A plantar árboles

Plantar un billón de árboles es el desafío que propone el Programa de las Naciones unidas para el medioambiente, en paralelo a las negociaciones de Nairobi en materia de cambio climático. Según los cálculos del Pnue, sería necesario plantar el equivalente de la superficie del Perú, esto es 140 billones de árboles, sólo para compensar la pérdida forestal de la década precedente. Mi tío Pepe apoya la campaña. Lo encuentro con las botas puestas y una pala en la mano. Plantábamos un árbol por cada opositor que la dictadura chilena mandaba bajo tierra, me comenta, mira si habré plantado unos cuantos.

Ya lo decía Nat King Cole, todo depende de dónde, cómo y cuándo. Plantar un árbol en Chad o en Cabo Verde no es lo mismo que hacerlo en Canadá o Noruega. En fin, donde quiera que sea, a plantar árboles. Y a pastorearlos luego.

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Ahora dicen bizarro queriendo decir, a la francesa, raro, siendo que bizarro quiere decir valiente, lucido (lúcido es otra cosa, para eso están las tildes, para diferenciar).  Ahora dicen playoff, como si no pudiese decirse desempate. No sé cómo lo soporto. De hecho, no lo soporto. Mejor me voy a preparar unas berenjenas.

Comments

[Josepepe]

Ah, sí, las pantrucas, qué horror. Por suerte mi viejo los odiaba tanto como nosotros. Sólo decir "pantruca" en la mesa era echar a perder la comida.

[Josepepe]

Sí, pues. Supongo que "como las berenjenas" es un eufemismo, por no decir "como las huevas". Los genitales tienen peor prensa aún que la fruta y la verdura. Y luego nos extrañamos de que la gente vaya por ahí haciendo tonterías.

Las berenjenas, amén de buenas, me recuerdan una canción sefardí que se llama "Siete modos de guisar las berenjenas". De la que me gusta todo y sobre todo el estribillo:

A mi tío Serafín
Que le agrada beber vino
Con el vino vino vino
Mucho y bien à él le vino.

Se puede escuchar aquí:
http://www.nubenegra.com/catalogo/index_ampli.php3?id=112

[Adolfo]

Aceptada la propuesta gastronómica y comprobada empíricamente. Exquisito el plato a la par que simple y viceversa. ¡de puta madre, tío!. Vamos ahora a la segunda parte de la cuestión. En nuestro lejano país de origen las berenjenas tenían pésima prensa ¿porqué? (Más que las pancutras, plato abominable donde los haya: tortura de la infancia, masa resbaladiza y correosa de comidas de invierno, sucedáneo imposible de la incomparable pasta italiana .... más que las lentejas a la chilena, con arroz, “masamorrientas” e intragables...).

Debemos reivindicar a las berenjenas: humildes ellas, suculentas y dóciles a las combinatorias y posibilidades gastronómicas: rebozadas (envueltas en harina o pan rallado y huevo) y fritas con aceite más bien caliente y luego rociadas de miel líquida, por ejemplo, o miel de palma chilensis, es plato modesto pero sabroso.

La berenjena, es un ser gregario, de compañía; alcanza la plenitud junto a sus cómplices gastronómicos, sin protagonismos, sin narcisismos: confiada en su valor de “partenaire”; de segundo de abordo; anónima, universal y mestiza.

La vindicación y reivindicación de la berenjena es impostergable. ¡Berenjenas somos todos.!

[dr.floyd]

y si en vez de plantar se lanzan arboles? para pensarlo en esta era en que tanto lanzamiento promete exitos de ventas...al menos para pensarlo frente a un plato de berenjenas.

[Josepepe]

Años dándole vueltas al problema: por qué se quema el bosque. La respuesta es peor que la pregunta: porque da dinero a los que ya tienen de sobra. Estuvimos este verano en Galicia, sorteando incendios. No hay justicia para Galicia. Por el mar la inundan con petróleo, por los montes la ahogan con el fuego.

Por estos días, en estas latitudes, los árboles dan espectáculo, pasan del verde al amarillo y al rojo, como un largo y lento semáforo. En otoño, ¡a plantar árboles, coño!