La niña saudí
¿De qué puede tratar una película sobre una niña saudí? ¿De una niña que quiere ser feliz y no la dejan?
Fui a ver Wadjda casi que arrastrando los pies, de tan previsible que me la imaginaba.
Y no. O sí, pero no. Es el primer filme saudí, la primera película filmada en aquel reino inverosímil que, como dice Sotinel, produce diez millones de barriles de petróleo cada día y un filme cada cien años. Una película que no será vista en su propio país, entre otros detalles porque allí no hay salas de cine. Esa circunstancia radical abre, paradójicamente, un espacio de libertad que Wadjda aprovecha. El problema que evoca —la neurosis patógena que afecta a esa sociedad y condena a sus mujeres a la inexistencia social— es más grave incluso de lo que uno cree saber. Y, sin embargo, la existencia misma de Wadjda, esta película de Haifaa Al-Mansour, esboza una apertura concebible.
Porque, por más drástica que sea la opresión, la libertad siempre está al alcance de la mano, al menos hasta que no te la arrebaten.