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Camino de Santiago
28 février 2014

Un paseo por Bruselas

Esta mañana me di un garbeo por Bruselas para celebrar que se acaba febrero. Me detuve en tres lugares. Delante del primer edificio, un viejo arsenal, influido probablemente por las Preguntas de un obrero ante un libro, pensé en la gente que levantó ese mazacote.

Frente al segundo, un hospital reciente, construido sin gracia ninguna, pensé, cómo no, en la gente que esta allí dentro, en el taller de reparaciones.

En el tercero no había nadie, ni dentro ni fuera, ni siquiera estaba ese auto que afea la foto. Es la iglesia ortodoxa de San Job, erigida en memoria del último zar de Rusia y que contiene reliquias de esa gente. Un lugar propiamente reaccionario. Un alivio tenerla ahí en calidad de torta de novios en medio del paisaje urbano y de mi propio paisaje.

E

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27 février 2014

La foto de Yarmuk

Y

Esta foto de Yarmuk, en Siria. Un campo de refugiados palestinos en las afueras de Damasco, sitiado por el ejército de El Assad. A fines de enero de 2014, un convoy con ayuda consigue abrirse paso hasta allí y uno de los repartidores registra el momento en que la gente se acerca a recogerla.

La imagen parece irreal de tan tremenda. Incluso hay quién se permite afirmar que está trucada. Los diarios la publican sin crédito. Tal vez los trabajadores de Naciones unidas tienen prohibido firmar -y ni qué decir vender- las fotos obtenidas durante su trabajo. No lo sé. Lo cierto es que el fotógrafo se quedará sin su premio.

Una imagen suele convocar otras imágenes en la memoria de quien mira. Como ésta, en otro teatro de ruinas en Siria, donde no comparece la multitud sino un solitario.

26 février 2014

Simenon en Lieja

Simenon tiene 16 años cuando deja Lieja por París y 70 cuando vuelve a su ciudad a acompañar a su madre nonagenaria en su lecho de muerte. Henriette Brüll, flamenca de Lieja, le tiende un sobre con todo el dinero que éste le había ido enviando mes a mes a lo largo de cincuenta años. « Temía haber tenido que ocuparlo en la vejez, pero ya ves que no, le dice. No querría deberle nada a nadie, ni tampoco a ti ».

Antes, en otro de sus escasos viajes a Lieja, su madre lo había puesto frente a la foto de sus dos hijos que ilustra esta página, Georges, el célébre escritor de los 260 libros, consagrado en París y rentista en Suiza, y Christian, su preferido, muerto joven, y le dice también: « Comme c'est dommage, Georges, que c'est Christian qui soit mort ».

Esto, de lo que me entero viendo la biografía de Simenon por Assouline, se lo comento a la Josepepa, que levanta los ojos de su libro y me lee en voz alta: « Así como la aguja de una brújula apunta siempre al norte, así el dedo acusador de un hombre se dirige siempre a una mujer ».

S

25 février 2014

El tal Josepepe confiesa

23 février 2014

Les enfants de Marx et Coca-Cola

Masculin, féminin. Años que no veía una de Godard.

Esta es del 65. La Francia de entonces, su gaullismo de cartón piedra que, como el franquismo, cedía frente al neón americano. Otro planeta visto desde ahora. Y sus personajes. Un joven periodista se convierte en encuestador para un empresa de sondeos y unas chicas que no tienen opinión o no quieren darla. Y una cantante ye-ye que se deja seducir por el periodista-encuestador siempre y cuando el seductor no se convierta luego en emmerdeur, en tocapelotas.

Entonces la gente fumaba constantemente, incluso mientras comía combinaba cucharadas y caladas. Y leía y leía diarios, revistas o libros. Hablaban y hojeaban distraídamente el diario. Ese mundo de fumadores y lectores empedernidos sólo ha desaparecido a medias cincuenta años después. Lo que lleva a pensar que faltan otros cincuenta para que desaparezca del todo.

