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Camino de Santiago
30 juin 2013

Por el Camino del Norte

Camino de Santiago es un buen nombre pero mejor es El Desvío a Santiago, como se llama un libro de Nooteboom. Digo esto porque estoy leyendo Compostelle malgré moi, de Jean-Christophe Rufin. En rigor el libro se llama Immortelle randonnée, título que me parece francamente malo, blandamente oximórico —randonnée se ha ido convirtiendo en un término deportivo e immortelle en un adjetivo trascendentoide—, así que prefiero llamarlo por su subtítulo, Compostelle malgré moi, tan simple como difícil de traducir.

Los locos suelen ser caminadores compulsivos. Pero Rufin es un modelo de cordura. Médico —fundador de Médicos sin fronteras—, escritor —premio Goncourt, miembro de la Academia francesa—, embajador en Senegal y Brasil, decide recorrer a pie el Camino del Norte, de Hendaya a Gijón por la cornisa cantábrica y de allí a Santiago por el Camino primitivo, y escribir este libro. Durante la travesía no toma notas, según cuenta, el libro lo escribe de regreso a Francia siguiendos las marcas que la experiencia ha dejado en su memoria.

Me lo he leído de un tirón hasta la entrada del peregrino en Asturias. Aún no decido si leeré la porción asturiana en la propia Asturias, donde estaré, si todo va bien, dentro de dos semanas. O si sigo adelante y apuro el final, como me pedirá seguramente el cuerpo. Me gustan los relatos de andariegos, recuerdo con entusiasmo los de Thoreau, Herzog, el propio Pedro Páramo, de Rulfo. Compostelle... tiene, hasta ahora, unas cuantas páginas notables sobre la relación que el caminante establece consigo mismo y los demás, con su cuerpo y el pensamiento, con el tiempo y el espacio que se materializan en ese camino al que se aferra con tenacidad. Además, presenta la mirada de un francés ilustrado sobre unos lugares que me son entrañables.

Tendría así mucho material para citar pero, por ahora, arranco sólo esta línea de la descripción de su travesía de Bilbao: Les Espagnols aiment faire tous la même chose au même moment (A los españoles les gusta hacer lo mismo simultáneamente). Afirmación que me hace gracia por varias razones que prefiero no explicitar, justamente para no que no pierda la gracia.

R

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19 juin 2013

El protagonismo

Confieso que no he leído nada acerca de las manifestaciones en Brasil, o apenas los titulares. No porque crea que me lo sé todo de antemano y piense ya está todo visto y repetido. Que también. No lo he hecho porque, si además de leer sobre las manifestaciones en Brasil tengo que enterarme de lo que pasa en Irán y de lo que pasa en Turquía, no me queda tiempo para perseguir a mis caracoles, y eso que en esta época del año en estas latitudes los días son interminables. Lo cierto es que me parece que las clases medias de los países emergentes comienzan a exagerar con su protagonismo.

Además, me acuerdo de uno mis primeros entrevistados, un cura jovencísimo que llegaba de la Madre Patria más o menos huyendo del franquismo. Como por esos días la ciudad andaba agitada por unas manifestaciones estudiantiles, le pregunté por las razones que a su juicio llevaban a los jóvenes a las calles. Y pasé a enumerar una serie de motivos de índole mayormente sociopolítica y socioeconómica: el precio ¡y el valor! de los servicios públicos, en resumen. Sí, respondió, por todo eso. Y también por existir. Por sentirse existir.

F

16 juin 2013

Las madres

Llevo varios días diciéndome que tengo que buscar en el libro de Pamuk sobre Estambul lo que éste cuenta sobre la famosa Plaza Taksim. Por fin lo abro y doy con la página en la que explica que taksim señala en la música otomana un intermedio, un solo que se ejecuta durante el paso de un tema a otro. Y, añade Pamuk, «como la palabra taksim se refiere a repartir y al lugar donde se distribuye el agua, los estambulíes comenzaron a llamar Taksim a la alta llanura en la que Nerval se entretenía contemplando el paisaje, los vendedores y los cementerios, debido a la existencia allí de un centro de distribución de aguas. Todavía siguen llamando así a ese sitio, en cuyos alrededores he pasado toda mi vida. Pero antes de ser conocido como Taksim, al igual que Nerval, paso por allí Flaubert». Y pasa a explicar qué hacía Flaubert en Estambul, enfermo de una sífilis que había contraido en Beirut, y lo mucho que echaba de menos a su mamá. Tanto como echa de menos Pamuk a la suya, a la luz del tono con el que cuenta lo que ésta le decía para convencerlo de que no se dedicase a la pintura cuando era muchacho. Lo que me lleva a acordarme de la mía. Así no se va a ninguna parte.

E

Foto de Richard Kalvar

13 juin 2013

El coqueteo

Voy leyendo demoradamente The Childhood of Jesus, el  último libro de mi venerado Coetzee. Hasta ahora, la acción que describe la novela transcurre en un país de habla española. Me pregunto de dónde le viene este coqueteo suyo con la lengua mía. En Diario de un mal año, un personaje trata a Coetzee de Señor, otro lo llama Juan y un tercero lo cree colombiano. Lo cierto es que Coetzee ha leído a García Márquez, a la luz del tirón de orejas que le da al aracataqueño. Mais encore ?

MM me cuenta que, en su reciente visita a Santiago de Chile (la segunda en menos de dos años), Coetzee se limitó a leer en público, ante unas setenta personas en una facultad universitaria, dos capítulos de The Childhood... y a firmar ejemplares del libro. Los asistentes estaban prevenidos de que no habrían preguntas ni diálogo posterior con el escritor. Harto que estará de que le pregunten por Mandela.

A qué va, entonces. Por no dejar, enfilamos una serie de respuestas posibles, desde las más previsibles (compromisos editoriales) a las más peregrinas (porque Santiago queda en un punto intermedio entre su Ciudad del Cabo natal y Adelaida, la ciudad donde vive, sobre el mismo paralelo). Pero la mejor respuesta es a la vez la más sencilla, la más sublime y la más ridícula: por amor.

J

7 juin 2013

Un novelón iraní

Anoche vimos Le Passé, de Asghar Farhadi. Confieso que me gustan estos novelones iraníes. Los de Kariostami, antes, los de Farhadi, ahora. El Pasado es el primero que Farhadi filma en Francia, tras el triunfo que Cannes acordó a su filme anterior, Una separación.

El Pasado está tal vez un pelo o dos por detrás de Una separación. Le sobra una vuelta de rosca a la intriga, probablemente, y un cierto hieratismo se hace sentir en los personajes.

En los tres filmes de Farhadi que he visto hasta ahora (About Elli, Una Separación y este Pasado) un grupo de personas próximas entre ellas -una familia, un grupo de amigos- se ve confrontado a una drama que, para ser superado, les impone establecer una verdad común. La verdad, como sabemos desde Las Mil y una noches, no está en un solo relato sino en varios. Así, en los filmes de Farhadi, la verdad, como el horizonte, está al alcance de la mano, y cada vez que los personajes creen atraparla por la cola, alguien le pinta alas y se vuelve a alejar.

El Pasado transcurre en París, en un París tan periférico que acaba por parecerse a Teherán.

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