ruso en perfecto español. Y una niña marroquí habla con una niña pakistaní en perfecto español. Y así sucesivamente. Qué poder el de la lengua.

LEYENDO SOBRE LA almadraba de Benidorm me entero de un significado anterior de la voz copia que ignoraba y que cuando lo piensas resulta evidente: copia es cantidad y de ahí la expresión hacer acopio. En el mar de Benidorm «se pesca copia de pescado mui sabroso» (1783). 

UNA NIETA Y su abuelo bajan a la playa por la quebrada y como se ve que al abuelo le cuesta el esfuerzo, cuando llegan abajo la niña dice: Al abuelo van a tener que subirlo en helicóptero. 

VÍCTOR ATACA DE nuevo. Yo no me fío de nadie, me dice, eso lo aprendí de mi padre. Y yo a mis hijos, donde mis ojos los vean. Allí enfrente vivía uno que siempre tenía la casa llena de niños que invitaba a jugar. Mis hijos también querían ir. Un día vino a buscarlo la policía. Le cayeron 16 años. 

LIBROS QUE HE leído o releído aquí. En el avión comencé un Simenon que transcurre en las Galápagos, Ceux de la soif, y como el vuelo es breve no lo acabé y así hasta ahora. La Civilización en la mirada, de Mary Beard, Estilo rico, estilo pobre, de Luis Magrinyà, La Vida privada de los árboles, de Zambra, Que no te líen con la comida, de Miguel Ángel Lurueña, Le Roi Cophetua, de Julian Gracq (lo habré leído seis veces), el Epílogo de los Diarios de Iñaki Uriarte (lo llevaré conmigo y le pediré que me lo firme), Sant Jaume i Santa Anna, de Charles M. Wilson y la Historia de Benidorm, de los orígenes a 1960, de Francisco Amillo Alegre. Estos dos últimos los tomé de la Biblioteca municipal, de la que ya tengo carnet.

DE LAS QUE se pueden contar, la historia más graciosa que me ha ocurrido es ésta. Hablando con la acuarelista del paseo marítimo caemos en la cuenta de que ella conoce a una familia que yo también conozco y eso anima siempre una conversación. Tanto así que ella se muestra muy locuaz. Al día siguiente la vuelvo a ver pero ella está lacónica. Anoche pasé revista a lo que hablamos, me dice, y me preguntaba si no será usted del otro equipo. Qué otro equipo será ése, le pregunto, sorprendido. Si no será usted un espía, concluye. Me encantaría ser espía para salir en una novela de Javier Marías, le digo entre risas. Y a continuación le cuento la trama de Tomás Nevinson. Si ella es incorregible, yo tampoco me voy a quedar atrás.

Espero que continúe...

2 avril 2023

Diario de Benidorm

VINE A ESTE pueblo a hacer lo mismo que  hago en el mío, salvo que aquí camino por el borde costero y si me da calor me doy un baño. Cambiando mi pueblo por éste gano quince o veinte grados según el día y unos cuantos euros por lo que pago de menos en el supermercado. Mientras tanto observo las costumbres de las dos tribus que comparten estos lugares, los lugareños y los desertores de la bruma. De estos últimos diré algo más en la sección de toponimia.

EN EL AEROPUERTO me llama la propietaria de este piso para decirme que los encargados de limpiarlo lo han dejado como seda, lo que confirmo, pero han tenido un contratiempo y no han podido limpiar los vidrios. Le digo que no se preocupe y me escucho decirle que ya los limpiaré yo. 

EN EL MISMO aeropuerto hay una campaña de promoción del turismo en Asturias, con gaitas y cartelones. El aeropuerto de Charleroi no es gran cosa estéticamente hablando y mejora una enormidad metiendo los paisajes de la tierrina en la retina. Unos días después se desata una ola de incendios en el Principado. Me imagino a los animales huyendo de los bosques en llamas y me echo a temblar. Pienso en el sobrín que es guardia forestal y estará combatiendo el fuego… Pregunto y me dicen que ahora está lloviendo y que, al menos por allí, la cosa está tranquila. Otra vez me he dejado ganar por el efecto zoom.

HAY UNA HISTORIA curiosa que se cuenta en este pueblo y es que con el auge del turismo extranjero en 1953 el alcalde de la época se subió a una motoneta y fue a Madrid a pedirle a Franco (que tiene el culo blanco) que autorizara el uso del bikini en estas playas. Años más tarde los vecinos, para atemperar la imagen de frivolidad que la ciudad desprendía, subieron a hombros una cruz de madera hasta las alturas de la sierra que rodea la ciudad y allí la instalaron para que Dios la bendiga.

