La pelota, o sea

Rumanía, reina de los empates (tal vez sea mucho decir reina y haya que dejarlo en ministra), no consiguió ni siquiera empatar anoche con el equipo B de Holanda. O, dicho de otra manera, embalada en su extensión triunfal, a Holanda le bastó alinear el equipo B para derrotar a los rumanos. Eso, y la ética protestante.

El entrenador francés, Raymond Doménech, no ha sabido escoger (como sí lo ha hecho Aragonés) entre la generación declinante de Henry y Thuram y la montante de Benzema y Nasri. El resultado está a la vista: Francia no ha sido ni fu ni fa.

Será Italia. Y no será 'a las cinco de la tarde’, sino a partir de las nueve menos cuarto del domingo. Que para el caso es lo mismo.

El peor adversario para España en cuartos es la propia España (Last Churrero).

Esta exhortación spinozista, espigada por Montano, vale para nuestros cuartofinalistas: ‘Permanecer muy consciente de sí y de las cosas’. De la pelota, o sea.

Por lo pronto, y por el honor y la extensión, esta noche el equipo B de España se enfrenta al equipo de Grecia. Que es de suyo un equipo B, así haya ganado la anterior Eurocopa.