El resultado es desigual. Hay momentos de gracia en los diálogos improvisados y fingidos de Léaud y las chicas (que los jóvenes pre 68 se tratasen de usted en pleno flirt le otorga a la cosa un cierto morbo retrospectivo). Y abundantes tics, y la manía de la autorreferencia, la moda de entonces, ahora pasada de moda.

Este filme se podría llamar Les enfants de Marx et Coca-Cola, apuntaba Godard. Pues eso, pelos de la barba de Marx flotando en un vaso de la chispa de la vida. 

Con todo, Masculin, féminin se llevó el Oso de plata en Berlín, tan celebradas eran las gracietas de su autor.

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21 février 2014

La ilusión

Feria del libro en Bruselas. Millones de libros y miles de autores que venden, algunos, millones. Ken Follet, Jonathan Coe, Pierre Assouline...

También tienen sentido los libros que no encontrarán ni un solo lector, sostiene el libro que sostengo en las manos. Y también tiene sentido escribirlos.

Se trata de Lo que cuenta es la ilusión, de Ignacio Vidal-Folch, que ha escrito 19 libros, según cuento. El título de éste está tomado de la frase con la que remata una historia sobre Esenin y Stalin. Esenin (16 libros) quería ir a Irán a escribir unos poemas de amor y Stalin (18) no quería que fuese, así que ordenó que le creasen una atmósfera persa en una república soviética. Y allá fue el poeta y escribió Shagané, un poema parece que estupendo.

Por eso dice Vidal-Folch que en el arte como en la vida lo que cuenta es la ilusión.

ED

Isidora Duncan y Serguéi Esenin

15 février 2014

El efecto muñeca pepona

Buenas risas días atrás con el periodista de La Vanguardia que contaba de Houellebecq (Ulbec, para entendernos) que, durante la entrevista, se tocaba el flequillo. Lo de Ulbec es más bien una ensaimada capilar, como la de Anasagasti, lo que en Chile llaman, con guasa, un parrón.

Ignacio Vidal-Folch ve el asunto desde otro ángulo. Cuando conoció a Ulbec, éste «acababa de hacerse un desafortunado injerto de cabello y la parte alta de su espaciosa frente presentaba el efecto muñeca pepona en el que se ven los agujeritos de los implantes en el cuero cabelludo. Esos agujeritos —cuenta— me hipnotizaban como ojos de cobra, no podía apartar de ellos la vista: exactamente lo mismo pasa con sus libros, repulsivos pero irrresistibles».

También sobre cuestiones capilares, y a cuenta de lo aburridas que le resultan las peluquerías, Vidal-Folch recuerda aquella entrada del Diario de Renard: ¡Por fin soy calvo!

VL

Carle Van Loo, Retrato de un desconocido

13 février 2014

El largo cuello del cisne

C

Leo que este tercer decanato de Acuario está bajo la égida de la constelación del cisne. No sé muy bien lo que eso significa, pero me lo imagino. Los pájaros son mandados a hacer para traducir los sentimientos, que suelen ser confusos. O sujetos a interpretaciones.

El papa, sin ir más lejos, larga palomas al vuelo en Roma y hete aquí que las atacan gaviotas y cuervos. Cuervos que, en rigor, sólo son cornejas. Cuervos carroñeros y retintos ya casi no quedan y, sin embargo, siguen teniendo mala prensa. Se olvida que fue un cuervo quien anunció a Noé el fin del diluvio con una rama de olivo en el pico. Ahora que llueve tanto convendría recordarlo.

Pero el cisne. De engañoso plumaje. De los muchos usos que se le han dado al personaje, mi favorito es el del soneto del mexicano González Martínez que recitábamos en la glorieta de la facultad. El cisne es la poesía barata y el búho, los porfiados hechos. La fiction y la faction. El becario y el columnista. El imberbe con gusto a leche y el plumífero de pelo en pecho.

Tuércele el cuello, anda.

Tuércele el cuello al cisne de engañoso plumaje
que da su nota blanca al azul de la fuente;
él pasea su gracia no más, pero no siente
el alma de las cosas ni la voz del paisaje.

Huye de toda forma y de todo lenguaje
que no vayan acordes con el ritmo latente
de la vida profunda... y adora intensamente
la vida, y que la vida comprenda tu homenaje.

