Roma amoR (6)
Roma y las imágenes, cuántas más mejor.
En el triángulo en que caben Italia, España y Flandes, miro a los viejos usureros de Quentin Messys que he dejado de ver hace una nada en una calle de Lovaina y rencuentro colgados en el Doria Phamphilj, a los que voy pareciéndome.
Y los animales, que son a los que más me llama mirar.
Miro los Carabacho y veo al niño que fue San Juan y al viejo que fue San Mateo, que son uno y el mismo: imagen, ese barro que asombra y engaña. Y a la madre de Dios.
Y a Dios padre, que es el rey del mundo y aquí está la prueba, en el techo del Gesù. Porque supo animar las imágenes y casi consigue ponerlas a bailar. De haber sabido hacerlo, el cine habría sido apostólico y romano y a punto estuvo de serlo pero ahí, por ese intersticio, se le escapó a la Iglesia el futuro y se convirtió en museo.