El periodismo Kapú
De Alepo a Luanda (y 2)
Se decía que Kapuscinski llevaba dos cuadernos estancos. Uno para el periodismo-periodismo, los despachos para la agencia polaca PAP, para la que trabajaba, y otro para el periodismo literario, para sus libros. Pero también sus libros, contra lo que se ha llegado a decir, son periodismo-periodismo, así sea en diferido. Tanto como sus despachos urgentes mantienen la gracia treinta años después. El día de la independencia angoleña, el 11 de noviembre de 1975, Kapú despacha desde una Luanda sitiada y exangüe: No hay agua desde hace dos días en la capital, situación que provoca ásperos combates por conseguir una invitación a la recepción que el presidente ofrece en el palacio de Gobierno porque, según los rumores, en ella se podrá beber agua fresca.
Luanda, la primera ciudad africana fundada por europeos y el principal puerto negrero, está por esos días a punto de caer en las zarpas de la facción bacongo, sostenida por Mobutu, o de la facción ombundu, apoyada por la Sudáfrica racista. Si provocan un baño de sangre, todo el mundo se lo reprocharía, sostiene un combatiente. Que luego añade: Aunque no sé. El mundo está tan lejos de aquí.
Con todo, el mundo intenta seguir la actualidad angoleña y los enviados especiales aterrizan en Luanda para cubrir la declaración de independencia en una ciudad sitiada por la guerra. Me pongo en el lugar de mis colegas, escribe Kapú. El viaje les cuesta a los periódicos los ojos de la cara, por lo que esperan de sus enviados reportajes siderantes, scoops, historias sensacionales escritas bajo una lluvia de balas.
Tras varios intentos infructuosos, sin embargo, los corresponsales internacionales deben volver al hotel con la cola entre las piernas. En el hotel, la mucama está ocupada y el recepcionista responde con eslóganes. El gerente del hotel, en cambio, les da el concepto que define mejor la situación: confusão. Ahora bien, ¿cómo traducirlo? Los hombres han provocado ellos mismos una situación de la que han perdido el control. Los intentos por explicarla, tanto como la incapacidad para hacerlo, forman parte de la propia confusión y la amplifican.
Salvo para el periodismo Kapú.
Monolito maconde