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Camino de Santiago
6 janvier 2021

El cocido de caracoles

«Si muestras a un grupo amplio de gente un tarro lleno de aceitunas y les preguntas cuántas aceitunas contiene, la media de sus respuestas se acerca siempre más a la verdad que cualquiera de las respuestas individuales», explica Iñaki Uriarte.

Pienso en esto escuchando opiniones extravagantes y a veces cuando lo cuento añado que la naturaleza es más precisa que la democracia. Todos los frutos de un mismo granado tienen el mismo número de granos. Este dato lo da Al Biruni, un sabio del sXI, y añade que si alguna vez el Creador parece equivocarse y hay un grano más o menos lo hace para mostrarnos que El es superior a la idea que nos hacemos de El. O sea que El nunca se equivoca. 

También tanto en la piña-piña como en la piña del pino piñonero se cuentan invariablemente ocho espirales en un sentido y trece en el otro. Y si no se cuentan, la explicación que da Al Biruni sirve incluso para el caso. Puede que estas tiranteces entre ciencia y religión sean sólo aparentes. Uriarte cita por su parte a Francis Galton, un primo de Darwin que consagró un sesudo estudio a negar estadísticamente la eficacia de la oración.

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Y puede que se note que además de releer a Uriarte hojeo un libro de Jamal Bellakhdar sobre la flora del Magreb que compré en Casablanca en el lejano 2005. Cuenta una cosa muy cierta, o al menos a mí me lo parece. Entre los moros que debieron abandonar precipitadamente Granada a fines del sXV y exiliarse en Marruecos, algunos se llevaron las llaves de sus casas como afirmación de la esperanza de que un día volverían. Otros, más previsores tal vez, llevaron consigo semillas y esquejes de mirto bético que sembraron y plantaron en los jardines a la andaluza que fueron creando en tierras magrebíes.

Otra cosa que refiere Bellakhdar vale para este tiempo invernal. Es la receta del cocido de caracoles que los marroquíes toman a la salida del hammam para protegerse de los enfriamientos. Cójanse unos cuantos caracoles de los grandes, póngaselos en ayuno un par de días y cuézanse luego acompañados de romero, artemisia, tomillo, orégano, salvia, menta, laurel, comino, regaliz, anís, hinojo, alcaravea, cáscara de naranja amarga, canela, pimienta y cebolla. A la salida del baño, digo, aun de pie, sorben ruidosamente el caldo y pinchan los caracoles con un alfiler de gancho para llevárselos a la boca, todo lo cual formará parte de la terapia.

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Commentaires
M
El origen del té marroquí queda para otro día.
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