OTRA HISTORIA POR el estilo, sólo que más antigua, es la que cuenta la llegada al puerto de su patrona, la Virgen del Sufragio. En la playa de Levante naufragó a inicios del siglo XVIII un barco sin tripulantes. Se acercaron los lugareños y por miedo a los piratas y a la peste que por entonces asolaban estas costas le metieron fuego al barco. Cuál no sería su sorpresa al ver que, una vez que el fuego se apagó, entre las cenizas reinaba la preciosa imagen de una Virgen. La llevaron en triunfo hasta la iglesia de San Jaime y Santa Ana, que está en lo alto del promontorio del puerto, y allí la entronizaron reina de las playas de levante y de poniente. Sin embargo llamarla Virgen del Naufragio les pareció a los feligreses fuera de lugar y así fue como fueron transformando Naufragio por Sufragio. Sufragar quiere decir ayudar, favorecer. Y la Virgen del Sufragio ayuda y favorece a quien pide con humildad.

HAY GENTE COMO Víctor que sólo confía en la experiencia directa: He visto que el covid es una enfermedad mala, me dice. A los polacos del quinto los mató a los dos y a un señor mayor del segundo también lo mató.

SÓLO LLEVO AQUÍ una semana y ya aparezco en la prensa local de 1910. Se trata de una iniciativa de una pareja de jóvenes para buscarse la vida entre los turistas. Cuando sé que son ucranianos les digo Slava Ukraini y se emocionan.

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Me abstengo, por cierto, de señalarles la falta de concordancia de género en el título.

MIRO POR EL balcón y veo pasar a un mujer que me recuerda a Joaquina. Vamos por oleadas y la vida dura un cuarto de hora. Y el yoga, la comida sana y la ciencia cristiana a la que adhería Prokófiev permiten alargarla dos minutos…

LIMPIO LOS VIDRIOS y quedan peor que antes. 

RACÓ DE L'OIX se llama este barrio en valenciano. Racó es rincón, claro, pero l’oix, qué puede ser. Suena a ojo pero no, desde que escuchamos a Raimon sabemos que ojo es ull (els ulls al vent, al vent del món). Oix es náusea, asco. Las aguas que dejaban antaño las tormentas se estancaban en este rincón y apestaban. Ahora que ya casi no llueve, lo que apesta y da un poco-mucho de oix no es el agua estancada sino los efluvios de los desertores de la bruma. Es una costumbre detestable atribuir a todo un colectivo las características de algunos de sus miembros. Me resisto por lo tanto a decir que los ingleses beben moderadamente porque he visto a un par de ingleses sobrios.

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Continuará, o eso espero…

12 mars 2023

Atención a la acetona

LA REALIDAD CAMBIA constantemente aunque muchos cambios son imperceptibles hasta que un día te saltan a los ojos. Así fue como una mañana vi que se instalaba en mi pueblo una especie de PELUQUERÍA PARA UÑAS. Al día siguiente vi que se instalaba otra y en menos de una semana el pueblo estaba lleno de esos curiosos locales que, ellos también, estaban siempre llenos. Unidades de cuidados y embellecimiento de UÑAS. El ser humano y la ser humana son un ente incomprensible pero ignora uno hasta qué punto.

Días atrás, el público presente en un cine de Bruselas comenzó a sentirse mal. Náuseas, vómitos, intensas cefaleas, desfallecimientos. Ambulancias, traslados a las urgencias. Superado el peligro, recuperados los enfermos, la investigación da con lo flagrante y lo evidente: el cine —que, por cierto, se llama Aventure— está al final de una galería comercial ocupada ahora por estas peluquerías para uñas. La concentración de acetona, ese líquido volátil que se usa para despintar las uñas, produjo el estrago. Copar de peluquerías para uñas un pasaje mal ventilado es una idea que tuvo el mercado y que el propio mercado resolverá, no faltaría más.

Entretanto, atención a la acetona.

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1 mars 2023

Margarina con ketchup

EN LA TELE sólo suelo ver el fútbol o las noticias. Pero a veces también me quedo pegado frente a la pantalla mirando los comerciales. 

Que son lo mismo de siempre aunque los actualicen a diario. Venden lo prescindible, mala comida y esas cosas, porque si lo que venden fuese necesario no necesitarían promoverlo. 

La moda ahora es incluir junto a las coloridas imágenes pequeñas advertencias verbales. Al pie de un anuncio de ketchup con margarina está escrito en diminutos caracteres: «coma cinco frutas al día». 

El colmo en esta materia lo vi días atrás en otro comercial: una niñita se desliza por el pasador de la escalera, feliz de saber que la llevan a comer hamburguesas. La leyenda abajo dice que no hay que deslizarse por el pasador de la escalera. Lo contrario de lo que la imagen muestra. Dicho de otra manera: haz lo que te hago pero no lo que te digo.

Probablemente estas advertencias las impone un reglamento y se permiten ser contradictorias porque pasan inadvertidas. Esos enfisemas que ilustran los paquetes de tabaco, aunque pequeños, tienen la fuerza mimética de lo ostensible, cuando menos las primeras veces que uno los ve, porque la repetición hace que después de un tiempo su carácter manifiesto se vaya erosionando y acaben por no verse.

Las advertencias escritas, ni eso siquiera, no se ven ni antes ni después. Son apenas la letra pequeña del contrato, débiles oximorones, la espumilla que deja el lavado del enfisema con agua de colonia verdosa.

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