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Camino de Santiago
voy y vuelvo
11 juillet 2011

El delta

(Voy y vuelvo 9)

El turista es un ave que anida entre viejas piedras y evita cuando puede, no siempre puede, los polígonos industriales. Como las cigüeñas, anida estacionalmente en las anfractuosidades de los cascos viejos y luego levanta el pico y hace tatatatatá de puro contentamiento.

Aves migratorias hay de varias clases. Ayer vimos en el delta del Ebro una colonia de flamencos que, de las aves voladoras, deben de ser las más grandes. No los vimos desplegar el vuelo, según un lugareño están tan a gusto que de ahí no se mueven en todo el año. No sé si será para tanto. No voy a hacer un chiste fácil sobre los flamencos de Bart De Wever porque no se me ocurre ninguno.

Desde allí, desde el delta, el Ebro cubre casi mil kilómetros, de Deltebre a Fontibre. La misma distancia que nos separa de casa, en otra dirección. Hemos venido cruzado la península, de poniente a levante, siguiendo otro río, el Tajo, y oyendo hablar tres lenguas. No voy a despacharme con una boutade un asunto serio ni hallarle gracia a los que venden la moto del independentismo para medrar pero, por otra parte, hablando con la gente no he podido dejar de recordar a Mendoza: Hay gente que hace cualquier cosa con tal de no comprarse un diccionario.

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Un día como hoy, un año atrás.

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10 juillet 2011

La pena

(Voy y vuelvo 8)

Viajar es decir volveré, volveremos. Decírselo a los lugareños. Y sortear alguna prueba, un breve lance. El de hoy estriba en llegar a Teruel en plena fiesta. La fiesta consiste en beber vino y arrojárselo al prójimo, que va vestido de blanco con un pañuelo rojo atado al cuello.

Como yo, sacante el pañuelo. A la hora de marchar, un problema técnico nos retiene más de la cuenta en el aparcamiento. Para resolverlo, comunico con la encargada a través de un aparato. No nos entendemos. Añadiendo algún calificativo, la conmino a que se apersone. Cuando lo hace, descubrimos que se trata de una enana.

Mis comparsas reprueban naturalmente mi actitud y me dan como pena una relegación en alguno de los pueblos del borde del camino. Iba a elegir Pajarón, pero finalmente me quedo en Pajaroncín.

8 juillet 2011

Los ojos

(Voy y vuelvo 7)

Me gustaba Cuenca antes de entrar en el Museo de arte abstracto. Me gustaban sus formas, pero cuando salí del museo y volví a ver la ciudad con un Saura en un ojo y un Rueda en el otro, me gustaba más aún. Me llenaba el gusto, como decimos en la recta provincia. Para que luego digan del arte contemporáneo.

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Ventana en el Museo de arte abstracto de Cuenca

8 juillet 2011

El GPS

(Voy y vuelvo 6)

Viajar es oír al GPS y escuchar a quien conmigo va. Como el marinero del romance.

7 juillet 2011

Ars longa Visa brevis

(Voy vuelvo 5)

Si te gusta la miel, aguanta a las abejas, escribió una vez Erasmo. Tal vez dijo aguanta como quien dice soporta, en el sentido anglo-deportivo del término. Así es como vamos probando mieles por estas serranías de España y Portugal, en imitación de Unamuno, y sin embargo aún no vemos a la primera abeja. Mariposas sí, a tutiplén.

O el que quiera celeste que le cueste. Al precio que está el combustible -Ars longa Visa brevis, según la fórmula de Vi Tin- , lo que cuesta el celeste en la mitad superior del cuadro y el verde en la mitad inferior son los atascos en los anillos de circunvalación -puto París-, las noticias de la radio, la famosa crisis greco-romana.

Yo no escribo de eso aquí, me contento con contar historietillas como quien toca su campanilla, pero en los largos trayectos entre dos puntos mi Erasmus personal me lleva a esos asuntos, el sentido de la existencia, la arbitrariedad del arte contemporáneo, el desajuste perpetuo de la economía mundial, sin perder de vista la flora y fauna de la cordillera, el sabor de la guinda y la molleja, los olores del pino, del cloro y del poleo, típicos tópicos turísticos.

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5 juillet 2011

El fado

(Voy y vuelvo 4)

En la casa de fados, el púber bebe vino con su madre y el pretendiente de su madre, y entre dos fados de Lisboa y uno de Coimbra juega a los marcianitos en su móvil y en el móvil de su madre. El pretendiente aún no le cede el suyo.

En el baño, el fadista canta otro fado frente al espejo y, como la luz se apaga súbitamente, el cantor suelta un gas y la luz vuelve a encenderse.

4 juillet 2011

El hotel

(Voy y vuelvo 3)

El paraíso es un hombre que ronca un domingo por la tarde al borde de la piscina de un hotel de provincia.

El hotel está vacío, despoblado como la región, que tiene apenas 35 habitantes por kilómetro cuadrado. Ustedes son los únicos huéspedes, dice el dueño del hotel, y hoy tenemos una fiesta de familia, fiestas a las que nunca podemos ir, el trabajo de hotelero es muy esclavizante. Si no les importa, aquí tienen las llaves del hotel. Y si vienen turistas, que no vendrán, pero si vienen, díganles que hoy no atendemos.

Así que aquí estamos esperando a ver si aparece alguno, francés o belga de preferencia, y si asoma algún inglés, mejor que mejor, aquí estamos esperando para darle largas.

4 juillet 2011

Indignaos

(Voy y vuelvo 2)

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30 juin 2011

Voy y vuelvo

Voy rumbo a Iberia. Saludos.

28 septembre 2009

Dos días en Marburg

Que es una ciudad del centro de Alemania, con jardín botánico y universidad, en la que estudiaron Ortega y Gasset, Hannah Arendt, los hermanos Grimm y mi murciano favorito. Como las guerras no lo han arruinado, un paseo por el casco viejo de Marburg representa un viaje desde el medievo al presente, con una larga escala en tiempos del romanticismo alemán (pero todo romanticismo es alemán).

Las autopistas alemanas están impecables y perpetuamente en reparaciones, lo que explica que por ellas se vaya simultáneamente muy rápido y algo lento, y sea mejor orientarse en ese laberinto con un GPS, que es el karaoké de la autopista.

Ayer domingo se celebraban elecciones legislativas en Alemania y, aparte los carteles con la cara de la gigante Angela y el puesto callejero del Partido Pirata, éstas pasaban casi desapercibidas para el visitante. Tal como sus resultados.

El otoño, en cambio, sí que es notorio, sobre todo para quien llega desde el oeste (el otoño anida al este). O sea que hace en Marburg por ahora un tiempo para perderse en los bosques que la rodean y en el dédalo de sus calles y escaleras de piedra, y recuperar fuerzas en un Biergarten tomándose un Auflauf, el platillo local, con una Altbier, y ya con las fuerzas recuperadas trincar un Zwiebelkuchen, una tarta de cebolla.

Y mirar cómo se mueve la gente, que recuerda a otra gente. Ese anciano recuerda a Hesse, esa muchacha a Bettina, un amor de Goethe, tal como la describe Kundera en La Inmortalidad. La bella, el anciano, la inmortalidad, todas las presencias parecen ser ideas y todas las ideas parecen ser alemanas.

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