Entrevista con un jardinero
¿Por qué cultiva un jardín?
Porque viví muchos años cultivando plantas en macetas. Y cada vez que iba a la ciudad vecina me detenía a mirar un jardín con un árbol al centro. Una de las historias más conocidas de las Mil y una noches cuenta de un hombre que viaja del Cairo a Ispahán en busca de un tesoro. En Ispahán lo detiene la policía y un oficial se burla de él contándole la historia de un hombre que va de Ispahán al Cairo en busca de un tesoro, sin saber que lo que busca está en el jardín que ha dejado atrás. Vuelve entonces el hombre a su ciudad y encuentra el tesoro en su viejo jardín.
Otra vieja historia muy conocida es la del gigante egoísta, de Wilde. Cuando por fin llega la primavera, en el jardín del hombre necio permanece el invierno. Yo soy ese hombre necio. Tal vez el jardín sea una parcela del mundo. Dice Juan Ramón: « Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando. Y mi jardín permanecerá ». El suyo era un jardín andaluz, tan diferente del que yo cultivo.
¿No será mucha literatura para tan poco jardín...?
Seguro. Pero lo contrario sería peor. Según Borges, el jardín de los senderos que se bifurcan es una imagen incompleta pero no falsa del universo. A quien pasa su tiempo leyendo se le corre una teja, como a Alonso Quijano, y no le queda tiempo para dedicar al jardín. A quien pasa su tiempo en el jardín, le alcanza el tiempo para leer.
¿Aprende algo en el jardín?
Una lección cada día. La de hoy: las hormigas enseñan que no hay enemigo pequeño.
¿Ha llegado por fin la primavera?
Cuando puede decirse que una estación ha llegado, ya comienza a irse. Pero, bueno, no nos vamos a quejar.
¿Y qué trae de nuevo?
Ahora mismo están en flor las violetas. El domingo llega abril y florecerán las lilas, como decía Elliot: Abril es el mes más cruel, criando lilas de la tierra muerta, mezclando la memoria y el deseo, removiendo raíces turbias con lluvia de primavera.
¿Da trabajo el jardín, en esta época?
Poco. Las hormigas comienzan a instalar a los pulgones en los cogollos de los groselleros. Es un fastidio. Pruebo a detenerlas con un papel impregnado de goma, que pego en el tronco para impedirles subir. Pero son pertinaces. Algunas consiguen pasar y, las que no, se cambian de árbol. Ya le digo, no hay enemigo pequeño.
-Veo que insiste: cómo es eso de que no hay enemigo pequeño...
-Bueno, la hormiga más pequeña mide menos de un milímetro. Se ha trasladado del campo a la ciudad (es de origen etíope). Aprecia particularmente los hospitales. Se sospecha que se ha convertido en vector de infecciones nosocomiales.
-Caramba...
-Se escucha a los humanos quejarse de que muchas especies animales están en vías de extinción. En cuanto a las hormigas, no hay de eso ningún peligro, al contrario: hay centenares de especies aún por descubrir...
-El futuro para el que lo trabaje...
-Y el mañana es del que lo vio primero... Por más que la humanidad engorde, no conseguirá hacerle el peso a las hormigas. Si ponemos a los seis mil millones de humanos a un lado de la balanza y a las incontables hormigas del otro, ya se imaginará de qué lado se inclina. Y esto, sin contar con las termitas, que tienen alas.
Le jardinier, óleo de Georges Seurat