Mira al sapiente búho cómo tiende las alas
desde el Olimpo, deja el regazo de Palas
y posa en aquel árbol el vuelo taciturno...

El no tiene la gracia del cisne, mas su inquieta
pupila, que se clava en la sombra, interpreta
el misterioso libro del silencio nocturno.

8 février 2014

Otra vuelta de tuerca

Tardo en leer Otra vuelta de tuerca. No me atraen los fantasmas ni los misterios, menos aun si hay niños de por medio. La tuve en mis manos muchas veces sin decidirme a leerla. Esta vez llego a ella por la ópera de Britten. Antes de verla, para entenderla.

El lector se pregunta si de verdad hay fantasmas merodeando por la casa o sólo son figuraciones del alma atormentada de la joven institutriz recién llegada a ella. Si los niños son inocentes o fingen serlo de tan bien educados que están. Si hubo o no un crimen sexual (¿habrá un crimen que no sea sexual?) que tuerce el recto hacer victoriano de sus habitantes.

La ambigüedad que planea es total. James fue hombre de dos mundos, ambiguo él mismo, que contuvo y combinó una cierta inocencia americana con la fantasmagoría británica en un único punto de vista. El lector sabrá perdonarle la verbosidad decimonónica; la época la pedía.

Borges admiraba esta novela. Y puntilloso como era en materia de traducciones (véase el caso de La Metamorfosis), admitió que la traducción de su amigo Bianco mejoró el título. Si A Turn of Screw es magistral, Otra vuelta de tuerca le da una vuelta más y lo supera.

S

Óleo de John Singer Sargent

6 février 2014

El chador en la rueda

La muchacha escoge al azar una de las direcciones que el encargado de la agencia le tiende. El piso que debe limpiar está patas arriba. Cuando llega la dueña de casa, sim embargo, ésta quiere que se largue cuanto antes y está dispuesta a pagarle por no haber hecho nada.

Entre una cosa y otra, la joven acaba por pasar un largo día entre esa casa, de una pareja joven con un hijo párvulo, y la de la vecina, una peluquera divorciada. Es la víspera de la fiesta de Año nuevo en Teherán y por las calles retumban los petardos que anuncian la fiesta. Ese podría ser un ruido alegre pero acaba por pesar en el ánimo.

La Fiesta del fuego (a saber cómo se llamará en persa) es el tercer filme de Asghar Farhadi, y cuenta una historia similar a la de Una Separación. Todas las películas de Farhadi parecen contar la misma historia. Algo anida dentro de las casas, algo de lo que no se libera nadie ni aún saliendo a la calle. La muchacha del filme se casará dentro de poco y se prepara para ser como esas señoras que conoce durante el largo día de La Fiesta... Tanto así que al final de la película, la muchacha ya sabe algo más sobre esas señoras, sobre ella misma. Algo más, pero probablemente también algo menos.

2 février 2014

El maltratador

Anoche vimos Los Abrazos rotos. La única de Almodóvar que no habíamos visto, descontando la de los azafatos.

Habrá que meterla en la mitad de abajo de la lista, Almodóvar se lo pone fácil últimamente a Boyero. Es que la película se planta bien pero desbarra pronto a causa de lo artificioso de su trama, y acaba en agua de borrajas, con el demérito añadido de que su metraje es inusualmente largo. Que no acaba nunca, quiero decir.

Ahora bien, tratándose del manchego, siempre habrá algún detalle que haga gracia, uno que otro guiño que su público reciba complacido, algún polvo bien filmado. Poco más, esta vez. La propia aparición ritual de Chus Lampreave como portera resulta sosa en estos Abrazos rotos.

Por lo que me toca, hay un chileno en la historia, y es el malo, el que empuja a la heroína por las escaleras. Eso de que el clímax de una película se produzca cuando el malo empuja a la heroína por las escaleras representará el nivel cero de la inventiva dramática. En este caso, además, ese mecanismo se da por partida doble, lo que ya es decir. Pero bueno, el chileno al menos no es el gangoso (como en El Libro de Manuel), sino el maltratador. Así que más respeto.

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