Epílogo
De espaldas durante el viaje de regreso. Si el automóvil es una silla de ruedas, como dice Parra, también puede llegar a ser un diván o una camilla para quien tiene el lomo adolorido. Un avión, para el que mira al cielo. En lugar de la autopista y sus camiones se ven por la ventanilla nubes y pájaros. Los romanos interpretaban los asuntos de este mundo y el otro siguiendo el vuelo de los pájaros. Las nubes también cuentan sus novelas y proponen sus acertijos. En la cima de una montaña suiza, a la entrada del túnel de San Godardo, se ve una colonia reciente de paneles solares. En la plana Lorena, en cambio, amenaza la vieja fumarola de una central nuclear. Y tras la frontera belga el cielo se cubre definitivamente. Para vivir en un país en donde siempre está nublado conviene recordar que por encima de las nubes nunca está nublado.
(Y con ésta me despido, cogollito de ciruelo, este viaje se ha estirado demasiado y se nos aburre la inconcurrencia.)