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Camino de Santiago
30 juillet 2006

Dinamita con dinamita

Durante este Mundial 2006 me divertí sobremanera (y distraje la tonta espera de los medios tiempos) escribiendo una bitácora, Pelotudísimo. El Mundial se acabó demasiado pronto para mi gusto. Y de qué impensada manera. Con un sonoro cabezazo de Zinedine Zidane sobre el esternón de un provocador de nombre Materazzi. Como es sabido, Zidane jugaba, por designio propio y de su propio sueño, sus últimos minutos sobre un terreno de fútbol.

Me propuse entonces cerrar Pelotudísimo escribiendo un comentario sobre ese gesto, su alcance, su semántica. Comenzaron a sucederse, sin embargo, unos textos interpretativos, algunos algo pasados de rosca para mi gusto. Y en la medida en que los leía iba perdiendo la gana de reaccionar.

Para unos, Zidane no es más que otra construcción de la mitología mediática, que crea Supermanes de supermercado y los pone a cabecear adversarios.

Para otros, Zidane sigue siendo un salvaje que sólo ha accedido a comportarse de civilizada manera para cumplir con las expectativas del propio sistema mediático (y de su suegra), y enriquecerse de paso, pero que en el postrer minuto no ha podido evitar volver a ser el de siempre, un genuino bárbaro de las montañas, un carnero metamorfoseado en humano que baja la cabeza y no duda en atacar. "Lo que conmueve en Zidane es su brutalidad", escribe Francis Marmande.

"El gesto de Zidane representa la intrusión de la pesada realidad en el juego", dice el escritor haitiano Dany Laferrière. Eduardo Galeano afirma, por su parte, que "esa loca embestida" fue, "aunque Zidane no lo quisiera ni lo supiera, un rugido de impotencia" contra los males del mundo y de la mundialización. O bien, según Philippe Corcuff, Zidane encarnaría la imagen de héroe contemporáneo que no esconde su fragilidad, como Marcos en el Chiapas o por el estilo, héroes "que llevan consigo unos abismos de rabia, de duda y de vergüenza que deben taponear cueste lo que cueste".

Javier Marías, con más tiento, lee el episodio desde el único terreno posible a posteriori, el de la ficción. El héroe cansado que conduce a los suyos a las puertas de la victoria hubiese escrito, de lograrla, un guión para un cuento de Disney, para un filme ramplón y adolescente. Con su gesto, Zidane dota a esta historia de una ambigüedad adulta y nos deja "un relato hondo, extraño, quebrado, rugoso, y no una historieta tan previsible" proyectándola al terreno de la obra de arte.

Otros medios, más apegados a los hechos, encargaron a unos analistas tradicionales (detectives privados y lectores de labios), unos informes sobre la cuestión. Por el lado de la televisión brasilera, estos analistas apuntaron como causa de la agresión el insulto barriobajero : "Tu madre es una puta jubilada pero tu hermana ejerce". El informe de la prensa inglesa se inclinó, por su parte, por el silogismo geopolítico : "Eres musulmán y todos los musulmanes son terroristas".

Tal vez, como afirma Las Mil y una noches, la verdad no esté en un único sueño (por más que el soñador se llame Zinedine) sino en varios. No en un insulto, sino en una combinación de insultos. Así, bien pudo ser que rebalsase la tolerancia de Zidane esta insolencia :

"Tu madre es una puta terrorista".

Ahí el provocador fue demasiado lejos. Ahí mezcló dinamita con dinamita. Y la bomba no le estalló entre las manos, sino en el pecho.

9509838

 

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Commentaires
A
¿Sabe qué? Esa frase fue la primera publicada en mi diario danés de cabecera. Como usted dice, dinamita con dinamita. Perfecta. Igual me parece raro que Zidane haya reaccionado así. Pero su reacción estará en la misma historia que el gol de Maradona con la mano. Aunque yo le daría un par de puntos más.
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